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Diferencia entre revisiones de «Compañía de Jesús»

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*[[Diego Lainez]], cofundador de la compañía y sucesor en el generalato de San [[Ignacio de Loyola]]
*[[Diego Lainez]], cofundador de la compañía y sucesor en el generalato de San [[Ignacio de Loyola]]
* [[San Francisco de Borja]]
*[[Giulio Alenio]]
*[[Giulio Alenio]]
*[[Jean Joseph Marie Amiot]]
*[[Jean Joseph Marie Amiot]]

Revisión del 10:50 26 sep 2006

La Compañía de Jesús (en latín: Societatis Jesu S.J.) es una orden religiosa de la Iglesia Católica Romana fundada por San Ignacio de Loyola. Con cerca de 20.000 miembros es la mayor orden de esa iglesia hoy en día. Su estricta formación de más de 10 años (estudian filosofía y teología, aparte de realizar "prácticas" en muy diversos ámbitos y estudiar varios idiomas) los convirtió durante más de cuatro siglos en los líderes intelectuales del catolicismo. Los jesuitas realizan los tres votos normales de la vida religiosa (obediencia, pobreza y castidad) y además un voto extra de obediencia al Papa. La Compañía de Jesús ha sido una organización religiosa que ha vivido entre la alabanza y la crítica, pero siempre en la polémica.

Los miembros de la Compañía desarrollaron una actividad decisiva durante la Contrarreforma, sobre todo en los años en que duró el Concilio de Trento.

Orígenes

San Ignacio de Loyola

Fue fundada en 1534 por un grupo de estudiantes en la Universidad de París, Francia, bajo el liderazgo de Íñigo López de Recalde, más conocido como Ignacio de Loyola. Esta orden fue aprobada en 1540 por el papa Pablo III.

El nombre de "jesuitas"

A los miembros de esta orden se les conoce como "jesuitas". El origen de esta denominación se debe al mismo Ignacio de Loyola quien leyó durante su convalecencia muchos libros piadosos, entre ellos la "Vida de Cristo" de Ludolfo de Sajonia, que estaba traducido por el poeta franciscano fray Ambrosio Montesino. Ignacio de Loyola llegó a un capítulo cuya lectura se quedó grabada en su mente. Dice así:

¡Jesús, Jesús, cuánto dice un nombre! Este nombre de Cristo es nombre de gracia; mas este nombre de Jesús es nombre de gloria. Por la gracia del bautismo se toma el nombre de cristiano y de la misma manera en la gloria celestial serán llamados los santos, jesuitas, que quiere decir salvados por la virtud del Salvador.

Ludolfo de Sajonia se inventa así un nombre, “jesuitas”. Más tarde San Ignacio lo sacaría a la luz.

La educación

A lo largo del tiempo fundaron importantes centros educativos en Europa, y hacia el año 1640 contaban ya con 500 centros de estudios superiores repartidos por el viejo continente. La cifra fue aumentando a lo largo del siglo siguiente. Al principio, la educación que impartían estaba destinada a estudiantes con recursos económicos y a la nobleza pero fueron incorporando escuelas profesionales y en sus destinos de misiones fundaron bastantes escuelas.

Supresión de la Compañía

Archivo:Sanignacio002.jpg
Vista del frente de la iglesia en la Reducción jesuítica de San Ignacio Miní, Misiones

Hacia 1773, el Papa Clemente XIV lanza un edicto suprimiendo la Compañía, debido a que se habían ganado la hostilidad de varios monarcas y la envidia de muchos en la misma iglesia Católica. Sin embargo, en Rusia no fue aceptado el edicto papal, y muchos jesuitas de toda Europa fueron a refugiarse ahí bajo la protección de Catalina la Grande.

En 1789 —el mismo año en que la Constitución de Estados Unidos entró en vigor y en el que se inició la Revolución Francesa— fue fundada la universidad católica más antigua de Estados Unidos por ex jesuitas, la Universidad de Georgetown, en Washington D.C. Posteriormente la universidad sería integrada a la Compañía.

Cuarenta años después, el Papado decidió restaurar a la Compañía debido a la amenaza que representaba el movimiento laico impulsado por la Revolución Francesa, diseñado por la Ilustración, en la que tuvo un papel relevante la masonería, condenado por el catolicismo.

De 1814 hasta el Concilio Vaticano II (en los años 1960) la Sociedad es asociada con corrientes conservadoras y elitistas. La orden es identificada con un incondicional apoyo hacia la autoridad del Papa.

Hacia el fin de los años 1930, los jesuitas de Estados Unidos sobrepasan a los españoles en número, formando el grupo regional más grande a nivel global. A finales de la Segunda Guerra Mundial emergen figuras intelectuales como el arqueólogo francés y místico Pierre Teilhard de Chardin y el teólogo John Courtney Murray, quien amplía las fronteras de la ortodoxia católica. Hacia fines de los años 1950, su posición favorable hacia el ecumenismo y la pluralidad política hace que el Vaticano lo condene. Sus superiores son obligados a callarlo.

El Concilio Vaticano II abre un nuevo capítulo en la relación de la Compañía con Roma. La promulgación del decreto del concilio sobre libertad religiosa reivindica a Murray. Pedro Arrupe es electo Padre General y cambia el giro de la Compañía en la línea reformista del catolicismo. Se pone gran énfasis en los temas de justicia social. Hacia 1965, cuando el Concilio termina, la Compañía de Jesús llega a su máximo esplendor con más de 35.000 hombres en todo el mundo, cerca de 8.500 de ellos estadounidenses.

Situación actual

La pérdida de 15.000 religiosos desde 1965 (año del Concilio Vaticano II) y las dificultades para responder a los grandes retos del momento son los hitos fundamentales de la crisis, que algunos consideran la mayor vivida en toda la historia, superior en gravedad a las supresiones y persecuciones violentas.

La situación ha llevado a que el general de la orden, Peter Hans Kolvenbach, anunciase a principios de 2006 su renuncia como Prepósito General para 2008 en carta a todos los jesuitas del mundo por motivos de conciencia (lo que sucede por primera vez en la historia de los jesuitas y de las órdenes religiosas)y porque "hay una situación muy difícil en el cuerpo jesuítico". La posibilidad de renuncia por motivos de conciencia en lugar de la sucesión debido a fallecimiento estaba prevista por el fundador, san Ignacio, que exige la "llamada a capítulo". Kolvenbach, ha convocado Congregación General, la 35, de modo que coincida con sus 80 años (plazo dimisionario) y al mismo tiempo dé tiempo para su preparación. Esto augura una reforma histórica de la Orden, prácticamente una refundación.

Los precedentes de la actual situación datan desde mediados de los años 1950 cuando comenzaron a disminuir las vocaciones en Europa, lo cual ocasiona grandes problemas; más adelante ocurre lo mismo en Estados Unidos. Tras el Concilio, la identidad sacerdotal es cuestionada por diversas razones, en el contexto de renovación y apertura de la Iglesia, y muchos jesuitas salen de la Compañía. Treinta años después del Concilio, el número de jesuitas ha caído por debajo de los 20.000, habiendo perdido 15.000 religiosos. Y a la par de la caída en vocaciones, la edad promedio ha aumentado. El Times de Londres constata la precaria situación de la Compañía en el Reino Unido:

... Con 900 miembros en 1939... en 2005 había 230 jesuitas en la provincia británica; además, dentro de cinco años no habrá más de 70 menores de 75 años, y de éstos, la mayoría serán mayores de 60. Un solo novicio está ahora educándose en la provincia británica...

Hacia finales de los años 1990, la cifra de jesuitas estadounidenses había caído por debajo de los 4.000 y fueron sobrepasados por los de India, nuevo grupo regional más grande.

Hoy en día, el cada vez menor número y envejecimiento de los miembros de la Compañía ha servido como justificación para una praxis nueva en los últimos tiempos de una mayor colaboración con los laicos, y en especial, las mujeres laicas —que son las que más acuden a participar en la vida comunitaria de la iglesia a inicios del siglo XXI—, lo que no ha sido fácil para la parte de la Compañía que quería seguir las Constituciones ignacianas.

Otro elemento es que en el papado de Juan Pablo II, el poder de la Compañía ha menguado, mientras grupos como el Opus Dei y los Legionarios de Cristo parecen estar ganando posiciones. La innovación jesuita no siempre ha caído bien en una Roma conservadora. Y muchas veces el poder papal ha sido más que retórico. En 1981, cuando Pedro Arrupe quedó paralizado por una embolia, el Papa utilizó su superioridad no sólo moral sino legal para nombrar un Padre General interino. Muchos jesuitas aún se refieren al evento como la "mini-supresión". La respuesta obediente de la Compañía a esta excepcional intromisión fue ejemplar, como han reconocido todos los observadores, también en el Vaticano. Fue en 1983, cuando en Congregación General de la Sociedad en Roma, el holandés Peter-Hans Kolvenbach fue electo por sus pares como Padre General, pero bajo su dirección la Compañía no ha detenido su crisis, porque los jesuitas habían alcanzado una elevada autonomía personal -hecho tradicional por otro lado- y no ha sido posible su reconducción por las prácticas meramente cotidiana de gobierno.

La reforma de la Compañía de Jesús constituye un experimento trascendental. En la práctica se trata de crear una nueva orden, que, de obtener éxito, podría extenderse al resto de congregaciones, no menos hundidas en la crisis posconciliar, y también al conjunto de la Iglesia.

Si la reforma no obtiene éxito se considera que no será posible por mucho tiempo mantener la unidad de la Compañía. Algunos piensan que, a medio plazo, ésta será manejada por laicos, como ya sucede en varias universidad jesuitas. Otros ven, en cambio, que los laicos no serán suficientes o respetados por los mismos jesuitas, y entonces la Compañía se fragmentará, como lo está en la práctica, en una red de diferentes organizaciones no gubernamentales e instituciones educativas.

Debido a la envergadura de los cambios por venir, el ya mayor (78 años en 2006) y enfermo Padre General ha llamado a una Congregación General Extraordinaria para el 2008, en la cual renunciará. Ya consiguió la aprobación papal a este acto inusual en la vida de la Compañía— y se elegirá un nuevo Padre General. Además de ello, se revisarán las Constituciones, para dar más énfasis al papel de los laicos y actualizar la misión de la Compañía en el nuevo milenio.

Actitudes sociales

Los jesuitas se involucran a veces en problemas políticos seculares -como muchas veces también ocurrió en el pasado-. Durante los años 1970 y 1980 algunos fueron impulsores del desarrollo de una nueva corriente teológica en América Latina, la Teología de la liberación, que busca ver a Dios desde los ojos de los oprimidos sociales, sean los pobres, las mujeres, los indígenas o los homosexuales. Sin embargo, esta nueva corriente según los conservadores tiene un aspecto de estar mezclada con matices comunistas, lo que molesta mucho a una Roma conservadora, que la descalificó en su momento por ese motivo. Sin embargo, su posición social a veces ha sido copiada hasta por Juan Pablo II.

El hecho de tomar partido con los oprimidos ha sido a veces peligroso para los jesuitas. En 1989, seis de ellos fueron asesinados en El Salvador. En 1997, un jesuita fue golpeado en la India por trabajar con "los intocables", la casta social más baja. Otro jesuita indio fue asesinado a tiros en el 2000. Varios han muerto en guerras civiles en África y el sudeste de Asia, realizando acciones de ayuda social. En México varios han sido amenazados por su trabajo en derechos humanos, en especial en el Centro Pro Juárez, llamado así en homenaje al mártir jesuita mexicano Beato Miguel Agustín Pro Juarez.

Sin embargo, su gran acción social y educativa está en riesgo debido a su cada vez menor número. Sólo en India parece su membresía aumentar, pero se teme que a medida que el país se modernice ésta también disminuya. La Sociedad de Jesús ha vivido muchas crisis causadas desde lo externo, pero ésta es un gran problema sistémico interno, y pone en juego su propia supervivencia a mediano plazo.

La crisis no es sólo es por el menor número de jesuitas, sino por su propia dirección. Ya no creen ni hacen lo mismo que hace 50 años, pero tampoco muchos saben en qué creen ahora. La Compañía de Jesús ha pasado de ser un cuerpo uniforme y homogéneo a ser una organización con muchos intereses y actividades diversas. Eso ha puesto en juego su equilibrio, ya que ningún nuevo paradigma ha surgido desde el Concilio Vaticano II, que muchos en la Compañía añoran mientras otros sueñan ya con un Concilio Vaticano III. Lo que existe es una tremenda diversidad, pero sin dirección. Esta confusión se ve, por ejemplo, en las universidades confiadas a la Compañía. Unas más liberales como Georgetown, que tiene un grupo de estudiantes gays, y otras como Boston College, que han decidido no incluir la orientación sexual en su política antidiscriminatoria.

La Compañía de Jesús tiene fuertes debates internos, signo de su aún gran fortaleza. Sin embargo esta misma fortaleza intelectual es temida por los ortodoxos actuales que dicen que el pensamiento crítico debe someterse siempre a la obediencia. En esta línea el 6 de mayo de 2005 se hizo público el retiro de Thomas Reese, SJ, como editor de América, la prestigiada revista jesuita de Estados Unidos. La Congregación para la Doctrina de la Fe (antiguo Santo Oficio) pidió a la Compañía de Jesús su remoción argumentando que su línea editorial ponía en duda el magisterio de la Iglesia. Pero parece que la acusación es falsa, ya que Reese siempre presentó todas las posiciones, hasta las conservadoras. Para Roma ésto no fue suficiente: las posiciones menos ortodoxas no debían ser presentadas. Ratzinger aprobó la censura a América desde antes de ser Benedicto XVI. Pocos novicios, un promedio de edad que envejece velozmente, ataques desde Roma... son complicados tiempos para la Compañía de Jesús.

La orden se caracteriza por una obra centrada principalmente en la educación, operando cientos de colegios escuelas y universidades en todo el mundo. También son los responsables del Observatorio Vaticano, que tiene sedes en Arizona, Estados Unidos, y en Castelgandolfo.

Miembros destacados

Archivo:Teilhard-de-Chardin-3.jpg
Teilhard de Chardin.

Algunos jesuitas relevantes en la historia son:

Véase también

Enlaces externos