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Acoso escolar

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El acoso escolar puede ser físico (golpes).

El acoso escolar (también conocido como hostigamiento escolar, matonaje escolar, maltrato escolar o en inglés school bullying) es cualquier forma de maltrato psicológico, verbal o físico producido entre estudiantes de forma reiterada a lo largo de un tiempo determinado tanto en el aula, como a través de las redes sociales, con el nombre específico de ciberacoso.[1]​ Estadísticamente, el tipo de violencia dominante es el emocional y se da mayoritariamente en la clase y en los patios escolares. Los protagonistas de los casos de acoso escolar suelen ser niños cara de poto y niñas en proceso de entrada en la adolescencia, siendo ligeramente mayor el porcentaje de niñas en el perfil de víctimas de los caras de poto.[cita requerida]

El acoso escolar es una forma característica y extrema de violencia escolar.

El acoso escolar es una especie de tortura, metódica y sistemática, en la que el agresor sume a la víctima, a menudo con el silencio, la indiferencia o la complicidad de otros compañeros.[2]

Este tipo de violencia escolar se caracteriza, por tanto, por una reiteración encaminada a conseguir la intimidación de la víctima, implicando un abuso de poder en tanto que es ejercida por un agresor más fuerte (ya sea esta fortaleza real o percibida subjetivamente) que aquella. El sujeto maltratado queda, así, expuesto física y emocionalmente ante el sujeto maltratador, generándose como consecuencia una serie de secuelas psicológicas (aunque estas no formen parte del diagnóstico); es común que el acosado viva aterrorizado con la idea de asistir a la escuela y que se muestre muy nervioso, triste y solitario en su vida cotidiana. En algunos casos, la dureza de la situación puede acarrear pensamientos sobre el suicidio e incluso su materialización, consecuencias propias del hostigamiento hacia las personas sin límite de edad.

Suelen ser más propensos al acoso escolar aquellos niños que poseen diversidad funcional, entre las cuales se pueden contar el síndrome de Down, el autismo, síndrome de Asperger, síndrome de Tourette, etc.[3]

Tipos de acoso social

Los profesores Iñaki Piñuel Zabala y Araceli Oñate han descrito hasta nueve modalidades de acoso escolar, con la siguiente incidencia entre las víctimas:[4]

  1. Bloqueo social (29,4%)
  2. Hostigamiento (20,9%)
  3. Manipulación (19,9%)
  4. Coacciones (17,4%)
  5. Exclusión social (16,0%)
  6. Intimidación (14,2%)
  7. Agresiones (12,8%)
  8. Amenazas (9,3%)
  9. Ciberacoso

Bloqueo social

Agrupa las acciones de acoso escolar que buscan bloquear socialmente a la víctima. Todas ellas buscan el aislamiento social y su marginación impuesta por estas conductas de bloqueo.

Son ejemplos las prohibiciones de jugar en un grupo, de hablar o comunicar con otros, o de que nadie hable o se relacione con él, pues son indicadores que apuntan un intento por parte de otros de quebrar la red social de apoyos del niño.

Se incluye dentro de este grupo de acciones el meterse con la víctima para hacerle llorar. Esta conducta busca presentar al niño socialmente, entre el grupo de iguales, como alguien flojo, indigno, débil, indefenso, estúpido, llorica, etc.[5]​ El hacer llorar al niño desencadena socialmente en su entorno un fenómeno de estigmatización secundaria conocido como mecanismo de chivo expiatorio. De todas las modalidades de acoso escolar es la más difícil de combatir en la medida que es una actuación muy frecuentemente invisible y que no deja huella. El propio niño no identifica más que el hecho de que nadie le habla o de que nadie quiere estar con él o de que los demás le excluyen sistemáticamente de los juegos.

Hostigamiento

Agrupa aquellas conductas de acoso escolar que consisten en acciones de hostigamiento y acoso psicológico que manifiestan desprecio, falta de respeto y desconsideración por la dignidad del afectado.[5]​ El desprecio, el odio, la ridiculización, la burla, el menosprecio, los motes, la crueldad, la manifestación gestual del desprecio, la imitación burlesca son los indicadores de esta escala.

Manipulación social

Agrupa aquellas conductas de acoso escolar que pretenden distorsionar la imagen social del niño y “envenenar” a otros contra él. Con ellas se trata de presentar una imagen negativa, distorsionada y cargada negativamente sobre la víctima.[5]​ Se cargan las tintas contra todo cuanto hace o dice la víctima, o contra todo lo que no ha dicho ni ha hecho. No importa lo que haga, todo es utilizado y sirve para inducir el rechazo de otros. A causa de esta manipulación de la imagen social de la víctima acosada, muchos otros niños se suman al grupo de acoso de manera involuntaria, percibiendo que la víctima merece el acoso que recibe, incurriendo en un mecanismo denominado “error básico de atribución”.

Coacción

Agrupa aquellas conductas de acoso escolar que pretenden que la víctima realice acciones contra su voluntad. Mediante estas conductas quienes acosan al niño pretenden ejercer un dominio y un sometimiento total en contra de su voluntad.

El que la víctima haga esas cosas contra su voluntad proporciona a los que fuerzan o tuercen esa voluntad diferentes beneficios, pero sobre todo poder social. Los que acosan son percibidos como poderosos, sobre todo, por los demás que presencian el doblegamiento de la víctima. Con frecuencia las coacciones implican que el niño sea víctima de vejaciones, abusos o conductas sexuales no deseadas que debe silenciar por miedo a las represalias sobre sí o sobre sus hermanos.

Exclusión social

Agrupa las conductas de acoso escolar que buscan excluir de la participación al niño acosado. El “tú no”, es el centro de estas conductas con las que el grupo que acosa segrega socialmente al niño. Al ningunearlo, tratarlo como si no existiera, aislarlo, impedir su expresión, impedir su participación en juegos, se produce el vacío social en su entorno.

Intimidación

Agrupa aquellas conductas de acoso escolar que persiguen amilanar, amedrentar, apocar o consumir emocionalmente al niño mediante una acción intimidatoria. Con ellas quienes acosan buscan inducir el miedo en el niño. Sus indicadores son acciones de intimidación, amenaza, hostigamiento físico intimidatorio, acoso a la salida del centro escolar.

Amenaza a la integridad

Agrupa las conductas de acoso escolar que buscan amilanar mediante las amenazas contra la integridad física del niño o de su familia, o mediante la extorsión.

Causas

El agresor: características psicológicas y entorno familiar

Aunque el acosador escolar no tiene por qué padecer ninguna enfermedad mental o trastorno de la personalidad grave, presenta normalmente algún tipo de psicopatología. Fundamentalmente, presenta ausencia de empatía y algún tipo de distorsión cognitiva.[6]​ Generalmente suele ser una persona que ha visto violencia con regularidad, se acostumbra a ella o en su casa sus familiares se tratan agresivamente y lo tratan inadecuadamente a él.

La carencia de empatía explica su incapacidad para ponerse en el lugar del acosado y ser insensible al sufrimiento de este y que puede llegar al suicidio.

El entorno escolar

Se puede dar el caso de que la ausencia en clase (o, en general, en el centro educativo) de un clima adecuado de convivencia pueda favorecer la aparición del acoso escolar. La responsabilidad al respecto oscila entre la figura de unos profesores que no han recibido una formación específica en cuestiones de intermediación en situaciones escolares conflictiva, y la disminución de su perfil de autoridad dentro de la sociedad moderna.

Evolución de los casos de acoso escolar

El objetivo del acoso escolar es intimidar, apocar, reducir, someter, aplanar, amedrentar y consumir, emocional e intelectualmente, a la víctima, con vistas a obtener algún resultado favorable para quienes acosan o satisfacer una necesidad imperiosa de dominar, someter, agredir, y destruir a los demás que pueden presentar los acosadores como un patrón predominante de relación social con los demás.

En ocasiones, el niño que desarrolla conductas de hostigamiento hacia otros busca, mediante el método de «ensayo-error», obtener el reconocimiento y la atención de los demás, de los que carece, llegando a aprender un modelo de relación basado en la exclusión y el menosprecio de otros.

Con mucha frecuencia el niño o niña que acosa a otro compañero suele estar rodeado muy rápidamente de una banda o grupo de acosadores que se suman de manera unánime y gregaria al comportamiento de hostigamiento contra la víctima. Ello es debido a la falta de una autoridad exterior (por ejemplo, un profesor, un familiar, etc.) que imponga límites a este tipo de conductas, proyectando el acosador principal una imagen de líder sobre el resto de sus iguales seguidores.

A menudo la violencia encuentra una forma de canalizarse socialmente, materializándose en un mecanismo conocido de regulación de grupos en crisis: el mecanismo del chivo expiatorio.[7]​ Destruir al que no es seguidor, al que se resiste, al diferente, al que sobresale académicamente, al imbuido de férreos principios morales, etc.

Consecuencias

El acoso escolar al igual que otras formas de maltrato psicológico produce secuelas biológicas (expresión de genes) y mentales. Especialistas del Centro de Estudios sobre el Estrés Humano (CSHS por sus siglas en inglés) del Hospital Louis-H. Lafontaine de Canadá sugieren que las víctimas acosadas son más vulnerables a padecer problemas mentales como trastorno por estrés postraumático,[8]depresión y trastornos del ánimo a medida que envejecen.[9]

Acoso escolar homofóbico

El acoso escolar homofóbico se refiere a cualquier clase de daños hacia las personas, tanto psicológico como físico y moral, por tener o aparentar tener una orientación sexual diferente a la que debería tener por su sexo. La violencia escolar está definida por obstáculos y aislamientos, como recoge Ángela Gabàs Gasa en El fenómeno de la exclusión social,[cita requerida] indicando que «los obstáculos que encuentran determinadas personas para participar plenamente en la vida social, viéndose privadas de alguna o varias de las opciones consideradas como fundamentales para su desarrollo humano».

Prevención

Se estima que la intervención simultánea sobre factores individuales, familiares y socioculturales, es la única vía posible de prevención del acoso escolar.[10]​ La prevención se puede realizar en distintos niveles.

La prevención primaria es la responsabilidad de los padres, de la sociedad en conjunto y de los medios de comunicación (en forma de autorregulación respecto de determinados contenidos).[11]​ Dentro de la institución, se considera prevención primaria a todas las acciones que buscan mejorar la convivencia y el clima del centro como el empleo de la mediación, y el uso de un código de disciplina positiva para la resolución de conflictos.[12]

La prevención secundaria consiste en adoptar medidas concretas sobre la población de riesgo, esto es, los adolescentes (fundamentalmente, promover un cambio de mentalidad respecto a la necesidad de denuncia de los casos de acoso escolar aunque no sean víctimas de ellos), y sobre la población directamente vinculada a esta, el profesorado (en forma de formación en habilidades adecuadas para la prevención y resolución de conflictos escolares).

Por último, una prevención terciaria está formada por las medidas de ayuda a los protagonistas de los casos de acoso escolar. Los centros educativos deben contar con protocolos de actuación establecidos para las situaciones de bullying, a la vez que deben promover programas y campañas de prevención e intervención, para reforzar la capacidad de detectar y/o actuar frente a casos de bullying.[13]

La ayuda se puede agrupar en información para padres,[14]​ profesores[15]​ y alumnos.[16]

A nivel institucional, en informes presentados por el Banco Mundial en 2014, se recomienda impartir programas de estudios a maestros y personal administrativo en escuelas para promover la equidad y detectar abusos. Igualmente, el conocimiento de códigos de conducta y el adiestramiento en cómo atender a los estudiantes expuestos ante el acoso, incluyendo módulos sobre la prevención del acoso sexual y la discriminación.[17]

Véase también

Referencias

  1. García-Allen, Jonathan. «Los 5 tipos de acoso escolar o». Psicologiaymente.net. Consultado el 4 de diciembre de 2016. 
  2. José Sanmartín, "Violencia y acoso escolar", pág. 13.
  3. http://espanol.stopbullying.gov/en-riesgo/grupos/necesidades-especiales/rmj/%C3%ADndice.html
  4. Cf. el trabajo de Iñaki Piñuel y Araceli Oñate (2007).
  5. a b c Ruth, Rosental (3 de marzo de 2014). Bullying. Metodología práctica Rosental. Editorial Dunken. ISBN 9789870273011. Consultado el 28 de febrero de 2018. 
  6. Carranza, Juan Bosco Abascal (2012-10). Solo Quien Se Siente Amado Puede Ser Educado: Lecturas de Apoyo Para Los Talleres Impartidos Por Reingeniería de Valores Universales S (en inglés). Palibrio. ISBN 9781463338756. Consultado el 28 de febrero de 2018. 
  7. Rocha, João Cezar de Castro (24 de marzo de 2017). ¿Culturas shakespearianas?: Teoría mimética y América Latina. ITESO. ISBN 9786078528134. Consultado el 10 de marzo de 2018. 
  8. «Los adolescentes que son víctimas de acoso escolar pueden sufrir traumas prolongados». Consultado el 2 de mayo de 2013. 
  9. «El acoso escolar deja huella en los genes». Consultado el 2 de mayo de 2013. 
  10. Lloret, Fernando Rodes; Olmos, Carlos Enrique Monera; Bravo, Mar Pastor (13 de junio de 2011). Vulnerabilidad infantil: Un enfoque multidisciplinar. Ediciones Díaz de Santos. ISBN 9788499690216. Consultado el 28 de febrero de 2018. 
  11. Ferrer, Fátima Pérez; Vallejo, Ana María Pérez (2016). Bullying, ciberbullying y acoso con elementos sexuales: desde la prevención a la reparación del daño. Dykinson. ISBN 9788490859476. Consultado el 28 de febrero de 2018. 
  12. Lavilla Cerdán, Luis (2011). «BULLYING: ESTRATEGIAS DE PREVENCIÓN». Pedagogía Magna. Consultado el 6 de septiembre de 2020. 
  13. «ESTRATEGIAS PARA LA PREVENCIÓN DEL ACOSO ESCOLAR». 
  14. «Copia archivada». Archivado desde el original el 2 de noviembre de 2013. Consultado el 29 de octubre de 2013. 
  15. «Copia archivada». Archivado desde el original el 2 de noviembre de 2013. Consultado el 29 de octubre de 2013. 
  16. «Copia archivada». Archivado desde el original el 2 de noviembre de 2013. Consultado el 29 de octubre de 2013. 
  17. Gennari, Floriza; McCleary-Sills, Jennifer; Arango, Diana; Hidalgo, Nidia (2014). Violence Against Women and Girls : Education Sector Brief.. Banco Mundial. Consultado el 15 de diciembre de 2018. 

Bibliografía

  • Piñuel, Iñaki; Oñate, Araceli (2006). Test AVE, Acoso y Violencia Escolar. Madrid: TEA Ediciones. ISBN 9788471748584. 
  • Piñuel, Iñaki; Oñate, Araceli (2007). Mobbing escolar: violencia y acoso psicológico contra los niños. Madrid: CEAC. ISBN 9788432917219. 
  • Piñuel, Iñaki; Oñate, Araceli (2007). Acoso y violencia escolar en España: Informe Cisneros X. Madrid: IIEDDI - Instituto de Innovación Educativa y Desarrollo Directivo. ISBN 9788461148424. 
  • Sanmartín, José (Septiembre de 2007). «Violencia y acoso escolar». Mente y Cerebro (Barcelona: Prensa Cientifica) (26): 12-19. ISSN 1695-0887. OCLC 926601544. 

Enlaces externos