Diferencia entre revisiones de «Siglo de Oro Valenciano»
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Revisión del 11:35 7 sep 2024
El Siglo de Oro Valenciano (también, Siglo de Oro de las letras valencianas) corresponde a un periodo histórico que abarca las décadas finales del siglo XIV y todo el siglo XV, en el que el Reino de Valencia, y especialmente su cap i casal (la ciudad deValencia), vivió un gran esplendor cultural, relacionado estrechamente con el notable desarrollo económico y social alcanzado durante ese tiempo, hasta convertirse, sobre todo durante la segunda mitad del Cuatrocientos, en el referente cultural, y también económico, de la Corona de Aragón. Se ha afirmado que «durante el siglo XV, Valencia es la capital cultural de la Corona de Aragón».[1]
En el terreno literario, el filólogo valenciano Antoni Ferrando ha situado el Siglo de Oro «entre 1383, año en que Francesc Eiximenis dedica el Regiment de la Cosa Pública a los Jurados de Valencia, y 1500, fecha de publicación del último volumen de Lo Cartoixà, en versión de Joan Roís de Corella —por poner dos hitos literarios muy significativos—». Durante ese tiempo «transcurre un siglo largo en el que el joven Reino de Valencia produce unas obras literarias de primer orden, sólo comparables con las mejores de Europa». «Coincide con una época de prosperidad económica, estabilidad social y relaciones fecundas con Italia, tanto en los planos comercial y político como en el el más estrictamente cultural», añade Ferrando.[2]
Como también ha señalado Antoni Ferrando, «la mayoría de los escritores valencianos de los siglos XIV y XV son de origen catalán. Los son los de primera fila: sant Vicent Ferrer era hijo de un mercader de Palamós; Jaume, Pere y Ausiàs March descendían de una familia de Barcelona; los Martorell probablemente eran oriundos de la villa catalana del mismo nombre; los antepasados de Joan Olzina y de Bernat Fenollar procedían de la Cataluña occidental, y lo son también los de segunda fila, Lluís de Vilarrassa, Berenguer de Vilaragut, Jordi Centelles, Narcís Vinyoles, Jaume Gassull, Francesc Barceló, Francesc de Castellví, etc.». La excepción era Joan Roís de Corella, cuya familia inmigrada a Valencia poco después de la conquista procedía del Reino de Navarra inmigrada a Valencia. Eiximenis había nacido en Gerona y cuando llegó a Valencia ya había escrito algunas obras.[3]
Contexto sociopolítico
Tras la muerte de Martín el Humano en 1410 y la ausencia de un sucesor directo, siguen dos años de inestabilidad, pero en el Compromiso de Caspe (1412), es elegido como nuevo rey de la Corona de Aragón Fernando I de Aragón, de la casa de Trastámara, que pone fin al «Interregno». Con el reinado de su sucesor Alfonso el Magnánimo (1416-1458), la Corona de Aragón desarrolla una política exterior expansiva por el Mediterráneo.
Mientras que Barcelona entra en decadencia, por el contrario la ciudad de Valencia creció hasta alcanzar los 40 000 habitantes a finales de siglo, cuando Barcelona contaba con 14 000. La capital valenciana se convierte en el centro económico, político y social de la Corona y de ahí el florecimiento intelectual que la convirtió en un foco cultural y literario de importancia.
Esplendor literario
El comienzo del Siglo de Oro literario se suele situar en 1383 con la publicación del Regiment de la Cosa Pública del franciscano gerundense Francesc Eiximenis (c. 1330-1409), seguramente un encargo de los jurats de la ciudad de Valencia, convertida ya en polo de atracción de los escritores de todo el reino y de fuera del mismo (como el propio Eiximenis que venía del Principado de Cataluña). La obra agradó tanto a los jurats que al año siguiente encargaron copias del Regiment para que pudiera ser leída en la Sala de la ciudad y además subvencionaron la continuación de Lo Crestià, una especie de enciclopedia de trece volúmenes (de los que solo llegó a escribir cuatro) con la que pretendía «il·lustrar, endreçar e despertar, adoctrinar e amonestar tot feel crestià» ['ilustrar, ordenar y despertar, adoctrinar y amonestar a todo fiel cristiano'] sobre los principios de su religión. Otra de sus obras fue el Llibre dels àngels que probablemente fue el motivo por el que los jurats decidieron poner la ciudad bajo la protección del Ángel Custodio, considerado desde entonces como uno de los patrones de la «ciutat i Regne». De los «vicios» femeninos se ocupó en el Llibre de les dones. A la reina María le dedicó el Tractat de contemplació o Scala Dei y a uno de sus máximos protectores, el noble Pere d’Artés, una Vida de Jesucrist.[4]
Contemporáneo de Eiximenis fue el dominico Vicent Ferrer, canonizado en 1455 por el papa valenciano Calixto III. A partir de 1395 se dedicó a la predicación dirigida fundamentalmente al poble menut, como él solía denominar a las clases populares, y unos trescientos de sus miles de sermones se publicaron en textos resumidos a partir de las notas que tomaban los escribientes que le acompañaban en sus viajes, no sólo por el reino de Valencia y la Corona de Aragón, sino también por Castilla y otros territorios europeos (de hecho murió en la localidad bretona de Vannes, donde está enterrado). Rechazó la «moda» del humanismo, a diferencia de su discípulo, el también dominico valenciano Antoni Canals (c. 1352-1419), traductor de obras clásicas como los Dictorum factorumque memorabilium de Valerio Máximo y De providentia de Séneca, dirigidas a los «hòmens de paratge» (los nobles) y a las «persones científiques e lletrades» . También tradujo una parte del poema latino Africa con el título Escipió e Aníbal. Su única obra original fue Escala de contemplació dedicada al rey Martí I y que muestra una concepción religiosa medieval, como la de su maestro y la de Eiximenis.[5]
A diferencia de Eiximenis, de Ferrer y de Canals, motivados por sus inquietudes religiosas, el poeta Jordi de Sant Jordi adopta un visión «laica» en su valiosa aunque breve obra poética (murió en 1424 cuando contaba entre 24 o 30 años de edad), que fue elogiada por el poeta castellano Marqués de Santillana, que coincidió con él en la corte de Alfons el Magnànim. «A pesar de moverse todavía dentro de las convenciones trovadorescas y de emplear una lengua occitanizante, los versos de nuestro elegante poeta nos llaman la atención por su sinceridad y su armoniosa dicción», ha señalado el filólogo valenciano Antoni Ferrando. Se trataría «de un autor tocado por el humanismo y al mismo tiempo seducido por el mundo de las caballerías».[6]
El también caballero Ausiàs March (1397-1459) coincidió con Jordi de Sant Jordi en la expedición de Alfons el Magnànim a Italia de 1420 pero su vida fue más larga —murió a los 62 años— y por tanto su obra poética fue mucho más extensa. March, que rompió completamente con el lenguaje occitanizante empleado por aquél, está considerado como la figura máxima del Siglo de Oro valenciano —también fue alabado por el Marqués de Santillana— y uno de los poetas más importantes de la lírica europea de todos los tiempos —su obra gozó de gran renombre entre los poetas castellanos del siglo XVI que lo tradujeron e imitaron—. Escribió unos diez mil versos distribuidos en ciento veintiocho poemas, la mayoría de los cuales agrupados en ciclos, de acuerdo con los senyals o pseudónimos que aparecen en las tornades o coplas finales de cada composición. Los más extensos son los que llevan los senyals Llir entre cards y Plena de senys, dirigidos a dos mujeres diferentes. Sin embargo su poema más famoso es el Càntic espirtual, que no es de tema amoroso sino religioso.[7]
La novela de caballerías anónima Curial e Güelfa fue escrita a mediados del siglo XV aunque su existencia no fue conocida hasta finales del siglo XIX. Se ha discutido quién fue su autor pero, según Antoni Ferrando, «la convergencia y la acumulación de una serie de preferencias léxicas o variantes formales (plegar, amprar, espill, sancer, oronella, vesparada, marjal, mentira, pegar, acurtar, etc.) delatan la procedencia valenciana del mismo».[8]
La que sí fue conocida —y aclamada— en su momento fue la novela, también de caballerías, Tirant lo Blanc escrita por el caballero Joanot Martorell, aunque cuando murió en 1468 no la había terminado, por lo que fue acabada —y retocada— por Martí Joan de Galba —y no se sabe si por alguien más—. Se publicó en 1490 y en seguida se convirtió en el libro más leído en Valencia y en Barcelona, siendo traducida en 1501 al italiano y en 1511 al castellano. El humanista valenciano Luis Vives desaconsejó su lectura por inmoral, pero cien años después Miguel de Cervantes lo consideró «el mejor libro del mundo» y Shakespeare se inspiró en algún episodio para su obra Much Ado About Nothing.[9]
En el año 1460 en que Joanot Martorell comenzó a escribir el Tirant, el médico y conseller de Valencia Jaume Roig (c.1400-1478) acababa Espill, una obra compuesta por 16 000 versos muy cortos, de cuatro sílabas y que recoge el habla coloquial de la Huerta de Valencia. En realidad se trata de una novela en verso, plagada de anécdotas divertidas, que en gran parte constituye una diatriba contra todas las mujeres, que son caracterizadas como viles, mentirosas y crueles, con las únicas excepciones de su esposa, Isabel Pellicer, y la Virgen María. La réplica «feminista» se la dio sor Isabel de Villena, abadesa del monasterior de la Trinitat de Valencia (1460-1490), en su Vita Christi, escrita «en romanç perquè los simples e ignorants puguen saber e contempolar la vida e mort de nostre Redemptor e Senyor Jesús», y que fue impresa nueve años después de su muerte (en 1497) por iniciativa de la reina Isabel la Católica y reeditada pocos años después. Aunque obviamente tiene como protagonista a Jesús de Nazaret, «la perspectiva femenina adquiere una especial significación en la simpatía con la que trata a las mujeres de los Evangelios, sobre todo a María Magdalena y en protagonismo que les atribuye al concederles más del 80 por cien del texto», ha señalado Antoni Ferrando.[10]
El siglo de oro de las letras valencianas se cierra con Joan Roís de Corella (c.1433-1497), el tercer gran poeta valenciano del siglo XV, junto con Jordi de Sant Jordi y Ausiàs March. Fue conocido tanto por sus poemas amorosos, muy leídos por las damas valencianas, entre los que se puede citar la Balada de la garsa i l'esmerla, como por sus obras religiosas entre las que la Oració a la Santíssima Verge Maria fue posiblemente la más conocida. Participó en el certamen poético organizado en 1474 por Bernat Fenollar que dio lugar a las Obres e trobes en llaors de la Verge Maria, el primer libro impreso en lengua vulgar en la Península Ibérica. Entre sus obras profanas, inspiradas sobre todo por Ovidio y Bocaccio, destacó la Tragèdia de Caldesa. Como prosista religioso tradujo el Libro de los Salmos (un Salteri también muy leído por las señoras valencianas) y la Vitha Christi del cartujo Ludolfo de Sajonia que se publicó con el título de Lo Cartoixà entre 1495 y 1500, considerada la última obra de siglo de oro valenciano.[11]
Unidad de la lengua y «particularismo onomástico»
A mediados de la década de 1350, conseguida la unión foral en 1329-1330 y superada la crisis de la Unió de 1347-1348, se extendió el uso del gentilicio «valencians» (valencianos) para referirse al conjunto de los habitantes del reino de Valencia, sustituyendo a las expresiones indeterminadas utilizadas hasta entonces como «regnicolis regni Valencie», «habitadors del regne de València» o «los del regno de Valencia». En la documentación aparece profusamente («celebràs Corts generals als valencians», «les Corts per ell començades de celebrar als valencians», «demanàs graciosament ajuda als valencians per la guerra», «per demanar ajuda e secors als valencians», etc.), y en muchas ocasiones al lado de los otros gentilicios de la misma Corona (cuya aparición era muy anterior): «aragonesos e valencians», «cathalans e valencians», «aragonenses, cathalani et valentini» (en latín), etc.[12] Como ha señalado Antoni Ferrando, «siglo y medio después de la creación del Reino de Valencia, los descendientes de los repobladdores llegados de Cataluña y Aragón habían dejado de sentirse catalanes y aragoneses y se complacían en proclamar su condición de valencianos». Según Ferrando «quien quizá expresó mejor este sentimiento fue precisamente un gerundense recién llegado al cap i casal, Frances Eiximenis». En su dedicactoria del Regiment de la Cosa Pública escribió: aunque «sia vengut e eixit per la major partida de Catalunya, e li sia al costat, emperò no es nomena Poble Català, ans per especial privilegi ha propi nom e es nomena Poble Valencià» [aunque 'haya venido y salido en su mayor parte de Cataluña, y esté cerca, empero no se denomina Pueblo Catalán, sino que por especial privilegio tiene nombre propio y se denomina Pueblo Valenciano'].[13]
Difusión de la imprenta
La ciudad de Valencia tuvo un protagonismo fundamental en la difusión de la imprenta llegando a ser a finales del siglo XV el primer centro editorial de España. La llegada de la imprenta a Valencia fue poco después de haberse introducido en Italia en el año 1465 y fue entonces cuando en el centro de Valencia se instaló una de las primeras imprentas de España, junto al Portal de la Valldigna, la de Jacobo Vitzlán, editor y comerciante alemán que representaba a la familia de los Ravensburg. Al frente de este taller estaba el maestro impresor Lambert Palmart que en el año 1474 imprimió uno de los primeros incunables españoles Trobes en lahors de la Verge Maria, que es considerado como el primer libro literario impreso en España. Lambert Palmart también publicó más de una docena de obras hasta 1493, año en que vendió su negocio, de autores como Aristóteles, Salustio, Mela, Esopo y Jiménez. También publicó una Biblia en colaboración con el castellano Alonso Fernández de Córdoba, platero y maestro impresor, y de la que tan solo queda una hoja con el colofón, pues fue prohibida, al igual que la publicación de textos sagrados en lenguas vernáculas.
También en Valencia se imprimió el primer incunable fechado, el ‘Comprehensorium’, con colofón del 25 de febrero de 1475, pero sin impresor conocido. Y poco después, en el año 1477 la ‘Tertia pars Summa Theologica’ considerado el primer incunable con todos los datos completos. Estas obras impresas se distinguieron durante más de un siglo no solo por su elevada calidad, sino por ser auténticas obras de arte que contribuyeron excepcionalmente al apogeo y al esplendor de la imprenta valenciana. La tradición de la imprenta pronto llegaría a crecer y el número de impresores de Valencia por esas fechas fue superior al de cualquier otra ciudad de España, llegando a acoger a numerosos impresores extranjeros, alemanes, suizos, franceses, etc. atraídos por las posibilidades para el desarrollo de esta pujante industria.[14][15]
Pintura
En pintura se dejan sentir las tendencias flamencas e italianas en artistas como:
Véase también
Referencias
- ↑ Ferrando, 1988, p. 345.
- ↑ Ferrando, 1988, p. 342. «Recordemos, en este sentido, la presencia napolitana del rey Alfonso el Magnánimo (1443-1458), que tantas muestras de predilección demostró hacia Valencia, y los pontificados de Calixto III (1455-1458) y Alejandro VI (1492-1503), oriundos de Xàtiva».
- ↑ Ferrando, 1988, pp. 342-344.
- ↑ Ferrando, 1988, pp. 346-348.
- ↑ Ferrando, 1988, pp. 348-352.
- ↑ Ferrando, 1988, p. 351.
- ↑ Ferrando, 1988, pp. 351-353.
- ↑ Ferrando, 1988, p. 354.
- ↑ Ferrando, 1988, pp. 356-358.
- ↑ Ferrando, 1988, pp. 358-360. «Corella es el máximo representante de nuestro Renacimiento literario. Contrariamente a Canals y a Ausiàs March, nuestro escritor busca en las adaptaciones de los autores clásicos y en la poesía la belleza como objetivo último. [...] Tanto en la prosa como en la poesía, Corella trata de crear un lenguaje culto y declamatorio, de minorías selectas...».
- ↑ Baydal, 2016, pp. 132-134.
- ↑ Ferrando, 1988, p. 342.
- ↑ de los Reyes Gómez, Fermín. «La imprenta incunable, el nuevo arte maravilloso de escribir» Centro Superior de Investigaciones Científicas (2015).
- ↑ Cavero Hernández, María Pilar. «Bibliografía de la historia de la imprenta valenciana» Universidad Politécnica de Valencia (2013).
Bibliografía
- Baydal, Vicent (2016). Els valencians, des de quan són valencians? (en valenciano). Catarroja: Afers. ISBN 978-84-16260-15-7.
- Ferrando, Antoni (1988). «El Siglo de Oro de las letras valencianas». En Manuel Cerdá, ed. Historia del pueblo valenciano. Valencia: Levante. pp. 341-360. ISBN 84-404-3763-3.
- Rubio Vela, Agustín (2012). El patriciat i la nació. Sobre el particularisme dels valencians en el segles XIV i XV (en catalán) I. Col•lecció Germà Colón d’estudis filològics, 8. Castelló-Barcelona: Fundació Germà Colón Domènech-Publicacions de l’Abadía de Montserrat. ISBN 84-9883-557-7.