Diferencia entre revisiones de «Cantar de las Mocedades de Rodrigo»
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En las ''Mocedades de Rodrigo'', el Cid joven aparece con un carácter muy divergente del que muestran otras versiones de su leyenda, y singularmente del [[Cantar de mio Cid]], donde se conduce habitualmente con exquisita mesura. En el texto que nos ocupa lo vemos como un muchacho arrogante, soberbio y orgulloso; en ocasiones incluso irrespetuoso con su rey Fernando. Así, en los versos 1100-1116, en que el Papa le pregunta al rey Fernando si viene para ser investido «emperador de España» (v. 1108), se adelanta Rodrigo, sin dejar antes replicar a su rey, a quien por protocolo correspondía, y se dirige al Papa en estos términos:{{Cita|Allí fabló Ruy Díaz, ante que el rey don Fernando:<br>«¡Devos Dios malas graçias, ay papa romano!,<br>que por lo por ganar venimos, que non por lo ganado;<br>ca los çinco reinos de España sin vos le bessan la mano;<br>viene por conquerir el emperio de Alemania, que de derecho ha de heredarlo» (...)}}<small><div style="text-align:right">''Mocedades de Rodrigo'', vv. 1109-1113</small><ref>Cito por la edición de las ''Mocedades de Rodrigo'' incluida en la obra citada (pp. 104-162), de Carlos Alvar y Manuel Alvar, pág. 160.</ref></div> |
En las ''Mocedades de Rodrigo'', el Cid joven aparece con un carácter muy divergente del que muestran otras versiones de su leyenda, y singularmente del [[Cantar de mio Cid]], donde se conduce habitualmente con exquisita mesura. En el texto que nos ocupa lo vemos como un muchacho arrogante, soberbio y orgulloso; en ocasiones incluso irrespetuoso con su rey Fernando. Así, en los versos 1100-1116, en que el Papa le pregunta al rey Fernando si viene para ser investido «emperador de España» (v. 1108), se adelanta Rodrigo, sin dejar antes replicar a su rey, a quien por protocolo correspondía, y se dirige al Papa en estos términos:{{Cita|Allí fabló Ruy Díaz, ante que el rey don Fernando:<br>«¡Devos Dios malas graçias, ay papa romano!,<br>que por lo por ganar venimos, que non por lo ganado;<br>ca los çinco reinos de España sin vos le bessan la mano;<br>viene por conquerir el emperio de Alemania, que de derecho ha de heredarlo» (...)}}<small><div style="text-align:right">''Mocedades de Rodrigo'', vv. 1109-1113</small><ref>Cito por la edición de las ''Mocedades de Rodrigo'' incluida en la obra citada (pp. 104-162), de Carlos Alvar y Manuel Alvar, pág. 160.</ref></div> |
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En esta caracterización influye probablemente la voluntad ya novelesca (y no tanto épica) de atraer al público con la sorpresa, la desmesura y el vuelo de la imaginación, propia del desarrollo de la ficción en el siglo XIV. Juan Victorio, en su prólogo a la edición citada, opina, sin embargo que hay precedentes en cuanto al tópico de la rebeldía del héroe en toda la épica española |
En esta caracterización influye probablemente la voluntad ya novelesca (y no tanto épica) de atraer al público con la sorpresa, la desmesura y el vuelo de la imaginación, propia del desarrollo de la ficción en el siglo XIV. |
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Juan Victorio, en su prólogo a la edición citada, opina, sin embargo que hay precedentes en cuanto al tópico de la rebeldía del héroe en toda la épica española, en la línea de que muestra el carácter respecto a su rey de los episodios más importantes de la historia de [[Bernardo del Carpio]] o de [[Fernán González]]. Este es, por añadidura, uno de los tópicos más abundantes en los héroes del [[romancero]].<ref>Juan Victorio, «Introducción» , ''op. cit.'', pág. XIV. ISBN 8423932265</ref> |
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Además del ya mentado carácter folklórico de la promesa aplazada, encontramos muchos otros motivos provenientes de la cuentística oral popular, como son la fuga del prisionero ayudado por una mujer, o el tributo anual de quince doncellas. |
Además del ya mentado carácter folklórico de la promesa aplazada, encontramos muchos otros motivos provenientes de la cuentística oral popular, como son la fuga del prisionero ayudado por una mujer, o el tributo anual de quince doncellas. |
Revisión del 21:39 26 sep 2006
Las Mocedades de Rodrigo es el nombre con el que se conoce un tardío cantar de gesta castellano, compuesto alrededor de 1360, que relata los orígenes y las hazañas de juventud del héroe legendario castellano Rodrigo Díaz de Vivar.
Se conservan unos 1170 versos,[1] precedidos de un fragmento inicial en prosa. El único códice que transmite la obra es un manuscrito de fines del siglo XIV que se encuentra en la Biblioteca Nacional de París.[2] El texto que nos ha llegado carece de título, y la crítica ha suplido esta carencia titulando la obra como Mocedades de Rodrigo, Refundición de las Mocedades de Rodrigo (Armistead), Cantar de Rodrigo y el rey Fernando (Menéndez Pidal) o Crónica rimada del Cid (Bourland).[3]
Argumento
Tras un inicio de carácter genealógico, en el que se cuenta la ascendencia del héroe, el poema narra cómo el Cid da muerte al enemigo de su padre, el conde don Gómez, padre a su vez de Jimena. Para reparar su culpa, el rey Fernando le obliga a contraer matrimonio con ella. Pero el héroe se niega, en un claro motivo folklórico de aplazamiento de la obligación mediante el cumplimiento de una difícil y duradera misión, hasta haber ganado en cinco batallas. Estas consisten en vencer a dos adalides moros, derrotar a un emisario del rey de Aragón, defender a Castilla de unos condes traidores y desbaratar una conspiración de nobles usurpadores de los derechos del obispo de Palencia. Llegado este punto, el rey de Francia, el emperador del Sacro Imperio Romano Germánico y el Papa exigirán un pago humillante de tributos a Castilla. Ante esta situación, Rodrigo incita al rey Fernando a conquistar Francia y ambos, finalmente, triunfarán sobre una coalición formada por el conde de Saboya, el rey de Francia, el Emperador y el Papa. Tras esta victoria desmedida y en medio de la negociación de las capitulaciones, el manuscrito se interrumpe.[4]
Fecha y autoría
Alan Deyermond sitúa su redacción alrededor de 1360 en la región de Palencia, a cargo de un autor culto, probablemente clérigo, que, según Deyermond y Samuel G. Armistead, estaría reelaborando un texto anterior hoy perdido, que es conocido con el nombre de Gesta de las Mocedades de Rodrigo*.[5]
El hecho de que versiones anteriores del poema no recojan alusión alguna a la diócesis de Palencia ha llevado a pensar que la obra fue compuesta por un autor culto en el tercer cuarto del siglo XIV para publicitar la importancia de esta diócesis en un momento en el que esta atravesaba una crisis económica y política. Se trataba de atraer feligreses conectando la figura ya muy legendaria del Cid a la historia de esta demarcación religiosa.[6] Asociación ya conocida en la labor propagandística de la obra de Gonzalo de Berceo con respecto a San Millán de la Cogolla.
Por otra parte, Juan Victorio, en la «Introdución» a su edición de 1982,[7] postula un autor de Zamora, también culto (por sus conocimientos diplomáticos y heráldicos) basandose en algún leonesismo lingüístico, el conocimiento de la microtoponimia zamorana, la localización constante de la corte del rey en Zamora, el encuentro que tiene Rodrigo con el rey Fernando en Granja de Moreruela (Zamora), y la vaguedad acerca de las tradiciones locales palentinas.
Señala también Victorio que, aparte del evidente afán propagandístico de la diócesis de Palencia (donde pudo redactar el original del texto), el autor muestra un convencido posicionamiento político a favor de Pedro I el Cruel o el Justiciero en la guerra que sostenía frente al candidato de la Casa de Trastámara, el futuro Enrique II en el conflicto durante los años de 1359 a 1369. Para ello aduce que en las Mocedades los enemigos del joven Rodrigo son los mismos que, en este conflicto contemporáneo al autor, tenía el rey Pedro, es decir, el reino de Aragón, el monarca francés y el Papa. Así pues, el autor no solo se sirve de este texto para propagar intereses eclesiásticos, sino también políticos.
Métrica
Esta compuesto por aproximadamente 30 tiradas de versos monorrimos anisosilábicos en las que predomina de modo absoluto la asonancia en á-o, que aparece en quince tiradas, esto es, un total de 972 versos.
El número de versos por tirada oscila entre los 264 de la número XVII y los dos versos de varias otras (II, IV, V, etc.). Es probable que en muchos de estos casos se trate de restos de tiradas incompletas, que vendría confirmar el hecho de que el texto contiene abundantes lagunas.
Al igual que en otros cantares de gesta españoles, no hay un número fijo de sílabas por verso, aunque existe una tendencia a que midan entre 14 y 16 sílabas métricas con cesura muy pronunciada, dividiendo el verso en dos hemistiquios, de los que el primero tiende a ser octosílabo. Este rasgo podría evidenciar su cercanía a la norma del romancero, pues el amanuense llega a copiar los dos hemistiquios de un mismo verso épico en sendos renglones separados.[8]
Estructura
Hay varios ejes argumentales, y estos tienen un engarce bastante débil entre sí. El texto parece haber sido la última refundición de materiales diversos, tanto cronísticos como épicos de tradición oral, quizá incluso de un protorromancero cidiano. Lo confirman la decena de lagunas existentes en el texto, algunas muy notables.[9]
De ese modo, hay varios núcleos argumentales: la introducción histórica y genealógica en prosa, el episodio de la muerte del padre de Jimena y la concertación de bodas, los avatares en la península, especialmente en la muy localizada diócesis palentina, y la conquista de territorio francés.
El poema se inicia con una prosificación pretendidamente histórica y esas líneas no se deben al autor (como indica Victorio) sino al copista, pues este parece haber resumido parte del texto rimado que transcribía, y de ello son testigo los restos de las asonancias que permanecen.[10]
Según Armistead, el final debería ser el encumbramiento como emperador o "par de emperador" del rey Fernando entre los demás reyes peninsulares. Otra posibilidad, defendida por Deyermond, es que el final lo constituyera la reposición del obispo Bernaldo en la sede palentina, lo que cuadra con el carácter clerical y publicitario del autor del poema.[11]
Características en relación con épica medieval española
Las Mocedades en la tradición de los cantares de gesta
Resulta extraño comprobar cómo se mantuvo un género como el de la canción de gesta, habitualmente considerado de gestación tradicional y difusión oral en las etapas tempranas de la formación de los pueblos, hasta una época tan tardía como la segunda mitad del siglo XIV, fase en la que, por ejemplo, un don Juan Manuel, tenía plena conciencia del arte literario y en la que la transmisión de contenidos noticiosos había sido destinada a la prosa de las crónicas. Si esto es así, importa indagar la motivación para escribir con arreglo a los moldes de las antiguas gestas.
Menéndez Pidal señala a este respecto que el público, tras conocer ya sobradamente las hazañas de madurez del héroe, solicita ahora nuevas invenciones acerca de sus andanzas juveniles. En palabras del importante erudito:[12]
De un héroe cualquiera interesan primero sus hechos más notables, los que llevó a cabo en la plenitud de su pujanza; pero luego [...] se engendra una curiosidad por general por saber multitud de pormenores que antes no interesaban. [...] A esta curiosidad trató de satisfacer el autor de las Mocedades de Rodrigo
El carácter del héroe
En las Mocedades de Rodrigo, el Cid joven aparece con un carácter muy divergente del que muestran otras versiones de su leyenda, y singularmente del Cantar de mio Cid, donde se conduce habitualmente con exquisita mesura. En el texto que nos ocupa lo vemos como un muchacho arrogante, soberbio y orgulloso; en ocasiones incluso irrespetuoso con su rey Fernando. Así, en los versos 1100-1116, en que el Papa le pregunta al rey Fernando si viene para ser investido «emperador de España» (v. 1108), se adelanta Rodrigo, sin dejar antes replicar a su rey, a quien por protocolo correspondía, y se dirige al Papa en estos términos:
Allí fabló Ruy Díaz, ante que el rey don Fernando:
«¡Devos Dios malas graçias, ay papa romano!,
que por lo por ganar venimos, que non por lo ganado;
ca los çinco reinos de España sin vos le bessan la mano;
viene por conquerir el emperio de Alemania, que de derecho ha de heredarlo» (...)
En esta caracterización influye probablemente la voluntad ya novelesca (y no tanto épica) de atraer al público con la sorpresa, la desmesura y el vuelo de la imaginación, propia del desarrollo de la ficción en el siglo XIV.
Juan Victorio, en su prólogo a la edición citada, opina, sin embargo que hay precedentes en cuanto al tópico de la rebeldía del héroe en toda la épica española, en la línea de que muestra el carácter respecto a su rey de los episodios más importantes de la historia de Bernardo del Carpio o de Fernán González. Este es, por añadidura, uno de los tópicos más abundantes en los héroes del romancero.[14]
Además del ya mentado carácter folklórico de la promesa aplazada, encontramos muchos otros motivos provenientes de la cuentística oral popular, como son la fuga del prisionero ayudado por una mujer, o el tributo anual de quince doncellas.
El autor demuestra conocer la épica francesa, pues alude a personajes de chansons de geste francesas, como Almerique de Narbona o el «palazin de Blaya».[15]
Tradicionalmente se ha venido considerando las Mocedades como un texto escasamente relevante en cuanto a sus valores estrictamente literarios. Sin embargo, desde el punto de vista de la historia literaria, se trata de un texto extraordinariamente interesante.
En primer lugar porque se trata de la realización más tardía de la épica medieval española, y así, se constata que el estilo arcaico de la épica perduró hasta finales del siglo XIV, y sus estereotipos lingüísticos deben ser valorados muy cuidadosamente en punto a la datación de estas obras.
Por otro lado se trata del texto que encabeza la tradición de los romances sobre estos años del Cid, y alguno de sus episodios, como la muerte del padre de Jimena a manos del héroe, dieron origen a través del romancero a la obra de Guillén de Castro, Las mocedades del Cid y esta, al drama de Corneille, Le Cid.[16]
Versiones anteriores
Se encuentran pruebas de anteriores versiones de las Mocedades desde el último cuarto del siglo XIII en narraciones prosificadas de fragmentos de la obra en crónicas. Aparecen en la Estoria de España (también llamada Primera Crónica General ), compilada por Alfonso X el Sabio, y en la Crónica de veinte reyes. Más tarde, encontramos hacia 1300, en la Crónica de los reyes de Castilla un nuevo relato refundido de las Mocedades. Por fin, esta versión da de nuevo lugar, con el añadido de otros materiales épicos, a la que aparece en la Crónica de 1344. Por fin, un clérigo habría refundido todo este material hacia 1360 en la versión que conocemos hoy.
El relato de hacia 1300 de la Crónica de los reyes de Castilla cronifica el predecesor de las Mocedades que da origen también a los romances sobre la juventud de Rodrigo. Difiere del cantar hoy conservado en su tono más moderado, con un héroe menos rebelde y más mesurado, y en que no aparecen menciones a la historia de la diócesis de Palencia, que es lo que hace pensar en que nuestro texto actual fuera redactado por un clérigo de esta zona.
Ediciones de las Mocedades de Rodrigo
Manuscrito
- Manuscrito nº 12 del fondo español, en Biblioteca Nacional de París, olim Cod. 9988, Bibliotèque Royale.
Ediciones modernas
- Francisque Michel y J. F. Wolf, en Wiener Jahrbücher für Literatur, Viena, 1846.
- Agustín Durán, Biblioteca de Autores Españoles (BAE), tomo XVI, 1851.
- Damas Hinard, en Poëme du Cid, París, 1858 (desde el verso 294 de la ed. cit. abajo de Victorio)
- B. P. Bourland, en Revue Hispanique, XXIV (I), 1911, pp. 310-357. (Con el título de Crónica rimada del Cid)
- A. M. Huntington (ed. facsímil), Nueva York, 1904.
- Ramón Menéndez Pidal, en Reliquias de la poesía épica española, Madrid, Espasa-Calpe, 1951, pp. 257-289. (Este texto, titulado por Menéndez Pidal Cantar de Rodrigo y el rey Fernando, se tomó como base de muchas de las ediciones posteriores).
- A. D. Deyermond (ed. paleográfica) en Epic Poetry and the Clergy: Studies on the «Mocedades de Rodrigo», Londres, Tamesis Books, 1969.
- Juan Victorio, Madrid, Espasa-Calpe, 1982.
Bibliografía selecta
- Alvar, Carlos y Alvar, Manuel, Épica medieval española, Madrid, Cátedra, 1997. ISBN 8437609755 . Edición de las Mocedades de Rodrigo, ibidem, págs. 99-162.
- Armistead, Samuel G., «The Mocedades de Rodrigo and neo-individualist theory», Hispanic Review, XLVI (1978), pp. 313-327. Traducido al español (págs. 316-320) en «Trayectoria de una gesta: las Mocedades de Rodrigo», en Francisco Rico (dir.) y Alan Deyermond, Historia y crítica de la literatura española, vol. 1. Edad Media, Barcelona, Crítica, 1980, pp. 123-126. ISBN 8474231140.
- Armistead, Samuel G., La tradición épica de las Mocedades de Rodrigo, Salamanca, Ediciones Universidad Salamanca, 2000. ISBN 8478009485
- Bourland, B. P., «The Rimed Chronicle of the Cid (El cantar de Rodrigo)», en Revue Hispanique, XXIV, 1911, pp. 310-357.
- Deyermond, Alan D., Epic Poetry and the Clergy: Studies on the «Mocedades de Rodrigo», Londres, Tamesis Books, 1969.
- Deyermond, Alan D., Historia de la literatura española, vol. 1: La Edad Media, Barcelona, Ariel, 2001 (1ª ed. 1973), pp. 94-99. ISBN 843448305X
- Menéndez Pidal, Ramón, La epopeya castellana a través de la literatura española, Madrid, Espasa-Calpe, 19745. ISBN 8423915611
- Menéndez Pidal, Ramón, Reliquias de la poesía épica española, Madrid, Espasa-Calpe, 198012. ISBN 8460021181
- Montaner Frutos, Alberto, «La Gesta de las mocedades de Rodrigo* y la Crónica particular del Cid», en V. Beltrán (ed.), Actas del I Congreso de la Asociación Hispánica de Literatura Medieval. Santiago, 1985 , Barcelona, PPU, 1988, págs.431-444. ISBN 8476652518
- Victorio, Juan (ed.), Mocedades de Rodrigo, Madrid, Espasa-Calpe, 1982. ISBN 8423932265
Referencias
- ↑ Carlos Alvar y Manuel Alvar, Épica medieval española, Madrid, Cátedra, 1997, pág. 99. ISBN 8437609755
- ↑ ms. espagnol, nº 12
- ↑ Carlos Alvar y Manuel Alvar, op. cit., pág. 99. Véase la sección Ediciones modernas
- ↑ Alan Deyermond, Historia de la literatura española, vol. 1: La Edad Media, Barcelona, Ariel, 2001 (1ª ed. 1973), pág. 94. ISBN 843448305X y Miguel Pérez Rosado, Historia de la literatura hispánica. Edad Media. La poesía medieval. La épica. Apdo. 5. [1]
- ↑ Samuel G. Armistead, «The Mocedades de Rodrigo and neo-individualist theory», Hispanic Review, XLVI (1978), pp. 316-320; tomado de la versión al español: «Trayectoria de una gesta: las Mocedades de Rodrigo», en Francisco Rico (dir.) y Alan Deyermond, Historia y crítica de la literatura española, vol. 1. Edad Media, Barcelona, Crítica, 1980, pp. 123-126. ISBN 8474231140
Nota: el asterisco (*) indica que se trata de una obra de existencia hipotética. - ↑ Alan Deyermond, Epic Poetry and the Clergy: Studies on the «Mocedades de Rodrigo», Londres, Tamesis Books, 1969.
- ↑ Juan Victorio, «Introducción» a su edición de, Mocedades de Rodrigo, Madrid, Espasa-Calpe, 1982, pp. IX-LXIV. ISBN 8423932265
- ↑ Carlos Alvar y Manuel Alvar, op. cit., pág. 99.
- ↑ Carlos Alvar y Manuel Alvar, op. cit., pág. 101.
- ↑ Juan Victorio, op. cit., «Introducción», pág. XI.
- ↑ Carlos Alvar y Manuel Alvar, op. cit., pág. 102.
- ↑ Ramón Menéndez Pidal, La epopeya castellana a través de la literatura española, Madrid, Espasa-Calpe, 1959, pág. 109. (Cito por la ed. de Victorio [1982], «Introducción», pág. XI.).
- ↑ Cito por la edición de las Mocedades de Rodrigo incluida en la obra citada (pp. 104-162), de Carlos Alvar y Manuel Alvar, pág. 160.
- ↑ Juan Victorio, «Introducción» , op. cit., pág. XIV. ISBN 8423932265
- ↑ Carlos Alvar y Manuel Alvar, op. cit., pág. 103.
- ↑ Alan Deyermond [2001, (19731)], pág. 95.