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Diferencia entre revisiones de «Ateísmo»

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*[[Ingmar Bergman]] (1918), director de cine y guionista sueco.
*[[Ingmar Bergman]] (1918), director de cine y guionista sueco.
*[[Woody Allen]] (1935), actor, escritor y director de cine estadounidense.
*[[Woody Allen]] (1935), actor, escritor y director de cine estadounidense.
*[[Richard Dawkins]] (1941), zóologo y biólogo británico, creador del concepto del [[gen egoísta]] y del [[meme]].
*[[Richard Dawkins]] (1941), zoólogo y biólogo británico, creador del concepto del [[gen egoísta]] y del [[meme]].
*[[Camille Paglia]] (1947), crítica cultural y [[post-feminismo|postfeminista]] literaria estadounidense.
*[[Camille Paglia]] (1947), crítica cultural y [[post-feminismo|postfeminista]] literaria estadounidense.
*[[Peter William Atkins]]
*[[Peter William Atkins]]

Revisión del 04:25 24 ago 2006

El término ateísmo se puede referir a dos actitudes distintas: la indiferencia por la existencia de las divinidades o sus preceptos, y la no creencia en la posibilidad o en la realidad de su existencia.


El término proviene del adjetivo griego αθεος (atheos), que significaba ‘sin dios’ (en cualquiera de los dos sentidos, de no creer en uno o más dioses o de no venerarlos debidamente); siendo a la partícula negativa ‘no’ o ‘sin’ y theós: ‘dios’ (literalmente Zeus).

Lo que el ateísmo no es

Actualmente ya no se usa el adjetivo ateo para designar a los que no creen en unos dioses aunque crean en otros, como se usó a veces para designar a los cristianos en Roma, por el hecho de que negaban a los dioses distintos de Yahvé. Dada la diversidad de dioses a los que se ha prestado y se presta fe, el adjetivo sería aplicable prácticamente a cualquiera, incluidos los seguidores de las llamadas religiones monoteístas, una de cuyas notas de identidad es la negación rotunda de cualquier dios que no sea el suyo.

Tampoco se utiliza para el que declara no creer en un Dios determinado (como el dios Yahveh o el dios Alá) pero cree en alguna fuerza mágica o sobrenatural que une todo el Universo, como el Ki japonés o La Fuerza (de Star Wars).

A pesar de la definición más estrecha ofrecida al comienzo de este artículo, el ateo casi por norma descree de otras ideas tradicionalmente asociadas con las religiones, como la reencarnación, la vida espiritual más allá del cuerpo físico y los poderes sobrenaturales. A esto se debe que los seguidores de algunas religiones que niegan o no afirman la existencia de dioses personales, en al menos algunas de sus versiones, como el budismo y el jainismo, no sean llamados ateos, porque esas doctrinas contienen algunos de estos elementos.

El ateísmo no es una religión.

El ateísmo consciente (en contraposición al ateísmo indiferente), es frecuente en personas que, habiendo crecido en el marco de una religión, han puesto a prueba sus creencias, antes de llegar a la convicción de que las entidades metafísicas o sobrenaturales no existen, y que los diversos fenómenos «extraños» del universo deben de tener una explicación racional (incluso si ésta aún no se ha encontrado). Las personas de este grupo suelen tener una familiaridad con su antigua religión mayor que la media de los creyentes.

También son ateas, por lo general, las personas que no han sido educadas en ninguna religión. Su fidelidad a su educación es semejante al de los educados en una religión, con más o menos el mismo porcentaje que las personas que siguen perteneciendo a la religión en que han sido criadas.

Tipos de ateísmo

Existen distintos tipos de ateísmo: el pragmático (vivir sin referencia práctica a Dios aunque pueda ser postulada teóricamente una creencia) o el militante (orientado a extirpar del mundo falsas alegaciones sobre lo divino).

Históricamente las calificaciones de ateísmo se han producido en buena medida contra quienes no estaban negando realmente al Dios único del monoteísmo, sino a otros dioses, por ejemplo, Sócrates o los primeros cristianos.

En este sentido la palabra ateísmo es ambigua y no reveladora como lo parece. Según personas religiosas ecuménicas, el ateísmo es positivo si va contra un falso dios, un dios devorador de hombres, y al contrario el ateísmo resultaría negativo si va contra un Dios de bondad, sabiduría y redención humana.

Ateísmo positivo y ateísmo escéptico

Actualmente es común la distinción entre ateísmo positivo y ateísmo escéptico. El ateísmo fuerte es llamado también ateísmo positivo, porque afirma que las creencias religiosos no están justificadas por la existencia de Dios y lo sobrenatural, sino por otras razones históricas cuyas claves explicativas se encuentran en los niveles psicológico y sociológico. Se llama también ateísmo activo o ateísmo militante, porque a menudo motiva a sus defensores a oponerse activamente a la influencia, que ven negativa, de la religión sobre las personas individuales y sobre las sociedades. No todos los que son intelectualmente ateos, sin embargo, adoptan una posición militante.

El ateísmo fuerte es la negación del teísmo, es decir, la creencia en Dios e implica la negación de la existencia no de un dios o dioses determinados, sino de cualquier dios o ser sobrenatural. El ateísmo fuerte no es un fenómeno exclusivo del mundo occidental ni de esta época, porque nunca han faltado individualidades o escuelas filosóficas que se han opuesto a las creencias religiosas como supersticiones. Los que mantienen un ateísmo positivo prefieren llamar agnósticos o ateos negativos a aquellos que, no creyendo en dioses, prefieren no negar su existencia por razones epistemológicas.

El ateísmo escéptico (en contraposición al ateísmo militante) es una variedad de ateísmo en la que se afirma que la existencia de uno o más dioses es dudosa, improbable o insuficientemente demostrada. Esa vertiente corresponde a la ausencia de creencia en la existencia de divinidades y puede ser mejor comprendida cuando se la compara con el ateísmo fuerte. También se la conoce como ateísmo débil (en contraposición al fuerte) o ateísmo negativo (en contraposición al ateísmo positivo) o ateísmo implícito (en contraposición al explícito). Se llama ateísmo escéptico en el sentido de que sin pruebas no puede dar crédito ni siquiera al ateísmo fuerte. Cuando los teístas afirman que Dios existe, el ateo escéptico se niega a adherir a esa afirmación pero tampoco se atreve a afirmar lo contrario.

Algunos ateos escépticos no tienen una opinión del todo formada sobre el tema, ya sea por no haber pensado mucho al respecto, o porque los argumentos y pruebas presentados tanto a favor como en contra de la existencia de los dioses les parecen igualmente poco persuasivos. Otros ateos escépticos, después de reflexionar sobre los argumentos y pruebas, pueden incluso encontrar improbable que existan divinidades, pero no están dispuestos a afirmar con certeza que no existen. Pueden encontrar que es imposible probar una negación, y que por lo tanto el ateo fuerte no estaría libre de la carga de la prueba (la obligación de demostrar su afirmación), o sea que debería probar su punto de vista (tanto como deberían hacerlo el teísta). El ateo escéptico generalmente utiliza una definición bastante amplia del ateísmo, algo como ‘ausencia de creencia en dioses’; eso incluiría en la definición una serie de visiones que pasan por la no creencia, la descreencia, la duda o la negación del teísmo.


El término agnosticismo es ligeramente diferente al ateísmo débil: un agnóstico afirma que es imposible (o incluso irrelevante) determinar si existen los dioses.

También existe un tipo de ateo que descree de Dios, pero no como una actitud basada en juicios racionales, sino como rebelión contra un Dios que permite el mal en el mundo.

Las creencias y opiniones pueden tener o no fundamento racional (basado en la lógica) o factual (basado en la experiencia). Cualquier posición, también la atea, puede ser considerada una fe cuando se sostiene sin fundamento. Se llama «evidencialismo» a la posición de que la credibilidad de una opinión es proporcional a las pruebas que la avalan y los ateos positivos afirman esta posición de manera tajante. Desde el lado de la religión caben sin embargo opciones diversas, desde la afirmación de que la existencia de Dios puede conocerse por la sola razón, que es la postura oficial católica, hasta la afirmación de que la fe y la razón son independientes y que la afirmación de Dios no necesita de la segunda.

Algunos teístas argumentan que la práctica del ateísmo fuerte requiere de fe, ya que, afirman, los ateos fuertes tienen fe en la no existencia de Dios. Los ateos fuertes contrargumentan afirmando que no es que tengan fe en la no existencia de Dios, sino que tienen mejores explicaciones para el origen de las creencias religiosas que las que ofrecen los textos revelados y la tradición; y que en términos racionales en una disputa sobre la existencia o no existencia de una entidad, la carga de la prueba corresponde a la posición afirmativa. Por otra parte tal acusación no podría ser aplicada a un ateo escéptico, ya que éste no afirma que las creencias teístas sean necesariamente falsas. La misma interpretación del ateísmo fuerte es mantenida por agnósticos y ateos escépticos, que consideran que tanto el teísta como el ateo fuerte estarían basando sus afirmaciones en la fe, y no en el conocimiento.

Para los ateos fuertes, la posición característica de agnósticos y ateos escépticos parte de un error epistemológico, al dar visos de posibilidad a un postulado arbitrario, como es el de la existencia de Dios.

La siguiente tabla es un resumen de este tema (aquí el término «ateo» significa ‘ateo fuerte’)

El ateísmo escéptico no requiere fe El ateísmo fuerte, sólo según sus detractores, requiere fe
El ateísmo escéptico no es una creencia apoyada en dogmas: acabaría si surgiese alguna prueba razonable de la existencia de entidades divinas. Nada impide que muchos teístas afirmen que abandonarían sus creencias en caso de que se probara que su Dios no existe. Pero esto no hace que dejen de estar apoyados en la fe.
Es la «creencia en la existencia» de algo sin que existan pruebas al respecto lo que es inaceptable y no lo contrario; o sea, cuando no se puede probar que algo existe, se debe partir del presupuesto de que ese algo no existe. La descreencia de los ateos escépticos no es equivalente a una creencia, ya que el ateísmo escéptico sólo existe como consecuencia de la falta de pruebas (o al menos de indicios favorables) de la existencia de Dios. Afirmar que una cosa que no se ha probado como verdadera debe ser necesariamente falsa es una falacia, que haría imposible la ciencia, que investiga y descubre a partir de lo no probado pero juzgado posible. Para la ciencia, todo aquel que afirma algo acerca de la realidad pasa a tener la carga de la prueba (la obligación de demostrar su afirmación). Sin embargo, es imposible demostrar la no existencia de algo.
No es necesario probar la inexistencia de Dios, porque su existencia —al menos, de la manera como es presentada por la mayoría de las religiones—, es esencialmente autocontradictoria. Desde el punto de vista de la lógica sería imposible que tal Dios existiera. Frecuentemente la lógica se usa tanto para tratar de negar como para tratar de probar la existencia de un creador. Incluso es cuestionable el presupuesto de que la lógica sería capaz de determinar la existencia o no de Dios.

Esta discusión tiene varias facetas, que implican desde discusiones epistemológicas hasta la propia definición de términos como fe y creencia. No parece probable que en el futuro próximo surja una respuesta consensual.

Mientras tanto no debemos confundir ateísmo fuerte con ateísmo escéptico. Un ateo escéptico, que duda y cuestiona la existencia de Dios, ha llegado racionalmente a encontrar más probable la inexistencia de Dios que su existencia. Incluso algunas religiones denominadas como teístas tienen como base un escepticismo filosófico.

De la misma manera un ateo fuerte puede haber llegado a su posición atea, no por la duda o el cuestionamiento, sino por la creencia en el materialismo. Sería un ateo fuerte, pero no necesariamente un escéptico.

Los ateos suelen confiar en tesis racionalistas para negar lo que explican las religiones, pero otros ateos dicen que no hay que explicar nada: la carga de la prueba cae sobre quien afirma la existencia de algo.

  • Ateísmo fuerte: la existencia de Dios es imposible; tengo la seguridad de que no existe.
  • Ateísmo escéptico (o escepticismo): no hay evidencia de la existencia de un Dios; incluso podría ser que existiera, pero me parece poco probable. Todo conocimento debe ser bien fundamentado para poder diferenciarse de las meras opiniones.
  • Agnosticismo: la existencia de Dios no es relevante o es insondable; la gente sólo puede optar por creer (o no) en Dios a través de la fe.
  • Deísmo: la razón es la vía capaz de mostrarnos a Dios creador; no acepto la idea de la revelación divina que está presente en las religiones organizadas.
  • Humanismo laico
  • Panteísmo: Dios es la suma de todo lo que existe: la materia y la naturaleza son divinas. O bien sólo Dios es real: el mundo es sólo una emanación de la divinidad.
  • Argumentos en contra de la existencia de Dios
  • Argumentos a favor de la existencia de Dios
  • Teísmo: creo en un Dios absoluto y transcendental que actúa en el mundo a través de su providencia y lo mantiene.
  • Apuesta de Pascal: me conviene creer en Dios, porque si creo en Él y finalmente no existe, cuando yo muera no sucederá nada. En cambio si no creo en Dios y éste existe, cuando yo muera me enviará al infierno.
    • Sin embargo, no puedo saber cuál de todos los dioses revelados —cuyas leyes son mutuamente contradictorias— es el verdadero, y por lo tanto la apuesta de Pascal no nos lleva a la conclusión de que sea conveniente creer en Dios.

Crítica filosófica del ateísmo

El ateísmo, en cuanto postura filosófica, es la confianza en que la esencia de la existencia es única, esto es, que sólo hay un tipo de existencia. Esta esencia existencial poseería las siguientes propiedades fundamentales:

  1. El monopolio de la eficacia. Sólo lo existente es eficaz —capaz de interactuar— y esa eficacia es única.
  2. Coherencia. Lo existente no contradice lógicamente a lo existente.
  3. Es ilimitada. La existencia no puede estar limitada por nada ya que el límite sería a su vez existente.

La confianza atea en estos principios es, en términos gnoseológicos, una creencia racional basada en evidencias no universalizables, también llamadas subjetivas. Por tanto su ámbito de corroboración —de demostración o refutación— es privado: se produce en el mundo interno de la persona autodenominada atea.

Las evidencias sobre las que se apoya el ateísmo (y que fundan los prejuicios fundamentales mencionados anteriormente) son básicamente negativas: al ateo no le consta que lo imaginario tenga poder alguno sobre lo real o que algunos seres se rijan según unas leyes naturales y otros por otras, no le consta que ocurran sucesos ilógicos o inescrutables por principio y no le consta que algo haya surgido de la nada. Los teístas que fundamentan su creencia racionalmente dicen tener constancia de alguno o varios de estos fenómenos.

A partir de esta definición general podemos justificar, a modo de ejemplo, la inclusión de ciertas creencias específicas en la categoría de ateísmo:

  • La incredulidad en el Dios de Aristóteles o motor inmóvil es un caso de ateísmo ya que supone que no hay una parte de la existencia que cree al resto de la nada (propiedad 3). Es demostrable universalmente que el principio de causalidad no puede utilizarse para ir más allá del principio de causalidad, así que es una creencia el confiar en que hay algún ser que no cumple tal principio.
  • La incredulidad en un demiurgo —ente que dispone según cierto proyecto inteligente (teleológico) al resto de la existencia— es un caso de ateísmo ya que supone que no existe un ser que posee un tipo de eficacia distinta a la eficacia conocida (propiedad 1). La eficacia conocida —y que el ateo atribuye en monopolio a la existencia— es la que se deduce de las leyes deducidas por la actividad científica y que incluye por ejemplo el principio de indeterminación de Heisenberg, el cual impide el conocimiento determinista; es decir: conocidas todas las causas eficaces no es posible deducir todos los efectos. Es una creencia ya que el principio de indeterminación de Heisenberg, como todo principio científico, no es una verdad absoluta sino un enunciado en cierto estado de verificación que, por tanto, puede dejar de ser cierto.
  • La incredulidad en la magia/milagros —suceso que viola las leyes de la lógica— es un caso de ateísmo ya que supone que no hay incoherencias en la existencia (propiedad 2). Así cuando un mago pretende convertir un naipe en múltiples naipes (o el milagro evangélico del pan y los peces) no pretende que creamos que ha hecho algo improbable sino imposible. El truco no pretende haber modificado la esencia de los naipes mediante algún poder sobrenatural para lograr su reproducción, sino que pretende burlar el sentido común, la lógica. El vidente tampoco pretende tener el poder de deducir el futuro, sino que directamente niega que el antecedente preceda al consecuente, como si no existiera relación causal entre presente y futuro y todo suceso existiese en alguna eternidad a la que puede acceder mediante sus artilugios. La incredulidad mencionada se basa en el prejuicio de que las leyes de la lógica son inviolables.

Objeciones al ateísmo y al teísmo

Argumento del desacuerdo interreligioso

  • En las diversas religiones, las concepciones de Dios son diferentes y a menudo incompatibles, por lo tanto no pueden ser ciertas todas a la vez.
    • Esto no es un argumento ateo sino un argumento contra el ecumenismo (que postula que todas las religiones tratan acerca del mismo Dios, comprendido desde diversas culturas humanas).
  • En las diversas religiones, las concepciones de Dios son diferentes, por lo tanto son todas falsas.
    • Así expresado, el argumento es falaz: se alcanzaría la conclusión mediante un salto en el vacío premisa-conclusión, pues de las diferencias no se infiere necesariamente falsedad. Se puede alegar además que, aunque haya diferencias, la verdad de Dios debería apreciarse en las similitudes.
  • El argumento anterior se suele combinar con otro: personas de gran honradez e inteligencia mantienen creencias incompatibles, aceptando la revelación y los razonamientos de sus respectivas religiones. Para el ateo la adherencia de una persona a una religión determinada se explica por la tradición del ambiente en que se educaron, y no por la diferencia de calidad lógica o moral de esas religiones. Es de remarcar que algunas religiones no tienen nada en común con otras, salvo la creencia en un ser sobrenatural.

La existencia del mal

  • Argumento ateo: Existe el mal en el mundo. Dios es absoluto, de otro modo no sería Dios, y por tanto nada que no fuera Dios puede existir; y existiendo el mal, esto es incompatible con un Dios absoluto y bueno, luego Dios no existiría.
    • Contra este argumento, se puede proponer la siguiente analogía: el frío no existe, es sólo un término de lenguaje, para referirse a la ausencia de calor, que sí existe físicamente; de igual modo, el mal no existe como tal, es sólo la ausencia de Bien. El mal por tanto es una percepción que no tiene una base de realidad, sino que es una convención, como lo puede ser el tiempo.
  • Argumento ateo: si Dios es omnipotente y omnibenevolente ¿por qué permite el mal en el mundo? Si Dios existiera no permitiría las desgracias que ocurren, por lo tanto Dios no existe, o si existe no puede (o no quiere) evitar el mal por completo.
    • Contra este argumento se ha desarrollado buena parte de la teología judía, cristiana o islámica. El contraargumento más común se basa en postular una voluntad, por parte de Dios, de respetar la libertad de las personas humanas.
      • Se dice que la solución anterior es problemática además porque Dios es omnisciente, por lo tanto sabría(desde su lugar fuera del tiempo y desde antes de crearlos), cuáles de sus hijos se salvarán y cuáles se condenarán.
  • Otro problema moral es el del reconocimiento del lugar que hay que atribuir a las circunstancias antes de juzgar moralmente un acto, puesto que distintas personas se enfrentan a situaciones muy diferentes. Las leyes humanas contemplan esa diferencia sin dejar de atribuir a cada uno la responsabilidad de sus actos. Dios —además de juez— es omnipotente, o sea autor de las circunstancias que rodean a cada uno, dependiendo de las cuales salvarse es fácil o una tarea titánica. Eso hablaría de una injusticia divina. Y si Dios es injusto no puede ser bueno.
    • A esto los teístas dicen que Dios es bondadoso y justo, pero que sus criaturas no podemos entender Sus designios.

Pedido de demostración

  • Argumento ateo: “La existencia de Dios la deben demostrar los que la afirman”. Los ateos suelen recordar que en los juicios sobre la existencia o no de algo, la carga de la prueba recae sobre los que afirman la existencia, basándose en que de lo contrario habría que creer en la existencia de una infinita cantidad (en el sentido estricto de la palabra) de cosas inverosímiles y contradictorias. Hay que recordar también que no es lo mismo negar la existencia que negar la posibilidad de la existencia. Y que no es lo mismo negar la existencia de algo que declarar no tener motivos para creer en la existencia de ese algo. La demostración que se reclama es del mismo tipo que la utilizada en el campo de la ciencia para afirmar la existencia de cualquier cosa: una demostración racional basada a la vez en la lógica y los hechos de la experiencia.
    • Argumento teísta: según una posición con larga tradición en cierta teología cristiana, principalmente protestante, el conocimiento de Dios (que se identifica con la fe), se alcanza por la revelación y la gracia: la razón y la experiencia no son medios suficientes para justificarla. Otra tradición, más próxima al catolicismo, asegura que los métodos de búsqueda del conocimiento admitidos como válidos por la ciencia moderna, no son los únicos medios racionalmente válidos de conocimiento, ni adecuados por sí solos para conocer la existencia o no de Dios.
    • Argumento ateo: Es contradictorio el mencionar que los "métodos de busqueda de conocimiento aceptados por la ciencia moderna no son los únicos medios racionalmente válidos de conocimiento". La posicion teista olvida que la fe, en la cual fundamentan sus creencias no es precisamente un método racional de conocimiento. Esa afirmación debe citar cuáles son los metodos "alternativos" racionalmente validos de conocimiento existentes.
  • Según algunos ateos, la selección natural de Darwin (que brinda una interpretación mecanística del desarrollo espontáneo del orden en el mundo) hace innecesaria la existencia de Dios para explicar el origen y la naturaleza del hombre. Lo mismo puede decirse del desarrollo moderno de la teoría acerca de los sistemas complejos y autopoyéticos en lo que se refiere al origen de la vida, y de los hallazgos de la Física y de la Cosmología en cuanto al origen de la materia y del Universo.
    • Algunos teístas objetan que el origen de la vida cae fuera de las posibilidades del darwinismo, que sólo explicaría la evolución posterior de la vida, (pero la ciencia no explica el origen de la vida con el darwinismo, sino con otras teorías) y que al final siempre hace falta un agente que haya puesto en marcha el proceso evolutivo. Afirman también que la complejidad no puede explicarse por combinación de sucesos aleatorios (pero las teorías naturalísticas no explican la complejidad por el azar, sino por la selección operando sobre innovaciones que sí son aleatorias).
  • Los ateos suelen expresar su confianza en que no se necesita un creador para explicar los fenómenos, y que el origen de la vida o el del Universo pueden explicarse dentro del marco de la ciencia. Los ateos alegan que la existencia de un creador sólo retrotrae un paso la necesidad de explicación, y que a la afirmación teísta «nada puede existir sin haber sido creado», por la que el Universo no existiría de no haberlo creado Dios, se puede responder que entonces tampoco Dios puede existir sin haber sido creado.
    • La mayoría de los biólogos y físicos consideran que, aunque incompletas, progresan rápidamente en concreción y solidez las explicaciones de los fenómenos que los teístas afirmaban que nunca podrían ser explicados, como el origen de la vida en la Tierra.
    • En cualquier caso, si se requiere que no se rompa la cadena de causas, la objeción se traslada a los teístas: ¿quién o qué creó ese origen? ¿y al creador del creador del origen? y así indefinidamente... amén que no estamos en situación de averiguar lo que existe fuera de un sistema estando dentro de él. Pero si hay que ser consecuente, la actitud filosófica exigiría no pararse en ningún punto, no suspender el juicio, el relativismo en ciencia no es posible.
    • Algunos teístas prefieren directamente negar las evidencias del proceso evolutivo y creer en lo que dice el Génesis.
    • Argumento teísta: Resulta del todo imposible la concatenación de causas y efectos necesarios para generar el conjunto de la cadena de la existencia si no se acude a un Creador exterior al propio mundo.
    • Argumento teísta: aunque sean ciertas muchas de las leyes de la evolución, antes que los efectos se encuentran las mismas leyes, preexistentes, y por tanto habría de inferirse que esas leyes han tenido que ser originadas ellas mismas, o bien que son ellas mismas Dios (posibilidad esta última que sería una nueva versión del panteísmo, naturalmente no cristiano, pero tampoco ateo).
      • Argumento de un ateo: los fenómenos anteceden a las leyes que los explican. Los fenómenos se producen siguiendo una mecánica que está determinada por sus propiedades y las de su entorno. La ley de la evolución no existe como idea previa. Eso es una concepción idealista, indefendible en términos lógicos.


Algunas de las críticas que los teístas o deístas le hacen al ateísmo afrontan versiones debilitadas o falaces de los argumentos contra la existencia de Dios:

Ateismo implícito por relieve dado a atributos parciales

  • El «ateísmo por depresión» es un argumento que contradice implícitamente la existencia del Dios personal. Más que un argumento falaz es un recurso retórico falaz. Consiste en subrayar un atributo de Dios —tratado por Aristóteles y admitido por los teólogos— según el cual «Dios es el motor inmóvil», es decir, el autor del movimiento (cambio) en el mundo, su impulsor, mientras que Dios mismo es inmutable. El recurso retórico dice que la analogía con un motor tiene implicaciones gravísimas, ya que un motor provee de fuerza mecánica, sin humanidad, y no sugiere divinidad sino insensibilidad y automatismo sin conciencia.
    • Es muy fácil refutar este argumento, ya que depende de la confusión entre dos significados de la palabra motor: motor como agente o autor del cambio (‘aquello que mueve’), y motor como artilugio mecánico que desplaza objetos o fluidos. Se cree que este argumento había sido pre-refutado, o sea creado con la premisa de que fuera fácilmente refutable, tratándose más de un recurso retórico consistente en falsear la posición del adversario para refutarla más fácilmente.

Historia del ateísmo

No ha existido ningún periodo cultural donde todas las personas compartieran su creencia en dioses o fuerzas sobrenaturales (su modelo del mundo). Las opiniones religiosas han tenido generalmente una posición fuerte en sus sociedades y sus oponentes no han tenido siempre la oportunidad de expresar sus puntos de vista en público. Por ello es raro encontrar puntos de vista ateos en la historia oficial.

Tiene relevancia la escuela Cravka o Charvaka, por el nombre de su fundador, una escuela surgida en la India en torno al siglo VI a.C., que defendía una interpretación filosóficamente atea y materialista del mundo, y cuya interpretación del origen de la religión y del papel del clero se parece a la del ateísmo occidental moderno, igualmente enfrentado con iglesias poderosas y fuertemente organizadas. Sus escritos fueron destruidos de manera sistemática y sólo han sobrevivido fragmentos enmarcados en textos hostiles.

En la antigua Grecia vivieron muchos filósofos ateos que no aprobaban la religión que dominaba su propia sociedad. La mayoría tenía un modelo materialista, según el cual todas las cosas en su origen son materiales, e incluso los fenómenos «espirituales» tienen base material, por lo que no es necesario ningún dios.

En el siglo V antes de nuestra era, el término «ateo» adquirió un significado adicional, expresando una falta total de relación con los dioses, esto es ‘negador de los dioses, incrédulo, irreligioso, antirreligioso, sacrílego’, con una connotación más parecida a nuestro término actual ‘impío’. Un término menos peyorativo en esa época (que equivaldría a nuestro actual ‘ateo’) era asebēs.

Los primeros pensadores que negaron la existencia de los dioses («ateísmo teórico»), fueron algunos sofistas griegos, siendo el primero Protágoras (quien fue exiliado de Atenas por ateo), también Diágoras de Melos y Crizias. Se puede hablar de «ateísmo práctico» en filósofos como Demócrito (460-370 a.C, que fue el primero en pensar que la realidad estaba compuesta por átomos y vacío) y conocidos materialistas como Epicuro (341-270 a.C.) y su seguidor romano Lucrecio (98-55 a.C), que aunque no negaban explícitamente la existencia de las divinidades, sostenían que no tendrían ninguna interacción con las actividades humanas.

Como sustantivo abstracto, existía también atheotēs (‘ateísmo’). El escritor y político romano Cicerón (106-43 a.C) transcribió azeós al latín atheus. En las discusiones entre cristianos y «paganos» (desde el siglo II de nuestra era), cada grupo atribuía el término azéoi a su enemigo.

Persecución

La Edad Media fue bastante negativa a las opiniones ateas, y la crítica a la religión dominante se castigaba duramente, muchas veces con la muerte. (Ver Santa Inquisición.) Por ello no se han documentado casos significativos de ateísmo en esa época.

En la Europa medieval e incluso hasta el siglo XVIII, el ateísmo fue considerado inmoral y generalmente criminal. Los ateos podían ser condenados a la hoguera especialmente en los países donde operaba la Inquisición católica.

Mientras que los protestantes y muchos otros sufrían discriminación y persecución por parte de la Iglesia Católica dominante, Juan Calvino (1509-1564, creador del calvinismo) estaba a favor de quemar a los ateos y herejes.

Los cazadores de brujas y la Inquisición estaban más que dispuestos a torturar y ejecutar a los que consideraban ateos, herejes o brujas.

En algunas culturas, promocionar el ateísmo ha sido criminalizado, e incluso hoy en día muchos países europeos occidentales como Alemania y España tienen leyes que persiguen las blasfemias, aunque rara vez se llevan a la práctica. Muchos teístas consideran que los que no creen en un dios son inmorales, amorales o no aptos como dignos miembros de la sociedad o incluso no merecedores de la existencia.

Las escrituras de muchas religiones contienen denuncias contra los no creyentes, como ocurre en Segunda Epístola a los Tesalonicenses 1:6-9(en el Nuevo Testamento de la Biblia).

Del Renacimiento a la actualidad

El materialismo y la resistencia a la iglesia fue la marca del humanismo renacentista (1400-1500). La visión atea reaparece recién en algunos filósofos renacentistas, como Pietro Pomponazzi.

En el idioma inglés, el término ateísmo (atheism) fue el resultado de la adopción del francés athéisme en 1587 aproximadamente), la cual a su vez proviene de athée. Luego de la palabra ateísmo se crearon las palabras deísta (1621, en inglés) y teísta (1662, en inglés).

El ateísmo tuvo una relevante difusión durante la era de la Ilustración (1688-1789), con el barón Paul d’Holbach y Julien Offray de La Mettrie.

También es importante la figura de Jean Meslier, sacerdote católico de la parroquia de Etrèpigny (cerca de Mézières, Ardenne, Francia). Después de haber trabajado durante unos 40 años con diligencia e insospechable apariencia de fe, al morir en 1729 dejó dos sorprendentes cartas y una gran obra de cerca de 3500 páginas impresas con argumentos contra la existencia de Dios.

Los desarrollos de la física y de la matemática condujeron también a abrir un debate acerca del determinismo (Laplace, 1749-1827).

La situación empezó a liberalizarse hacia 1700. Entre otros, Denis Diderot observó que el mundo se podía explicar sin ninguna hipótesis divina.

En el siglo XIX la popularidad del ateísmo aumentó muchísimo debido a la ausencia de pena de muerte por ateísmo y también a los descubrimientos científicos de la biología (especialmente de la teoría de la evolución de Charles Darwin), de la antropología y de la idea de la posibilidad de dominar la naturaleza, que derivó de la revolución industrial.

El ateísmo fue desarrollado por filósofos de la izquierda hegeliana como Ludwig Feuerbach y se volvió el aspecto básico del materialismo dialéctico de los filósofos alemanes Karl Marx y Friedrich Engels (quienes fundaron su opinión materialista en Demócrito y Epicuro), así como del positivismo de Auguste Comte y Félix Le Dantec.

Max Stirner (seudónimo de Johann Kaspar Schmidt, contemporáneo de Marx) publica en 1844 El único y su propiedad, obra que será idolatrada y odiada, en la cual con un ateísmo sin medias tintas critica a Feuerbach, Bauer y a los comunistas, hace tabla rasa de toda la filosofía precedente y de los fantasmas de la irracionalidad, propugnando un extremo individualismo y adoptando incluso el propio término egoísmo. Stirner fue a veces definido como profeta de los anarquistas, de los fascistas, de los libertarios. El mismo Friedrich Nietzsche estaba atraído a la obra de Stirner, tanto que temía ser acusado de plagio. También se recuerda el ateísmo de Arthur Schopenhauer (1788-1860), que algunos definen como «el ateísmo de la desesperación».

En el siglo XX, el ateísmo se volvió la posición ideológica más común entre científicos, racionalistas y humanistas.

Después las opiniones ateas han tenido el apoyo en filósofos y científicos. Famosos ateos del siglo XX fueron el novelista Albert Camús, la filósofa y novelista Ayn Rand, el filósofo Jean-Paul Sartre y el matemático y filósofo Bertrand Russell.

El ateísmo del siglo XX introduce una novedad sustancial con respecto a los siglos anteriores, no se constituye solamente como principio intelectual o método filosófico, sino que pasa a tener extraordinario valor político y se introduce expresamente en las constituciones de los estados que asumen el comunismo, así como es parte ineludible en la doctrina de la transformación política y militar del mundo.

Pero la nota sustancial de la modernidad es el silenciamiento de la cuestión de Dios. Incluso la posición atea es por su dimensión contradictoria, todavía demasiado indicativa de esa cuestión de Dios.

En consecuencia, las formas del ateísmo más actual, han preferido tratar la cuestión de Dios como una no cuestión, y por tanto ni siquiera debatirla, sino ignorarla de plano en el debate social, cultural y desde luego político. Eso no obstante, ha surgido una variable imprevista, y es la reaparición política y social del islamismo, que trata a la cultura occidental como si fuera cristiana, bajo los viejos marcos de los antiguos combates entre cristianismo e islamismo. Y sin dejar de reconocer la existencia del ateísmo en la cultura occidental, introduce una dialéctica de que en el fondo sigue siendo cristiana, a pesar de todo cuanto hayan dicho sus filósofos. Sin embargo, recientemente Michel Onfray, filósofo francés propone una nueva visión del ateísmo en su obra "Tratado de ateología" de fuerte impacto en varios países europeos. Realiza una revisión del ateísmo a lo largo de la historia, de su gestación y génesis y aboga por la superación del ateísmo concebido o visto como "negación", es decir, en oposición a la creencia y sí como afirmación de la vida (real), del pensamiento racional y etímulo para el desarrollo de una moral post-religiosa que supere la moral laica, la cual considera una moral religiosa, pero sin Dios, deudora en el caso de Occidente de los principios de la cosmovisión judeocristiana.

Bases del pensamiento ateo

El ateísmo es apoyado tanto por hechos comprobados científicamente como por las incongruencias de la fe religiosa. En su crítica a las creencias, los ateos por ejemplo señalan la antropomorfía de los dioses, es decir a sus características humanas, como ser la capacidad de pensar y comunicarse. También el hecho de que el hombre es el punto central de la creación divina, demuestra ser un signo del egocentrismo humano.

Un ateo no cree en fenómenos sobrenaturales y tampoco en ninguna fuerza inexplicable que gobierne el mundo. Dice que el mundo se puede explicar con ayuda de la investigación científica y el razonamiento lógico. La escasez en la capacidad de observación y de la inteligencia colocan límites al entendimiento de la realidad, pero eso no es ninguna prueba de que lo sobrenatural exista.

También dentro del ateísmo hay diferencias de opinión. Entre los principales sectores tenemos al ateísmo científico y al ateísmo filosófico. El primero se basa en el método científico. Muchos de los representantes del ateísmo-filosófico pueden llamarse agnósticos, ya que dicen que las personas no tienen ningún motivo para creer en dios, ya que no existe información válida que apoye ese pensamiento.

La naturaleza sociopolítica del ateísmo se refleja en la ideología marxista. Según esta, la religión es dañina, porque mantiene una imagen del mundo equivocada, y las estructuras sociales están construidas en esa imagen equivocada. Ateos que no pertenecen a ninguna de esas ideas representan el ateísmo personal (ateísmo psíquico) y se declaran neutrales a la creencia de dios, dicen que no es una necesidad para el desarrollo psíquico de las personas. Este ateísmo práctico es el que empieza a ser el más común en la cultura occidental. no hay que confundir el ateismo con el agnosticismo,.. ya que el agnóstico generalmente se refiere a la persona que cree, en algún dios o demonio, y luego deja de creer, para más tarde creer ya sea en el mismo o en otra divinidad

Moralidad y filosofía

El ateísmo no prescribe ningún código ético concreto: se limita a ser la no creencia en dioses. Muchos ateos, sin embargo, están involucrados en escuelas de pensamiento como el humanismo secular, el relativismo cultural, la teoría queer, el universismo, el hedonismo, el reduccionismo y la filosofía objetivista.

Ser ateo no es ser inmoral. Para un ateo la moralidad no se basa en preceptos axiomáticos, derivados de la revelación divina. Los ateos que aspiran a una vida moral pueden basar su conducta en principios como la búsqueda del bienestar humano, individual y social, o de la equidad en las relaciones humanas. La mayoría de las religiones incluyen un código ético (por ejemplo, los Diez Mandamientos) y enseñan que la moral proviene en última instancia de sus dioses. Muchos creyentes, por lo tanto, opinan que el no creer como lo hacen ellos implica no tener moral; incluso, si creen en dioses protectores, opinan que los no creyentes estarán desprotegidos y a merced de la influencia corrompedora de los agentes del mal (como Satán)

Todos los ateos niegan categóricamente la acusación de que son amorales: sostienen que seguir la moral de su propia conciencia es más moral que lo que ha ocurrido históricamente como resultado del seguimiento de dictámenes religiosos. Existen numerosos ejemplos de códigos éticos ateos, como el código ético del humanismo secular o el objetivismo. Muchas ONGs son ampliamente consideradas morales, aunque no sean religiosas, como Oxfam y Médicos Sin Fronteras.

Los ateos (y también algunos teístas) consideran que la moral no requiere una religión y que ser religioso es intrinsicamente inmoral.

Ateísmo y lenguaje

El lenguaje coloquial español está muy permeado por expresiones teístas, lo que los filólogos atribuyen, sobre todo en cuestión de saludos y despedidas, al calco de fórmulas de saludo y despedida muy corrientes en árabe:

  • «adiós» es apócope de «a Dios te confío»,
  • «ojalá» proviene del árabe hispano law shá alláh, ‘si Alá quiere’).
  • «pordiosero» se le dice al mendigo que pide «por Dios».
  • «¡Dios mío!» (denota extrañeza, dolor, sobresalto o admiración)
  • «Dios le/te bendiga» (como agradecimiento a una persona por un favor recibido)
  • «Dios mediante», «Dios delante», «con la ayuda de Dios», «si Dios quiere» o «quiera Dios»
  • «Dios se lo pague». En dialecto rioplatense, un «pagadiós» es una treta que consiste en marcharse de algún establecimiento sin pagar la cuenta.
  • «gracias a Dios»
  • «vaya con Dios» (para despedir a una persona, especialmente si se le corta abruptamente la conversación)
  • «ver a Dios» o «verle la cara a Dios» (experimentar un orgasmo; por extensión, marcar un gol en el fútbol y otros deportes)

Estadísticas

En 1914, James H. Leuba publicó que el 58% de 1.000 científicos estadounidenses expresaron «escepticismo o duda en la existencia de Dios». El estudio se repitió en 1996, y produjo un porcentaje similar de 61 %. En cambio entre los científicos de la Academia Nacional de Ciencias de EE.UU. ese número es de 93 % (según la revista Nature, n.º 386, pág. 435-436).

Según el Britannica Book of Year, en 1994 en el mundo había 1.154 millones de ateos y agnósticos. La World Christian Encyclopedia anunció que en el año 2000 había 262 millones de ateos y 1.071 millones de agnósticos.

Según la obra de J. Baubérot (dir.), Religion et laïcité dans l'Europe ('religión y lacismo en Europa') un cuarto de la población europea sería «no religiosa». El 5% de los europeos serían ateos convencidos.

Una encuesta (publicada en diciembre de 2004) en 21 países sobre un universo de 21.000 personas ofrece que un 25 % de los europeos del oeste se dicen ateos contra un 12 % en los países de Europa central y oriental. Otras encuestas arrojan el resultado de que el 49% de que son ateos los checos y el 41% de los habitantes de Países Bajos.

Ateos célebres

Ver lista de ateos (más de 230 ateos y agnósticos célebres).

Ateos clásicos

Ateos activistas muertos


Ateos activistas vivos


Ateos no activistas

Fallecidos


Ateos no activistas vivos

Véase también

Enlaces externos