Inconsciente colectivo
Lo inconsciente colectivo es un término acuñada por el psiquiatra suizo Carl Gustav Jung, quien postuló la existencia de un sustrato común a los seres humanos de todos los tiempos y lugares del mundo, constituido por símbolos primitivos con los que se expresa un contenido de la psique que está más allá de la razón. Según indicó su propio autor, el concepto, más allá de su denominación propia del campo de la psicología, es semejante a otros que se hallan presentes en el trabajo de Lucien Lévy-Bruhl, Henri Hubert, Marcel Mauss y Adolf Bastian.
Introducción
Lo inconsciente colectivo transciende lo inconsciente personal, que también estudió Sigmund Freud, con quien estuvo relacionado Jung en los primeros años del siglo XX, hasta la ruptura a causa de divergencias acerca de este y otros aspectos.
Jung escribió numerosas obras sobre la idea de los arquetipos inconscientes y ancestrales, entre ellas Formaciones de lo inconsciente, Psicología y simbología del arquetipo, Arquetipos e inconsciente colectivo y Psicología y alquimia. Poco antes de su muerte, aceptó realizar un trabajo de divulgación de sus ideas que se publicó con el título de El hombre y sus símbolos. En esta obra comienza por diferenciar el signo del símbolo en el lenguaje humano. Sostiene que el símbolo es una palabra o una imagen cuando representa algo más que su significado inmediato y obvio. En este último caso es sólo un signo. El aspecto inconsciente del símbolo nunca está definido con precisión ni puede esperarse que lo esté. En la medida en que el arquetipo expresa lo indeterminable, ninguna determinación ligada a la psique consciente podrá suplirlo. El hecho de que se refiera a algo más allá de la razón explica que las religiones usen un lenguaje simbólico y que Jung se haya interesado por las religiones y la mitología, al punto de que muchos autores lo consideraron un místico.
Los arquetipos
Las ideas de Jung sobre los remanentes arcaicos, a los que él llamaba arquetipos o imágenes primordiales, fueron malinterpretadas en muchas ocasiones. Los arquetipos expresan los instintos en un sentido biológico, pero al mismo tiempo comprenden el lado espiritual. Se manifiestan en fantasías y revelan su presencia sólo por medio de imágenes simbólicas. El contenido de los sueños es siempre simbólico. El término arquetipo fue entendido como referido a motivos o imágenes mitológicos diferenciados. Jung se encargó de aclarar que si fueran diferenciados serían conscientes. Los arquetipos son en realidad una tendencia a formar representaciones sobre un modelo básico que afecta emocionalmente a la consciencia. Algunos motivos principales son el ánima, o principio femenino, y el ánimus, principio masculino. La sombra es el lado inconsciente de la personalidad, mientras el sí-mismo es la totalidad, parte consciente e inconsciente.
La tendencia a las representaciones arquetípicas es tan evidente en los humanos "como el impulso de las aves a formar nidos". No se adquiere con la educación ni en contacto con la cultura sino que es innata y hereditaria. Los arquetipos se observan en todas las épocas y culturas como manifestación instintiva de la especie, al igual que los instintos se transmiten de un individuo a otro, surgen las fantasías que esos instintos generan, así como la sombra acompaña al cuerpo. Este punto fue motivo de las mayores controversias.
El simbolismo de la muerte, los demonios, dragones y serpientes, círculos y triángulos, el ave como símbolo de liberación y de trascendencia, la peregrinación, el mito del héroe y una serie larguísima de otras figuras habitan lo inconsciente colectivo y constantemente acuden a la consciencia sin que sepamos interpretarlos, con infinitas variantes de formas y detalles. Lo perturbador de los arquetipos es que no llegamos a conocerlos del todo. Y más perturbador resulta el hecho de que, aun conocidos, nunca agotan su significado. Sin embargo, para Jung, el sentido de armonía se consigue mediante la unión consciente de los contenidos inconscientes de la mente. Esa es la "función trascendente de la psique", con la que se supera el yo para conquistar la plenitud del individuo.
Un ejemplo
En 1906 Jung citó la fantasía de un esquizofrénico paranoide internado hacía años.[1] Su enfermedad se retrotraía a su juventud y era considerada incurable. Cursó en una escuela del Estado y llegó a trabajar en una oficina. No disponía de especiales cualidades ni Jung versaba por entonces en mitología ni arqueología.
Cierto día halló a su paciente de pie junto a la ventana. Giraba la cabeza y guiñaba los ojos a la vista del sol. Al unísono solicitó de su psiquiatra que repitiese lo mismo para ver algo de suma importancia. Asombrado de que Jung no percibiese nada especial, Jung le cuestionó acerca del contenido subjetivo de su visión.
Seguramente usted ve el pene del sol; cuando yo muevo la cabeza de un lado a otro, se mueve también y eso es de donde viene el sol.
Al no entender absolutamente nada de lo expresado, Jung se limitó a tomar buena nota del episodio.[2]
Años más tarde, Jung halló durante sus estudios de mitología, un libro del filólogo Albrecht Dieterich ―publicado en 1910― que contenía un papiro mágico de la Biblioteca Nacional de París. En él Dieterich creía haber descubierto una liturgia mitraica.[3]
Extrae pneuma de sus rayos luminosos aspirando tres veces, lo mejor que puedas, y te verás a ti mismo aligerado, y que te elevas a la altura, de manera que te parecerá estar en medio del aire. No oirás a nadie, ni hombre ni otro ser viviente, ni verás a ninguno de los mortales que estén sobre la tierra en aquel momento, pero verás todo lo inmortal.
Observarás la divina posición de aquel día y de aquella hora; y a los dioses que recorren el polo los verás a unos subir al cielo y a otros bajar: la marcha de los dioses visibles se hará manifiesta a través del disco, mi padre, el dios, e igualmente el llamado aulós, el principio del aire que presta servicio; porque verás un tubo que cuelga del disco solar. Hacia la región del Suroeste lo verás de una longitud ilimitada como viento del Este, si es que ha sido asignado a la región del Oeste, e igualmente en sentido contrario, si «el viento del Oeste» ha sido asignado a la región de aquel, verás el giro del espectáculo [el Aulós].
Jung se percató a posteriori de que la edición de 1910 era la segunda. Existía una primera edición de 1903. El paciente fue internado sin embargo previamente a esta fecha.
Véase también
Referencias
- ↑ Jung, C. G.: Obras completas, I2. Psicología y alquimia. Introducción a la edición española, página XI.
- ↑ Jung, C. G.: Obras completas, 9/I. Los arquetipos y lo inconsciente colectivo. 2. El concepto de inconsciente colectivo, 49-50, § 104-105.
- ↑ Textos de magia en papiros griegos. Papiro IV, Liturgia de Mitra, 114, § 540-555.
Bibliografía
- Introducción, traducción y notas Jose Luis Calvo Martínez y Maria Dolores Sánchez Romero (1987). Textos de magia en papiros griegos. Madrid: Gredos, reimpresión 2004. ISBN 978-84-249-1235-2.
- Jung, Carl Gustav (1999/2016). Obra completa. Madrid: Trotta.
- – (2002). Obra completa volumen 9/I: Los arquetipos y lo inconsciente colectivo. Madrid: Trotta. ISBN 978-84-8164-525-5.
- – (2005). Obra completa, volumen I2: Psicología y alquimia. Madrid: Trotta. ISBN 978-84-8164-717-4.
- – (2006). Obra completa, volumen I6: La práctica de la psicoterapia. Madrid: Trotta. ISBN 978-84-8164-812-6.
- – (2005). Recuerdos, sueños, pensamientos. Barcelona: Seix Barral, séptima edición. ISBN 978-84-322-0829-4.
- – (1995). El hombre y sus símbolos. Barcelona: Paidós. ISBN 978-84-493-0161-2.
- Luck, Georg (1995). Magia y ciencias ocultas en el mundo griego y romano. Madrid: Editorial Gredos. ISBN 978-84-249-1785-2.
- Muñoz Delgado, L (2001). Léxico de magia y religión en los papiros mágicos griegos. Diccionario griego-español. Anejo V. Madrid: CSIC.