Monumento simbólico de exaltación de la Reconquista, el convento de la Orden del Temple en Tomar fue transferido en 1344 a la Orden de los Caballeros de Cristo. En la época manuelina llegó a simbolizar, en cambio, la apertura de Portugal a otras civilizaciones. (UNESCO/BPI) [1]
Situada en una de las islas del archipiélago de las Azores, la ciudad de Angra do Heroismo fue un puerto de escala obligada para la travesía del Atlántico desde el siglo XV hasta que hicieron su aparición los barcos de vapor, en el siglo XIX. Los imponentes fuertes de San Sebastián y San Juan Bautista, que datan de cuatro siglos atrás, constituyen ejemplos incomparables de la arquitectura militar de la época. Deteriorada por el terremoto de 1980, Angra está siendo objeto de obras de restauración. (UNESCO/BPI) [2]
Zona de protección: 0,98 ha. Zona de respeto: 86 ha.
El monasterio dominico de Batalha fue erigido para conmemorar la victoria de los portugueses sobre los castellanos en la batalla de Aljubarrota (1385). Su construcción, que fue la principal empresa arquitectónica de los monarcas portugueses durante dos siglos, dio nacimiento a un estilo gótico nacional hondamente influido por el arte manuelino, como puede apreciarse en el claustro real, auténtica obra maestra de la arquitectura. (UNESCO/BPI) [3]
Zona de protección: 2,66 ha. Zona de respeto: 103 ha.
Construido a partir del año 1502, el Monasterio de los Jerónimos se yergue a la entrada del puerto de Lisboa y es la ejemplificación misma del arte portugués en todo su apogeo. La cercana Torre de Belém, erigida para conmemorar la expedición de Vasco de Gama, trae a la memoria los grandes descubrimientos marítimos que echaron los cimientos del mundo moderno. (UNESCO/BPI) [4]
Fundada en tiempos del Imperio Romano, esta ciudad-museo conoció su edad dorada en el siglo XV, cuando se convirtió en lugar de residencia de los reyes de Portugal. Sus casas de los siglos XVI al XVIII, encaladas y ornamentadas con azulejos y balcones de hierro forjado, le imprimen un carácter único. La arquitectura de Evora ejerció una influencia muy acusada en los monumentos y edificios construidos en el Brasil colonial. (UNESCO/BPI) [5]
Situada al norte de Lisboa, la abadía de Santa María de Alcobaça fue fundada en el siglo XII por el rey Alfonso I. Sus dimensiones, la pureza de su estilo arquitectónico, la belleza de los materiales empleados en su construcción y el esmero con que ésta se llevó a cabo han hecho de este monasterio una obra maestra del arte gótico cisterciense. (UNESCO/BPI) [6]
Zona de protección: 946 ha. Zona de respeto: 3641 ha.
En el siglo XIX Cintra se convirtió en el primer centro importante de la arquitectura romántica europea. El rey Fernando II transformó en palacio un monasterio ruinoso, recurriendo a la utilización de elementos arquitectónicos góticos, egipcios, moriscos y renacentistas que expresaban la nueva sensibilidad estética de la época, y creó un parque en el que se mezclaban las especies vegetales locales con las exóticas. La construcción de otras residencias señoriales en la sierra circundante, inspiradas en este modelo, dotó a Cintra de un conjunto único de parques y jardines que ejerció una gran influencia en el arte paisajístico europeo. (UNESCO/BPI) [7]
Situada en la desembocadura del Duero y escalonada sobre las laderas de las colinas que dominan el río, la ciudad de Oporto ofrece un paisaje urbano excepcional, testigo de su historia bimilenaria. Llamada “Portus” –el puerto– por los romanos, la ciudad siempre estuvo estrechamente vinculada con la actividad marítima, fuente de su prosperidad secular, de la que son exponentes sus numerosos monumentos, desde la catedral con coro románico hasta el edificio neoclásico de la Bolsa, pasando por la iglesia de Santa Clara, de estilo manuelino típicamente portugués. (UNESCO/BPI) [8]
Los sitios de arte rupestre prehistórico del Valle del Côa, inscritos en la Lista del Patrimonio Mundial en 1998, poseen una extraordinaria concentración de petroglifos del Paleolítico Superior (22.000-10.000 a.C.), que es única en su género en el mundo y constituye uno de los ejemplos más notables de las primeras creaciones artísticas del ser humano. La zona arqueológica de Siega Verde, ubicada en la comunidad de Castilla y León, completa esos sitios con sus 645 grabados ejecutados en una escarpadura formada por la erosión fluvial. Esos grabados son esencialmente figurativos y representan animales, aunque también se han identificado algunas figuras geométricas y esquemáticas. Los sitios del Valle del Côa y el sitio de Siega Verde forman el conjunto más importante de arte rupestre paleolítico al aire libre de la Península Ibérica. (UNESCO/BPI) [9]
El bosque de laurisilva de la isla de Madera es una reliquia excepcional de un tipo de bosques de laureles muy abundante en el pasado. Hoy en día, es el más grande de los bosques subsistentes de este género. El 90% de su superficie está cubierta por el ecosistema forestal primario, que alberga un conjunto único de especies vegetales y animales. Muchas de estas últimas –por ejemplo, la paloma torcaz de Madera– son endémicas. (UNESCO/BPI) [10]
Zona de protección: 16 ha. Zona de respeto: 45 ha.
Vinculada al nacimiento de la identidad nacional portuguesa en el siglo XII, Guimaraes es un ejemplo excepcional de transformación de una población medieval en ciudad moderna. Esta ciudad ha conservado con autenticidad y en buen estado una serie muy variada de edificios ilustrativos de la evolución específica de la arquitectura portuguesa entre los siglos XV y XIX, caracterizada por el uso sistemático de materiales y técnicas de construcción tradicionales. (UNESCO/BPI) [11]
Zona de protección: 24.600 ha. Zona de respeto: 225.400 ha.
La vitivinicultura es una actividad tradicional de los agricultores del Alto Duero desde hace dos mil años y, entre los vinos de la región, destaca el oporto, célebre en el mundo entero desde el siglo XVIII. La larga tradición vitivinícola ha configurado un paisaje cultural de extraordinaria belleza, fiel reflejo de la evolución técnica, social y económica de la región. Los viñedos siguen siendo explotados por agricultores que respetan las técnicas de cultivo tradicionales. (UNESCO/BPI) [12]
Zona de protección: 987 ha. Zona de respeto: 1924 ha.
Este sitio de 987 hectáreas está situado en la isla volcánica del Pico, la segunda en superficie del archipiélago de las Azores, y comprende una red espectacular de largos muros de piedra, ampliamente espaciados y paralelos a la orilla del océano, que van desde la costa hacia el interior. Esos muros fueron levantados para amparar del viento y el agua del mar miles de “currais”, pequeñas parcelas colindantes de forma rectangular en las que se cultiva la viña. Este tipo de viticultura, cuyos orígenes se remontan al siglo XV, ha dejado una huella manifiesta en el extraordinario agrupamiento de las parcelas, las viviendas, las casas solariegas de comienzos del siglo XIX, las bodegas, las iglesias y los puertos. Configurado por la mano del hombre, este paisaje de extraordinaria belleza es el mejor vestigio subsistente de una práctica agrícola muy extendida en otros tiempos. (UNESCO/BPI) [13]
Zona de protección: 179 ha. Zona de respeto: 690 ha.
El sitio contiene fortificaciones de los siglos XVII a XIX. Se trata del mayor sistema de murallas y fosos secos del mundo. Dentro del recinto amurallado hay barracones y otros edificios militares así como iglesias y monasterios. Aunque Elvas tiene vestigios arqueológicos del siglo X, la construcción de sus fortificaciones comenzó con la independencia de Portugal, en 1640. Diseñadas por el jesuita holandés João Piscásio Cosmander, son el mejor ejemplo todavía existente de la escuela holandesa de fortificación en todo el mundo. El sitio incluye también el acueducto de Amoreira, construido para que la fortaleza soportara largos asedios sin carecer de agua. (UNESCO/BPI) [14]
Zona de protección: 36 ha. Zona de respeto: 82 ha.
Situada en una colina sobre la ciudad, la Universidad de Coimbra con sus facultades creció y se desarrolló durante más de siete siglos en el casco antiguo. Los edificios notables de la universidad incluyen la Catedral de Santa Cruz del siglo XII y un número de facultades del siglo XVI, el Palacio Real de Alcáçova, que albergó la universidad desde 1537, la Biblioteca Joanine con su rica decoración barroca, el Jardín Botánico del siglo XVIII y la Editorial Universitaria, así como la gran ciudad universitaria creada durante los años 40. Los edificios de la universidad se convirtieron en una referencia en el desarrollo de otras instituciones de educación superior en el munto luso-parlante donde impulsó también una mayor influencia en el aprendizaje y la literatura. Coimbra ofrece un ejemplo sobresaliente de una ciudad universitaria integrada con una tipología urbana específica así como sus propias tradiciones culturales y ceremoniales que se han mantenido vivas a lo largo de los años. (UNESCO/BPI) [15]
Localización del Patrimonio de la Humanidad en Portugal. * Sitios de arte rupestre prehistórico del valle del Côa y de Siega Verde (Sitio compartido con España)
Localización del Patrimonio de la Humanidad en Portugal (Madeira).
Lista indicativa
La inscripción en esta lista es la primera etapa para cualquier futura candidatura. Portugal, cuya lista indicativa fue revisada por última vez el 31 de enero de 2008,[16] ha presentado los siguientes sitios:
El fado es un género artístico que alía la música a la poesía, y que se practica extensamente en diversas comunidades de Lisboa. Es una síntesis multicultural de bailes cantados afrobrasileños, de géneros tradicionales locales de canción y danza, de tradiciones musicales de las zonas rurales del país aportadas por las olas sucesivas de inmigrantes a la ciudad, y de corrientes de la canción urbana cosmopolita de principios del siglo XIX. El fado lo suele interpretar un solo cantante, hombre o mujer, con el acompañamiento de una guitarra acústica de cuerdas metálicas y de la guitarra portuguesa, una especie de laúd en forma de pera, provisto de doce cuerdas metálicas, que es un instrumento único en su género y que cuenta con un vasto repertorio en solo. Desde hace varios decenios, el acompañamiento musical se ha enriquecido y comprende dos guitarras portuguesas, una guitarra y una guitarra bajo. El fado lo cantan profesionales en el circuito comercial de conciertos y en pequeños locales llamados “casas de fado”. También lo cantan aficionados en los locales de numerosas asociaciones comunitarias de los barrios viejos lisboetas. Los intérpretes más veteranos y respetados imparten cursos informales de fado en los lugares donde éste se ejecuta tradicionalmente, y este magisterio se ejerce a menudo de generación en generación dentro de las mismas familias. La propagación del fado por conducto de la emigración y del circuito musical mundial no sólo ha consolidado su imagen de símbolo de la identidad portuguesa, sino que también ha dado lugar a intercambios interculturales con otras tradiciones musicales. (UNESCO/BPI)
La dieta mediterránea comprende un conjunto de conocimientos, competencias prácticas, rituales, tradiciones y símbolos relacionados con los cultivos y cosechas agrícolas, la pesca y la cría de animales, y también con la forma de conservar, transformar, cocinar, compartir y consumir los alimentos. El acto de comer juntos es uno de los fundamentos de la identidad y continuidad culturales de las comunidades de la cuenca del Mediterráneo. Es un momento de intercambio social y comunicación, y también de afirmación y renovación de los lazos que configuran la identidad de la familia, el grupo o la comunidad. Este elemento del patrimonio cultural inmaterial pone de relieve los valores de hospitalidad, buena vecindad, diálogo intercultural y creatividad, así como un modo de vida que se guía por el respeto de la diversidad. Además, desempeña un papel esencial de factor de cohesión social en los espacios culturales, festejos y celebraciones, al agrupar a gentes de todas las edades, condiciones y clases sociales. También abarca ámbitos como la artesanía y la fabricación de recipientes para el transporte, conservación y consumo de alimentos, como platos de cerámica y vasos. Las mujeres desempeñan un papel fundamental en la transmisión de las competencias y conocimientos relacionados con la dieta mediterránea, salvaguardando las técnicas culinarias, respetando los ritmos estacionales, observando las fiestas del calendario y transmitiendo los valores de este elemento del patrimonio cultural a las nuevas generaciones. Por su parte, los mercados locales de alimentos también desempeñan un papel fundamental como espacios culturales y lugares de transmisión de la dieta mediterránea en los que la práctica cotidiana de intercambios fomenta la concordia y el respeto mutuo. (UNESCO/BPI)
El cante alentejano es un tipo de canto tradicional en dos partes, practicado por corales de aficionados del sur de Portugal. Se practica sin acompañamiento de instrumentos musicales, y se caracteriza por la peculiaridad de sus melodías y letras, así como por su estilo vocal característico. Las corales están formadas por grupos de hasta treinta cantores, divididos en varios grupos. Un cantante solista, “el ponto” inicia el canto en un registro grave y un “alto” le sigue en un registro más agudo, repitiendo la cantiga en una tercia o una décima más alta y ornamentándola con florituras. Luego prorrumpen a cantar todos los demás miembros de la coral, interpretando las estrofas restantes en tercias paralelas. La voz dominante del alto dirige la coral a lo largo de todo el canto. Este arte vocal abarca un vasto repertorio de poemas de temática tradicional y contemporánea, que se cantan al son de melodías de composición antigua o reciente. Las letras abordan tanto temas tradicionales –la vida en el campo, la naturaleza, el amor, la maternidad o la religión– como la evolución actual de la vida cultural y social. Este cante es un elemento fundamental de la vida social en todas las comunidades del Alentejo e impregna las reuniones organizadas en lugares públicos y privados. La transmisión del cante se efectúa principalmente durante los ensayos de las corales, en los que los miembros más jóvenes aprenden de los más veteranos. Para sus intérpretes y aficionados, el cante alentejano encarna un sólido sentimiento de identidad y pertenencia. Asimismo, refuerza el diálogo entre personas de diferentes generaciones, sexos y medios sociales, contribuyendo así al fortalecimiento de la cohesión social. (UNESCO/BPI)
El cencerro portugués es un instrumento de percusión idiófono, provisto de un solo badajo, que se suele colgar al cuello de los animales con una correa de cuero. Utilizados tradicionalmente por los pastores para localizar y vigilar sus rebaños, los cencerros crean un paisaje sonoro inconfundible en el campo. Un cencerro se fabrica con una chapa de hierro que se martilla en frío en un yunque hasta obtener la pieza de forma cóncava deseada. Luego, esa pieza se somete al siguiente proceso: se recubre con pequeñas láminas de cobre o estaño; se envuelve el conjunto así formado con una mezcla de barro y paja; se mete en la fragua para soldar los metales; se saca del fuego y se sumerge en agua fría para obtener un enfriamiento rápido; se retira la envoltura de barro quemada, quebrándola; se pule el revestimiento de cobre o el estaño; y por último se afina el sonido. Los conocimientos técnicos se transmiten de padres a hijos en el seno de las familias, generación tras generación. La ciudad de Alcáçovas es el centro principal de fabricación tradicional de cencerros en Portugal y sus habitantes se enorgullecen de ser depositarios de este legado cultural. Sin embargo, esta actividad resulta cada vez menos viable, debido a los recientes cambios en la situación social y económica. Con los nuevos métodos de apacentamiento del ganado se necesitan cada vez menos pastores y, además, va en aumento la producción de cencerros con técnicas industriales más baratas. Hoy en día sólo están en actividad once talleres y trece artesanos, nueve de los cuales han sobrepasado ya los setenta años de edad. (UNESCO/BPI)[19]
En un principio, el hombre utilizó el arte de la cetrería para procurarse alimentos, pero su evolución posterior hizo que hoy en día esté vinculado principalmente a la conservación de la naturaleza, al patrimonio cultural y a las actividades sociales de las comunidades. De conformidad con sus tradiciones y principios éticos, los cetreros doman, alimentan y adiestran para el vuelo aves de presa –halcónidos, y también águilas y acipítridos–, creando un vínculo con ellas y convirtiéndose en sus principales protectores. Practicado en muchos países de todo el mundo, el arte de la cetrería puede presentar algunas variantes prácticas –por ejemplo, en los equipamientos utilizados– pero sus métodos son siempre análogos. Los cetreros se consideran un grupo específico. A veces viajan juntos durante semanas, cazando y contándose luego mutuamente las vicisitudes de cada jornada en las veladas que organizan. Consideran que la cetrería les une al pasado, especialmente cuando pertenecen a comunidades en las que este arte representa uno de sus últimos vínculos con el medio ambiente natural y su cultura tradicional. Las prácticas y conocimientos relacionados con este elemento del patrimonio cultural inmaterial se transmiten de generación en generación en el seno de las familias, así como mediante sistemas de tutoría formal y aprendizaje o cursos de formación impartidos en clubs y escuelas. En algunos países es preciso aprobar un examen de nivel nacional para ser cetrero. La celebración de encuentros y festivales permite a las comunidades de cetreros intercambiar conocimientos, fomentar la diversidad y sensibilizar más al público al valor de su arte. (UNESCO/BPI)[20]
Conocida como “la tierra de productores de ollas y cazuelas”, la localidad de Bisalhães (Portugal) es el sitio de fabricación tradicional de la cerámica negra. Representada en el escudo de armas de este pueblo y destinada a producir objetos culinarios y decorativos, la alfarería tradicional constituye un elemento importante de la identidad cultural de la comunidad. En Bisalhães se siguen utilizando métodos ancestrales para crear piezas de cerámicas muy similares a las de tiempos pasados. El procedimiento de fabricación de la cerámica negra comprende varias etapas. Primero se aplasta la arcilla en un recipiente de piedra con un martillo de madera, y luego se criba, se humedece, se amasa, se modela, se define utilizando varios tipos de listones, se alisa con cantos rodados, se decora con un palillo y se cuece en un horno. Con el correr del tiempo, la división del trabajo ha evolucionado en los talleres de alfarería: los hombres se encargan ahora de la trabajosa preparación de la arcilla y las mujeres asumen esencialmente la tarea de realizar las decoraciones de las piezas. Además, los alfareros ya no obtienen la arcilla cavando la tierra, sino que se aprovisionan en las fábricas de baldosas locales. Transmitida casi exclusivamente entre personas unidas por lazos de parentesco, la viabilidad de esta práctica cultural se ve amenazada por la disminución del número de sus depositarios, la falta de interés de las nuevas generaciones y la fuerte demanda de productos de serie industriales. (UNESCO/BPI)[21]