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Julio Herrera y Obes

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Julio Herrera y Obes

Herrera y Obes con la banda presidencial


16.° Presidente Constitucional de Uruguay
1 de marzo de 1890-1 de marzo de 1894
Predecesor Máximo Tajes
Sucesor Duncan Stewart


Ministro de Gobierno
1886-1890
Presidente Máximo Tajes
Predecesor José Pedro Ramírez
Sucesor Juan Alberto Capurro


Canciller de la República
31 de julio de 1872-8 de septiembre de 1872
Presidente Tomás Gomensoro
Predecesor Ernesto Velazco
Sucesor Gregorio Pérez Gomar

Información personal
Nombre de nacimiento Julián Basilio Herrera y Obes Martínez Ver y modificar los datos en Wikidata
Nacimiento 9 de enero de 1841 Ver y modificar los datos en Wikidata
Montevideo (Uruguay) Ver y modificar los datos en Wikidata
Fallecimiento 6 de agosto de 1912 Ver y modificar los datos en Wikidata
Montevideo (Uruguay) Ver y modificar los datos en Wikidata
Nacionalidad Española y uruguaya
Familia
Padres Bernabela Martínez y Álvarez
Manuel Herrera y Obes
Cónyuge Elvira Reyes
Información profesional
Ocupación Abogado, periodista, político
Partido político Partido Colorado

Julián Basilio Herrera y Obes Martínez (Montevideo, 9 de enero de 1841 - ídem, 6 de agosto de 1912), conocido como Julio Herrera y Obes, fue un político, abogado, periodista y presidente constitucional uruguayo entre los años 1890 y 1894.

Biografía

Un joven Herrera y Obes

Nacido como Julián Basilio Herrera y Obes Martínez, hijo del político y diplomático Manuel Herrera y Obes y hermano del también político Miguel Herrera y Obes. Acompañó a Venancio Flores, como secretario, en la guerra del Paraguay. Fue ministro de Exteriores con Tomás Gomensoro. Reorganizó el coloradismo apoyándose en el diario El Heraldo. También participó en el diario El Siglo.

Tras la firma de la paz de abril de 1872 que pone fin a la Revolución de las Lanzas y al exclusivismo colorado en el gobierno, dando inicio a la coparticipación política con blancos adquiriendo la Jefatura Política de cuatro departamentos: Cerro Largo (que incluía parte de Treinta y Tres), Florida, Canelones y San José (que incluía el de Flores); jóvenes provenientes de ambas divisas tradicionales retoman las ideas planteadas por Andrés Lamas tras la Guerra Grande, dejar de lado el caudillismo y crear entidades políticas programáticas: el conocido "principismo". Los principistas colorados Julio Herrera y Obes y José Pedro Ramírez intentaron marcar un perfil político sin apartarse del Partido Colorado: se proclamaron colorados, pero comenzaron a actuar desde el llamado "Club Libertad" coordinando propuestas acordes a un programa político junto a otros principistas.[1]

Como colorado principista, apoyó al gobierno del presidente José Ellauri, pero tras el golpe de Estado del 15 de enero de 1875 del coronel Lorenzo Latorre y la instalación en la presidencia de Pedro Varela, fue desterrado junto con otros políticos principistas en la barca Puig, con destino a La Habana, donde las autoridades negaron su llegada, y de allí pasó a Estados Unidos. Viaja a Buenos Aires, donde organizó la oposición al gobierno de Lorenzo Latorre (1876-1880) participando en la Revolución Tricolor que fracasó.

Grabado de persona ilustre

Finalizado el período de Latorre regresa a Montevideo en 1880.

En esos tiempos la oposición liberal y principista colorada se dividió en dos: los que reivindicaban la tradición colorada organizaron el "Partido Liberal", liderada por el mismo Julio Herrera y Obes; mientras que otro sector encabezado por José Pedro Ramírez se unió a liberales de origen blanco para crear un partido programático que rompiera con las divisas tradicionales: el Partido Constitucional.

Durante la presidencia del militar Máximo Santos (1882-1886), Herrera y Obes lideró la oposición colorada al gobierno y contra la intención de Santos de construir un "Gran Partido Colorado" (el proyecto santista de unificar la divisa colorada para que funcione como la base del poder político de su gobierno).[1]

En 1886, Santos logra mantenerse en el poder como presidente interino tras una maniobra que incluyó la creación del departamento de Flores y la renuncia de Francisco Vidal Silva, pero ese mismo año, luego de un atentado que casi le cuesta la vida, Santos accedió a negociar con José Pedro Ramírez la integración de un "gabinete de conciliación" con fuerte presencia del Partido Constitucional. En noviembre de ese año la Asamblea General elige como presidente al Máximo Tajes, iniciando la transición al civilismo.[1]

Máximo Tajes designa a Herrera y Obes como ministro de Gobierno, teniendo un rol clave en la transición del militarismo al civilismo desarticulando las fuerzas del Ejército leales a Santos y creando el clima que permite el resurgir de los partidos al panorama político. Además, tanto Lorenzo Latorre como Santos, este último senador electo, fueron proscritos y desterrados sin más acusaciones que la de representar un riesgo de conmoción interna y agitación pública.[1]

De esta manera, en 1890 logra unificar el Partido Colorado integrando en sus filas a aquellos que habían participado en el régimen santista y, tras lograr un acuerdo con parte del Partido Nacional, es elegido por la Asamblea General como presidente del Uruguay. Presidente civil, da fin al militarismo y se da inicio una nueva etapa denominada Civilismo.

Esto debido a que Herrera y Obes aprovechó su cargo de ministro de Gobierno durante la presidencia de Tajes para impulsar su propia candidatura presidencial. Además de controlar los registros cívicos, presionó para que la primera gran Convención del Partido Colorado rechazara un acuerdo impulsado por el Partido Constitucional y el Partido Nacional con el fin de formar listas de "conciliación" y depurar el padrón electoral antes de las elecciones legislativas de 1887. El fracaso del acuerdo provocó la abstención de los constitucionalistas liderados por José Pedro Ramírez, pero la fracción "evolucionista" del Partido Nacional aceptó integrarse a las listas oficialistas a pesar del predominio colorado. Durante el resto del gobierno de Tajes, Herrera intervino abiertamente en los comicios de los colegios electorales departamentales encargados de votar los miembros del Senado, y se aseguró el control de la Asamblea General que debía seleccionar el próximo presidente, resultando finalmente que sea electo.[1]

Fotografía de Herrera y Obes

Después de su presidencia, como Senador, se opuso al Pacto de la Cruz de 1897 y fue expatriado. Regresó en 1903. Pese a su pobreza, rechazó dignamente una pensión graciable del gobierno de Claudio Williman.

Fue pareja de Elvira Reyes del Villar, pero nunca se casaron.[2][3]

Falleció el 6 de agosto de 1912.

Presidencia de la República

El 1 de marzo de 1890 asume como presidente, dando fin al período conocido como Militarismo. Así, comienza una etapa conocida como "Civilismo" en la que se dio el retorno completo de los civiles al ejercicio del poder.

Herrera y Obes, primer jefe civil del Partido Colorado, llevó a la unificación del partido (él provenía de sectores principistas) integrando en sus filas a aquellos que habían participado en el régimen de Máximo Santos y logró realizar un acuerdo electoral con parte del Partido Nacional que le permitió ser elegido presidente por la Asamblea General.[1]

El civilismo, marcado fuertemente por la presidencia de Herrera y Obes y su sucesor, Juan Idiarte Borda, estuvo caracterizado en el aspecto político por el predominio de un sector aristocrático del Partido Colorado (el "Colectivo") y, debido a la modernización ocurrida en el militarismo, a la instalación de un Poder Ejecutivo fuerte.

El Civilismo, generado en la transición desde el militarismo por el presidente Máximo Tajes (presidencia en la que Herrera y Obes fue ministro de Gobierno), estuvo marcado por la presidencia de Herrera y Obes que desarrolló el "Colectivismo" (por el "Colectivo"). Así se llamó a la tendencia por la cual los integrantes de este sector de "la Colectividad", se aseguraron el control sucesivo de la presidencia. Esto no solo dejaba afuera a los blancos, sino que también desplazó a otros sectores del Partido Colorado, como el liderado por José Batlle y Ordóñez.[4]​ Además, los colectivistas estaban convencidos de que la política solo podía ser llevada adelante por algunos sectores de la población. Desconfiaban de la capacidad de los sectores populares para llevar adelante las acciones adecuadas.[4]

En el plan político la presidencia de Herrera y Obes desarrolló una influencia fuerte del Poder Ejecutivo que lo llevó a dirigir el colectivismo y este exclusivismo colorado, para esto se sostuvo la “influencia directriz”,[5]​ para designar a su sucesor dentro de su sector específico. Herrera seleccionó a Idiarte Borda, que fue un presidente continuistas de sus políticas provocando el alzamiento de Aparicio Saravia en 1897.[4]​El levantamiento de Saravia inició una guerra civil que concluyó con un acuerdo de paz que garantizaba la coparticipación de los blancos en el gobierno, acabando así con el exclusivismo colorado en años posteriores.[6]

Plano educativo

En el año 1891 desde el Poder Ejecutivo mandó un mensaje al Parlamento afirmando que el gobierno "ha declarado oficial la doctrina y los textos espiritualistas". Esto en referencia a la intervención realizada por el gobierno a la Universidad de la República para imponer en la cátedra de Filosofía las visiones espiritualistas, en un contexto de auge del materialismo filosófico.[1]

Administración económica

En su gobierno se afirmó el modelo agroexportador que el país había adquirido con las transformaciones durante el período militarista. [4]

A poco de asumir al cargo, tuvo que enfrentar el final abrupto del ciclo de expansión económica que había caracterizado el período de Tajes, y el comienzo de una crisis que multiplicó las demandas de los "grupos de presión" y estimuló las críticas de la oposición. También debió lidiar con la negociación de la deuda acuciante y al mismo tiempo esquivar las acusaciones de haber sido responsable de la especulación y la inestabilidad general.[1]

Además, enfrentó una crisis financiera desde 1890 debida a factores internos (bancarrota de bancos, sequías, plagas de langostas, balanza comercial desfavorable) y factores externos (proteccionismo de Brasil, crisis económica en Argentina, baja del precio de productos nacionales). Efectos de esta crisis llevaron al gobierno de Herrera y Obes a alejarse del liberalismo en materia económica y preconizar una política de fortalecimiento e intervencionismo estatal, aunque no sin discusiones internas.[1]​Se creó el Banco Hipotecario del Uruguay a partir de la sección hipotecaria del quebrado Banco Nacional.

También se aferró con decisión al patrón oro, argumentando que era "la mejor garantía de nuestra prosperidad futura, más lenta que la de otros países; pero sin duda también más sólida y duradera"; y consolidó una exitosa negociación de la deuda externa logrando una importante reducción de los intereses que debía pagar el país. Para esto último envió a Europa al expresidente José Ellauri como representante.[1]

Al respecto de la influencia de Gran Bretaña en el país en aquel momento, es recordada su frase sobre que ser presidente del Uruguay «era ser gerente de una estancia cuyo directorio está en Londres».[7]

Posición de su gobierno sobre la coparticipación

El gobierno de Herrera y Obes se destacó por mantener una política de limitar la coparticipación de poder y mantener un control férreo sobre los procesos electorales. De esta manera, su gobierno incumplió los términos de la Paz de Abril de 1872 (la coparticipación con los blancos) al entregar al Partido Nacional solo tres de las cuatro jefaturas políticas prometidas, y en junio de 1890 aprobó un decreto que le dio control sobre las juntas electorales encargadas de confeccionar los registros cívicos para las elecciones generales de noviembre de ese mismo año y que definirían la integración de la legislatura del período 1891-1894. Ante estos hechos, el Directorio del Partido Nacional decretó la abstención, lo que causó la escisión de una fracción del PN que aceptó negociar con el gobierno. Entre los abstencionistas se iniciaron los preparativos de una insurrección armada que sería reprimida y derrotada en 1891. El Partido Constitucional también optó por abstenerse.[1]

Además, Herrera y Obes dio señales contradictorias ante los reclamos de reformas a las leyes electorales reclamadas por la oposición. Durante 1891 y 1892 estimuló o al menos toleró el avance de proyectos de reformas electorales que parecieron contar con amplio respaldo partidario, pero que fueron finalmente bloqueados por el Poder Ejecutivo. Así se frustró la propuesta de Justino Jiménez de Aréchaga y Gonzalo Ramírez que, entre otras medidas, introducía la representación proporcional y que, luego de ser debatida, fue rechazada por Herrera.[1]

Decidido a utilizar toda su influencia en la elección de la nueva legislatura (la "influencia directriz"), para las elecciones previstas para 1892 y 1893, el gobierno logró que las cámaras aprobaran una nueva modificación de la ley sobre formación de los registros cívicos. La norma le otorgaba al Poder Ejecutivo el control discrecional del proceso electoral. Las juntas electorales de cada departamento estarían integradas por nueve miembros, seis de ellos designados o sorteados entre personal de confianza del Poder Ejecutivo. Con algunas disidencias, la oposición (PN y constitucionalistas) volvieron a abstenerse.

De esta manera, las listas del oficialismo fueron negociadas y confeccionadas desde la presidencia e impulsadas por los jefes políticos con la colaboración de los clubes distribuidos en el territorio nacional. Así el gobierno obtuvo la mayoría en la Asamblea General que debía elegir al nuevo presidente el 1 de marzo de 1895, pero Herrera y Obes no pudo, o no quiso, ser el "gran elector" de su sucesor y no se manifestó a favor de ningún candidato, que después de muchos debates resultó ser Idiarte Borda.[1]

Oposición de Batlle y Ordóñez

José Batlle y Ordóñez, dirigente colorado hijo del expresidente Lorenzo Batlle y futuro presidente también, fue un opositor del "colectivismo". Desde las páginas de su diario, El Día, Batlle había realizado una intensa campaña a favor de la candidatura presidencial de Herrera, pero las relaciones entre ambos habían comenzado a enfriarse poco después de instalarse el nuevo gobierno. Para Batlle el colectivismo era inaceptable, tanto por lo que incluía como por lo que excluía. Desde su punto de vista, la incorporación de ministros pertenecientes a otros partidos y fracciones era incompatible con un gobierno de partido, considerado como un requisito indispensable para asegurar el carácter programático de la gestión del Estado. Al mismo tiempo, Batlle condenaba el carácter elitista del colectivismo y promovía un nuevo modelo de organización para el Partido Colorado con el que pretendía asegurar la democracia interna y la incorporación de las clases medias y bajas a través de clubes barriales que, "en un movimiento de abajo hacia arriba", elegirían a las autoridades partidarias.

Exclusivismo colorado e "influencia directriz"

El historiador Pivel Devoto menciona cómo se confunde la idea del "círculo" que rodeó a Herrera y Obes en su presidencia con "exclusivismo colorado". Herrera y Obes en su gobierno mantuvo una política de apertura hacia dirigentes de otros partidos, apoyándose en una resolución de la Convención colorada de octubre de 1887 que aceptaba la inclusión de representantes de otros partidos en las listas coloradas, incorporando al gobierno a dirigentes del Partido Nacional y del Partido Constitucional. Integrantes de las listas oficialistas, colorados o no, formaron el "círculo" de Herrera y Obes: como ejemplo, se designaron como ministros a nacionalistas como Carlos Berro (Ministerio de Justicia, Culto e Instrucción Pública) y Manuel Herrero y Espinosa (Ministerio de Relaciones Exteriores).[1]

La "Colectividad" de Herrera y Obes también incluyó a colorados de otros sectores, a veces hasta opositores. Como ejemplo de ello es Carlos María Ramírez, antiguo colorado y fundador del Partido Constitucional, o el colorado liberal y católico Francisco Bauzá, opositor a Herrera y Obes durante el gobierno de Máximo Tajes.[1]

El nombre de "Colectividad" fue asignado por la oposición a los miembros del gobierno de Herrera y Obes, que eran múltiples y connotados miembros de la élite social, económica e intelectual, pertenecientes al Partido Colorado o no, y por lo tanto, llamar "colectivistas" a aquellos identificados con el oficialismo. [1]

La llamada "influencia directriz" fue la posibilidad, o derecho, que reivindicaba Herrera y Obes de que el presidente podía formar listad del oficialismo con los nombres que creía mejores, sin consultar a la Convención. De este modo, Herrera y Obes pudo hacer elegir senador por el departamento de Tacuarembó a Carlos María Ramírez, un viejo amigo y dirigente del Partico Constitucional.[1]

El propio Herrera y Obes justificó la influencia directriz de la siguiente forma ante el Parlamento el 15 de febrero de 1893:[1]

"El gobierno tiene y tendrá siempre, y es necesario y conveniente que la tenga, una poderosa y legítima influencia en la designación de los candidatos del partido gobernante y entonces de lo que puede acusársele es del buen o mal uso que haga de esa influencia directriz, y mucho menos podrá decirse racionalmente que el ejercicio de esa facultad importa el despojo del derecho electoral de los ciudadanos".
Julio Herrera y Obes junto a sus ministros

Gabinete de gobierno

Ministerio Nombre Período
Gobierno Juan Alberto Capurro 1890 - 1892
Francisco Bauzá 1892 - 1894
Relaciones Exteriores Blas Vidal 1890 - 1891
Manuel Herrero y Espinosa 1891 - 1894
Hacienda Carlos María de Pena 1890 - 1891
Carlos María Ramírez 1891 - 1892
Alcides Montero 1892 - 1894
Guerra y Marina José Villar 1890
Pedro Callorda 1890 - 1892
Luis Eduardo Pérez (h) 1892 - 1894
Fomento Carlos Antonio Berro 1890 - 1892
Juan Alberto Capurro 1892 - 1894

[8]

Homenaje

Julio Herrera y Obes es, además, una calle céntrica de Montevideo, que recibe su nombre como homenaje a la memoria del expresidente, puesto que él vivió en la calle Canelones entre lo que hoy es Julio Herrera y Obes y Río Branco.

Fue definido por el historiador Telmo Manacorda de la siguiente manera:

"Restauró el civilismo. Orilló la crisis. Unificó la deuda. Impulsó el progreso. Defendió el orden. Pagó los cuarenta y ocho presupuestos del Estado. Aspiró a la democracia dirigida. Pudiendo permanecer en el poder, cumplió con la ley. Perdió su fortuna en el gobierno. Con el bastón de la pobreza se fue a su casa".


Predecesor:
Máximo Tajes
Presidente de Uruguay
1890-1894
Sucesor:
Duncan Stewart

Bibliografía

Referencias

  1. a b c d e f g h i j k l m n ñ o p q Rilla, José; Yaffé, Jaime (2021). Partido y movimientos políticos en Uruguay. Historia y Presente. Colorados. Crítica. 
  2. Si bien nunca se casaron. fue su novia toda su vida y compañera oficial
  3. arteycultura (2017). «La presentación del libro "El sentir de las violetas"». Uruguay. Archivado desde el original el 17 de noviembre de 2018. Consultado el 17 de noviembre de 2018. 
  4. a b c d «El Colectivismo». Biblioteca del Plan Ceibal. 
  5. «Dedazo presidencial para el candidato, una receta amarga». Archivado desde el original el 10 de julio de 2009. Consultado el 2009. 
  6. «El Civilismo». Biblioteca Plan Ceibal. 
  7. «El retorno de la influencia directriz». LARED21. 28 de octubre de 2008. Consultado el 16 de agosto de 2023. 
  8. Cronología Histórica del Prof. Walter Rela