Diferencia entre revisiones de «Maximiliano de México»
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Napoleón III, por su parte, se enfrentaba a serias amenazas en Europa y requería que sus tropas regresaran al país galo. Con el apoyo económico de los estadounidenses a la facción republicana, y sin el apoyo francés ni conservador en el país, poco le quedaba por hacer a Maximiliano. Decidió enfrentarse a las consecuencias, desoyendo los consejos que le sugerían abdicar y regresar a Austria. Inclusive cuando el '''General Aquiles Bazaine''', 3° comandante militar de la invasión francesa, efectúo el retiro de sus tropas de México, le ofreció regresar a Europa, bajo la protección del ejército francés, ofrecimiento que Maximiliano no aceptó. |
Napoleón III, por su parte, se enfrentaba a serias amenazas en Europa y requería que sus tropas regresaran al país galo. Con el apoyo económico de los estadounidenses a la facción republicana, y sin el apoyo francés ni conservador en el país, poco le quedaba por hacer a Maximiliano. Decidió enfrentarse a las consecuencias, desoyendo los consejos que le sugerían abdicar y regresar a Austria. Inclusive cuando el '''General Aquiles Bazaine''', 3° comandante militar de la invasión francesa, efectúo el retiro de sus tropas de México, le ofreció regresar a Europa, bajo la protección del ejército francés, ofrecimiento que Maximiliano no aceptó. |
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Fue sitiado con el resto de su ejército en la Ciudad de Querétaro y finalmente fue capturado junto con los Generales Miguel Miramón y Tomás Mejía, por soldados comandados por los Generales Mariano Escobedo y Ramón Corona, a quién Maximiliano le entregó su espada de rendición. Se decía que el 15 de mayo, uno de sus más cercanos aliados, el General Miguel Angel López, lo traicionó entregandolo a los republicanos. Sin embargo el 8 de julio de 1887, 20 años después de acontecido estos hechos, el Gral. Mariano Escobedo emitió un informe al presidente Porfirio Díaz, en el que informaba haber guardado en secreto en consideración a la dignidad de Maximiliano de Habsburgo, que en realidad el Coronel Miguel Angel López, fue comisionado por el propio emperador, para negociar la entrega de la plaza, a cambio de su abdicación y salida del país. Maximiliano y sus leales generales, Miguel Miramón y Tómas Mejía, fueron llevados ante un tribunal militar y condenados a muerte. Todas las cortes de Europa pidieron a Benito Juárez que perdonara la vida del emperador, personalidades como el poeta Víctor Hugo, Giussepe Garibaldi, pero no cedería ante nada. |
Fue sitiado con el resto de su ejército en la Ciudad de Querétaro y finalmente fue capturado junto con los Generales Miguel Miramón y Tomás Mejía, por soldados comandados por los Generales Mariano Escobedo y Ramón Corona, a quién Maximiliano le entregó su espada de rendición. Se decía que el 15 de mayo, uno de sus más cercanos aliados, el General Miguel Angel López, lo traicionó entregandolo a los republicanos. Sin embargo el 8 de julio de 1887, 20 años después de acontecido estos hechos, el Gral. Mariano Escobedo emitió un informe al presidente Porfirio Díaz, en el que informaba haber guardado en secreto en consideración a la dignidad de Maximiliano de Habsburgo, que en realidad el Coronel Miguel Angel López, fue comisionado por el propio emperador, para negociar la entrega de la plaza, a cambio de su abdicación y salida del país. Maximiliano y sus leales generales, Miguel Miramón y Tómas Mejía, fueron llevados ante un tribunal militar y condenados a muerte. Todas las cortes de Europa pidieron a Benito Juárez que perdonara la vida del emperador, personalidades como el poeta Víctor Hugo, Giussepe Garibaldi, pero no cedería ante nada.<ref>{{cita web |url= http://www.biblioteca.tv/artman2/publish/1887_178/Informe_del_general_de_divisi_n_Mariano_Escobedo_dirigido_al_Presidente_de_la_Rep_blica.shtml|título= Informe del general de división Mariano Escobedo, dirigido al Presidente de la República.|fechaacceso=22 de octubre de 2009 |autor= Mariano Escobedo|fecha= 8 de julio de 1887}}</ref> |
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== Fusilamiento == |
== Fusilamiento == |
Revisión del 10:35 2 jun 2013
Maximiliano I de México | ||
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Emperador de México, Virrey de Lombardia-Venecia | ||
Óleo de Maximiliano, por Franz Xaver Winterhalter (1864). | ||
Emperador de México | ||
10 de abril de 1864 - 15 de mayo de 1867 | ||
Predecesor |
Benito Juárez (Presidente de México) | |
Sucesor |
Benito Juárez (Presidente de México) | |
Virrey de Lombardia-Venecia | ||
1857-1859 | ||
Sucesor | - | |
Información personal | ||
Coronación | 10 de abril de 1864 | |
Nacimiento |
6 de julio de 1832 Palacio de Schönbrunn, Viena, Imperio Austríaco | |
Fallecimiento |
19 de junio de 1867 (35 años) Cerro de las Campanas, Querétaro, México | |
Sepultura | Cripta Imperial de Viena (Kaisergruft) | |
Familia | ||
Casa real | Casa de Habsburgo-Lorena | |
Padre | Francisco Carlos de Austria | |
Madre | Sofía de Baviera | |
Consorte | Carlota Amalia de Bélgica | |
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Firma | ||
Fernando Maximiliano José María de Habsburgo-Lorena (06 de julio de 1832, Viena, Imperio Austriaco - 19 de junio de 1867, Santiago de Querétaro, Querétaro de Arteaga, México) fue el segundo Emperador de México, y único monarca del denominado Segundo Imperio Mexicano. Por nacimiento, ostentó la dignidad de Archiduque de Austria, debido a su filiación con la poderosa Casa de Habsburgo. Fue el hermano más próximo del Emperador Francisco José de Austria-Hungría, y consorte de la princesa Carlota Amalia de Bélgica, hija del rey Leopoldo I de Bélgica (primero de la Casa de Sajonia-Coburgo-Gotha).
Aunque criticado como ingenuo e indeciso, Maximiliano es a menudo elogiado por los historiadores debido a sus reformas liberales, su genuinio deseo de ayudar al pueblo Mexicano, su negativa a abandonar a sus leales seguidores, y su valentía durante el sitio de Queretaro. Ha sido elogiado incluso por historiadores que creen que no tenía por qué haberse involucrado en asuntos mexicanos. En México, él y su consorte son conocidos como Maximiliano y Carlota.
Infancia y Juventud
El archiduque Maximiliano nació en el Palacio de Schönbrunn, Viena, (Austria), fruto del matrimonio del archiduque Francisco Carlos de Austria y de la princesa Sofía de Baviera, hija a su vez del rey Maximiliano I de Baviera. Algunos novelistas han querido atribuir la paternidad del archiduque al emperador Napoleón II de Francia debido a los rumores de la corte austriaca sobre la relación entre Sofía de Baviera y éste último, inclusive se habló de una supuesta carta de la princesa Sofía la cual afirmaba que Napoleón II era el padre, aunque la supuesta carta jamás ha sido encontrada y la hipótesis ha sido descartada por falta de evidencia.
Maximiliano fue el primero de los tres hermanos, todos menores, del emperador Francisco José de Austria (quien ocupa el tercer lugar, en orden de duración en el trono, en la historia de Europa). Por tanto, su posición al nacer fue la de segundo en la línea de sucesión a la corona imperial de Austria-Hungría, derechos a los que renunció al aceptar el trono de México. Debido a la trágica muerte del único hijo varón del emperador Francisco José, el trono de Austria-Hungría pasó a los sucesores de su hermano Carlos, quien seguía en la línea de sucesión a Maximiliano.
La educación de Maximiliano fue la clásica educación de un archiduque de Austria, se aseguró una rigurosa formación militar, aprendió numerosos idiomas (francés, italiano, inglés, húngaro, polaco y checo), se le instruyó en filosofía, historia y derecho canónico. La educación de los archiduques de Austria era muy exigente, acompañada también de un duro programa de ejercicio físico, la salud del Imperio podía depender, sin lugar a dudas, de la salud de su monarca, y en la Casa de Habsburgo, todos sus miembros tenían su lugar en la línea de sucesión, ya fuera del Imperio o de alguno de los numerosos territorios que la familia gobernaba. Desde joven, Maximiliano sobresalió por su gran talento artístico y creatividad, valores que también eran promovidos como parte del programa educativo de la familia imperial. La poesía y la pintura fueron algunas de sus aficiones predilectas, así como la literatura y el estudio de la historia, sobre todo la historia de su propia familia, que años atrás había ocupado el trono del Sacro Imperio Romano Germánico, así como de España, los Países Bajos, y muchos otros territorios de Europa desde hacía casi ochocientos años, en definitiva, la historia de los reinados de Europa, en cierto modo, era la historia de su familia.
Debido a su carácter de buen conversador, así como a su gran formación cultural y sensibilidad artística, Maximiliano fue en su juventud un personaje muy popular de la excelsa Corte Imperial de Viena, siendo ésta, en ese entonces, el centro máximo de la vida cultural, financiera y política de Europa. Si bien, el esplendor de la corte vienesa no llegaría a su clímax hasta varios años más tarde, ya en la juventud de Maximiliano, éste era el modelo de corte por excelencia. La popularidad de Maximiliano se acrecentó también debido al contraste de su personalidad con la de su hermano mayor, Francisco José, de carácter áspero y reservado, Maximiliano, por contraste, era visto como simpático y sencillo, aunque su marcada melancolía, ciertamente unida a su espíritu filosófico y artístico, llamaría la atención cada vez más conforme se alejaba de sus años de mocedad. Aun así, la amistad con su hermano mayor era evidente en la corte, y eso traía una buena imagen para los vieneses.[1]
Parte de la rigurosa formación de los archiduques de Austria se basaba en el estricto manejo de las finanzas, en esa faceta su hermano Francisco José sería famoso por su rigurosidad y pulcritud, virtud que demostraría hasta el final de su reinado, y que ciertamente no compartía con su hermano Maximiliano. Maximiliano tendía a la intuición, superando la cantidad que se le daba para libros y obras de arte, terminando por acumular deudas y tener que acudir constantemente a la protección de su madre, Sofía de Baviera, para que ésta se hiciera cargo de ellas. La archiduquesa Sofía siempre tuvo una gran debilidad por su segundo hijo, a quien admiraba enormemente debido a su gran capacidad de entendimiento e inteligencia, por lo que no dudaba en pagarle cuantas deudas fueran necesarias con tal de que él pudiera seguir leyendo y aprendiendo.
Desde muy temprana edad, y como parte de su formación militar, Maximiliano tenía la obligación de servir en la Armada de su país. En el año de 1852 el buque en el que viajaba hizo una parada en Portugal, donde se reencontró con su pariente, la princesa Amalia de Portugal, hija del emperador Pedro I de Brasil, quien más tarde se convertiría también en el rey Pedro IV de Portugal. La amistad con la Familia Real de Portugal fue quizás el primer contacto que tuvo Maximiliano con la posibilidad de establecer una monarquía en un país independiente de América, siendo el emperador Pedro I, el consumador de la independencia brasileña, y emperador de esa nación de manera independiente de Portugal. La amistad con los Braganza fue más allá, y durante ese viaje, Maximiliano se enamoró de la princesa Amalia, con quien se comprometió para finales de ese año. La desgracia cayó sobre el joven archiduque, y su prometida moriría de un ataque de tuberculosis en febrero de 1853, tras haber contraído fiebre, antes de que siquiera anunciaran oficialmente su compromiso.[2] La huella de esa pérdida la llevaría Maximiliano hasta su muerte, prueba de ello es un anillo que contenía un rizo de la princesa Amalia, que conservaría hasta su muerte, encontrado tras su fusilamiento.
Comandante de la Marina Imperial, Matrimonio y Estancia en Italia
El archiduque Maximiliano encontraba una gran pasión en viajar, su curiosidad por mundos nuevos lo llevaron a navegar por largas semanas y visitar lugares para él tan lejanos como el mismo Brasil, casa de su amada Amalia, y única monarquía independiente en América, a la cual viajó en la Fragata Imperial Isabel.[3] A los 22 años de edad, se decidió que el joven hermano del emperador ya tenía edad suficiente para asumir los duros compromisos oficiales que llevaban los miembros de la Familia Imperial, así que en 1854 el archiduque Maximiliano fue nombrado Comandante de la Kaiserliche und Königliche Kriegsmarine, Marina de Guerra Imperial y Real de Austria-Hungría, en la cual sirvió en tiempos no muy apacibles. Maximiliano tenía una afán por la restructuración, gustaba de reordenar, remodelar y restaurar, cosa que llevó a cabo numerosas veces como Comandante de la Marina, reorganizando y modernizando la flota a pesar de su corta edad.
A sus 25 años, y habiendo pasado ya tres años desde el fallecimiento de su prometida, era necesario buscar una consorte adecuada para el joven archiduque. Las indagaciones de su hermano el emperador fueron numerosas, y pronto se propuso a la única hija del nuevo rey de los Belgas, Leopoldo I de Sajonia-Coburgo y Saalfeld. Leopoldo de Sajonia venía de una familia de la nobleza alemana, recientemente incorporada al estatus regio con su elección como rey de una joven Bélgica, hace poco independizada de los Países Bajos. Ese nuevo reino, sin embargo, rápidamente se posicionó como el más rico de Europa, debido a sus numerosas colonias en África. El rey Leopoldo I quiso dotar a su dinastía de legitimidad, ubicando a sus parientes en todas las casas reinantes de Europa, y ubicando a otros de su apellido en tronos como el de Portugal y Reino Unido. La dignidad de dinastía real no podía considerarse completa sin el matrimonio con un Habsburgo, la casa reinante más prestigiosa de Europa, por lo que Leopoldo anhelaba desde hace tiempo una unión entre ambas casas. Los términos no fueron precisamente como él hubiera esperado, pues no aceptaba que su única hija mujer se casara con un archiduque sin herencia ni estado, él pedía si no un emperador, por lo menos un rey. Finalmente, el emperador Francisco José le hizo ver lo mucho que le convenía este enlace, por lo que Leopoldo I terminó por aceptar a Maximiliano. Al poco tiempo se anunció su compromiso, y el 27 de julio de 1857, el archiduque Maximiliano de Austria contrajo matrimonio con la princesa Carlota Amalia de Bélgica, hija del monarca más rico de Europa.
La dote de la princesa Carlota, pronto se hizo notar, e inmediatamente después de su matrimonio, el archiduque pagó las deudas que tenía por una de sus más recientes construcciones, aquella que había ideado románticamente para servirle de residencia por el resto de sus días, el Castillo de Miramar, ubicado en Trieste, Italia, sobre la costa del Mar Adriático. Su nuevo suegro, aún descontento por el enlace, empezó a presionar al emperador Austro-Húngaro para que dotara a su hermano de algún cargo más digno del consorte de su única hija. Cediendo a las presiones, Francisco José nombra a su hermano virrey del Reino Lombardo-Véneto, hasta entonces en dominación austriaca, tranquilizando con ello al desesperado suegro que seguía sin conformarse con el bajo estatus de su amada hija. Por ello, los archiduques Maximiliano y Carlota establecieron su residencia en Milán, mientras continuaban las obras del castillo.
En 1859, los austriacos serían derrotados en la famosa Batalla de Solferino, con la que perderían sus dominaciones lombardas y venecianas, y con ello Maximiliano perdería su cargo de virrey, hecho que enfurecería más a Leopoldo I. Tras la pérdida de su cargo, Maximiliano decidió retirarse de la vida pública, y dedicarse a aquellas aficiones que más le llenaban, como lo eran la literatura, la poesía, el arte, la filosofía, la historia, etc. Por ello, tras la derrota de Solferino, se retira a Miramar, donde vive con su esposa Carlota en una casa provisional, apodada il Castelleto, hasta 1860, cuando se finaliza su construcción, y finalmente establecen ahí su residencia permanente.
Intervención Francesa y Ofrecimiento de la Corona de México
El proyecto de un estado monárquico independiente en México había estado presente desde el momento de la independencia de esta nación. El Grito de Independencia de la nueva nación comenzaba con la exclamación "¡Viva Fernando VII!", y originalmente, al independizarse México de España, se ofreció a dicho rey la corona del nuevo Imperio, pidiendo de que en caso que no aceptara, nombrara a alguno de los infantes, sus hermanos. Las Cortes Españolas prohibieron al rey aceptar el trono de México, con lo que los mexicanos impusieron por aclamación popular a su libertador, Agustín de Iturbide, nombrado S.A.I. el emperador Agustín I de México, como cabeza del nuevo Imperio. El corto reinado de Agustín I no superó los nueve meses, y pronto se impuso un gobierno republicano, apoyado por el gobierno de Estados Unidos y miembros de la masonería, que destronarían y ejecutarían al emperador. Pocos años más tarde, el presidente de la República don Antonio López de Santa Anna, comenzó a planificar la restauración de la monarquía en México, sabiendo que aunque quizás sus antiguos monarcas, los Borbones españoles, estarían impedidos de aceptar el trono, algún otro príncipe europeo lo podría ocupar. El proyecto de Santa Anna jamás llegó a consumarse debido a los enormes problemas de su largo gobierno, que incluirían la dolorosa intervención estadounidense en México.
A pesar de los continuos intentos por restaurar la monarquía en México, todos parecían verse interrumpidos por los intereses de Estados Unidos, quienes no encontraban conveniente la ubicación de una monarquía tan cercana a ellos. Las razones parecían muy simples, las monarquías "se casan" entre sí, y con ello se hacen fácilmente de aliados y poder, cosa que no convenía a la política de expansión territorial estadounidense. Las políticas de intervencionismo en el resto de países de América, respaldados por su llamada Doctrina Monroe, impusieron su sistema de gobierno republicano en el continente, declarando amenaza a cualquier sistema ajeno al que ellos habían adoptado. Convencer a México no sería tarea fácil, ya los antiguos pueblos prehispánicos habían adoptado el sistema monárquico, y desde la unificación del territorio mexicano, con el virreinato de la Nueva España, México llevaba trescientos años acostumbrado a la monarquía. Al independizarse, se proclamó a la nueva nación como un Imperio, y se nombró a un emperador.
La Guerra de Reforma había dejado a México en la ruina. El gobierno liberal del presidente Benito Juárez, había dictado unas leyes que enfurecieron a la iglesia y a los conservadores. Con la separación de los poderes de la Iglesia y el Estado, se expulsó a los religiosos, se confiscaron todos los bienes de la Iglesia Católica, se excluyó al clero de los hospitales, escuelas, cementerios, parroquias, etcétera, y se dio inicio a un cruenta guerra, que duraría tres años, en la cual los conservadores mexicanos y religiosos lucharían por sus derechos contra un ejército estatal. Los grandes terratenientes formaron sus propios ejércitos, y aprovechando la Guerra de Secesión, acorralaron a las fuerzas del presidente Juárez, y pidieron ayuda a Europa. Los países europeos se interesaron rápidamente en esta petición de auxilio, el poder de Estados Unidos crecía cada vez más, y se vieron con la única posibilidad de apoyar un estado en América, que fuera competencia para Estados Unidos, la Guerra de Secesión era el momento idílico, pues los estadounidenses no tendrían tiempo ni recursos para obstaculizar una intervención europea en México.
El 31 de octubre de 1861, España, Francia e Inglaterra acordaron intervenir el gobierno del presidente Juárez, con el pretexto del incumplimiento prolongado de su gigantesca deuda. Tras llegar a costas mexicanas, el gobierno liberal convenció a las tropas españolas e inglesas que se retiraran, firmando el tratado de Soledad de Doblado, en donde Inglaterra y España, comprendían la situación económica de México, pero Napoleón III tenía claros intereses de convertir a México en una potencia que pudiera contrarrestar el enorme poder y la influencia que Estados Unidos estaba ganando sobre el resto de los territorios de América. Para 1862, después de la derrota del 5 de mayo de 1862 por el Gral Ignacio Zaragoza sobre el ejércico francés, comandado por el Conde de Lorencez, las fuerzas de Juárez, desprovistas de suficiente apoyo de Estados Unidos, fueron reducidas a un grupo de guerrilleros, y la victoria de las tropas de Napoleón III, respaldado por los terratenientes y sus ejércitos personales, así como por numerosos campesinos de todo el país, se hizo evidente.
Tras la derrota republicana en México, se acordó que se restauraría el tradicional sistema de gobierno en el Imperio Mexicano, con lo que se encomendó al Partido Conservador una búsqueda por encontrar un príncipe europeo que cumpliera con ciertas aptitudes para gobernar un territorio tan complejo como lo era México, se pedía que fuera católico, y que respetara las tradiciones de la nación, cosa que habían incumplido los gobiernos republicanos. Durante varios meses, el Congreso de la Nación discutió sobre posibles candidatos, entre los que se encontraron el infante don Enrique de Borbón, duque de Sevilla, entre otros. Finalmente, Napoleón III decidió proponer él a un candidato que cumpliera con los requisitos del Congreso Mexicano, como era quizás el único que de hecho conocía personalmente a estos príncipes europeos, su candidato gozaba de mayor credibilidad que los del resto. Tras largas discusiones, se aprobó la candidatura propuesta por el emperador francés, y se creó una comisión de notables, que fueran a entrevistarse con dicho candidato, y pedirle que aceptara el trono del Imperio, evidentemente, ese candidato era el archiduque Maximiliano de Austria, retirado en su Castillo de Miramar, en la costa del Mar Adriático.[4]
El 10 de julio de 1863, la Junta de Conservadores emitió el siguiente dictamen:
- La nación mexicana adopta por forma de gobierno la monarquía moderada, hereditaria, con un príncipe católico.
- El soberano tomará el título de Emperador de México.
- La corona imperial de México se ofrece a S. A. I. y R., el príncipe Maximiliano, archiduque de Austria, para sí y sus descendientes.
- En caso que, por circunstancias imposibles de prever, el archiduque Maximiliano no llegase a tomar posesión del trono que se le ofrece, la nación mexicana se remite a la benevolencia de S. M. Napoleón III, emperador de los franceses, para que le indique otro príncipe católico.
La delegación conservadora se escogió cuidadosamente, todos debían de ser representar a la nación y su historia, teniendo también cuidado que fueran a ser personas que representasen adecuadamente a México frente al archiduque. Por su parte, Maximiliano ya sabía lo que estaba por ocurrir y había tenido tiempo de considerarlo con seriedad. El 3 de octubre de 1863 llegaría al Castillo de Miramar, la delegación mexicana encabezada por el diplomático don José María Gutiérrez de Estrada, seguido de don Juan Nepomuceno Almonte, hijo del independentista José María Morelos y Pavón, el General don Miguel Miramón y Tarelo, don Francisco Javier Miranda y don José Manuel Hidalgo. Al ser recibidos por el archiduque, leyeron ante él la petición oficial de los mexicanos para que éste se ciñera la corona mexicana y ocupara el trono de México.[5] . Sin embargo, el archiduque, quien había leído mucho de México, sabía acerca de sus riquezas naturales, y sabía que México tenía el potencial de convertirse en un imperio de primer orden mundial. Napoleón III le había ofrecido su apoyo, y sus tropas se encontraban estacionadas en México a disposición del Maximiliano. Si bien el archiduque ya había encontrado felicidad en su retiro del Castillo de Miramar, decidió emprender esta aventura idílica, quizás inspirado en el padre de su antigua prometida y amada, la princesa Amalia, que reinaba aquella fantástica tierra de Brasil.
El Segundo Imperio Mexicano
Maximiliano llegó al puerto de Veracruz en la famosa fragata Novara, el 28 de mayo de 1864, entre el júbilo y algarabía de los conservadores,pero no del pueblo jarocho, lo que originó que ante la pobre recepción de su imperio, Carlota Amalia derramara lágrimas de frustación y de pena. Pero la llegada a otras ciudades, las recepciones fueron muy jubilosas y de gran algarabía, lo cual se expresó especialmente en Puebla y en la Ciudad de México. La travesía a la Ciudad de México le ofreció un panorama distinto: un país herido por la guerra y profundamente dividido en sus convicciones. En un corto período de tiempo, Maximiliano se enamoró de los hermosos paisajes de su nuevo país y de su gente. Mientras, las tropas francesas continuaban peleando en territorio mexicano. Maximiliano comenzó a construir museos y trató de conservar la cultura mexicana, lo cual queda como una de sus grandes contribuciones como emperador. La emperatriz Carlota comenzó a organizar fiestas para la beneficencia mexicana a fin de obtener fondos para las casas pobres.
El Emperador expresa en una carta:
El valle de México es como un inmenso manto de oro rodeado de enormes montañas matizadas con todos los colores desde el rosa pálido hasta el violeta o el más profundo azul cielo, unas rocosas y quebradas y oscuras como las costas de Sicilia, las otras, cubiertas de bosques como las verdes montañas de Suiza, y entre todas ellas las más hermosas eran el Iztaccíhuatl y el Popocatépetl.
Al llegar a la ciudad se instaló en el Castillo de Chapultepec para utilizarlo como residencia y mandó trazar un camino que le conectase a la ciudad: el Paseo de la Emperatriz (actualmente el Paseo de la Reforma). Como el matrimonio no podía tener hijos, ambos decidieron adoptar a Agustín y Salvador, dos nietos de Agustín de Iturbide, el primer emperador mexicano.
El Imperio Mexicano usó la frase Equidad en la Justicia. Contaba con el apoyo del partido conservador, de la Iglesia Católica en México encabezada por el Arzobispo Labastida y Ochoa, y de buena parte de la población de tradición católica, aunque tuvo una oposición férrea por parte de los liberales. Durante su gobierno, Maximiliano I de México trató de desarrollar económica y socialmente a los territorios mexicanos bajo su custodia, aplicando los conocimientos aprendidos de sus estudios en Europa, y de su familia, los Habsburgo, una de las casas monárquicas más antiguas de Europa, de tradición abiertamente católica.
Pero la política de Maximiliano resultó ser más liberal que lo que sus partidarios conservadores pudieron tolerar. Ello es así en parte por la propia estrategia de Napoleón III, que el 3 de julio de 1862 había dirigido al mariscal Forey instrucciones secretas que requerían evitar el dominio conservador del régimen, instaurando en cambio un gobierno moderado en el que estuvieran representadas todas las tendencias. Y también por el talante liberal de Maximiliano, que ya había manifestado al gobernar el Reino de Lombardía-Venecia en los años 1858 y 1859.[6] estando de acuerdo en las leyes de Reforma, emitida por el Presidente Benito Juárez en el año de 1857. Un hecho que puso de manifiesto esa tendencia incompatible con los conservadores locales fue la negativa de Maximiliano a suprimir la tolerancia de cultos y a devolver los bienes nacionalizados de la iglesia, cuando el nuncio papal le requirió ambas decisiones, originado molestia en la Santa Sede. Gran parte de los conservadores mexicanos, decepcionados, retiraron su apoyo a Maximiliano e, inversamente, hubo liberales moderados que se aproximaron al nuevo régimen,[7] mientras que los liberales republicanos no por ello dejaron de persistir en la lucha por recuperar al país de un gobierno monárquico.
Si Maximiliano estaba desilusionado y decepcionado, sus apoyos franceses pronto estuvieron igualmente decepcionados de su nuevo emperador. Lejos de gobernar con los intereses de Francia, Maximiliano se veía a sí mismo como una figura de integración nacional. La justicia y el bienestar de todos fueron sus objetivos más importantes. Uno de sus primeros actos, como emperador, fue el restringir las horas de trabajo y abolir el trabajo de los menores. Canceló todas las deudas de los campesinos que excedían los 10 pesos, restauró la propiedad común y prohibió todas las formas de castigo corporal. También rompió con el monopolio de las "tiendas de raya" y decretó que la fuerza obrera no podía ser comprada o vendida por el precio de su decreto.[cita requerida]
Traído como cabeza de los intereses de Francia, demostró ser todo menos eso. Sus intereses se volvieron hacia México y hacia su gente. Cuando los franceses se dieron cuenta que se habían equivocado y en muchas formas habían subestimado qué tan lejos podría llegar, se retiraron. El apoyo militar francés dejó de existir y Napoleón III dio la orden de regresar las tropas a Francia, empezando el retiro de las mismas en el año 1867. Maximiliano no lo hizo. Lo dejaron solo.
Los liberales buscaron por todos los medios la derrota del imperio. Encabezados por el Presidente Benito Juárez, permanecían firmes en la defensa de la República. Benito Juárez gozaba del apoyo de los Estados Unidos, quienes tampoco deseaban la presencia en América de un régimen apoyado por las monarquías europeas (una posición expresada en la Doctrina Monroe),la cual dice: "América para los americanos" e hicieron cuanto pudieron por evitar que los conservadores mexicanos tuvieran éxito. Empezaron a presionar al emperador francés Napoleón III en el retiro de las tropas en México.
Al final, los cambios políticos a nivel internacional repercutieron en el Imperio Mexicano. Estados Unidos, que durante la mayor parte de esta época estaba enfrascado en su propia guerra civil, entre los estados del norte y los del sur, había conseguido finalmente vencer a los estados sureños y abolir la esclavitud y estando en paz, ya estaba listo para apoyar al gobierno republicano de Benito Juárez.
Napoleón III, por su parte, se enfrentaba a serias amenazas en Europa y requería que sus tropas regresaran al país galo. Con el apoyo económico de los estadounidenses a la facción republicana, y sin el apoyo francés ni conservador en el país, poco le quedaba por hacer a Maximiliano. Decidió enfrentarse a las consecuencias, desoyendo los consejos que le sugerían abdicar y regresar a Austria. Inclusive cuando el General Aquiles Bazaine, 3° comandante militar de la invasión francesa, efectúo el retiro de sus tropas de México, le ofreció regresar a Europa, bajo la protección del ejército francés, ofrecimiento que Maximiliano no aceptó.
Fue sitiado con el resto de su ejército en la Ciudad de Querétaro y finalmente fue capturado junto con los Generales Miguel Miramón y Tomás Mejía, por soldados comandados por los Generales Mariano Escobedo y Ramón Corona, a quién Maximiliano le entregó su espada de rendición. Se decía que el 15 de mayo, uno de sus más cercanos aliados, el General Miguel Angel López, lo traicionó entregandolo a los republicanos. Sin embargo el 8 de julio de 1887, 20 años después de acontecido estos hechos, el Gral. Mariano Escobedo emitió un informe al presidente Porfirio Díaz, en el que informaba haber guardado en secreto en consideración a la dignidad de Maximiliano de Habsburgo, que en realidad el Coronel Miguel Angel López, fue comisionado por el propio emperador, para negociar la entrega de la plaza, a cambio de su abdicación y salida del país. Maximiliano y sus leales generales, Miguel Miramón y Tómas Mejía, fueron llevados ante un tribunal militar y condenados a muerte. Todas las cortes de Europa pidieron a Benito Juárez que perdonara la vida del emperador, personalidades como el poeta Víctor Hugo, Giussepe Garibaldi, pero no cedería ante nada.[8]
Fusilamiento
Tras un juicio ante tribunales militares en ausencia de tiempo, celebrado en el Teatro Iturbide (después Teatro de la República (Querétaro)) y teniendo como abogado defensor al Gral Rafael Martínez de la Torre, siendo juzgado por un coronel y seis capitanes, sin derecho a apelaciones y con base en un interrogatorio que en su mayor parte el Emperador se negó a contestar, alegando que eran cuestiones meramente políticas, los liberales lo condenaron a muerte. Fue ejecutado en el Cerro de las Campanas de la ciudad de Querétaro, el 19 de junio de 1867, junto con los generales conservadores Miramón y Mejía. Las tres M como se dice en México.
Se ha mencionado también, que estando preso Maximiliano junto con los Generales Miguel Miramón y Tomás Mejía, esperando la hora de su muerte, el Gral. Miguel Miramón, hizo el comentario que estaba preso por no haberle hecho caso a su esposa. Pero Maximiliano se levantó de su camastro y le dijo: yo estoy aquí por haberle hecho caso a la mía.
Las últimas palabras del Emperador fueron acerca de un reloj con el retrato de su esposa:
"Mande este recuerdo a Europa a mi muy querida mujer, si ella vive, y dígale que mis ojos se cierran con su imagen que llevaré al más allá. Lleven esto a mi madre y díganle que mi último pensamiento ha sido para ella.
El Emperador de México, segundos antes de recibir las descargas del pelotón de fusilamiento, entregó una moneda de oro a los siete soldados del pelotón. Después proclamó:
"Perdono a todos y pido a todos que me perdonen y que mi sangre, que está a punto de ser vertida, se derrame para el bien de este país; voy a morir por una causa justa, la de la independencia y libertad de México. ¡Que mi sangre selle las desgracias de mi nueva patria! ¡Viva México!
Maximiliano, que había suplicado no se le lastimase la cara, separó su rubia barba con ambas manos echándola hacia los hombros, y mostro su pecho. No sucumbió en el acto, y se advirtió, porque ya caído pronunció estas palabras: Hombre, hombre. Entonces se adelantó un soldado para dispararle el golpe de gracia, con el cual exhaló el último aliento. Así concluyó el Segundo Imperio, que por el escándalo que su creación había causado al mundo, atrajo sobre México las miradas de todas las naciones.
Los dos generales mexicanos Miguel Miramón y Tomás Mejía fueron fusilados después de él, gritando «Viva el emperador». Carlota de Bélgica, ya en Europa, donde fue a pedir ayuda a Eugenia de Montijo esposa de Napoleón III,y posteriormente al emperador francés, dado que Maximiliano estaba solo en México, después de la negativa obtenida, empezo con alteraciones en su intelecto y padecío un trastorno mental que evolucionó hacia una ansiedad, temor que la querían envenenar. Cuando acudió a Roma, a la Santa Sede y hablar con el Santo Padre,tomaba agua de las fuentes públicas de la ciudad, dando síntomas de inestabilidad emocional, motivo por el cual durmió en la Santa Sede, siendo hasta ahora, la única mujer que lo ha hecho. Posteriormente por la persistencia de sus síntomas, fue declarada posteriormente loca y permaneció confinada, primero en el Pabellón del Jardín (el Gartenhaus) del Castillo de Miramar, luego en el Castillo de Tervuren y finalmente en el Château de Bouchout, en Meise, Bélgica, donde finalmente fallecería. Aún creía que Maximiliano seguía en México.[cita requerida] Carlota murió en 1927, 60 años después del fusilamiento del emperador.
Una leyenda en torno a la figura de Maximiliano
A finales del siglo XIX y principios del siglo XX vivió en El Salvador un comerciante de origen desconocido llamado Justo Armas, cuyo pasado fue vinculado en ese país al depuesto emperador mexicano Maximiliano, surgiendo así una leyenda, según la cual, Benito Juárez perdonó secretamente la vida a Maximiliano, permitiéndole marcharse de México, y quien después de algunos años se radicaría en El Salvador bajo la identidad de Justo Armas. No obstante, esa hipótesis del supuesto indulto y posterior exilio de Maximiliano en El Salvador ha sido refutada por investigadores modernos como un simple mito. También se ha mencionado que dado que el presidente Benito Juárez era masón lo mismo que Maximiliano, hubo ayuda para dejarlo en libertad y facilitarle la salida del país. Este rumor siempre ha existido y de la mano al anterior. [9] [10] [11] [12]
Ancestros
Maximiliano como tema para obras de arte
Óperas
- Maximilien, ópera histórica en tres actos y 9 escenas; libreto de R.S. Hoffman basado en el drama Juárez und Maximilian de Franz Werfel; música de Darius Milhaud. Estreno: 1932.
- Carlota, ópera en un acto. Libreto de Francisco Zendejas; música de Luis Sandi. Estreno: 1948.
- Carlota, ópera. Libreto de autor desconocido; música de Robert Avalon. Inédita.
- La emperatriz de la mentira, ópera, Libreto de Ángel Norzagaray; música de Dmitri Dudin. Estreno: 26 de noviembre de 2012
Dramas
- Juárez und Maximilian (1925), drama de Franz Werfel.
- Corona de sombras (1947), drama de Rodolfo Usigli
Musicales
- *El sueño de una Corona(2005), Musical Histórico de Konrad y Wolfgang Ratz
Novelas
- El cerro de las campanas (1868) de Juan A. Mateos
- Noticias del Imperio (1987) de Fernando del Paso
- Arrebatos Carnales (2009) de Francisco Martín Moreno
- Imperio (2011) de Héctor Zagal
En el Cine
- Vera Cruz, Maximiliano es interpretado por George Macready.[13]
Véase también
- Invasión francesa de México
- Historia de México
- Segundo Imperio Mexicano
- La Familia Imperial tras la caída de la Monarquía
- Justo Armas
Referencias y Notas
- ↑ Sigrid-Maria Größing: AEIOU: Glück und Unglück im österreichischen Kaiserhaus. Amalthea-Verlag, Wien 2007, ISBN 978-3-85002-633-8.
- ↑ a b Konrad Kramar, Petra Stuiber: Die schrulligen Habsburger. Marotten und Allüren eines Kaiserhauses. Ueberreuter, Wien 1999, ISBN 3-8000-3742-4.
- ↑ Ferdinand Maximilian von Österreich Maximilian I., Erzherzog von Österreich: Aus meinem Leben. Reiseskizzen, Aphorismen, Gedichte. Band 6: Reiseskizzen. Teil 11. 2. Auflage. Duncker und Humblot, Leipzig 1867.
- ↑ Martín Quiriarte. "Visión panorámica de la historia de México". Librería Porrúa Hnos y Cia, S. A. 27a. edición 1995. México, D. F. Pág. 170-171.
- ↑ Casares G. Cantón, Raúl; Duch Colell, Juan; Zavala Vallado, Silvio et ál (1998). Yucatán en el tiempo. Mérida, Yucatán. ISBN 970 9071 04 1.
- ↑ Tanto las instrucciones secretas de Napoleón III como el talante no del todo conservador de Maximiliano se citan en la Historia de México de Brian Hammett, pag. 187-188. La "Nueva Historia mínima de México", de El Colegio de México, llega a afirmar que Maximiliano era un "liberal convencido"
- ↑ Nueva Historia mínima de México, de El Colegio de México, pp. 176-177
- ↑ Mariano Escobedo (8 de julio de 1887). «Informe del general de división Mariano Escobedo, dirigido al Presidente de la República.». Consultado el 22 de octubre de 2009.
- ↑ Hernández, Bertha: “Maximiliano quedó muerto, bien muerto.” En: La crónica de hoy, 19.03.01, http://www.cronica.com.mx/2001/mar/19/culturas08.html (19.03.01).
- ↑ Pacheco Colín, Ricardo: “Silvio Zavala: la historia del indulto de Maximiliano es una falacia.” En: La crónica de hoy, 15.03.2001, http://www.cronica.com.mx (15.03.01).
- ↑ Licona, Sandra: “El perdón a Max, un mito.” En: La crónica de hoy, 15.03.2001, http://www.cronica.com.mx (15.03.01).
- ↑ González Olvera, Pedro: “Maximiliano en El Salvador.” En: El Faro, 2001, http://www.elfaro.net (20.02.02).
- ↑ Vera Cruz (1954) - IMDb
Bibliografía
- Francisco de Paula de Arrangoiz (1968). México desde 1808 hasta 1867. México: Editorial Porrúa, S. A.
- Pablo Escalante Gonzalbo, Bernardo García Martínez, Luis Jáuregui, Josefina Zoraida Vázquez, Elisa Speckman Guerra, Javier Garciadiego y Luis Aboites Aguilar. (2004). Nueva Historia mínima de México. El Colegio de México. ISBN 968-12-1139-1.
- Brian Hamnet (2001). Historia de México. Cambridge University Press. ISBN 84-8323-118-2.
- Johann Lubienski (1988). Der maximilianeische Staat. Mexiko 1861-1867. Köln-Graz: Bühlau Verlag.
Enlaces externos
- Fotografías antiguas originales del II Imperio Mexicano
- Biografía de Maximiliano de Habsburgo
- Acta de defunción del Emperador Maximiliano I de México en Wikisource
- Página web de C.M. Mayo sobre Maximiliano de Habsburgo en inglés, pero con varios artículos y otro contenido en español
Predecesor: Benito Juárez (Presidente de México) |
Emperador de México 1863 - 1867 |
Sucesor: Benito Juárez (Presidente de México) |
Predecesor: Archiduque Francisco Carlos de Austria |
Príncipe coronado de Austria, Hungría y Bohemia 1848 - 1858 |
Sucesor: Archiduque Rodolfo, Príncipe Heredero de Austria |