Ir al contenido

Batalla del monte Olimpo

Esta es una versión antigua de esta página, editada a las 18:47 13 dic 2017 por Antón Francho (discusión · contribs.). La dirección URL es un enlace permanente a esta versión, que puede ser diferente de la versión actual.
Batalla del monte Olimpo
Guerra Gálata
Parte de guerra gálata

Mapa de Asia Menor en aquellos tiempos.
Fecha 189 a. C.
Lugar Monte Olimpo, Bursa (TurquíaBandera de Turquía Turquía)
Coordenadas 40°04′10″N 29°13′17″E / 40.06944444, 29.22138889
Resultado Victoria romano-pergamenea
Beligerantes
República romana
Pérgamo
Gálatas
Comandantes
Cneo Manlio Vulsón
Átalo II
Desconocido
Fuerzas en combate
Desconocidas Sobre 50.000[1]
Bajas
Ligeras 10.000 muertos,
40.000 prisioneros[1]

La batalla del monte Olimpo se libró en el año 189 a. C. entre los gálatas de Asia Menor y la alianza romano-pergamenea. La batalla terminó en una aplastante victoria aliada. Tito Livio es la principal fuente de esta batalla, y su descripción se puede encontrar en el volumen 38, capítulos 17-23.

Antecedentes

En 191 a. C., Antíoco III del Imperio seléucida invadió Grecia.[2]​ Este hecho le causó entrar en conflicto con los romanos, que le derrotaron en Grecia y le siguieron en su retirada a Asia Menor.[3]​ En Asia Menor, los romanos, con sus aliados de Pérgamo, derrotaron a Antíoco en la batalla de Magnesia.[4]​ La derrota obligó a los seléucidas a pedir la paz y abandonar sus dominios en Asia Menor.[5]

En 189 a. C., Escipión Asiático fue sustituido como cónsul de Cneo Manlio Vulsón. Uno de sus objetivos era el de hacer cumplir el tratado que Escipión había firmado con Antíoco.[6][7]​ Cuando llegó, se dirigió a las tropas y las elogió por su victoria sobre los seléucidas y propuso una nueva guerra, una guerra contra los gálatas de Asia Menor.[7]

El pretexto que utilizó para la invasión fue el hecho de que los gálatas habían aportado soldados al ejército seléucida en la batalla de Magnesia.[6][7][8]​ La razón principal para la invasión fue el deseo de Manlio de hacerse con las riquezas que los gálatas habían acumulado durante sus más de 100 años de estancia en la región que habitaban, además de conseguir gloria para sí mismo.[8]

A Vulsón se sumó Átalo desde Éfeso, el hermano del rey Eumenes II de Pérgamo.[7]​ Átalo trajo consigo algunos infantes y caballeros. Con estos refuerzos, Vulsón comenzó su marcha hacia el interior.[7]​ Durante la marcha a través de Asia Menor, Vulsón exigió tributos a las ciudades a las que llegaba a lo largo del camino, y se inmiscuía en sus conflictos internos.[9]

Cuando el ejército llegó a la frontera con Galacia, el cónsul dirigió una alocución a sus tropas acerca de la guerra inminente y luego envió una delegación a Eposognato, cacique de los tectósagos, una de los tres tribus gálatas.[10]​ Los enviados regresaron y respondieron que el jefe de los tectósagos suplicaba a los romanos que no invadiesen su territorio. También afirmó que iba a tratar de forzar la sumisión de los demás caciques.[10]

La batalla

Impresión griega helenística de un soldado gálata.

La batalla se inició igual que muchas batallas libradas por la República romana, con el lanzamiento de proyectiles y hostigamiento por tropas ligeras. Tito Livio afirma que los gálatas fueron mal desde el principio, eran incapaces de protegerse a sí mismos contra los numerosos proyectiles que se lanzaban contra ellos. Trataron de responder con piedras, pero no sólo no eran muy diestros lanzándolas, sino que además las piedras eran demasiado pequeñas como para ser de utilidad.

Tito Livio pasa a describir el pánico y la desesperanza de los gálatas, aparentemente atrapados en una guerra de proyectiles: un tipo de guerra para el que no estaban preparados. Cuando los gálatas se apresuraron a cargar contra la infantería ligera, los vélites romanos, en una situación rara vez descrita, se enzarzaron en el combate cuerpo a cuerpo contra la turba histérica de gálatas armados con espadas.

Los estandartes de las legiones comenzaron a avanzar sobre los galos, lo que les hizo caer en el pánico y retirarse a su campamento. Los romanos ocuparon las colinas circundantes y atraparon a su enemigo, momento en el cual el cónsul ordenó a sus soldados que descansaran temporalmente. Durante este tiempo, la infantería ligera reunió los proyectiles que enontró en los alrededores del campo de batalla y se preparó para un segundo ataque. Los gálatas se prepararon para el asalto colocándose en frente de los muros de su campamento, ya que el campamento en sí no era lo suficientemente sólido para servir como fortificación.

El cónsul, una vez más, ordenó a la infantería ligera dar comienzo a la batalla, hostigando despiadadamente el campamento gálata, en el que también estaban presentes mujeres y niños.

En este punto, la infantería pesada inició su carga, lanzó sus jabalinas, lo que causó aún más pánico. Los galos huyeron del campamento en todas las direcciones, y el cónsul ordenó que se les persiguiera. Por último, la caballería no había desempeñado ningún papel en la batalla, pero se sumaron en ese momento a la búsqueda, capturando y matando a muchos gálatas.

Consecuencias

Como señala Tito Livio, fue difícil calcular el número de muertos por lo dispersos que se hallaban los cadáveres (tras la huida del campamento). La victoria trajo mucho botín para la República romana y para todos los soldados que tomaron parte.

Notas

  1. a b Livio 38.23
  2. Livio 35.43
  3. Livio 36.19
  4. Livio 37.44
  5. Livio 37.45
  6. a b Smith, Pequeña historia de Roma, 112.
  7. a b c d e Livio 38.12
  8. a b Pennell [1]
  9. Mommsen [2]
  10. a b Livio 38.18

Bibliografía

Enlaces externos