Diferencia entre revisiones de «Guerra hispano-sudamericana»
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Para el gobierno peruano era una intromisión de España en los asuntos internos del país, cosa que no se podía permitir en una [[nación]] [[independencia|independiente]]. Por eso, el gobierno peruano no le reconoció ese título y tampoco el encargo; por lo que no fue recibido en ninguna dependencia oficial del Perú. |
Para el gobierno peruano era una intromisión de España en los asuntos internos del país, cosa que no se podía permitir en una [[nación]] [[independencia|independiente]]. Por eso, el gobierno peruano no le reconoció ese título y tampoco el encargo; por lo que no fue recibido en ninguna dependencia oficial del Perú. |
Revisión del 18:36 13 oct 2008
Plantilla:Infobox Batallas La Guerra Hispano-Sudamericana fue un conflicto armado que enfrentó al Reino de España contra las repúblicas de Chile y Perú, seguidas de Bolivia y Ecuador en menor grado. El conflicto se inició con la ocupación española de las Islas Chincha en 1864 y terminó con el tratado de Paz firmado en Lima, el 12 de junio de 1883.
Esta guerra es conocida como Guerra contra España en Chile y Perú, mientras en España es llamada Guerra del Pacífico o Primera Guerra del Pacífico, aunque dicho término es utilizado principalmente para referirse a la guerra que enfrentó a Chile contra Bolivia y Perú, entre 1879 y 1884
Antecedentes
Orígenes
El origen de este conflicto se encuentra en la guerra de la independencia del Perú, que se desarrolló entre 1820 y 1824 y que culminó con la batalla de Ayacucho el 9 de diciembre de 1824 y la consecuente Capitulación de Ayacucho. En dicha capitulación, Perú, reconocía ciertas deudas a España, que posteriormente en 1864, pretendió hacer efectiva, bajo presión de los tenedores de bonos españoles y peruanos residentes en la península europea.
En octubre de 1862, el mariscal EP Ramón Castilla y Marquezado terminó su mandato. Como resultado de las elecciones populares, asumió la Presidencia del Perú el general EP Miguel de San Román, quien murió el 3 de marzo de 1863, sin terminar su mandato. Le sucedió primero el mariscal Castilla y luego el general EP Pedro Díez-Canseco (1863), pero, de acuerdo a la Constitución Política del Perú, cuando llegó de París, el vicepresidente, general Juan Antonio Pezet se hizo cargo del gobierno el 5 de agosto de 1863.
Durante el gobierno de Pezet, se realizó el Segundo Congreso Americano, en Lima en 1864, continuación del realizado también en Lima en 1848, "para fijar las bases de la futura tranquilidad y seguridad de los pueblos de Sudamérica". El Perú, recibió la sede en virtud que había demostrado espíritu americanista en diversas circunstancias al haber ayudado a México, Cuba, Santo Domingo, Nicaragua, Costa Rica a consolidar su independencia.
Mandaba en España la Unión Liberal, y el gobierno presidido por el general O'Donnell, con aprobación de la reina Isabel II, decidió enviar una expedición al Pacífico de la cual formaban parte algunos sabios, pero que también tenía por objeto negociar con el gobierno peruano (al que no se reconocía), por un lado las cuentas pendientes de saldo de la época colonial que poco importaban a España pues ya se adeudaban desde hacía 40 años; y por otro, más importante, el vencimiento de pago de bonos de guerra a instituciones privadas españolas expedidos durante la guerra civil peruana. Fue encargada la negociación a Eusebio Salazar y Mazarredo. El Gobierno peruano no reconoció la deuda y se negó a pagar.
La Expedición científica
Mientras tanto, la Escuadra Española de Expedición Científica, que había salido de Cádiz el 10 de Agosto de 1862 y estaba formada por los buques de la Armada Española: las fragatas gemelas a hélice Triunfo y Resolución, la corbeta de hélice Vencedora y la goleta protegida Virgen de Covadonga, se encontraban en aguas del Pacífico sudamericano, con el propósito declarado de realizar una expedición científica por el continente, si bien muchos autores han señalado la semejanza de ésta flota con otras similares, enviadas por otros países en misiones de índole bélica y/o política. El propósito que llevó a las autoridades de Madrid a incluir naves de la armada en una misión de estudio, era la costumbre para exhibir la potencia de una nación, por cierto, una costumbre muy extendida en los países europeos como Gran Bretaña.
La escuadra española, bajo el mando del contralmirante Luis Hernández Pinzón (descendiente directo de los hermanos Martín y Vicente Pinzón quienes fueron capitanes de las carabelas que acompañaron a Colón en el descubrimiento del nuevo mundo), llegó al Callao, el 10 de julio de 1863. Cuando se encontraba en la rada de dicho puerto, se supo que en la hacienda Talambo, en Lambayeque, había surgido un incidente entre inmigrantes vascos y agricultores peruanos, como resultado del cual un ciudadano español resultó muerto y otros cuatro quedaron heridos.
Ante tal hecho, los mandos de la flota protestaron por la muerte de su nacional ante el gobierno peruano. La noticia del incidente de la hacienda Talambo, había llegado a Madrid y bajo este incidente se ordenó a la Expedición científica "actuar ya de manera directa"[cita requerida].
Toma de las islas Chincha
España envió a jonathan baeza moreno, con el título de "Comisario Especial y Extraordinario de la Reina" (título que llevaban los inspectores en tiempo colonial), quien llegó al Callao el 18 de marzo de 1864.
Para el gobierno peruano era una intromisión de España en los asuntos internos del país, cosa que no se podía permitir en una nación independiente. Por eso, el gobierno peruano no le reconoció ese título y tampoco el encargo; por lo que no fue recibido en ninguna dependencia oficial del Perú.
Ante esta circunstancia, la escuadra española salió de la rada del Callao, se dirigió a las islas Chincha y las tomó por la fuerza, arriando la bandera del Perú, expulsando a los trabajadores peruanos que ahí se encontraban extrayendo el guano (una de la principales exportaciones del Perú de la época) e izando la bandera española el 14 de abril de 1864. Esta acción de provocación originó una tenue declaratoria de guerra por parte de Perú y otras ex-colonias españolas.
Reacción del presidente de Perú
Vacilante, el general EP Juan Antonio Pezet, presidente del Perú, entró en negociaciones con los españoles. Los periódicos de la época escribían de él: "parece un moderno Atahualpa", criticando su debilidad. Lo cierto es que Pezet sabía que el Perú no tenía en realidad una buena escuadra marítima; sólo contaba con la fragata BAP Amazonas y las goletas BAP Tumbes y BAP Loa. Por eso, creía que la escuadra española era invencible.
Quería ganar tiempo y se apresuró a enviar al coronel EP Francisco Bolognesi Cervantes a Europa para que adquiriera buques y otros enseres de guerra. Debido a esta decisión se compró los buques BAP Huáscar, BAP Independencia, BAP Unión y BAP América. Los dos últimos, llegaron a tiempo. En cambio, los dos primeros lo hicieron después del conflicto con España.
Alianza sudamericana
El 14 de enero de 1865 se firma el Tratado de Alianza ofensiva y defensiva, celebrado entre las Repúblicas de Perú y Chile, el cual es firmado por el secretario de relaciones exteriores del Perú, Toribio Pacheco y el ministro plenipotenciario de Chile, Domingo Santa María.[1] El tratado invita a otras repúblicas sudamericanas a unirse para enfrentar a la armada española. Poco después Bolivia y Ecuador se unieron a la alianza, aunque no llegaron a participar en la guerra. En previsión de un posible ataque español, Ecuador fortificó su puerto principal, Guayaquil.
Tratado Vivanco-Pareja
Fracasaron las negociaciones iniciadas por Pezet. Entre tanto, también fue reforzada la armada española con los buques Reina Blanca, Berenguela y Villa de Madrid. El conflicto bélico se inició el 25 de enero de 1865, la escuadra española bloqueó el Callao y dio un plazo de 24 horas para que se aceptaran sus condiciones.
Pezet, siempre temeroso, firmó apresuradamente el Tratado Vivanco-Pareja en el buque español Villa de Madrid. El contralmirante José Manuel Pareja, había reemplazado al contralmirante Hernández Pinzón como jefe de la escuadra española y Vivanco fue el delegado del gobierno peruano.
El Tratado reconocía al comisario Salazar y Mazarredo y otorgaba una indemnización de 3.000.000 de pesos para España, por los "daños ocasionados". Este acuerdo fue rechazado por el congreso y por Napoleón III, que después mandó apoyo y armamento, apoyando militarmente en secreto al presidente Mariano Ignacio Prado.
Reacción del Perú al Tratado
Todo el país rechazó dicho acuerdo, incluido el vicepresidente Francisco Díez-Canseco. El mariscal Ramón Castilla se rebeló; como presidente del Senado, cargo que ejercía en ese tiempo, representando al departamento de Moquegua, protestó de manera airada y directa, en una áspera discusión con Pezet, que se había presentado a la cámara a explicar la situación.
Castilla denunció la debilidad del gobierno y golpeó al presidente Pezet, rompiéndole la mandíbula; airado, ordenó su deportación a Europa, en febrero de 1865. En efecto, Castilla, fue conducido hasta el estrecho de Gibraltar. Su itinerario fue Callao-Acapulco-Cabo de Hornos-Gibraltar.
Revolución de Arequipa
La mecha prendida por el mariscal Ramón Castilla y otros peruanos se expandió a otras zonas del país. El 28 de febrero de 1865, en Arequipa, se sublevó el coronel EP Mariano Ignacio Prado. Desde diversos puntos del país, muchos militares y civiles lo secundaron.
Como la escuadra española amenazaba también a la República de Chile, el gobierno de ese país le declaró la guerra a España. Prado percibía que estaba en peligro la estabilidad jurídica de todos los ex-territorios de España en América del Sur. Por eso, en su camino a Lima, estando en Chincha, recibió a los delegados chilenos, con quienes coordinó las acciones a seguir para defender la soberanía de ambos países. La respuesta del presidente chileno José Joaquín Pérez Mascayano fue la declaración de guerra a España, concertando una alianza ofensiva entre el Perú, Chile, Ecuador y Bolivia.
Por fin, Prado llegó a las puertas de Lima, con un ejército de 10.000 soldados, mientras el ejército de Pezet contaba con 8.000 soldados. Francisco Díez-Canseco se quedó con una guarnición en el Palacio de Gobierno y Pezet salió al encuentro de Prado hasta Lurín. Pero no hubo una acción frontal.
Burlando la vigilancia de las tropas de Pezet, los restauradores pretendieron entrar a Lima por la puerta de Guadalupe, pero fueron rechazados por una alerta del cuartel de Santa Catalina. Entonces, lo hicieron por la puerta de San Simón. Casi sin resistencia, arribaron hasta la plaza principal de Lima. Allí trabaron una dura batalla con la guarnición del Palacio de Gobierno. La batalla del 5 de noviembre de 1865, duró hasta las 10. Las tropas leales a Pezet sólo se rindieron cuando ya habían perdido tres cuartas partes de su contingente; las puertas del Palacio de Gobierno se abrieron y una multitud enfervorizada entró, principalmente para saquearlo.
Renuncia del presidente del Perú
Pezet pretendió retomar el Palacio de Gobierno, pero no se animó a atacar Lima, por una parte, y hubo mucha deserción entre sus tropas, por otra. Con sus leales, se trasladó primero al Callao y, luego, se acantonó en la hacienda Concha. Allí, capituló el 8 de noviembre de 1865. Pezet y sus más cercanos colaboradores se asilaron en el buque británico Shear Water, anclado en el Callao. Unos días más tarde se embarcó con su familia rumbo a Inglaterra.
Declaratoria de guerra a España por parte de Chile
Mientras Perú y España manejan el conflicto suscitado en forma bilateral, la opinión pública chilena es exaltada y se asumen actos hostiles con los españoles residentes, se ridiculiza a sus soberanos y se niega todo apoyo logístico a las unidades navales españolas en puertos chilenos. El 17 de septiembre de 1865, en visperas del aniversario del establecimiento de la Primera Junta de Gobierno en Chile, el Almirante José Manuel Pareja recala en Valparaíso y exige al Gobierno chileno un desagravio, entre otras cosas que el pabellón español fuera saludado con 21 cañonazos, so pena de bloquear y destruir con su artillería los terminales marítimos principales de Chile. Bajo las condiciones prevalecientes los chilenos se negaron a saludar la bandera y la fuerza hispana inicia las hostilidades declarando el bloqueo de puertos. El Gobierno chileno declara la guerra a España el 24 de septiembre de 1865.
Dictadura de Prado
Prado había entrado triunfante en Lima y el vicepresidente Pedro Díez-Canseco había tomado el poder, pero fue por breve tiempo, puesto que el 28 de noviembre de 1865, por presiones de asambleas populares y por decisión del ejército, el coronel EP Mariano Ignacio Prado asumió de facto la presidencia de la República con el título de "Jefe Supremo de la Nación".
El dictador nombró al liberal José Gálvez Egúsquiza como presidente de su gabinete (ministro de Guerra y Marina) y a José Químper (ministro de Gobierno), a Manuel Pardo (ministro de Hacienda), a Toribio Pacheco (ministro de Relaciones Exteriores) y a José Simeón Tejada (ministro de Justicia).
Declaratoria de guerra a España
Prado, el 13 de diciembre de 1865, anunció la ruptura de relaciones con España, lo que era una declaratoria oficial de guerra. Chile ya la había declarado y, posteriormente, Ecuador y Bolivia también lo hicieron.
Se fortificó el Callao con los cañones enviados por Bolognesi desde Europa. Los BAP Unión y América llegaron desde Europa, e hicieron su entrada al océano Pacífico por el estrecho de Magallanes. El capitán de navío AP Manuel Villar es nombrado jefe de la escuadra peruana, compuesta por los buques BAP: Amazonas, Apurímac, América y Unión. A su vez, Casto Méndez Núñez estaba al mando de la escuadra española.
Como se había firmado un plan defensivo con Chile, los buques peruanos se dirigieron al país del sur, donde se les unieron los buques chilenos Esmeralda y Covadonga. El capitán de navío Juan Williams Rebolledo quedó al mando de dicha flota militar aliada. Cuando la flota unida se dirigía a Chiloé, el Amazonas, el mejor buque peruano, encalló y se perdió, y los demás buques atracaron en el golfo de Ancud en la bahía de Abtao.
Desarrollo de la guerra
En 1865, al declarar Chile la guerra a España mandaba la escuadra española el almirante José Manuel Pareja. Perú, prontamente acordó el envío de la escuadra peruana para unirse a la chilena en Chiloé y esperar allí la llegada de los nuevos buques blindados Huáscar e Independencia, antes de iniciar operaciones ofensivas contra la flota española que trataba de bloquear las extensas costas de Chile.
La escuadra chilena, compuesta por la corbeta Esmeralda y el transporte Maipú, fue puesta en pie de guerra por Juan Williams Rebolledo y sorteó el bloqueo del puerto de Valparaíso. Entre tanto el almirante español Pareja envió a la goleta Covadonga en dirección al puerto de Coquimbo, pero frente a Papudo se enfrentó con la corbeta chilena Esmeralda y fue capturada por ésta, lo que llevó al almirante Pareja al suicidio.
El 3 de diciembre de 1865, iniciaron la travesía las fragatas Apurímac y Amazonas, y 44 días después las corbetas Unión y América. En el interín, el recién ascendido capitán de navío Juan Williams Rebolledo, con la corbeta Esmeralda, la goleta Covadonga y el vapor Maipú, habían organizado el apostadero naval de Abtao, en el archipiélago de Calbuco, en dos ensenadas colindantes a la isla del mismo nombre, ubicada en la ribera norte del canal de Chacao, produciéndose el combate de Abtao.
Al almirante Pareja le sucedió en el mando Casto Méndez Núñez quien realizó expediciones para recuperar la goleta Covadonga, hasta que recibió orden del partido gobernante en España, la Unión Liberal, de bombardear Valparaíso y el Callao hasta la recuperación de la goleta y regresar a España.
Combate naval de Abtao
Como se dijo, en aquellos momentos la escuadra peruana no contaba con naves capaces de enfrentarse directamente con la poderosa fuerza naval española, dado que aún se hallaban en construcción en Inglaterra el BAP Huáscar y la fragata BAP Independencia. Fue por ello por lo que se envió a las cuatro naves principales al sur de Chile, donde debían aguardar la llegada de los dos nuevos blindados para actuar luego en conjunto contra la fuerza enemiga. Tres de estas naves, la fragata Apurímac y las corbetas Unión y América, de reciente adquisición en Francia, tomaron parte en el combate naval de Abtao ocurrido el 7 de febrero de 1866, en el canal de Challahué, formando entre la isla Abtao y el continente. También se encontraba en aquella oportunidad la goleta capturada a los españoles Covadonga, conformando todas estas naves la denominada Escuadra Aliada, bajo el mando del capitán de navío peruano Manuel Villar, reemplazando al comandante chileno del apostadero, capitán de navío Juan Williams Rebolledo, quien había partido el 5 de febrero en la corbeta Esmeralda, a Ancud en busca de víveres y carbón para las corbetas Unión y América, que el día anterior habían llegado desde el norte después de una larga travesía. Las naves aliadas combatieron a distancia con las fragatas españolas Villa de Madrid y Blanca que no podían acceder al canal. Durante varias horas estuvieron combatiendo hasta que, al caer la noche las naves españolas optaron por retirarse sin vencedores ni vencidos.
Bombardeo de Valparaíso
Después del combate naval de Abtao, el almirante de la flota española Casto Méndez Núñez, replanteó su acción, y conmina a Chile la devolución de la Covadonga. Chile contesta al intermediario, el estadounidense comodoro Rodgers que no devolvería la Covadonga. Esto desencadena inmediatamente el bombardeo del puerto chileno de Valparaíso a las 9:00 de la mañana del día 31 de marzo de 1866. Esta acción fue injustamente criticada, ya que aunque Valparaiso no contaba con defensas costeras,Méndez Núñez advirtió con mucha antelación sus intenciones, con el propósito de facilitar la evacuación de civiles. Incluso las fuerzas navales neutrales de Estados Unidos y Gran Bretaña amenazaron con intervenir si se llevaba a cabo el ataque, a lo que Méndez Núñez replicó que si intervenían serían considerados enemigos y atacados también, momento en el que dijo la célebre frase de España prefiere honra sin barcos a barcos sin honra. Las unidades navales estadounidenses e inglesas se retiraron sin intervenir. Entonces Méndez Núñez, espoleado por los reproches vertidos en cuanto al ataque contra Valparaíso, puso rumbo a El Callao, el puerto mejor defendido de Sudamérica. En Chile y Perú aún se tenían esperanzas de la pronta llegada de los blindados Huáscar e Independencia, ambos con poderosa artillería, pero no obstante ello, el gobierno peruano dispuso la organización de las defensas necesarias a cargo de la Marina y del Ejército, instalándose cincuenta cañones agrupados en varias baterías, incluyendo una dirigida a la zona conocida como la Mar Brava en previsión de un ataque por retaguardia. La movilización de hombres fue total. Al lado de los adultos, se alistaron para la lucha niños y ancianos. También los extranjeros intervinieron, formando las famosas brigadas de bomberos, pues se temía el incendio del puerto, y los puestos asistenciales para socorrer a los heridos.
Casto Méndez Núñez ordenó el bombardeo de Valparaíso, causando grandes daños al puerto. No hubo víctimas, porque unos 40.000 habitantes, casi la mitad de la población, avisados de antemano, habían abandonado sus hogares y los otros se refugiaron convenientemente. Además, el bombardeo fue, esencialmente, dirigido contra las construcciones públicas. Luego, la escuadra española se dirigió hacia Callao.
Combate naval del 2 de Mayo de 1866
Casto Méndez Núñez llegó a la isla San Lorenzo el 26 de abril de 1866 y el 27, desde la Fragata blindada Numancia, anunció al cuerpo diplomático acreditado en Lima, que iba a bombardear el Callao, el 2 de mayo de 1866; es decir, cuatro días después.
La defensa del Callao consistía en una serie de baterías que se habían emplazado al norte y sur de la población, en tanto que los escasos y débiles buques de guerra se situaron en el centro, a las órdenes del capitán de navío AP Lizardo Montero Flores; la comandancia general de baterías del norte la tenía el coronel EP José Joaquín Inclán Gonzáles Vigil; en las defensas de este sector sobresalía la Torre Junín, con dos cañones Armstrong de 500 libras, y el fuerte Ayacucho, con dos cañones Blackey de 450 libras, colocado cerca de la estación del ferrocarril; las principales defensas eran el fuerte Santa Rosa con dos cañones Blackey de 450 libras, la Torre de La Merced, giratoria y blindada, con dos cañones Armstrong de 300 libras, y la batería Zepita, que hacía frente a la Mar Brava y disponía de dos cañones de 68 libras y cuatro largos cañones de 32 libras. Las tropas a órdenes del general EP Juan Buendía, se situaron en las Chacaritas y la caballería en Bellavista. La armada española compuesta de seis fragatas y la corbeta Vencedora, más algunos transportes, contaba en total con unos 300 cañones.
A las 11 comenzaron a moverse los buques españoles, situándose unos al norte de la bahía y otros al sur. A las 12:15, la Numancia hizo los dos primeros disparos, los cuales fueron contestados por el fuerte Santa Rosa y enseguida se extendió el fuego a toda la línea, en tanto que de tierra las baterías no cesaban de responder; a las 12:25, la Numancia que ya había sido alcanzada por un proyectil que no le produjo averías, recibió otro, obligándola a virar para presentar los cañones de la banda opuesta, pero al hacer esta operación un proyectil del Loa y otro de los fuertes cayeron sobre ella, hiriendo los cascos y al almirante Méndez Núñez. Hubo que suspender el fuego por quince minutos y entretanto se llamó a la Almansa al mando de Sánchez Barcáiztegui para que dirigiera su fuego sobre las baterías del sur, que molestaban bastante.
En esta primera hora de combate, uno de los Blackey del fuerte Santa Rosa se inutilizó, pero lo más sensible fue que una bomba alcanzó a penetrar por una de las puertas y vino a explotar junto a unos paquetes de pólvora, lo que dio lugar a una formidable explosión, que destruyó la torre, dando muerte a sus defensores y entre ellos, al ministro José Gálvez.
Por el norte, la Villa de Madrid, casi al comienzo de la lucha, recibió una granada de 300 libras que, abriéndole enorme brecha, le mató a 35 hombres e inutilizó los tubos de conducción del vapor, por lo cual hubo que pedir auxilio a la Vencedora, que a remolque la sacó fuera de la línea de fuego. Asimismo, la Almansa recibió otro proyectil de 300 libras que le mató 13 hombres e inflamó la pólvora de los guarda cartuchos, el incendio se propagó y la nave se vio obligada a retirarse aún cuando después de algún tiempo volvió a la pelea. En el norte, la Berenguela recibió un proyectil Blackey de 300 libras que la atravesó de parte a parte abriéndole una brecha de 56 pies cuadrados de área, por donde se precipitó el agua. Otro proyectil del mismo calibre penetró en el sollado e incendió la carbonera inmediata al pañol de pólvora y como el buque se inclinase por el lado de babor, no tuvo más remedio que retirarse.
Sólo a las 17:00, cuando ya declinaba el sol, Mendez Nuñez dio la orden de suspender el fuego; a esa hora todavía los cañones del fuerte Santa Rosa disparaban sus tiros contra el adversario.
Retirada de la escuadra española
Los españoles contaron entre sus filas 43 muertos y 157 heridos y se retiraron a la isla San Lorenzo. El 10 de mayo de 1866, después de enterrar a sus muertos, curar a sus heridos y reparar sus navíos en la isla, los españoles dividieron su escuadrón. Una parte, la Numancia y cuatro de las fragatas de madera, las más dañadas, se dirigieron hacia las Filipinas mientras que el resto, es decir la Resolución, la Reina Blanca y la Almansa, bajo el mando de Méndez Nuñez navegaron hacia el Atlántico sur. Los daños sufridos, las bajas y la falta de equipo militar y personal hicieron desistir a Méndez Nuñez de atacar otros puertos peruanos –como previamente se lo había instruido su gobierno- y sugerir a sus superiores en Madrid no enviar una nueva expedición a aguas chilenas y peruanas. Sin embargo, anticipando una eventual reanudación de las hostilidades, el almirante distribuyó su naves entre los puertos neutrales de Río de Janeiro y Montevideo, mientras aguardaba la posibilidad de refuerzos de Madrid.
El 5 de mayo, tres días después del combate del Callao, frente a las costas de Uruguay, los blindados peruanos volvieron a capturar una nave española, el bergantín Manuel, que fue hundido por la Independencia después de evacuar a su tripulación. Posteriormente, el día 7 de mayo, el Huáscar apresó a la corbeta hispana Petite Victoria y la despachó como presa al Callao. El 25 de mayo mientras los blindados se acercaban al Estrecho de Magallanes a una velocidad de diez nudos, estuvieron a punto de encontrarse con la división española de Méndez Nuñez, que por precaución, a última hora, decidió utilizar el Cabo de Hornos. De lo contrario se hubiera producido un duelo naval de envergadura en aguas internacionales. Finalmente, tras cruzar el Estrecho de Magallanes, los blindados se unieron a la escuadra aliada en Valparaíso y se pusieron bajo las ordenes del almirante chileno Manuel Blanco Encalada, quien aún se desempeñaba como comandante en jefe de las fuerzas navales aliadas.
Con estos refuerzos, el Perú y Chile decidieron renovar la lucha, pero esta vez en la ofensiva para castigar a los españoles por todos los daños infligidos a los puertos de ambos países. Los aliados estaban convencidos que los nuevos blindados iban a equilibrar el balance de fuerzas. Aquellas modernas naves fácilmente estaban en capacidad de poder atacar puertos en la Península Ibérica, incursionar en las colonias españolas o confrontar a la escuadra peninsular en el Pacífico. El gobierno de Chile sin embargo, favorecía una estrategia un poco más conservadora que contemplaba ejecutar un ataque masivo al debilitado escuadrón español en las costas sudamericanas del Atlántico. Los temores chilenos no resultaban tan infundados pues un tiempo después España despacharía al Atlántico a la fragata de hélice Gerona, la cual cerca de Madeira, capturaría al crucero chileno de 2000 toneladas de la clase Super Alabama, Tornado, que navegaba sin artillería desde Inglaterra hacia Chile bajo el nombre código Cantón.
Para España la victoria fue suya, pues era una operación de castigo y no una invasión. Para Perú y Chile, ellos habían ganado, pues los buques españoles se habían retirado, cumpliéndose lo que dijera Mariano Ignacio Prado el día 1 de mayo en su arenga:
«Mañana probaremos a nuestros enemigos, por tercera vez, que es invencible el pueblo que combate por su honra y libertad».General EP Mariano Ignacio Prado (1 de mayo de 1866, antes del combate del 2 de mayo de 1866.)
Término de la Guerra
En 1871, se firmó en Washington, un convenio de armisticio por tiempo indefinido entre España, Bolivia, Chile, Ecuador y Perú.
España reconoció la independencia del Perú en 1880, estableciendo relaciones diplomáticas y subscribiendo un tratado definitivo de paz y amistad ese mismo año. Mientras la paz definitiva entre España y Chile se firmó en 1883, en Lima (Perú), durante la ocupación chilena durante la Guerra del Pacífico.
Consecuencias de la guerra
La guerra contra España significó para América del Sur y especialmente Perú, la consolidación de su independencia y la recuperación de las islas Chincha; para Chile, significó la pérdida de su flota mercante y de su hegemonía comercial en el Pacífico (con la destrucción de los Almacenes Fiscales de Valparaíso), aunque con el pasar de los años se recuperó gracias al resurgimiento de los puertos de Valparaíso y San Antonio.
Reanimó el sentimiento de solidaridad y confianza de que permaneciendo unidos podían resistir cualquier propósito de conquista que hacia ellos tuvieran los países europeos. Esta guerra fue entre otras causas, el inicio de la Revolución de 1868 en España.
Bibliografía
- Basadre Grohmann, Jorge (2005). «Historia de la República del Perú». Lima: Diario La República. ISBN 9972-205-62-2 (Obra completa) y Depósito Legal Nº 2005-4930 en la Biblioteca Nacional del Perú.
- Villanueva Sotomayor, Julio R. (2002). «El Perú en los tiempos modernos». Lima, Quebecor World Perú S.A. ISBN ¿?, Depósito Legal N° 1501032002-1041.