Imperio azteca
El Imperio azteca fue un estado guerrero que surgio en el siglo XIV en Mesoamérica. Fue fundado por los mexicas, un pueblo migrante proveniente del mitico Aztlán, lugar que se cree podria ubicarse cerca del actual pueblo de Mexcatitlan, en el estado mexicano de Nayarit
Este fue el imperio mas extenso y poderoso de Norteamerica en su tiempo, y fue heredero cultural de los toltecas, hacia los cuales mostraban una gran veneración, y de los cuales heredarian su mitología, y también su miedo al retorno de Quetzalcóatl, el cual sería su perdición, pues sería uno de los principales de su derrota ante los españoles en 1521
Contexto historico y geografico
Diversos pueblos convivieron en la etapa final del desarrollo mesoamericano, conocido arqueológicamente como posclásico tardío que comprendió de los siglos VIII al XIV.
En este tiempo la entidad política de mayor complejidad fue el Imperio Azteca, cuyo origen histórico se remonta a una coalición militar conocida como la Triple Alianza que vinculó a tres estados emergentes: los Azteca-Mexica, cuya ciudad capital fue México-Tenochtitlan, famosa urbe de su época; los Acolhua con Texcoco como ciudad primordial, considerada el centro cultural por excelencia; y Tlacopan, que reunió a los sobrevivientes del antiguo señorío que alguna vez dominó el valle de México. Los Aztecas impusieron con astucia su jerarquía sobre sus aliados, extendieron su dominio hasta las costas del Océano Pacífico y del Golfo de México. Adquirieron riqueza y poder a partir de la imposición de un estricto sistema de tributación, de tal manera que a la llegada de los españoles en los inicios del siglo XVI, su capital era considerada la urbe más importante y magnificente de su época. La lengua dominante entre los aliados fue el nahuatl, que se convirtió en la “lingua franca” de gran parte de Mesoamérica, utilizada para nombrar la geografía del México antiguo, sustituyendo inclusive las voces de otros ancestrales idiomas. En cuanto al otro estado indígena, el Imperio Tarasco, conocido también como Purépecha, cuya ciudad principal fue Tzintzuntzan, que al final de su periodo histórico funcionó como su capital política, impuso su dominio militar en una amplia zona que comprendió el centro-norte y occidente de México. El idioma de este pueblo era el Porhe o Tarasco, fundamentalmente diferente al Náhuatl y que no se vincula con ninguna otra lengua del México antiguo.
La expansión de los Aztecas coincidió con el florecimiento de un estilo artístico de carácter internacional que vinculó a pueblos que hablaban lenguas e idiomas diferentes, Este lenguaje artístico comunicó historias, deidades y ritos en las que coincidieron ancestrales mitos y tradiciones.
Historia
Hacia el año de 1300, los aztecas fueron la última tribu del norte árido en arribar a Mesoamérica. Eran un pueblo pobre y atrasado y fueron mal recibidos por los habitantes de los señoríos de origen tolteca ya establecidos en el Valle de México. Los aztecas vagaron durante años, según cuenta la leyenda, en busca de la señal en donde debían fundar su ciudad, ésta era un águila y una serpiente luchando sobre un nopal.
Empezaron el recorrido desde Aztlán (en náhuatl "Lugar de Garzas" o "Lugar de la Blancura"), sin poder establecerse ni en las peores tierras del Valle, hasta que en 1325, fundaron su ciudad, México-Tenochtitlan.
Ya asentados, los aztecas estuvieron por varias décadas bajo el dominio del poderoso señorío de Azcapotzalco, al que servían como soldados a sueldo.
Hacia 1430, los aztecas habían asimilado la cultura de los pueblos avanzados del Valle y se habían convertido en un eficiente poder militar. Atacaron y derrotaron entonces a Azcapotzalco y se transformaron en uno de los señoríos más fuertes de la región. Iniciaron así una sorprendente hazaña guerrera, que en sólo 70 años los haría dueños del más grande imperio que había existido en Mesoamérica. Los aztecas formaron una alianza con los señoríos de Texcoco y Tacuba creando así lo que se conoció como La Triple Alianza. Bajo el mando de notables jefes militares, como Moctezuma Ilhuicamina y Ahuitzotl, los aztecas conquistaron el centro de México, Veracruz, la costa de Guerrero, parte de Oaxaca y dominaron el territorio de Soconusco, en los límites con Guatemala. Sólo unos cuantos pueblos lograron resistir el empuje mexica: los purépechas, los tlaxcaltecas y algunos señoríos mixtecas.
El imperio
Organización militar y guerras en Mesoamerica
Las conquistas de los aztecas fueron resultado de su organización militar y del valor de sus soldados.
El poder de los aztecas se debía también a la habilidad de sus gobernantes, quienes obtenían alianzas con distintos pueblos, aprovechaban las divisiones que existían entre sus adversarios y convencían a muchos señoríos de que les convenía más ser vasallos de Tenochtitlan que enfrentarse a los riesgos terribles de una guerra. Algunas regiones del imperio azteca eran goberna-
das directamente por funcionarios nombrados en Tenochtitlan. En otros señoríos, que habían aceptado pagar tributo a los aztecas, la administración estaba a cargo de la nobleza local, que debía rendir cuentas ante los gobernantes de la capital imperial. En ciertos lugares ventajosamente situados, los aztecas establecieron fortalezas y guarniciones que vigilaban los territorios dominados y la seguridad de las rutas comerciales.
Los tributos llegaban a Tenochtitlan de todas las regiones del imperio: alimentos, tejidos, artículos preciosos, y también seres humanos cautivos destinados al sacrificio. Esa riqueza convirtió a la capital azteca en una ciudad deslumbrante.
La capital Tenochtitlán
Los historiadores tienen opiniones diferentes sobre el número de habitantes que tenía la capital azteca antes de la llegada de los españoles. Se cree que como mínimo tenía 100 mil, pero algunos estiman que pasaba de 200 mil.
Tenochtitlan fue construida en islotes situados en el interior de uno de los lagos de poca profundidad, que en aquella época cubrían la mayor parte del Valle de México.
Los aztecas ampliaron y consolidaron los terrenos para edificación y los unieron con el exterior mediante tres amplias calzadas y acueductos que conducían agua pura a la ciudad. Muchos canales cruzaban la capital azteca y por ellos transitaban miles de canoas.
En el centro de la ciudad estaba el recinto sagrado, formado por decenas de templos y palacios, entre los que destacaba el Templo Mayor, dedicado a Tláloc, dios de la lluvia y a Huitzilopochtli, dios del Sol, a quien los aztecas consideraban su protector.
La ciudad estaba dividida en barrios, llamados calpulli, cuyos habitantes disfrutaban de tierras de cultivo. Los agricultores sacaban agua de los canales para regar sus huertos, y estaba muy extendida la siembra en chinampas, que siempre están húmedas y producen cosechas excelentes, pero que deben ser cultivadas a mano, delicada y laboriosamente.
Pueblos sometidos
En la región central de México incluían, además de sus aliados Texcocanos y Tepanecas de Tlacopan, las provincias sojuzgadas de los Xochimilcas y los Tlahuicas, que compartían el Náhuatl como lengua común, así como formas escultóricas y tradiciones cerámicas; y los Matlatzincas, que hablaban otro idioma. Cholula y Tlaxcala elaboraron cerámica polícroma que tuvo gran demanda en el imperio, tradición que se extendió hasta la región Mixteca, donde sus habitantes cobraron fama por sus delicados trabajos en mosaicos de turquesa y valiosa orfebrería en oro. Por su lado, los Totonacos y Huaxtecos de la Costa del Golfo, elaboraban delicados ornamentos en conchas y caracoles marinos y notables esculturas talladas en roca arenisca, como la figura de vida-muerte (Apoteosis), una de las obras maestras del arte prehispánico.
Sociedad
Las diferencias de categoría social eran muy acentuadas entre los aztecas. La cúspide de la sociedad era ocupada por una minoría de familias: los pipiltin, que eran miembros de la nobleza hereditaria y que desempeñaban los puestos más altos del gobierno, el ejército y el sacerdocio. Los nobles escogían dentro de su propio grupo a un jefe supremo a quien llamaban tlatoani, que en náhuatl significa "el que habla". Este jefe era tratado con reverencia y gobernaba hasta su muerte, pero a diferencia de los reyes europeos su poder no era absoluto, porque debía rendir cuentas de sus actos ante quienes lo habían elegido.
Otros grupos que disfrutaban de privilegios eran los comerciantes de largas distancias, quienes servían al gobierno como embajadores y espías. También eran muy respetados los artesanos notables, los médicos y los maestros verdaderamente sabios.
El grupo social más numeroso era el de los macehualtin, dedicados a la agricultura y los oficios comunes. Trabajaban la tierra en unidades familiares y se quedaban con el producto obtenido, pero la tierra misma era propiedad colectiva de los habitantes del barrio o calpulli.
En la parte inferior de la sociedad se encontraba un tipo de campesino que, como los siervos de Europa, estaba ligado a las tierras de la nobleza y tenía la obligación de cultivarlas, a cambio de una parte de la cosecha. En una posición aún más baja estaban los esclavos, poco numerosos y que caían en esa condición como cautivos de guerra, por deudas o por haber cometido delitos.
La guerra fue una actividad muy importante por el afán de conquista de los mexicas y por motivos religiosos. Los mexicas creían que los dioses se habían sacrificado por los hombres. Que su sangre les había dado la vida: y que el Sol se alimentaba con la sangre de los corazones humanos y por esta creencia sacrificaban a muchos prisioneros en sus templos. Algunos señoríos lograron resistir a los mexicas. Los más poderosos eran los tlaxcaltecas y los purépechas.
Los mexicas tuvieron especial interés en la educación. Niños y niñas eran cuidadosamente educados desde su nacimiento. En sus primeros años, al padre le correspondía educar al niño, y a la madre a la niña. Concluida la educación familiar, los hijos de los nobles y de sacerdotes iban al calmécac, y los demás acudían al telpochcalli.
Arte y sociedad azteca
Las esculturas y figurillas de personas eran uno de las elementos que identifican las creaciones plásticas del posclásico tardío. Son imágenes de hombres y mujeres que expresan los ideales, tanto en edad como en belleza. La etapa juvenil adulta era considerada el momento de plenitud que garantizaba la fortaleza en la guerra. Siendo esta edad también la de mayor actividad sexual, las esculturas representan el paradigma social tan necesario para la supremacía imperial. El notable desarrollo que alcanzaron los talleres escultóricos existentes en las principales capitales indígenas, principalmente Mexico-Ternochtitlan, Texcoco, y Calixtlahuaca, legó extraordinarias figuras escultóricas talladas en rocas volcánicas, el material preferido en el mundo Azteca. Existe una imagen del macehual, idealizada concepción del hombre común, o la excelsa mujer desnuda, conocida popularmente como la “Venus de Texcoco”.
La sociedad capitalina
La sociedad de Mexico-Tenochtitlan se conformaba por dos grandes segmentos: la nobleza, llamada pipiltin, y la gente común, los Macehualtin, enorme masa social que reunía`desde los artesanos hasta los campesinos. Los comerciantes o pochtecas, agrupaban tanto aquellos que realizaban largas travesías para traficar bienes suntuarios de lejanas regiones hasta los humildes vendedores de frutas y animales. Los nobles, orgullosos de su parentesco con el gobernante, mostraban su valiosa joyería en jade y oro, en forma de orejeras, collares, y anillos, así como los peculiares bezotes, insignias militares de alto rango. La gente común sólo podía ornamentarse con objetos de arcilla y utilizar vestimenta hecha de henequén. A través de las figurillas de arcilla y de las vajillas cerámicas de uso cotidiano, conocemos la vida diaria en el mundo Azteca.
El conctacto de dos mundos
El tlatoani Ahuizotl, uno de los más capaces jefes militares de los aztecas, murió en 1502. Antes de su muerte recomendó a los nobles principales que eligieran como sucesor a su sobrino Moctezuma, llamado Xocoyotzin, que significa el joven.
En el reinado de Moctezuma, el poderío de los aztecas llegó a su punto más alto y la autoridad del tlatoani se fortaleció. Justamente entonces, en abril de 1519, los mensajeros del gobernante le confirmaron unos rumores que había escuchado: en la costa del Golfo, por el rumbo de Veracruz, habían aparecido unos hombres extraños, blancos y barbados, que viajaban en canoas, grandes como casas.
Era la expedición de Hernán Cortes que había llegado a tierra firme, y es en este momento en el que inicia la conquista de México