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Tlaxcala virreinal

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La conquista

Los españoles emprenden la conquista

A principios del siglo XVI, Tlaxcala era un pequeño territorio cuyos habitantes defendían su independencia, constantemente amenazada por los aztecas.

Los tlaxcaltecas se asombraron del poderío de los conquistadores que llegaron con armas desconocidas, como cañones y arcabuces, y montando caballos, animales que no existían en América y que por lo mismo, impresionaban. Ante todo ello pensaron que sería posible vencer a los aztecas si se aliaban a los recién llegados, así brindaron a Hernán Cortés una valiosa colaboración en la conquista de México, no sin antes haber intentado combatirlo. Fue en 1519 cuando el gobernador de Cuba, Diego Velázquez, envió a Hernán Cortés a explorar las costas del Golfo de México. Al desembarcar éste frente a lo que hoy se conoce como San Juan de Ulúa, y encontrar ante sus ojos un inmenso y rico territorio, decidió explorar y conquistar las nuevas tierras para el rey de España. Como primer paso, estableció el primer ayuntamiento de la Nueva España en la llamada Villa Rica de la Vera Cruz. Allí Cortés fue designado justicia mayor y capitán general, desligado por ello de Diego Velázquez y con autoridad propia.

Contando con la eficacia de sus armas, con la alianza de los cempoaltecas, con el servicio de sus intérpretes, La Malinche y Jerónimo de Aguilar, y con la esperanza de encontrar inmensas riquezas, Cortés se lanzó a la conquista. Así abandonó la costa a mediados de agosto de 1519 y se dirigió al centro de México. Cuando llegó cerca de los dominios de los tlaxcaltecas, se enteró de que eran enemigos de los mexicas y quiso aprovechar esa situación. Por ello envió embajadores a preparar una entrevista.

Dominio Militar

El consejo que regía los destinos del señorío de Tlaxcala discutió lo solicitud de Cortés. Maxixcatzin, señor de Ocotelulco y el más importante de los señores del consejo en ese momento, pidió que se le recibiera pacíficamente, pero el consejo prefirió guiarse por las palabras de Xicohténcatl padre, señor de Tizatlán, quien recomendaba combatir a los españoles. Cortés, que estaba impaciente porque no regresaban sus embajadores, decidió avanzar y llegó ante una gran muralla de piedra que marcaba la frontera, encontró un paso a través de ella y, ya en terrenos tlaxcaltecas, ganó el primer combate contra el señor de Tecoac. Luego recibió a los enviados del consejo quienes se disculparon por la agresión, explicándole que se trataba de uno acción emprendida por sus aliados otomíes, que vivían en esa zona. Después, el ejército español acampó en el cerro de Tzompantepec, en cuyas cercanías se libraron, en los primeros días de septiembre de 1519, las famosas batallas entre castellanos y tlaxcaltecas, éstos al mando de Xicohténcatl Axayacatzin, el joven.

Cortés descansó 20 días en Tlaxcala, y desde allí envió a Diego de Ordaz con un grupo de tlaxcaltecas a lo cumbre del Popocotépetl a conseguir azufre, material indispensable para la fabricación de pólvora, de la que carecía. Por su parte, el Conquistador continuó su camino y arribó a Cholula al frente de seis mil guerreros tlaxcaltecas, quienes acamparon fuera de la ciudad y lo previnieron de una posible emboscada de los cholultecas. Por esa razón Cortés se adelantó y llevó a cabo una terrible matanza que llegó a oídos de los aztecas. Esto, a la postre, sirvió a los españoles para encontrar abierto el camino de Tenochtitlán, ciudad en la que serían recibidos amistosamente por Moctezuma. Apenas alojado en Tenochtitlán, Cortés hizo prisionero a Moctezuma II, lo que causó gran sorpresa entre los mexicas.

Desde el principio el pueblo azteca vio con malos ojos a los hispanos, y su disgusto estalló en ausencia de Cortés (que había ido al encuentro de Pánfilo de Narváez), cuando Pedro de Alvarado, uno de los capitanes españoles que había permitido la celebración de una fiesta religiosa, intentó despojar a los indígenas de sus joyas y con simples pretextos desencadenó el asesinato de los mexicas, lo que se conoce como la “matanza del templo mayor”.

Cortés se apresuró a regresar a Tenochtitlán, donde lo sorprendió la rebelión. Al darse cuenta de que la serie de asaltos aztecas que venían sufriendo podrían acabar con sus soldados, se decidió a abandonar Tenochtitlán. El 30 de junio de 1520 salió de la ciudad, pero en el momento de la huida fueron descubiertos por los centinelas y los ejércitos aztecas cayeron sobre ellos. Sólo la vanguardia logró evadirse hasta Tlacopan y fue entonces cuando Cortés pudo darse cuenta de la temible derrota sufrida. Esto es lo que se denomina la “noche triste”.

Los españoles huyeron hacia Tlaxcala y en el camino murieron casi todos los aliados tlaxcaltecas que los acompañaban. A su llegada fueron bien recibidos. Allí pudieron reponerse de las heridas y además preparar minuciosamente la campaña con la que sitiarían y destruirían finalmente Tenochtitlán. Permanecieron en las casas de Xicohténcatl y Maxixcatzin, con los que Cortés celebró una alianza militar, haciéndoles muchas promesas si obtenía la victoria.

Los mexicas, mientras tanto, enviaban embajadores a todos los pueblos solicitando ayuda y alianza en contra de los españoles. Ofrecían a cambio perdonarles el pago de tributos y devolverles propiedades. Pero ocurrió que la mayoría de los pueblos se alegraban al contemplar la desgracia de los aztecas, sus tradicionales enemigos. Conocedores de ese sentimiento, los jefes de Tlaxcala se reunieron y decidieron apoyar a los hispanos.

Ya seguro Cortés no sólo de la alianza de los tlaxcaltecas, sino de la de los cholultecas y huexotzincas, inició una serie de campañas a partir de agosto de 1520, apoderándose primero de los señoríos que pertenecían o los aztecas y que rodeaban la ciudad de Tenochtitlán.

Para acabar con el poderío naval azteca, compuesto de miles de canoas que le impedían llegar a Tenochtitlán, resolvió fabricar 13 bergantines o pequeños barcos. La tarea la encomendó al carpintero Martín López, quien los construyó con madera del volcán de la Malinche, en el barrio de Atempan, que en la época colonial se llamara San Buenaventura. Al regresar Cortés a Tlaxcala, después de su triunfal campaña contra los señoríos dependientes de los mexicas, fue informado de la muerte de Maxixcatzin a consecuencia de la viruela, enfermedad que los españoles trajeron a América. En seguida se dispuso a preparar su ataque a la capital azteca: hizo un recuento de su ejército y el señorío tlaxcalteca presentó el suyo, que estaría bajo las órdenes de Cortés. Así desfilaron los cuatro señores principales con sus escudos y estandartes, acompañados de flecheros, músicos y pajes. Más de 20 mil guerreros indígenas se unieron a los españoles en la conquista de Tenochtitlán. A orillas del lago de Texcoco, otro gran número de tlaxcaltecas transportaron durante cuatro días las piezas de los bergantines. Al mismo tiempo, la división tlaxcalteca, bajo las órdenes de Xicohténcatl hijo, y de Calmecahua, marchó de Texcoco a Tenochtitlán. Fue entonces cuando ahorcaron a Xicohténcatl.

Finalmente, después de una cruel lucha y un largo sitio, cayó Tenochtitlán, el 13 de agosto de 1521. Allí tuvieron una actuación destacada los generales tlaxcaltecas Cuamatzin, señor de Contla, Tolinpanecatl, de Tepeyanco, y Acxotecatl, de Atlihuetzía.

Los Comienzos de la Colonia

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