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Diferencia entre revisiones de «Maximiliano de México»

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Maximiliano I de México
Emperador de México

Retrato al óleo de Maximiliano, por Franz Xaver Winterhalter (1864).

Emperador de México
10 de abril de 1864 - 15 de mayo de 1867
Predecesor Agustín de Iturbide
(Emperador de México)
Sucesor Monarquia abolida

Virrey de Lombardia-Venecia
2 de septiembre de 1857 - 10 de abril de 1859
Predecesor Joseph Radetzky
Sucesor Ferencz Gyulai
Información personal
Nombre completo Fernando Maximiliano José María de Habsburgo-Lorena
Coronación 10 de abril de 1864 (juramentación) Castillo de Miramar
Nacimiento 6 de julio de 1832
Palacio de Schönbrunn,
Viena, Bandera de Austria Imperio austríaco
Fallecimiento 19 de junio de 1867
(34 años)
Cerro de las Campanas,
Querétaro, Bandera de México México
Sepultura Cripta Imperial de Viena
Religión Catolicismo
Residencia Castillo de Chapultepec
Familia
Casa real Habsburgo-Lorena
Padre Francisco Carlos de Austria
Madre Sofía de Baviera
Consorte Carlota de Bélgica
Regente Carlota de Bélgica

Firma Firma de Maximiliano I de México
Retrato de Emperador Fernando Maximiliano I de México (c. 1864)

Fernando Maximiliano José María de Habsburgo-Lorena (en alemán: Ferdinand Maximilian Joseph María von Habsburg-Lothringen; Viena, 6 de julio de 1832-Santiago de Querétaro, 19 de junio de 1867) fue el segundo emperador de México y único monarca del denominado Segundo Imperio Mexicano. Por nacimiento, ostentó la dignidad de archiduque de Austria, debido a su filiación con la poderosa Casa de Habsburgo. Fue el hermano más cercano del emperador Francisco José de Austria-Hungría, y consorte de la princesa Carlota Amalia de Bélgica, hija del rey Leopoldo I de Bélgica (primero de la Casa de Sajonia-Coburgo-Gotha).[1]

Infancia y juventud

El archiduque y emperador Maximiliano nació en Viena, Austria, fue el segundo hijo del archiduque Francisco Carlos de Austria y su esposa Sofía Guillermina de Wittelsbach, Princesa de Baviera (ver Sofía de Baviera).

Maximiliano fue el segundo de los tres hermanos del emperador Francisco José de Austria (quien ocupa el tercer lugar, en orden de duración en el trono, en la historia de Europa). Por tanto, su posición al nacer fue la de tercero en la línea de sucesión a la corona imperial de Austria-Hungría, derechos a los que renunció al aceptar el trono de México. Debido a la trágica muerte del único hijo varón del emperador Francisco José, el trono de Austria-Hungría pasó a los sucesores de su hermano Carlos, quien seguía en la línea de sucesión a Maximiliano.

La educación de Maximiliano fue la clásica educación de un archiduque de Austria, se aseguró una rigurosa formación militar. Por ser austriaco y húngaro hablaba alemán y húngaro, pero aprendió numerosos idiomas (francés, italiano, inglés, polaco y checo), se le instruyó en filosofía, historia y derecho canónico. La educación de los archiduques de Austria era muy exigente, acompañada también de un duro programa de ejercicio físico, la salud del Imperio podía depender, sin lugar a dudas, de la salud de su monarca, y en la Casa de Habsburgo, todos sus miembros tenían su lugar en la línea de sucesión, ya fuera del Imperio o de alguno de los numerosos territorios que la familia gobernaba. Desde joven, Maximiliano sobresalió por su gran talento artístico y creatividad, valores que también eran promovidos como parte del programa educativo de la familia imperial. La poesía y la pintura fueron algunas de sus aficiones predilectas, así como la literatura y el estudio de la historia, sobre todo la historia de su propia familia, que años atrás había ocupado el trono del Sacro Imperio Romano Germánico, así como de España, los Países Bajos, y muchos otros territorios de Europa desde hacía casi ochocientos años, en definitiva, la historia de los reinados de Europa, en cierto modo, era la historia de su familia.

Debido a su carácter de buen conversador, así como a su gran formación cultural y sensibilidad artística, Maximiliano fue en su juventud un personaje muy popular de la excelsa Corte Imperial de Viena, siendo ésta, en ese entonces, el centro máximo de la vida cultural, financiera y política de Europa. Si bien el esplendor de la corte vienesa no llegaría a su clímax hasta varios años más tarde, ya en la juventud de Maximiliano, éste era el modelo de corte por excelencia. La popularidad de Maximiliano se acrecentó también debido al contraste de su personalidad con la de su hermano mayor, Francisco José, de carácter áspero y reservado, Maximiliano, por contraste, era visto como simpático y sencillo, aunque su marcada melancolía, ciertamente unida a su espíritu filosófico y artístico, llamaría la atención cada vez más conforme se alejaba de sus años de mocedad. Aun así, la amistad con su hermano mayor era evidente en la corte, y eso traía una buena imagen para los vieneses.[2]

Parte de la rigurosa formación de los archiduques de Austria se basaba en el estricto manejo de las finanzas, en esa faceta su hermano Francisco José sería famoso por su rigurosidad y pulcritud, virtud que demostraría hasta el final de su reinado, y que ciertamente no compartía con su hermano Maximiliano. Maximiliano tendía a la intuición, superando la cantidad que se le daba para libros y obras de arte, terminando por acumular deudas y tener que acudir constantemente a la protección de su madre, Sofía de Baviera, para que ésta se hiciera cargo de ellas. La archiduquesa Sofía siempre tuvo una gran debilidad por su segundo hijo, a quien admiraba enormemente debido a su gran capacidad de entendimiento e inteligencia, por lo que no dudaba en pagarle cuantas deudas fueran necesarias con tal de que él pudiera seguir leyendo y aprendiendo.

Desde muy temprana edad, y como parte de su formación militar, Maximiliano tenía la obligación de servir en la Armada de su país. En el año de 1852 el buque en el que viajaba hizo una parada en Portugal, donde se reencontró con su pariente, la princesa Amalia de Portugal, hija del emperador Pedro I de Brasil, quien más tarde se convertiría también en el rey Pedro IV de Portugal. La amistad con la Familia Real de Portugal fue quizás el primer contacto que tuvo Maximiliano con la posibilidad de establecer una monarquía en un país independiente de América, siendo el emperador Pedro I, el consumador de la independencia brasileña, y emperador de esa nación de manera independiente de Portugal. La amistad con los Braganza fue más allá, y durante ese viaje, Maximiliano se enamoró de la princesa Amalia, con quien se comprometió para finales de ese año. La desgracia cayó sobre el joven archiduque, y su prometida moriría de un ataque de tuberculosis en febrero de 1853, tras haber contraído fiebre, antes de que siquiera anunciaran oficialmente su compromiso.[3]​ La huella de esa pérdida la llevaría Maximiliano hasta su muerte, prueba de ello es un anillo que contenía un rizo de la princesa Amalia, que conservaría hasta su muerte, encontrado tras su fusilamiento, en el Cerro de las Campanas.

Comandante de la Marina Imperial, matrimonio y estancia en Italia

Maximiliano sin barba a los 20 años, 1852.

Al archiduque Maximiliano le apasionaba viajar, su curiosidad por mundos nuevos le llevó a navegar durante largas semanas y visitar lugares para él tan lejanos como el mismo Brasil, casa de su amada Amalia, y única monarquía independiente en América, a la cual viajó en la Fragata Imperial Isabel.[4]​ A los 22 años de edad, se decidió que el joven hermano del emperador ya tenía edad suficiente para asumir los duros compromisos oficiales que llevaban los miembros de la Familia Imperial, así que en 1854 el archiduque Maximiliano fue nombrado Comandante de la Kaiserliche und Königliche Kriegsmarine, Marina de Guerra Imperial y Real de Austria-Hungría, en la cual sirvió en tiempos no muy apacibles. Maximiliano tenía afán por la restructuración, gustaba de reordenar, remodelar y restaurar, cosa que llevó a cabo numerosas ocasiones como Comandante de la Marina, reorganizando y modernizando la flota a pesar de su corta edad.

A sus 25 años, y habiendo pasado ya 3 años desde el fallecimiento de su prometida, era necesario buscar una consorte adecuada para el joven archiduque. Las indagaciones de su hermano el emperador fueron numerosas, y pronto se propuso a la única hija del nuevo rey de los Belgas, Leopoldo I de Sajonia-Coburgo y Saalfeld. Leopoldo de Sajonia venía de una familia de la nobleza alemana, recientemente incorporada al estatus regio con su elección como rey de una joven Bélgica, recientemente independizada de los Países Bajos. Ese nuevo reino, sin embargo, rápidamente se posicionó como el más rico de Europa, debido a sus numerosas colonias en África. El rey Leopoldo I quiso dotar a su dinastía de legitimidad, ubicando a sus parientes en todas las casas reinantes de Europa, y colocando a otros con su apellido en tronos como el de Portugal y Reino Unido. La dignidad de dinastía real no podía considerarse completa sin el matrimonio con un Habsburgo, la casa reinante más prestigiosa de Europa, por lo que Leopoldo anhelaba desde hace tiempo una unión entre ambas casas. Los términos no fueron precisamente como él hubiera esperado, pues no aceptaba que su única hija mujer se casara con un archiduque sin herencia ni estado, él pedía un emperador o al menos un rey. Finalmente, el emperador Francisco José le hizo ver lo mucho que le convenía este enlace, por lo que Leopoldo I terminó por aceptar a Maximiliano. Al poco tiempo se anunció su compromiso, y el 27 de julio de 1857, el archiduque Maximiliano de Austria contrajo matrimonio con la princesa Carlota Amalia de Bélgica, hija del monarca más rico de Europa.

La dote de la princesa Carlota, pronto se hizo notar, e inmediatamente después de su matrimonio, el archiduque pagó las deudas que tenía por una de sus más recientes construcciones, aquella que había ideado románticamente para servirle de residencia para el resto de sus días, el Castillo de Miramar, ubicado en Trieste, Italia, sobre la costa del Mar Adriático. Su nuevo suegro, aún descontento por el enlace, empezó a presionar al emperador Austro-Húngaro para que dotara a su hermano de algún cargo más digno del consorte de su única hija. Cediendo a las presiones, Francisco José nombra a su hermano virrey del Reino Lombardo-Véneto, hasta entonces bajo dominio austríaco, tranquilizando con ello al desesperado suegro que seguía sin conformarse con el bajo estatus de su amada hija. Por ello, los archiduques Maximiliano y Carlota establecieron su residencia en Milán, mientras continuaban las obras del castillo.

En 1859, los austríacos serían derrotados en la famosa Batalla de Solferino, con la que perderían sus posesiones lombardas y venecianas, y con ello Maximiliano perdería su cargo de virrey, hecho que enfurecería más a Leopoldo I. Tras la pérdida de su cargo, Maximiliano decidió retirarse de la vida pública, y dedicarse a aquellas aficiones que más le llenaban, como lo eran la literatura, la poesía, el arte, la filosofía, la historia, etc. Por ello, tras la derrota de Solferino, se retira a Miramar, donde vive con su esposa Carlota en una casa provisional, apodada il Castelleto, hasta 1860, cuando se finaliza su construcción, y finalmente establecen ahí su residencia permanente.

Intervención francesa y ofrecimiento de la Corona de México

En 1863, el ofrecimiento a Maximiliano de Habsburgo de la Corona Mexicana.
Maximiliano I de México.
Maximiliano y Carlota planificaron ser coronados el 10 de abril de 1864 en la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México.

La Guerra de Reforma de 1857 a 1860, había dejado a México en la ruina a todos los niveles. A lo largo de los gobiernos de Juan Álvarez, Ignacio Comonfort y Benito Juárez se habían expedido las Leyes de Reforma. A través de ellas, se suprimieron los fueros de la Iglesia y del Ejército, se decretó la libertad de imprenta, se desamortizaron los bienes eclesiásticos y de las corporaciones civiles, se prohibieron las obvenciones parroquiales, se decretó la libertad de cultos, se creó el Registro Civil y se le arrebató a la Iglesia el control monopólico de los matrimonios y defunciones. Dichas leyes crearon una polarización en la sociedad mexicana, lo que dio inicio a un cruenta guerra que duraría tres años, en la cual los conservadores mexicanos y religiosos lucharían por mantener sus privilegios contra un ejército estatal. Los grandes terratenientes formaron sus propios ejércitos, y aprovechando la Guerra de Secesión, acorralaron a las fuerzas del presidente Juárez, y pidieron ayuda a Europa. Los países europeos se interesaron rápidamente en esta petición de auxilio, el poder de Estados Unidos crecía cada vez más, y se vieron con la única posibilidad de apoyar un estado en América que fuera competencia para Estados Unidos, la Guerra de Secesión era el momento idóneo, pues los estadounidenses no tendrían tiempo ni recursos para obstaculizar una intervención europea en México.

El 31 de octubre de 1861, España, Francia e Inglaterra reunidos en Londres, acordaron intervenir el gobierno del presidente Juárez con el pretexto del incumplimiento prolongado de su deuda. Tras llegar a costas mexicanas, el gobierno liberal convenció a las tropas españolas e inglesas de que se retiraran, firmando el tratado de Soledad de Doblado, en donde Inglaterra y España comprendían y entendían la situación económica de México, pero Napoleón III tenía claros intereses de convertir al país en una potencia que pudiera contrarrestar el enorme poder y la influencia que Estados Unidos estaba ganando sobre el resto de los territorios de América. Aprovecharía la Guerra de Secesión (Guerra Civil) estadounidense para sus propósitos. Para 1862, después de la derrota del 5 de mayo de 1862 por el general Ignacio Zaragoza sobre el ejército francés, comandado por el Conde de Lorencez, las fuerzas de Juárez, desprovistas de suficiente apoyo de Estados Unidos, fueron reducidas a un grupo de guerrilleros, y la victoria de las tropas de Napoleón III, respaldado por los terratenientes y sus ejércitos personales, así como por numerosos campesinos de todo el país, se hizo evidente.

Tras la derrota republicana en México, se acordó que se restauraría el tradicional sistema de gobierno en el Imperio Mexicano, con lo que se encomendó al Partido Conservador una búsqueda por encontrar un príncipe europeo que cumpliera con ciertas aptitudes para gobernar un territorio tan complejo como lo era México, se pedía que fuera católico, y que respetara las tradiciones de la nación, cosa que habían incumplido los gobiernos republicanos. Durante varios meses, el Congreso de la Nación discutió sobre posibles candidatos, entre los que se encontraron el infante Enrique de Borbón, duque de Sevilla, entre otros. Finalmente, Napoleón III decidió proponer él a un candidato que cumpliera con los requisitos del Congreso Mexicano, como era quizás el único que de hecho conocía personalmente a estos príncipes europeos, su candidato gozaba de mayor credibilidad que los del resto. Tras largas discusiones, se aprobó la candidatura propuesta por el emperador francés, y se creó una comisión de personalidades notables para que fueran a entrevistarse con dicho candidato, y pedirle que aceptara el trono del imperio, evidentemente, ese candidato era el archiduque Maximiliano de Austria, retirado en su Castillo de Miramar, en la costa del Mar Adriático.[5]

El 10 de julio de 1863, la Junta de Conservadores emitió el siguiente dictamen:

  1. La nación mexicana adopta por forma de gobierno la monarquía moderada, hereditaria, con un príncipe católico.
  2. El soberano tomará el título de Emperador de México.
  3. La corona imperial de México se ofrece a S. A. I. y R., el príncipe Maximiliano, archiduque de Austria, para sí y sus descendientes.
  4. En caso que, por circunstancias imposibles de prever, el archiduque Maximiliano no llegase a tomar posesión del trono que se le ofrece, la nación mexicana se remite a la benevolencia de S. M. Napoleón III, emperador de los franceses, para que le indique otro príncipe católico.

La delegación conservadora se escogió cuidadosamente, todos debían ser dignos de representar a México y su historia, teniendo también cuidado que fueran personas que representasen adecuada y dignamente al país frente al archiduque. Por su parte, Maximiliano ya sabía lo que estaba por ocurrir y había tenido tiempo de considerarlo con seriedad. El 3 de octubre de 1863 llegaría al Castillo de Miramar la delegación mexicana encabezada por el diplomático José María Gutiérrez de Estrada, seguido de Juan Nepomuceno Almonte, hijo del libertador independentista José María Morelos y Pavón, José Pablo Martínez del Río, Antonio Escandón, Tomás Murphy, Adrián Woll, Ignacio Aguilar y Marocho, Joaquín Velázquez de León, Francisco Javier Miranda, José Manuel Hidalgo y Esnaurrízar y Ángel Iglesias como secretario. Al ser recibidos por el archiduque, leyeron ante él la petición oficial de los mexicanos para que se ciñera la corona mexicana y ocupara el trono de México.[6]​ Sin embargo, el archiduque, quien había leído mucho de México, sabía acerca de sus riquezas naturales, y sabía que el país tenía el potencial de convertirse en un imperio de primer orden mundial. Por medio del Tratado de Miramar, Napoleón III ofrecía sus tropas a disposición de Maximiliano. Si bien el archiduque ya había encontrado felicidad en su retiro del Castillo de Miramar, decidió emprender esta aventura idílica, quizás inspirado en el padre de su antigua prometida y amada, la princesa Amalia, que reinaba aquella fantástica tierra de Brasil.

Yo, Maximiliano, Juro ante Dios por los santos Evangelios, asegurar, por todos los medios en mi poder, el bienestar y la prosperidad de la nación, defender su independencia y conservar la integridad de su territorio.
Juramento de Maximiliano prestado ante la Comisión de Notables el dia 10 de abril de 1864.

El Segundo Imperio Mexicano

Maximiliano de Habsburgo como Emperador.
Busto de Maximiliano y Carlota en el Museo Soumaya de la Ciudad de México.
Corona Imperial de México
Castillo de Chapultepec, residencia imperial
Actual Paseo de la Reforma, antiguo "Paseo de la Emperatriz", visto desde el Castillo de Chapultepec.

Maximiliano llegó al puerto de Veracruz en la famosa fragata Novara, el 28 de mayo de 1864, entre el júbilo y algarabía de los conservadores, pero no del pueblo jarocho que mostró indiferencia, lo que originó que ante la pobre recepción de su imperio, Carlota Amalia derramara lágrimas de frustración y de pena. Pero a la llegada a otras ciudades, las recepciones fueron muy jubilosas y de gran algarabía, lo cual se expresó especialmente en Puebla y en la Ciudad de México. La travesía a la Ciudad de México le ofreció un panorama distinto: un país herido por la guerra y profundamente dividido en sus convicciones. En un corto período de tiempo, Maximiliano se enamoró de los hermosos paisajes de su nuevo país y de su gente. Mientras, las tropas francesas continuaban peleando en territorio mexicano. Maximiliano comenzó a construir museos y trató de conservar la cultura mexicana, lo cual queda como una de sus grandes contribuciones como emperador. La emperatriz Carlota comenzó a organizar fiestas para la beneficencia mexicana a fin de obtener fondos para las casas pobres.

Monograma Imperial de Maximiliano I.

El Emperador expresa en una carta[cita requerida]:

El valle de México es como un inmenso manto de oro rodeado de enormes montañas matizadas con todos los colores desde el rosa pálido hasta el violeta o el más profundo azul cielo, unas rocosas y quebradas y oscuras como las costas de Sicilia, las otras, cubiertas de bosques como las verdes montañas de Suiza, y entre todas ellas las más hermosas eran el Iztaccíhuatl y el Popocatépetl.

Al llegar a la ciudad se instaló en el Castillo de Chapultepec para utilizarlo como residencia y mandó trazar un camino que le conectase a la ciudad: el Paseo de la Emperatriz (actualmente el Paseo de la Reforma). Como el matrimonio no podía tener hijos, ambos decidieron adoptar a Agustín y Salvador, dos nietos de Agustín de Iturbide, el primer emperador mexicano.

El Imperio Mexicano usó la frase Equidad en la Justicia. Contaba con el apoyo del partido conservador, de la Iglesia Católica en México encabezada por el Arzobispo Labastida y Ochoa, y de buena parte de la población de tradición católica, aunque tuvo una oposición férrea por parte de los liberales. Durante su gobierno, Maximiliano I de México trató de desarrollar económica y socialmente a los territorios mexicanos bajo su custodia, aplicando los conocimientos aprendidos de sus estudios en Europa, y de su familia, los Habsburgo, una de las casas monárquicas más antiguas de Europa, de tradición abiertamente católica.

Pero la política de Maximiliano resultó ser más liberal que lo que sus partidarios conservadores pudieron tolerar. Ello es así en parte por la propia estrategia de Napoleón III, que el 3 de julio de 1862 había dirigido al mariscal Forey instrucciones secretas que requerían evitar el dominio conservador del régimen, instaurando en cambio un gobierno moderado en el que estuvieran representadas todas las tendencias. Y también por el talante liberal de Maximiliano, que ya había manifestado al gobernar el Reino de Lombardía-Venecia en los años 1858 y 1859.[7]​ estando de acuerdo con las leyes de Reforma, emitida por el Presidente Benito Juárez en el año de 1857. Un hecho que puso de manifiesto esa tendencia incompatible con los conservadores locales fue la negativa de Maximiliano a suprimir la tolerancia de cultos y a devolver los bienes nacionalizados de la Iglesia, cuando el nuncio papal le requirió ambas decisiones, originado molestia en la Santa Sede. Gran parte de los conservadores mexicanos, decepcionados, retiraron su apoyo a Maximiliano e, inversamente, hubo liberales moderados que se aproximaron al nuevo régimen,[8]​ mientras que los liberales republicanos no por ello dejaron de persistir en la lucha por recuperar al país de un gobierno monárquico.

Si Maximiliano estaba desilusionado y decepcionado, sus apoyos franceses pronto estuvieron igualmente decepcionados con su nuevo emperador. Lejos de gobernar según los intereses de Francia, Maximiliano se veía a sí mismo como una figura de integración nacional. La justicia y el bienestar de todos fueron sus objetivos más importantes. Uno de sus primeros actos, como emperador, fue el restringir las horas de trabajo y abolir el trabajo de los menores. Canceló todas las deudas de los campesinos que excedían los 10 pesos, restauró la propiedad común y prohibió todas las formas de castigo corporal. También rompió con el monopolio de las "tiendas de raya" y decretó que la fuerza obrera no podía ser comprada o vendida por el precio de su decreto.[9]

Aunque fue un gobierno de corta duración y su área de influencia nunca alcanzó la totalidad del territorio nacional, su presencia, acciones y acontecimientos anecdóticos marcaron una época de la historia de México. Comenzando con la trascendencia legislativa, pues el segundo imperio fue el primer gobierno mexicano que instauro leyes, reglamentos y normativas que protegían y fomentaban los derechos sociales. Fuera de su acción gubernativa fue relevante la fascinación despertada, sobre todo en la capital, del sistema monárquico, la vida dentro y fuera del castillo de ambos emperadores y el boato de la corte. La cercanía con la población que siempre mostró la pareja, manifestado en su intento de adoptar y divulgar la identidad del país que gobernaban; con acciones como la práctica de la charreria, el estudio de las especies vegetales y animales del bosque de Chapultepec y el interior del Imperio (que incluso lo llevó a instituir un Museo Nacional de Historia Natural); la traducción al nahuatl de los decretos imperiales; las fiestas del castillo organizadas por la emperatriz para recabar fondos destinados a la caridad y la visita del Emperador a Dolores Hidalgo para ser, el 15 de septiembre de 1864, el primer gobernante en dar el grito de independencia en el lugar original en el que se produjo. Existen un sinfín de libros, novelas, cuentos, cartas y textos inspirados en los dos monarcas que arriesgaron todo lo que tenían, y decidieron lanzarse a un país del que poco conocían, para gobernar al pueblo mexicano.[10][11]

También se pueden enlistar como hechos trascendentes aportados por este periodo histórico los siguientes. Fue Maximiliano I quien contrató al ingeniero M. Lyons para la construcción del ferrocarril de La Soledad al Monte del Chiquihuite, que creció, más tarde, a la Línea de Veracruz a Paso del Macho, esto sucedió el 8 de septiembre de 1864. Reorganizó la Academia de Artes de San Carlos. La remodelación de Palacio Nacional y el Castillo de Chapultepec aportarían eventualmente tesoros artísticos y ornamentales que aún perduran en exhibición en ambos recintos. La construcción del Paseo de la Emperatriz dio inicio al de reordenamiento y embellecimiento de la Ciudad de México, siendo este el modelo que concretaría el Porfiriato. Finalmente fue de amplia relevancia el que, varias de las políticas sociales fuesen ejecutadas por la Emperatriz Carlota Amalia, lo que, de conformidad con lo dispuesto con el estatuto imperial, la convirtió en la primera mujer gobernante de la historia de México.[12][13][14][15][16][17]

Traído como cabeza de los intereses de Francia, demostró ser todo menos eso. Sus intereses se volvieron hacia México y hacia su gente. Cuando los franceses se dieron cuenta de que se habían equivocado y de muchas formas habían subestimado cuan lejos podría llegar, se retiraron. El apoyo militar francés, pactado por medio del Tratado de Miramar, dejó de existir y Napoleón III dio la orden de regresar las tropas a Francia, dado que cada vez eran mayores las protestas por el pueblo francés, además de que los intelectuales se preguntaban "¿Qué hacemos en México?", y la guerra ya consumía recursos económicos del Imperio Francés y esta se alargaba. México no había sido Argelia ni tampoco la Indochina francesa (hoy República Socialista de Vietnam), dado que era una guerra de desgaste, tanto en lo económico como en recurso humano y ante este tipo de presiones, Napoleón III comenzó el retiro de las mismas en el año 1867, dejando a Maximiliano solo y sin protección.

Los liberales buscaron por todos los medios la derrota del Imperio. Encabezados por el Presidente Benito Juárez, permanecían firmes en la defensa de la República. Benito Juárez gozaba del apoyo de los Estados Unidos, quienes tampoco deseaban la presencia en América de un régimen apoyado por las monarquías europeas (una posición expresada en la Doctrina Monroe, la cual dice: "América para los americanos") e hicieron cuanto pudieron por evitar que los conservadores mexicanos tuvieran éxito. Empezaron a presionar al emperador francés Napoleón III en el retiro de las tropas en México.

Al final, los cambios políticos a nivel internacional repercutieron en el Imperio Mexicano. Estados Unidos, que durante la mayor parte de esta época estaba enfrascado en su propia guerra civil, entre los estados del Norte y los del Sur, había conseguido finalmente vencer a los estados sureños en la Batalla de Gettysburg y abolir la esclavitud y estando en paz, ya estaba listo para apoyar al gobierno republicano de Benito Juárez.

Napoleón III, por su parte, se enfrentaba a serias amenazas en Europa y requería que sus tropas regresaran al país galo. Con el apoyo económico de los estadounidenses a la facción republicana, y sin el apoyo francés ni conservador en el país, poco le quedaba por hacer a Maximiliano. Decidió enfrentarse a las consecuencias, desoyendo los consejos que le sugerían abdicar y regresar a Austria. Incluso cuando el General François Achille Bazaine, 3° comandante militar de la invasión francesa, efectúo la retirada de sus tropas de México, le ofreció regresar a Europa, bajo la protección del ejército francés, ofrecimiento que Maximiliano no aceptó, y prefirió quedarse en México hasta el final.

Fue sitiado con el resto de su ejército en la Ciudad de Querétaro y finalmente fue capturado junto con los Generales Miguel Miramón y Tomás Mejía, por soldados mandados por los Generales Mariano Escobedo y Ramón Corona, a quién Maximiliano le entregó su espada de rendición. Durante su encarcelamiento en Querétaro, junto con los Generales, Miguel Miramón y Tomás Mejía, en una de las pláticas que tenían entre ellos, Miguel Miramón considera que él está preso por no haberle hecho caso a su esposa. Al escuchar esto, Maximiliano, el cual se encontraba acostado en un camastro, se levantó y hace el comentario: yo estoy preso por haberle hecho caso a la mía. Se decía que el 15 de mayo, uno de sus más cercanos aliados, el General Miguel Ángel López, lo traicionó entregándolo a los republicanos. Sin embargo el 8 de julio de 1887, 20 años después de acontecidos estos hechos, el Gral. Mariano Escobedo emitió un informe al presidente Porfirio Díaz, en el que informaba haber guardado en secreto en consideración a la dignidad de Maximiliano de Habsburgo, que en realidad el Coronel Miguel Ángel López, fue comisionado por el propio emperador, para negociar la entrega de la plaza, a cambio de su abdicación y salida del país. Maximiliano y sus leales generales, Miguel Miramón y Tomás Mejía, fueron llevados ante un tribunal militar y condenados a muerte.

Varias cortes europeas pidieron al presidente Benito Juárez indulto para el archiduque Maximiliano de Habsburgo, incluso la princesa Inés (Agnes) Salm-Salm, cuyo esposo Félix Salm-Salm servía en el ejército de Maximiliano I, le rogó de rodillas al presidente Benito Juárez que no matara al Emperador.[18]​ También personalidades como el poeta Víctor Hugo y Giuseppe Garibaldi pidieron por la vida del príncipe austríaco. Juárez puso el asunto en manos de una Corte Marcial encabezado por el general Mariano Escobedo, que decidió resolver conforme la ley promulgada el 25 de enero de 1862 para prisioneros de guerra como reacción al «decreto negro» emitido por Maximiliano I el 3 de octubre de 1865, por el cual se permitía ejecutar sin juicio ni recurso posible a todo ciudadano mexicano o extranjero que fuera encontrado con armas en el territorio del Imperio.[19]

Fusilamiento

Ejecución del Emperador Maximiliano de México, pintura de Édouard Manet.
Máscara mortuoria de Maximiliano. Museo Nacional de las Intervenciones, Ciudad de México.
Tumba de Maximiliano en la Cripta Imperial de Viena, Austria

Tras un juicio sumarísimo ante tribunales militares, celebrado en el Teatro Iturbide (después Teatro de la República) y teniendo como abogado defensor a Rafael Martínez de la Torre, siendo juzgado por un coronel y seis capitanes, sin derecho a apelaciones y con base en un interrogatorio que en su mayor parte el Emperador se negó a contestar, alegando que eran cuestiones meramente políticas, los liberales lo condenaron a muerte.

Fue ejecutado en el Cerro de las Campanas de la ciudad de Querétaro, el 19 de junio de 1867, junto con los generales conservadores Miramón y Mejía. Ese día Maximiliano se levanta en la madrugada y su criado húngaro Tüdos le ayuda por última vez a vestirse. Usa una camisa blanca, chaleco, pantalón oscuro y una levita larga. Después de confesarse con el canónigo Manuel Soria y Breña, pasa a escuchar misa a la capilla del convento con los otros prisioneros. A las 6:30 de la mañana, el coronel Miguel Palacios, se presenta en el pasillo con una fuerte escolta de sus hombres. "Estoy listo", señala el archiduque austriaco con buen temple. En la calle, tres carruajes que habían sido alquilados los esperaban. Parten rumbo al Cerro de la Campanas. En el trayecto los custodiaban tropas del Ejército del Norte. Al frente va un escuadrón de caballería de los Cazadores de Galeana y detrás marcha todo el 1° Batallón de Nuevo León. Más de cuatro mil soldados del ejército republicano han sido desplegados formando un cuadro al pie del Cerro de las Campanas. Los coches llegan al lugar antes de las 7 de la mañana. La mañana ha despuntado y está radiante. "Es un bello día para morir", dice Maximiliano. Con paso firme, los tres sentenciados se colocan frente a un tosco muro de adobe, levantado precipitadamente el día anterior por tropas del Batallón de Coahuila. A manera de despedida, Maximiliano da un fuerte abrazo a sus generales y pide a Miramón que se coloque en medio: "General, un valiente debe de ser admirado hasta por los monarcas, permítame que le ceda mi lugar". Acto seguido, el general Miramón se colocó en el centro. Después Maximiliano va y abraza al general Mejía diciéndole : "General, lo que no se recompensa en la tierra, lo hará en el cielo", volviendo después a su puesto. Miramón saca un papel de un chaleco y lee un discurso: "Mexicanos, en el Consejo de Guerra, quisieron salvar mi vida, y aquí a punto de perderla, protesto contra la acusación de traición que se ha querido arrojarme. Muero inocente de este crimen y perdono a sus autores, esperando que Dios me perdone. Que aparten de mis hijos esta mancha fea de mi nombre, haciéndome justicia. Viva México!''. Tomás Mejía permanece en silencio, pero es el único de los tres que mira directo a los ojos a los soldados del pelotón de ejecución.

Cuerpo embalsamado de Maximiliano.

Son tres escuadras de siete tiradores cada una. Una para cada prisionero. Su jefe es el capitán Simón Montemayor. Como una petición especial, el emperador solicitó que se escogieran buenos tiradores y que apuntaran al pecho. Así que solo experimentados sargentos integran su pelotón de ejecución. De acuerdo a una leyenda, fueron fusilados los principales generales del Imperio, cuyo apellido empezaba con M. Así es: Maximiliano como emperador, Miramón y Mejía. Pero en realidad debieron de ser 4 y no tres, dado que el otro general con apellido paterno con M huyó del sitio de Querétaro. Su nombre Leonardo Márquez, el "Tigre de Tacubaya" el cual huyó del sitio de Querétaro para posteriormente, oculto y disfrazado, salir por el Puerto de Veracruz, al extranjero.

Las últimas palabras del Emperador fueron acerca de un reloj con el retrato de su esposa:

"Mande este recuerdo a Europa a mi muy querida mujer, si ella vive, y dígale que mis ojos se cierran con su imagen que llevaré al más allá. Lleven esto a mi madre y díganle que mi último pensamiento ha sido para ella."

El Emperador de México, segundos antes de recibir las descargas del pelotón de fusilamiento, entregó una moneda de oro a los siete soldados del pelotón. Después proclamó:

"Perdono a todos y pido a todos que me perdonen y que mi sangre, que está a punto de ser vertida, se derrame para el bien de este país. Voy a morir por una causa justa, la de la independencia y libertad de México. ¡Que mi sangre selle las desgracias de mi nueva patria! ¡Viva México!"

Maximiliano, que había suplicado no se le lastimase la cara, separó su rubia barba con ambas manos echándola hacia los hombros, y mostró su pecho. No sucumbió en el acto, y se advirtió, porque ya caído pronunció estas palabras: Hombre, hombre. Entonces se adelantó un soldado de nombre Aureliano Blanchet para dispararle el tiro de gracia, directo al corazón, con el cual exhaló el último aliento.

Una vez fusilado, el cuerpo de Maximiliano fue embalsamado en Querétaro, y posteriormente se repatrió a la Ciudad de México. Allí sus restos fueron nuevamente embalsamados en la Capilla del Mártir, del Convento de San Andrés (entonces ubicado en el actual Palacio de la Secretaría de Comunicaciones y Obras Públicas) de la Ciudad de México, y exhibidos. Actualmente, una placa en el edificio recuerda este hecho.

Posteriormente, el cadáver del Emperador, fue llevado a Austria por el almirante Wilhem von Tegetthoff en la fragata Novara en 1867, la cual había fondeado en el puerto de Veracruz. Irónicamente en 1864, esta fragata había traído de Europa a Maximiliano y Carlota a México, para el inicio de esta aventura con final trágico.

Los dos generales mexicanos Miguel Miramón y Tomás Mejía fueron fusilados después de él, gritando «Viva el emperador». Carlota de Bélgica, ya en Europa, donde fue a pedir ayuda a Eugenia de Montijo esposa de Napoleón III, y posteriormente al emperador francés, dado que Maximiliano estaba solo en México, después de la negativa obtenida, empezó con alteraciones en su intelecto y padeció un trastorno mental que evolucionó hacia una ansiedad, obsesionada con que la querían envenenar. Cuando acudió a Roma, a la Santa Sede y a hablar con el papa, bebía agua de las fuentes públicas de la ciudad, dando síntomas de una inestabilidad emocional, motivo por el cual durmió en la Santa Sede, siendo hasta ahora, la única mujer que lo ha hecho de forma oficial. Posteriormente por la persistencia de sus síntomas, fue declarada posteriormente loca y permaneció confinada, primero en el Pabellón del Jardín (el Gartenhaus) del Castillo de Miramar, luego en el Castillo de Tervuren y finalmente en el Château de Bouchout, en Meise, Bélgica, donde finalmente falleció. Aún creía que Maximiliano seguía en México.[cita requerida] Carlota murió en 1927, 60 años después del fusilamiento del emperador. En sus períodos de lucidez buscaba al emperador.

Maximiliano como tema para obras de arte

Óperas

Dramas

Musicales

*El sueño de una Corona (2005), Musical Histórico de Konrad y Wolfgang Ratz

Poesía

Novelas

En el Cine

Ancestros

Véase también

Referencias y Notas

  1. Royal Ark
  2. Sigrid-Maria Größing: AEIOU: Glück und Unglück im österreichischen Kaiserhaus. Amalthea-Verlag, Wien 2007, ISBN 978-3-85002-633-8.
  3. a b Konrad Kramar, Petra Stuiber: Die schrulligen Habsburger. Marotten und Allüren eines Kaiserhauses. Ueberreuter, Wien 1999, ISBN 3-8000-3742-4.
  4. Ferdinand Maximilian von Österreich Maximilian I., Erzherzog von Österreich: Aus meinem Leben. Reiseskizzen, Aphorismen, Gedichte. Band 6: Reiseskizzen. Teil 11. 2. Auflage. Duncker und Humblot, Leipzig 1867.
  5. Martín Quiriarte. "Visión panorámica de la historia de México". Librería Porrúa Hnos y Cia, S. A. 27a. edición 1995. México, D. F. Pág. 170-171.
  6. Casares G. Cantón, Raúl; Duch Colell, Juan; Zavala Vallado, Silvio et ál (1998). Yucatán en el tiempo. Mérida, Yucatán. ISBN 970 9071 04 1. 
  7. Tanto las instrucciones secretas de Napoleón III como el talante no del todo conservador de Maximiliano se citan en la Historia de México de Brian Hammett, pag. 187-188. La "Nueva Historia mínima de México", de El Colegio de México, llega a afirmar que Maximiliano era un "liberal convencido"
  8. Nueva Historia mínima de México, de El Colegio de México, pp. 176-177
  9. O'Connor, Richard (1971). The cactus throne; the tragedy of Maximilian and Carlotta. New York, Putnam. 
  10. «La génesis de la legislación social en el Segundo Imperio». Consultado el 19 de noviembre de 2017. 
  11. «Estatuto Provisional del Imperio Mexicano - Título I: Del Emperador y la forma de gobierno.». Consultado el 11 de noviembre de 2017. 
  12. «Imperio de Maximiliano». Consultado el 12 de noviembre de 2017. 
  13. «REVISARÁN LOS CLAROSCUROS DE MAXIMILIANO DE HABSBURGO Y EL SEGUNDO IMPERIO MEXICANO». Consultado el 12 de noviembre de 2017. 
  14. «MAXIMILIANO DE HABSBURGO: LO BUENO, LO MALO... Y LO PEOR». Consultado el 12 de noviembre de 2017. 
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  17. «10 cosas que impulsó el gobierno de Maximiliano y Carlota en México». Consultado el 12 de noviembre de 2017. 
  18. Mariano Escobedo (8 de julio de 1887). «Informe del general de división Mariano Escobedo, dirigido al Presidente de la República.». Consultado el 22 de octubre de 2009. 
  19. «Proceso y ejecución vs. Fernando Maximiliano de Habsburgo». Consultado el 21 de febrero de 2018. 
  20. Vera Cruz (1954) - IMDb
  21. Maximilian von Mexiko - der Traum vom Herrschen

Bibliografía

Enlaces externos



Predecesor:

Agustín de Iturbide
(Primer Imperio Mexicano)

Emperador de México
(Segundo Imperio Mexicano)

1863 - 1867
Sucesor:
Monarquía abolida.
Predecesor:
Archiduque Francisco Carlos de Austria
Heredero al trono de Austria, Hungría y Bohemia
1848 - 1858
Sucesor:
Archiduque Rodolfo, Príncipe Heredero de Austria