Diferencia entre revisiones de «Castro de Ulaca»
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Ulaca (Solosancho, Avila) |
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Valle de Amblés. Para visitarlo hay que llegar hasta Solosancho, a 20 Km. de Ávila por la N-502. |
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El oppidum está delimitado por una muralla de aprox. 3 km., de aparejo casi ciclópeo, abarcando un espacio intramuros cercano a las 60 ha. La elección del enclave posee un marcado carácter estratégico y defensivo, en relación con el control de las trashumancia local en busca de agua y pastos permanentes. Pese a la falta de excavaciones intensas, las campañas de prospección llevadas a cabo por G. Ruíz Zapatero y J. Álvarez Sanchís revelan una incipiente organización del espacio interno del castro, con cimientos de piedra de las casas, más de 100, de planta cuadrada o rectangular, algunas de ellas con espacios interiores diferenciados. En Ulaca existe arquitectura pública monumental, con seguridad de carácter religioso y toda ella rupestre, localizada en el área NO, no doméstica. Uno de los edificios es el "altar de sacrificios", una gran peña en la que se han tallado dos escaleras y varia piletas, que se relaciona con prácticas sacrificiales y libatorias, y que está rodeada de un recinto pétreo, quizá el temenos. El otro monumento conocido como "La Fragua" está formado por tres estancias, interpretadas según paralelos de las "pedras formosas" de la cultura castreña como antecámara, cámara y horno, por lo que se trataría de una sauna en relación con ritos iniciáticos de guerreros y de purificación (M. Almagro Gorbea y J. Alvarez Sanchís). |
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Existe otra gran construcción, "el Torreón", quizá atalaya defensiva. Fue abandonado de forma pacífica tras la guerra sertoriana, iniciándose este proceso a finales del siglo II a.C. Se conoce su necrópolis, pero no ha sido estudiada. Los "verracos". Así se denomina genéricamente a las esculturas zoomorfas -cerdos, toros, etc.- en piedra halladas en territorio vettón, de finalidad controvertida y cronología imprecisa - desde finales del s. V a.C. hasta el III d.C.-, careciendo la mayoría de contexto arqueológico. Tradicionalmente se han interpretado como monumentos de carácter funerario, apoyándose en los epígrafes romanos grabados sobre algunos y en la relación de otros verracos con cupae (ej. Martiherrero). También se les atribuyó un valor cultual, ya fuera como elementos apotropaicos de los ganados (Cabré); esculturas propiciatorias de la fertilidad de animales y hombres; exvotos a un dios; e, incluso, imagen de una divinidad indígena, ídolos que recibirían culto en espacios ad hoc (López Monteagudo, Blázquez). Otros creían que los verracos eran mojones delimitadores de caminos o rutas trashumantes de estos pueblos, e incluso hitos fronterizos entre territorios étnicos. Álvarez Sanchís ha relacionado los verracos del valle del Amblés con el control social de las áreas de explotación, al localizarse en terrenos de pastos de invierno, de exclusivo aprovechamiento estacional y, por ello, críticos en términos de subsistencia. Existe, al menos para esta zona, una estrategia en la localización de las esculturas, que se utilizan para señalar - y sacralizar- áreas subsceptibles de explotación, y que, al mismo tiempo, evidencian visualmente la riqueza de quienes las erigen. |
Revisión del 16:04 5 may 2007
Castro de Ulaca, yacimiento arqueológico de origen vetón, situado en Villaviciosa, en la provincia de Ávila (España).
Categoría
Ulaca es el más grande de los castro vetones y cuenta con restos arqueológicos poco comunes como un altar y una sauna de iniciación, construidos en granito. Se halla situado en un promontorio elevado, de difícil acceso del que se divisa todo el Valle de Amblés.
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Ulaca (Solosancho, Avila)
Valle de Amblés. Para visitarlo hay que llegar hasta Solosancho, a 20 Km. de Ávila por la N-502.
El oppidum está delimitado por una muralla de aprox. 3 km., de aparejo casi ciclópeo, abarcando un espacio intramuros cercano a las 60 ha. La elección del enclave posee un marcado carácter estratégico y defensivo, en relación con el control de las trashumancia local en busca de agua y pastos permanentes. Pese a la falta de excavaciones intensas, las campañas de prospección llevadas a cabo por G. Ruíz Zapatero y J. Álvarez Sanchís revelan una incipiente organización del espacio interno del castro, con cimientos de piedra de las casas, más de 100, de planta cuadrada o rectangular, algunas de ellas con espacios interiores diferenciados. En Ulaca existe arquitectura pública monumental, con seguridad de carácter religioso y toda ella rupestre, localizada en el área NO, no doméstica. Uno de los edificios es el "altar de sacrificios", una gran peña en la que se han tallado dos escaleras y varia piletas, que se relaciona con prácticas sacrificiales y libatorias, y que está rodeada de un recinto pétreo, quizá el temenos. El otro monumento conocido como "La Fragua" está formado por tres estancias, interpretadas según paralelos de las "pedras formosas" de la cultura castreña como antecámara, cámara y horno, por lo que se trataría de una sauna en relación con ritos iniciáticos de guerreros y de purificación (M. Almagro Gorbea y J. Alvarez Sanchís).
Existe otra gran construcción, "el Torreón", quizá atalaya defensiva. Fue abandonado de forma pacífica tras la guerra sertoriana, iniciándose este proceso a finales del siglo II a.C. Se conoce su necrópolis, pero no ha sido estudiada. Los "verracos". Así se denomina genéricamente a las esculturas zoomorfas -cerdos, toros, etc.- en piedra halladas en territorio vettón, de finalidad controvertida y cronología imprecisa - desde finales del s. V a.C. hasta el III d.C.-, careciendo la mayoría de contexto arqueológico. Tradicionalmente se han interpretado como monumentos de carácter funerario, apoyándose en los epígrafes romanos grabados sobre algunos y en la relación de otros verracos con cupae (ej. Martiherrero). También se les atribuyó un valor cultual, ya fuera como elementos apotropaicos de los ganados (Cabré); esculturas propiciatorias de la fertilidad de animales y hombres; exvotos a un dios; e, incluso, imagen de una divinidad indígena, ídolos que recibirían culto en espacios ad hoc (López Monteagudo, Blázquez). Otros creían que los verracos eran mojones delimitadores de caminos o rutas trashumantes de estos pueblos, e incluso hitos fronterizos entre territorios étnicos. Álvarez Sanchís ha relacionado los verracos del valle del Amblés con el control social de las áreas de explotación, al localizarse en terrenos de pastos de invierno, de exclusivo aprovechamiento estacional y, por ello, críticos en términos de subsistencia. Existe, al menos para esta zona, una estrategia en la localización de las esculturas, que se utilizan para señalar - y sacralizar- áreas subsceptibles de explotación, y que, al mismo tiempo, evidencian visualmente la riqueza de quienes las erigen.