Arturo Prat
Plantilla:GP Agustín Arturo Prat Chacón (*Hacienda San Agustin de Puñual, Ninhue, 4 de abril de 1848 - † Iquique, 21 de mayo de 1879) Máximo héroe naval chileno.Participó en los años 1860 en la guerra contra España en varios enfrentamientos navales importantes -- incluyendo batallas en Papudo (1865), una ciudad costera al norte de Valparaíso, y en Abtao (1866). Durante la Guerra del Pacífico, comandó el Esmeralda en la batalla naval de Iquique.
El nombre de Prat se conmemora en plazas, calles, y otras estructuras en Chile y su retrato aparece en los billetes de 10.000 pesos chilenos.
La familia
El origen de los Prat se encuentra en la región española de Cataluña. Allí vivía Isidro Prat Camps, bisabuelo del héroe, labrador de la tierra, quien tuvo cuatro hijos: José, Narciso, Ignacio y Pedro. Ignacio, nacido en 1770, se inclina por el comercio, convirtiéndose en un exportador de géneros, que envía principalmente a La Plata, Argentina. En estas circunstancias, Ignacio Prat, por razones que aún se desconocen, se trasladó a Chile, formando familia el año 1811 al casarse con doña Agustina del Barril.
Tuvieron juntos cuatro hijos, de los cuales sólo dos los sobrevivirían, Agustín y Clara. El primero de éstos se transformó en comerciante, abriendo una tienda en la capital, en donde conocería a doña Rosario Chacón Barrios, con quien contraería matrimonio en 1838.
La familia materna de Arturo Prat era muy numerosa. Su patriarca fue Pedro Chacón, abuelo del héroe, que participó en la revolución de la Independencia, del exilio durante la Reconquista, convirtiéndose en pipiolo durante la Anarquía, mientras mantenía su tienda de telas y ropas. Contrajo matrimonio con doña Concepción Barrios, originaria de la hacienda San Agustín (donde nacería posteriormente su nieto), teniendo un total de veinte hijos, entre los cuales se cuenta a Rosario, esposa de Agustín Prat.
La joven pareja formada por Agustín y Rosario sufrió un desastre, su tienda fue consumida completamente en un incendio y quedaron en la ruina. Tuvieron pues, que abandonar la capital y trasladarse a la hacienda San Agustín de Puñual, a la sazón explotado por Andrés Chacón, hermano de Rosario.
Continuaron viviendo un sino trágico, tres de los hijos de Rosario murieron en la más temprana niñez, y el padre de ellos contrajo una enfermedad incurable (especie de parálisis progresiva), que destruía lentamente a Agustín Prat. Sería en esa hacienda donde verían nacer a su cuarto hijo, Arturo Prat Chacón.
Niñez e infancia
Llevaban los padres de Arturo viviendo juntos una década, cuando el día 4 de abril de 1848 vio por primera vez la luz del mundo Arturo Prat Chacón.
Parecía que el niño estaba condenado al destino de sus demás hermanos. De principio no gritó al nacer, siendo un niño de contextura muy frágil.
Su madre, no obstante, estaba dispuesta a luchar. Confió el destino de su hijo en los trabajos de Silesia Vincent Priessniz, quien llevaba años divulgando las ventajas y virtudes de la Hidropatia y los sudores hidropáticos.
Mientras la madre usaba a fondo el método Priessniz, el padre, don Agustín, fue tentado por el oro californiano, aventurándose con otros chilenos a probar fortuna en los Estados Unidos, aventura que costó la ruina económica, siendo obligado a vender la hacienda, por lo que debieron volver al centro del país.
La familia Prat encontró amparo en una chacra que poseía don Pedro Chacón, en las cercanías de la capital. Allí transcurrieron los años de infancia del futuro héroe.
Para empezar se fue desarrollando físicamente, dejando atrás esa condición casi raquítica y enfermiza, según la descripción de su tío Jacinto. Se le atribuyó el cambio al método Priessniz, pero lo más probable es que fuera resultado del ambiente de la chacra y su afición a los ejercicios físicos.
En 1854 vendió don Pedro su chacra, trasladándose la familia a Santiago, en una modesta casa en la calle Nueva de San Diego (llamada hoy día Arturo Prat).
En 1856 el niño Arturo iniciaba sus estudios en una escuela inaugurada ese año en la misma calle, la cual se conocía como la "Escuela de la Campana" porque tenía una torre con una campana para llamar a las clases.
Alumno de buena conducta, a excepción de pleitos y travesuras propias de la niñez, tenía problemas con las áreas matemáticas, específicamente la aritmética. Pero logró superarla y obtener distinción el año 1856 en lectura, geografía, religión... y aritmética.
Dejó la escuela el 25 de agosto de 1858 y el día 28 de ese mismo mes ingresó a la Escuela Naval.
Juventud de mar
La Escuela Naval
Prat ingresó a la Escuela Naval gracias a las becas creadas por el presidente Manuel Montt Torres para el ingreso a esa institución. Eran dos becas por provincia, una de Arauco toca a Prat, otra a Luis Uribe Orrego. Ambos tenían como apoderado a don Jacinto Chacón (tío de Arturo y padrastro de Uribe), convirtiéndose los dos niños en casi hermanos.
Dirigía la escuela por esos años el francés Juan Julio Feillet, secundado por otro francés, don Anatolio Desmadryl. Forman parte el joven Arturo y su amigo Luis, del llamado “curso de los héroes”, integrado, entre otros, por Carlos Condell de la Haza, Juan José Latorre y Jorge Montt Álvarez.
Su primer año sería irregular en los estudios, distraído, continúan sus dificultades con las matemáticas. Pero al igual que en la escuela, se sobrepone y logra una medalla de plata por sus logros.
En 1859, su segundo año como cadete, los alumnos deben iniciar el aprendizaje náutico. Su primer viaje de instrucción se realizó en el vapor "Independencia" con maniobras de vela y aparejo, para seguir después con las prácticas de marinería y artillería.
En enero de 1860, Arturo Prat aborda por primera vez la “Esmeralda”, nave que será el escenario de su gloria. Sigue su aprendizaje náutico: embarque y desembarque, simulacros de combate y otros. En julio de 1861 egresa de la Escuela Naval, siendo “primera antigüedad” (el mas distinguido del curso). Obtiene el grado de guardiamarina sin examen.
Continuó los viajes de práctica, siempre en la “Esmeralda”, donde ocurrieron hechos dignos de destacar, como el incidente de el “Infernal”.
El “Infernal” era una nave francesa, en donde se almacenaba todo tipo de explosivos y municiones. Por ende, podría hacer honor a su nombre si alguna vez se incendiara. Y esa vez llegó el 1 de octubre de 1861, al aparcar una nube de humo negro sobre la nave, ubicada en la bahía de Valparaíso. Se encontraba allí mismo la “Esmeralda”, que envió inmediatamente botes a aplacar el siniestro. Uno de estos botes era conducido por el guardiamarina Arturo Prat, quien después de dos horas de lucha contra el fuego debió retirarse de la nave con los demás marineros, causándose el daño temido en barcos y edificios aledaños.
Guerra con España
El 21 de julio de 1864 Prat da la prueba de teoría y práctica necesaria para pasar de guardiamarina sin examen a guardiamarina examinado, pasándola destacadamente. Ese mismo año se producían incidentes que desembocarían en la Guerra contra España, detonada por la actitud chilena frente a la ocupación de las islas Cincha (peruanas) por la escuadra española. Declarada la guerra, sería el bautismo de fuego para Prat y sus compañeros.
Comandaba la “Esmeralda” por aquel entonces Juan Williams Rebolledo, quien planeó la recuperación del vapor chileno “Matías Cousiño” y la captura de la goleta española “Covadonga”. El día 26 de diciembre acaeció el Combate Naval de Papudo, el cual rápidamente se inclinó al bando chileno, superior en poder de fuego, quien capturó al barco vencido.
La captura de la “Covadonga” repercutió en que todos los marineros partícipes del acto fueran ascendidos en un grado, convirtiéndose Prat en Teniente 2°.
Con deseos de compensar la derrota de Papudo, la escuadra española buscó otro enfrentamiento con las naves aliadas (a Chile se le sumó en la guerra el Perú y Ecuador).
Los esfuerzos de venganza se realizaron en Chiloé, en el llamado Combate Naval de Abtao, el 7 de febrero de 1866. El combate fue solamente de artillería entre la “Covadonga” y las naves hispanas Villa de Madrid y Blanca, pues las otras naves aliadas quedaron inutilizadas por falta de carbón o por lo rocoso del estuario. Prat servía entonces en la Covadonga, nave que resistió con fortuna el bombardeo hispano. No hubo bajas en los aliados, mientras que los españoles tuvieron dos muertos.
Joven oficial
Tras la guerra, Prat realizó numerosos viajes marítimos, en el interior y el exterior, por ejemplo a Juan Fernández, Isla de Pascua(en la Corbeta Esmeralda al mando de Policarpo Toro), Magallanes y el Perú. Durante este último viaje, realizado en 1868, se encargó de transportar auxilios a los afectados del terremoto de ese mismo año; y luego repatriar los restos de Bernardo O’Higgins, sirviendo a las órdenes de Manuel Blanco Encalada.
El 9 de septiembre Prat se convirtió en Teniente 1°. Entonces el futuro héroe vuelve a la Escuela Naval, pero esta vez como instructor. Desde 1871 sería oficial del detalle (segundo comandante) de la “Esmeralda”, por lo que le correspondían diversos cargos en la escuela (profesor, subdirector, director interino), encomendándosele los cursos de ordenanza naval, derecho, táctica naval, cosmografía, etc. Igualmente tuvo que estacionarse cuatro años (1871-1874) con la corbeta en el puerto de Mejillones. Alcanzó los grados de capitán de corbeta graduado (1873) y efectivo (1874). Fue un esforzado profesor, que luchó contra la falta de recursos del medio para impartir un educación de calidad. Realiza él mismo las traducciones de los libros del francés al español.
Le cupo enfrentar una situación particular a Prat por aquellos años. El 24 de mayo de 1875, se encontraba la “Esmeralda” en Valparaíso, mientras Prat guardaba licencia por estar enfermo. El comandante del barco, Luis Alfredo Lynch, también se encontraba con licencia, estando la nave a cargo del teniente Constantino Bannen. Estalló un violento temporal en la bahía, el “Valdivia” rompió sus amarres y se precipitó a la “Esmeralda”, que por su parte impactó con el “Maipo”. Parecía inevitable el naufragio de la “Esmeralda”, cuando llegaron Prat y Lynch.
Lograron estos ser transportados por los boteros al navío, pero las olas violentas inmovilizaron la embarcación. Arturo Prat se arrojó al agua y nadó hasta el buque subiendo por una cuerda (como lo hiciera instantes antes Lynch), donde trabajó febrilmente con una cuerda atada por la cintura al mástil, para realizar la maniobras de salvataje.
Consistía éste en varar la nave de proa contra la playa y asegurarla allí mediante cordajes. No resultó fácil, pero al fin, se logró la varazón.
Luis Alfredo Lynch recordaría después “la imperturbable serenidad ante el peligro” de Arturo Prat.
La reparación de la “Esmeralda” fue difícil y larga, su costo: 100.000 pesos. Lynch tuvo que enfrentar un sumario en su contra por las responsabilidades que le cabía, pero logró salvarse por un empate en la votación. Durante todo el sumario Arturo Prat siempre fue fiel a su superior apoyándolo en lo que pudo.
Concluidos los exámenes de mayo de 1876, el gobierno chileno realizó algo que en la actualidad suena a locura: cerró la Escuela Naval. Chile no necesitaba más oficiales, bastaba con los exigentes, explicó el gobierno, a solo tres años de la Guerra del Pacífico.
Prat, que dejó a Condell a cargo de la “Esmeralda”, desembarcó y fue nombrado ayudante de la Gobernación Marítima de Valparaíso (por sus estudios de abogado). Era diciembre de 1876, ya era capitán de fragata graduado, pero a la nave de su destino solo volvería una vez iniciada la guerra.
Prat abogado
Los estudios
En 1870 Arturo iniciaría el camino de convertirse en abogado. A Prat siempre le habían interesado las leyes, por lo que decidió obtener un titulo profesional. Se inició con su egreso como alumno libre de Humanidades en el Liceo de Valparaíso y el Instituto Nacional. En el año 1871 consiguió la cédula del bachillerato en Filosofía y Humanidades, requisito para estudiar Derecho, encontrándose entre sus examinadores el reputado historiador Diego Barros Arana.
Al año siguiente empezó los estudios del derecho en propiedad, en la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile, estudiando a bordo de la “Esmeralda“, ese año en Mejillones. Regresado de su misión solicitó ser examinado en Valparaíso, aprobando los ramos requeridos.
En 1875 inicia la práctica de la abogacía, requisito anterior al titulo, en un estudio jurídico porteño.
En julio del año siguiente, Prat aprueba los últimos cursos, está ahora listo para licenciarse, por lo que deberá sortear una cédula entre diversos ramos y dar examen sobre ella. Su cédula es derecho romano, que logra pasar los días 24, 25 y 26 de julio, junto con que lograsen aprobar su memoria “Observaciones a la ley electoral vigente”. Ahora el título está a un solo paso, rendir el examen final ante los jueces de la Corte Suprema.
El 31 de julio de 1876, a las 11.00 horas, un capitán de corbeta con uniforme de gala y espada al cinto atraviesa los pasillos de la Corte Suprema de Justicia; viene a dar su examen final ante los jueces máximos exigido por la ley para ejercer la abogacía.
Pero sorpresivamente, Prat se entera que los jueces han resuelto no oír exámenes ese día. Insistió el novel abogado de que había sido citado para aquel día y que su tiempo como marino era muy limitado, pidiendo una audiencia ante el presidente de la Corte Suprema Manuel Montt Torres. Convenció a éste de que se le dejara examinar, y finalizado el día y junto a los aplausos de los miembros del tribunal, Prat se convierte en abogado, a los 28 años de edad.
Con anterioridad a su examen final, ya Prat había desempeñado las labores de abogado al defender al ingeniero Ricardo Owen, acusado de desobediencia y después a su amigo y compañero Luis Uribe Orrego, acusado del delito de desobediencia y desacato a sus superiores. En la primera ocasión tuvo éxito, pero defendiendo a su amigo no tanto, pues fue condenado por seis votos en contra a seis meses de presidido. Una amnistía del Presidente salvaría a Uribe y a su carrera naval de este destino.
Jurista
Prat ejerció por muy poco tiempo su recién adquirida profesión. Se dedicó principalmente a resolver los problemas legales de los Chacon y los Carvajal, como también problemas relacionados con lo naval.
Aspiró a ser auditor de Marina, pero sólo fue investido como “ayudante” (principalmente debido a su escasa experiencia), encomendándosele los aspectos jurídicos de la Comandancia General de Marina,
Aquí Prat realizó una remodelación completa al sistema legal de la armada, empezando por la Ley de Navegación, presentando 152 modificaciones a ésta, de las cuales gran parte fueron aceptadas. También se encargó de regularizar el tema de los ascensos, para evitar que influyeran las relaciones sociales, los empeños políticos y otras cosas distintas del merito propio y la antigüedad. Prat murió sin ver publicado este código de marina.
“Observaciones a la ley electoral vigente”
Fue éste el libro de tesis de Arturo Prat, el cual contiene pistas acerca de su pensamiento político. Fue escrito en el marco de la promulgación de la nueva ley electoral, durante el gobierno de Federico Errázuriz Zañartu, en el que se establecía la institución de los mayores contribuyentes y el voto acumulativo para los diputados. Prat analiza esta ley según la perspectiva (un tanto ingenua) de que era posible con esta ley avanzar en la libertad electoral. Señala las contradicciones y oscuridades del texto, pero recalca que es una ley “eminentemente liberal”.
Termina diciendo Prat: “buena en el fondo, tiene la necesidad de serias e importantes reformas en materia de reglamentación, si ha de alcanzar el alto objetivo que está a ser destinada: ser garantía eficaz de que el resultado de las urnas sea feliz expresión de la voluntad nacional”.
Como ya se dicho, en el texto se ve las ideas políticas de Prat, de corte netamente liberal (aunque un liberalismo común, “que está en el aire” se podría decir), y de una gran ingenuidad (ni con todas sus indicaciones la ley podría impedir la intervención del ejecutivo).
Hombre de familia
Noviazgo y matrimonio
Acostumbraba don Pedro Chacón a dar una o dos veces por semana alguna tertulia en su casa porteña. Arturo iba a ellas frecuentemente, al igual que lo hacía la cuñada de Concepción Chacón, Carmela Carvajal. En esas alegres tertulias se conocieron y enamoraron ambos, amor que duraría toda una vida. De regreso del viaje que repatrió desde Perú los restos mortales de O’Higgins, trajo Prat regalos para Carmela, un costurero, un abanico, una cruz de plata y un tarjetero de marfil.
La relación era muy obvia pero muy reservada para Prat, se molestaba cuando hacían relación a su noviazgo. Además de la timidez natural, otra de las razones por la que se molestaba Prat era el temor de formalizar una relación para la cual no tenía el dinero conque mantener un matrimonio.
Cuando se enteró de que sería ascendido a capitán de corbeta, se decidió finalmente pedir la mano de Carmela, el año 1873. Un poco posterior a esto, se encuentra la única carta de amor de Prat a su novia llegada hasta nosotros:
- “Mi Carmela, mi vida, mi tesoro, tengo que decirte, incluso el que te adoro cada día con mas vehemencia, no lo hago ahora porque temo empeorarme. Recibe el corazón apasionado de tu Arturo”.
El 5 de mayo de 1873 tocaban las campanas nupciales en la iglesia San Agustín de Valparaíso. Se tendió una preciosa alfombra roja, por la que paso la radiante novia de 22 años, huérfana de madre y padre desde niña, crecida al amparo de sus hermanos que la relacionaron con la familia Chacón, que la adoptó como una más de la familia. Alta, esbelta y bella, se encontró con un Arturo Prat robusto, de amplia frente por su calvicie, espesa barba y de paso firme. Los bendijo el clérigo José Francisco Salas, a las 10.30 horas. Eran ya marido y mujer.
Su relación de cónyuges fue basada en un amor que no se extinguió ni un solo momento durante los seis años que alcanzaron a vivir juntos. Prat trataba a su mujer como una igual, como una compañera (algo difícil de encontrar en la época decimonónica), encargándole por ejemplo del presupuesto familiar, y él mismo haciéndose cargo de algunos de los problemas domésticos: “A cada momento me parece que te veo rendida de mecer a nuestra hija, sin que a tu lado esté y compartir, aunque sea en pequeño, tus trabajos...”.
Primera alegría y primera tragedia
Los recién casados pasaron su luna de miel en Quillota, desde donde se dirigían a las Termas de Cauquenes. Después, el esposo regresó a Valparaíso, para retomar sus deberes navales. Sólo en octubre se reuniría de nuevo con su mujer.
Para esa fecha, Carmela estaba embarazada de su primera hija. Prat anotó para el acontecimiento del nacimiento de su hija:
- “El 5 de marzo nació Carmela de la Concepción a las 9.35 AM, en circunstancias que el día anterior me había ido yo a Santiago... El 5 de abril fue bautizada en la Parroquia del Espíritu Santo, siendo los padrinos la Conchita con José Jesús...”
- “Se me figura que ha de estar muy viva, risueña, juguetona... Anoche soñé con ella y parecía que me conocía y aunque con carita un poco afligida, me echaba los bracitos al cuello...”
Pero al igual que los malogrados hermanos mayores de Prat, la niña heredó una contextura en extremo frágil y enfermiza. Arturo le escribe a Carmela: “Continúa usando la homeopatía para mi hijita y avísame luego que esté sana”. Tenía, sin duda, la esperanza que el método que (supone él) le curó su condición endeble, hiciera las mismas maravillas en Carmelita.
Pero no funcionaba, la vida de la niña se iba extinguiendo cada día más, para desesperación de una madre impotente y un padre desesperado en la plegaria.
- “¡Pobre angelito!, ya no puedo verla, al menos quiero que este sana”.
El problema de Carmelita, una hernia causada por el retiro del cordón umbilical, al que se le agregaban diferentes males (diarrea, fiebre, etc.).
Para desesperación de Prat, al término de su estación anual, debe ser transportado al centro del país por el “Abtao”, que no llega. El domingo 13 de diciembre finalmente llega el vapor y le escribe a su mujer: “Luego pues te voy a ver, como también a mi hijita que espero que este completamente sana...”
Pero la niña había muerto hacía una semana, el día 5. Al anochecer le llega una carta desoladora de su mujer: “Arturo de mi corazón: nuestro querido angelito sigue mal; siento que mi corazón desfallece de dolor y tú no estás para sostenerme... Si te fuera posible venirte, sería mi único consuelo. No desesperes mi bien, piensa en tu infeliz Carmela”
Más desesperación para Prat, el vapor no podrá salir hasta el día 18.
Todas sus esperanzas fueron destruidas en el viaje, con una esquela de pésame, entregada en algún puerto intermedio, firmada por Juan José Latorre.
Anotó Arturo, al pie de la carta anterior de Carmela: “El 5 de diciembre, a las 1 horas 3 minutos de la noche, murió mi hija Carmela de la Concepción. Esta carta es la destinada a anunciármelo, la amargura que revela debiera habérmelo hecho comprender, pero tan dulce es la esperanza”.
Cuando estalló la guerra, fue designado ayudante de la Comandancia General de Marina, puesto que Prat rechazaba.
Cuando don Rafael Sotomayor Baeza debió ir a Antofagasta con instrucciones del Gobierno, solicitó un ayudante, siendo designado Arturo Prat. Estando ambos embarcados en el blindado «Blanco Encalada», fue designado para notificar el bloqueo de Iquique a sus autoridades, lo que realizó sin amilanarse de la actitud hostil de sus pobladores.
Se le asignó el mando de la «Covadonga». El 3 de mayo la corbeta «Abtao», al mando del Capitán de Corbeta Carlos Condell de la Haza y la «Covadonga», al mando de Arturo Prat, zarparon a Iquique recalando en ese puerto el día 10 de mayo.
Para dar cumplimiento al plan concebido por el Almirante Juan Williams Rebolledo, de atacar a la escuadra peruana en el puerto de El Callao, éste designó como Comandante de la «Abtao» a Manuel Thompson, que comandaba en ese momento la corbeta «Esmeralda», siendo reemplazado por Arturo Prat y designando Comandante de la «Covadonga» a Carlos Condell de la Haza.
El 16 de mayo, la Escuadra zarpó a El Callao con el plan de sorprender a los buques peruanos, pero ese mismo día zarpaban desde ese puerto el monitor «Huascar» con la fragata blindada «Independencia», con destino a Arica, con el objeto de llevar refuerzos, armamento, municiones y vituallas, cruzándose ambas escuadras, sin avistarse.
El día 21 de mayo de 1879, en la mañana, al despejarse la neblina, el vigía de la «Covadonga» gritó: “¡Humos al norte!”. Eran la Independencia y el Huáscar. Carlos Condell de la Haza avisó a Prat y éste, al ver la diferencia de potencial entre ellos y su enemigo, pronunció ante sus compañeros de armas su famosa arenga:
- "Muchachos, la contienda es desigual, pero, ánimo y valor. Nunca se ha arriado nuestra bandera ante el enemigo y espero que no sea ésta la ocasión de hacerlo. Por mi parte, os aseguro que mientras yo viva, esa bandera flameará en su lugar y si yo muero, mis oficiales sabrán cumplir con su deber"
La Esmeralda era entonces una vieja corbeta de madera de 850 toneladas y 200 caballos de fuerza, con 8 cañones de 40, 4 de 30 y 2 de 6 libras. Al iniciarse la acción, Prat ordenó a Condell seguir sus aguas, sin embargo Condell ignoró esta orden y siguió al transporte Lamar que izó bandera norteamericana y huyó al sur. El monitor “Huáscar”, en cambio, pesaba 1.130 toneladas, blindaje de 4 ½ pulgadas, 2 cañones de 300 libras de avéncarga, ubicados en la torre giratoria, y 11 millas de velocidad a su máxima capacidad.
El Almirante Miguel Grau Seminario capitán del «Huáscar», encomendó a la Independencia la persecución de la «Covadonga», mientras él acababa con la “Esmeralda”. Prat rápidamente posicionó ésta al frente de la costa, a 200 metros de ella, obligando al “Huáscar” a disparar por elevación para no dañar al pueblo peruano que se reunió para avistar el combate. Grau, informado erróneamente que la Esmeralda estaba rodeada de torpedos, se detuvo a 600 metros de ella y empezó a disparar con sus cañones de 300 libras, sin lograr darle durante hora y media, a lo que le contestaba la tripulación chilena con sus cañones de 30 libras y fuego de fusilería, impactos que rebotan sobre la coraza blindada del Huáscar.
En la costa, los peruanos instalaron una batería de cañones de 9 libras, y empezaron a bombardear al barco chileno, al que le llegó una granada de tierra que mató a tres hombres. Prat ordenó mover el barco, que se posicionó a 1.000 metros al norte de la ciudad y a 250 de tierra, donde duraría hasta su hundimiento.
A las 11.30 Grau ordenó espolonear la Esmeralda. El monitor retrocedió para tomar impulso y se lanzó sobre la corbeta.
Al dar el espolonazo, Prat, con espada en mano, grito: “¡Al abordaje muchachos!”, grito que por el estruendo del choque sólo lo escuchó el sargento Juan de Dios Aldea quien salta junto a Prat junto con un marinero de nombre Arsenio quien resbala al momento del retroceso del monitor, el sargento Aldea recibe una descarga de fusilería que lo deja agónico, solo sigue Prat, la marinería peruana contemplaba atónita la escena de coraje.
Llegado a la cubierta avanzó hacia la torre de mando, pero fue alcanzado por un disparo. Mas logró sostenerse sobre su rodilla, pero un marinero salido de la torre de artillería lo fulminó con un tiro en la frente.
Desde la “Esmeralda” se vio con horror el sacrificio de su jefe, y al realizar Grau un segundo espolonazo, Ignacio Serrano gritó nuevamente “¡al abordaje!”, subiendo él y diez hombres a la cubierta del Huascar, pero fueron acribillados a balazos por los marinos del monitor.
Un tercer espolonazo marcó la sentencia de muerte de la nave, que se hundía de forma irremediable, mas, el pabellón chileno fue lo último que tocó el mar. Eran ya las 12.10 de la tarde.
Luego del combate, el Almirante Grau ordeno que los objetos personales de Prat, diario personal, uniforme, espada entre otros sean devueltos a la viuda de Prat. Junto con ellos, Carmela Carvajal recibió una carta del Almirante peruano
En la rada de Iquique, ese día, Chile perdió un viejo buque de madera, pero la muerte de Prat permitió movilizar a la población chilena en torno a la causa común de la guerra, y esto sería a la postre uno de los factores de la victoria chilena en la Guerra del Pacífico.
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Bibliografía
- Gonzalo Bulnes, “Guerra del Pacífico”, tres tomos, Sociedad Imprenta Litografía Universo, Valparaíso, 1911.
- Gonzalo Vial Correa, “Arturo Prat”, Editorial Andrés Bello, Santiago, 1995
- Bernardo Vicuña, Biografía completa de Arturo Prat , Valparaíso : Impr. del Mercurio, 1879.