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Ascensor espacial

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Diagrama de un ascensor espacial: 1. Órbita geoestacionaria, 2. Centro de masas, 3. Contrapeso, 4. Cable, 5. Cabina, 6. Tierra (dibujo sin escala)

Un ascensor espacial es un ascensor hipotético que conecta la superficie de un planeta con el espacio.

Básicamente es una estación espacial en una órbita geosincrónica con la Tierra, y de la que parte un cable de más de 36.000 km de largo que llega hasta el suelo, y que puede tener forma de riel. Para mantener el equilibrio de la estructura, los ponentes de esta tecnología futurista proponen utilizar un tramo de cable idéntico extendido hacia el espacio o bien un contrapeso, de tal suerte que el cable estaría en equilibrio con su centro de masas en órbita geosíncrona. Una vez el cable en su lugar, pueden subir y bajar por él naves y cargas a un coste mucho menor que el que supone lanzarlos por medio de un cohete (prácticamente, el coste de la electricidad necesaria para impulsar el ascensor).

El concepto fue formulado tal y como se le conoce hoy en día, por el ingeniero ruso Yuri Artsutanov en 1960, dentro de un artículo del diario Pravda ("To the cosmos by electric train"), aunque reconocía que la resistencia a la tracción necesaria para construir el cable no podía obtenerse con ningún material conocido en ese momento.

Elevadores espaciales en la ciencia ficción

Hay una cierta disputa entre Arthur C. Clarke y Charles Sheffield como introductores del concepto en una obra de ficción. El primero introdujo el concepto a una audiencia más amplia en su novela Fuentes del paraíso (en inglés The Fountains of Paradise) de 1978; en dicha obra, los ingenieros construyen un ascensor espacial en la cima de la isla ecuatorial de Taprobane (que tiene cierta semejanza con Sri Lanka). Charles Sheffield menciona un ascensor espacial en su novela La telaraña entre los mundos, que fue terminada unos meses antes, aunque no logró publicarla hasta después de aparecer la novela de Clarke.

Los ascensores espaciales se han convertido en una figura recurrente de la ciencia ficción dura, al ser uno de los pocos métodos eficientes para colocar grandes cargas en órbita. Los ascensores espaciales son argumentos narrativos en obras tales como:

En la astronáutica

Los ascensores espaciales eran hasta hace muy poco materia de ficción pura, pues ningún material conocido podía soportar la enorme tensión producida por su propio peso. Actualmente ciertos materiales comienzan a parecer viables como materia prima: los expertos en nuevos materiales consideran que teóricamente los nanotubos de carbono pueden soportar la tensión presente en un ascensor espacial. Tal idea ha causado que un antiguo ingeniero de la NASA, llamado Bradley C. Edwards elabore un proyecto preliminar que también están estudiando científicos de la NASA. Edwards afirma que ya existe la tecnología necesaria, que se necesitarían 20 años para construirlo y que su costo sería 10 veces menor que el de la Estación Espacial Internacional. El ascensor espacial de Edwards no se parece a los presentes en las obras de ficción, al ser mucho más modesto y a la vez innovador en lo que concierne a su eventual método de construcción.

Edwards propone que el ascensor espacial se construya de manera análoga a como se construían los puentes en tiempos pasados: tendiendo una cuerda entre ambos extremos del obstáculo natural, y reforzar progresivamente la cuerda inicial con tramos cada vez más gruesos y resistentes. El elevador de Edwards sería una cinta extremadamente fina (unos cuantos nanómetros) de nanotubos de carbono, que sería lanzada al espacio de manera convencional. Una vez en órbita geosíncrona, la cinta sería descendida a la Tierra con la ayuda de un peso. La cinta sería tan ligera que la nave en la que fue lanzada serviría de contrapeso.

El cable sería recuperado al llegar a la superficie terrestre y anclado en una plataforma flotante en algún punto del ecuador. Con eso se terminaría la construcción del primer elevador espacial. Pese a su finura, la cinta de nanotubos de carbono sería lo suficientemente resistente para soportar el ascenso de un vehículo eléctrico de un centenar de kilogramos.

Edwards también propone utilizar tal capacidad de carga inicial no para carga, sino para reforzar el cable añadiendo más cintas a la primera, utilizando un vehículo eléctrico que montaría el cable sujetándose de él, tal proceso se repetiría hasta lograr construir un cable compuesto capaz de llevar a órbita geosíncrona la capacidad de carga deseada.

Referencias

  • Yuri Artsutanov, "To the Cosmos by Electric Train", Pravda (1960)

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