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'''Asesinato de la reputación''' |
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El asesinato de reputación (''character assassination'' en inglés) es un proceso deliberado y sostenido dirigido a destruir la credibilidad y reputación de una persona, institución, grupo social o nación.<ref>El otro paredón. Asesinatos de la reputación en Cuba. (Eriginal Books, 2012)</ref> |
El '''asesinato de reputación''' (''character assassination'' en inglés) es un proceso deliberado y sostenido dirigido a destruir la credibilidad y reputación de una persona, institución, grupo social o nación.<ref>El otro paredón. Asesinatos de la reputación en Cuba. (Eriginal Books, 2012)</ref> |
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Los promotores del asesinato de reputaciones para lograr sus fines emplean una combinación de métodos abiertos y encubiertos como son la formulación de acusaciones falsas, fomento de rumores y la manipulación de informaciones. |
Los promotores del asesinato de reputaciones para lograr sus fines emplean una combinación de métodos abiertos y encubiertos como son la formulación de acusaciones falsas, fomento de rumores y la manipulación de informaciones. |
Revisión del 01:56 20 dic 2012
El asesinato de reputación (character assassination en inglés) es un proceso deliberado y sostenido dirigido a destruir la credibilidad y reputación de una persona, institución, grupo social o nación.[1]
Los promotores del asesinato de reputaciones para lograr sus fines emplean una combinación de métodos abiertos y encubiertos como son la formulación de acusaciones falsas, fomento de rumores y la manipulación de informaciones.
Finalidad del asesinato de la reputación
El asesinato de reputación persigue la finalidad de anular la capacidad de influencia de la víctima, silenciar su voz y lograr su rechazo por la sociedad. Al transformar a sus víctimas en no-personas las hacen vulnerables a abusos aún más graves como pueden ser la agresión física, el encarcelamiento, la expropiación de bienes, el destierro, asesinato e incluso genocidio de todo el grupo social al que pertenecen.
Ejemplos del asesinato de la reputación
La propaganda nazi antisemita y el Holocausto que le siguió son el ejemplo más extremo de los peligros asociados con las campañas estatales de asesinato de la reputación. Cuando un gobierno se vale de ese recurso para justificar agresiones y abusos contra sus víctimas puede considerarse a esas campañas como una forma de terrorismo estatal. Por lo general, las masacres, crímenes de lesa humanidad y genocidios son precedidos por una campaña de este corte.
En el siglo XXI, con el arribo de las Web 2.0 y las redes sociales virtuales, la diseminación de falsedades se realiza de modo mucho más rápido y efectivo. Los prejuicios sociales sembrados contra la víctima terminan por arraigarse gradualmente en la memoria social colectiva y las personas —en especial las nuevas generaciones— los aceptan como la historia verdadera o la biografía real.
Con el paso del tiempo, las percepciones falsas que fueron deliberadamente fabricadas y difundidas por diversos medios de comunicación, pueden ser incluso incorporadas a los sistemas de educación, y se convierten en parte de la historia oficial que se acepta socialmente y resultan entonces difíciles de revertir".
Asesinatos de la reputación en los regímenes totalitarios
El impacto de una campaña impulsada desde el estado no es igual a la que impulsa un individuo.
La destrucción estatal de reputaciones, que promueven los mecanismos culturales y de propaganda política, puede llegar a tener consecuencias de gran magnitud.
Uno de los más tempranos indicadores de que una sociedad ha retirado los frenos a la perpetración impune de crímenes e incluso masacres es cuando el Estado favorece, o promueve de forma directa, una campaña dirigida a destruir la dignidad y reputación de sus adversarios, y la sociedad asume sus premisas sin cuestionarlas. La movilización para destruir la reputación del adversario es el preludio de la movilización de la violencia para su aniquilación. La deshumanización oficial siempre ha precedido la agresión física de las víctimas.
En Cuba el gobierno cubano ha practicado las técnicas de asesinato de la reputación durante más de 50 años contra todo aquel que considera enemigo o contrarrevolucionario.[2] Empezó desde la década del 60 con la clase empresarial, como por ejemplo, Amadeo Barletta, la clase política como Carlos Márquez Sterling, luego siguió con periodistas defensores de un cambio democrático, como Carlos Alberto Montaner, y más reciente contra blogueros , ej. Yoani Sánchez y disidentes pacifistas como Oswaldo Payá Sardiñas, Laura Pollán, Orlando Zapata y Guillermo Fariñas.
Las técnicas de asesinatos de la reputación no se limitan a Cuba. Otros gobiernos también lo practican. El historiador mexicano Enrique Krauze ha sufrido un auténtico linchamiento moral. [3]. También Ricardo Kirschbaum, director de 'Clarín' ha sido una víctima. [4]
Referencias
- ↑ El otro paredón. Asesinatos de la reputación en Cuba. (Eriginal Books, 2012)
- ↑ Santana Zaldivar, Ernesto. La claridad de un mensaje. CUBANET. Agosto 24 2012. http://www.cubanet.org/articulos/la-claridad-de-un-mensaje/
- ↑ “Me han acusado de ser agente de la CIA, del Mossad, de la mafia cubana de Miami, de entreguismo a España, de ser un ariete de la nueva Reconquista española…. Han utilizado la técnica cubana del asesinato de la reputación”, afirma el historiador.http://internacional.elpais.com/internacional/2011/12/14/actualidad/1323884571_070090.html
- ↑ "El mecanismo se llama “el asesinato de la reputación”. Y estos han tomado el asesinato de la reputación como un hecho cotidiano y tienen programas específicamente destinados a “asesinar” la reputación de periodistas que a ellos les molesta". Peregil, Francisco. “El Gobierno está tratando de asesinar nuestra reputación” El País. 14 diciembre 2012 http://internacional.elpais.com/internacional/2012/12/14/actualidad/1355504276_372798.html