LGBT o LGTB es la sigla compuesta por las iniciales de las palabras Lesbianas, Gais, Bisexuales y Trans (transgénero, transexuales y travestis). En sentido estricto, agrupa a las personas con las orientaciones sexuales e identidades de género relativas a esas cuatro palabras, así como las comunidades formadas por ellas. La expresión tuvo su origen en el idioma inglés en los años noventa, pero estas iniciales coinciden en varios idiomas, entre ellos el español. El término ha sido resultado de una evolución en la que se fueron agregando letras con el fin de incluir a diversas comunidades discriminadas por su identidad sexual. Inicialmente se utilizaba la expresión «homosexual» o «gay», pero algunas organizaciones de personas lesbianas y bisexuales la cuestionaron como insuficiente, dando paso a la creación de la sigla «LGB». Posteriormente las personas transexuales hicieron una crítica similar dando origen a la sigla «LGBT». El orden de las letras dentro de la sigla puede variar según el uso de cada comunidad o de cada país.
En los últimos años han surgido nuevas ampliaciones de la sigla con el fin de incluir a otras comunidades, como a las personas intersexuales (LGBTI), queer (LGBTQ), asexuales (LGBTA) y kink dando origen a la sigla LGBTQIAK, entre otras. También las comunidades de personas transexuales y transgénero han sostenido que no corresponde fusionarlas en una sola letra, escribiendo la sigla con doble te (LGBTT). Esta tendencia a adicionar letras para incluir nuevas comunidades y disidencias, ha dado lugar también a la utilización del signo más a continuación de la sigla (LGBT+).
La historia de las personas lesbianas, gais, bisexuales y transgénero (LGBT) en Islandia se diferencia de la de otros países escandinavos por la baja visibilidad que las personas pertenecientes a la diversidad sexual tuvieron hasta mediados del . Esto se debió a que la población de Islandia era mucho menor a la de sus análogos nórdicos y que durante gran parte de su historia fue principalmente una sociedad agraria en la que la mayoría de personas vivía en áreas rurales. Sin embargo, desde finales del , Islandia se ha convertido en uno de los países más incluyentes del mundo para las personas LGBT y eventos como el Orgullo de Reikiavik reúnen de forma anual a alrededor de la tercera parte de la población total del país. La rápida evolución de la aceptación social hacia las personas LGBT se explica por la tradición de Islandia como una sociedad igualitaria, que habitualmente ha estado a la vanguardia en temas como la implementación de leyes a favor del bienestar social y la emancipación de la mujer.
Islandia se independizó del Reino de Dinamarca en 1944, aunque desde mucho antes contaba con leyes propias. El primer Código Penal islandés fue aprobado en 1869 y criminalizó la homosexualidad en su sección 178, que fijó una pena de «trabajos forzados en un correccional» para las personas que tuvieran «relaciones sexuales contra la naturaleza». No obstante, la homosexualidad era un tema rara vez discutido y casi no existieron condenas con base en esta ley. El único caso importante fue el del deportista Gordon Sigurjonsson, que en 1924 fue condenado a ocho meses de prisión por tener relaciones sexuales con otros hombres. En 1940, el Alþingi aprobó un nuevo Código Penal que despenalizó la homosexualidad, aunque aprobó una edad de consentimiento superior para las relaciones entre personas del mismo sexo y prohibió la prostitución homosexual.
A partir de la década de 1950, una subcultura gay comenzó a nacer en Reikiavik, aunque la homofobia aún era común en la sociedad, particularmente en los medios de prensa. Estos años también vieron un cambio de paradigma en cuanto a la homosexualidad en el país. De ser un concepto abstracto relacionado con otros países europeos que no se creía presente en Islandia, pasó a ser una realidad conocida de la que se hablaba mucho más seguido. En 1975, el cantante Hörður Torfason se convirtió en la primera celebridad islandesa en anunciar públicamente su homosexualidad. Tres años después, Torfason y un grupo de 12 personas crearon Samtökin '78, la primera organización LGBT del país.
La literatura LGBT de El Salvador comprende las obras literarias escritas por autores salvadoreños que involucren tramas, temáticas o personajes que formen parte o estén relacionados con la diversidad sexual. Hasta el siglo XXI, El Salvador no contaba con una tradición propia de literatura LGBT,[1] aunque existieron algunas representaciones de temáticas relacionadas con la diversidad sexual en años anteriores. Una de las más antiguas fue el relato en verso «La corrección de menores», publicado en 1923 por el humorista Francisco Herrera Velado y que narra la historia de un niño que es criado como mujer y que vive en constante transición entre ambos géneros.[2] Un personaje similar apareció más tarde en la novela ¡Justicia, señor gobernador! (1960), de Hugo Lindo.
Del lado de la literatura transgénero, desde la década de 1990 se volvieron más comunes las obras literarias con representación trans, aunque casi siempre han ido acompañadas de desenlaces trágicos en los que la muerte es el final común para estos personajes. Esta tendencia se ha mantenido hasta la actualidad, con obras entre las que destaca la novela El verbo J (2018), de Claudia Hernández, donde una mujer transgénero inmigrante vive condiciones de exclusión y violencia durante gran parte de su vida.[6]