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Reinado de Isabel II de España

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Plantilla:Isabel II A la muerte de Fernando VII el 29 de septiembre de 1833, su esposa, María Cristina de Borbón asumió la Regencia con el apoyo de los liberales en nombre de su hija y futura reina Isabel II. El conflicto con su cuñado, Carlos María Isidro de Borbón que aspiraba al trono en virtud de una pretendida vigencia de la Ley Sálica (ya derogada por Carlos IV y el propio Fernando VII) llevarán al país a la Primera Guerra Carlista.

Isabel II

Las Regencias de María Cristina y Espartero

La Regencia de María Cristina estuvo marcada por la guerra y por el enfrentamiento entre los generales cuya voluntad y criterio dominaban la vida del país y el incipiente desarrollo de los partidos políticos. Francisco Cea Bermúdez, muy próximo a las tesis absolutistas del difunto Fernando VII será el primer Presidente del Consejo de Ministros. La falta de conquistas liberales forzará la salida de Cea y la llegada de Martínez de la Rosa quién convencerá a la Regente para promulgar el Estatuto Real de 1834, una Carta Otorgada que supone un retroceso frente a la Constitución de Cádiz.

El fracaso de los conservadores lleva al poder a los liberales en el verano de 1835. La figura más destacada de este periodo será Juan Álvarez Mendizábal, político y economista de grandes dotes que consiguió detener las sublevaciones liberales en todo el Estado e iniciar reformas económicas y políticas, las más importantes en el seno del ejército español y en la hacienda pública con el proceso de desamortización de los bienes de la Iglesia católica. Tras Mendizabal que dimite, acosado por multiples conflictos, llegará la Constitución de 1837 de la mano de José María Calatrava en un intento por conjugar el espíritu de la Constitución de Cádiz y las tensiones provocadas por los partidarios del Antiguo Régimen.

Archivo:Mariacristina-1-.jpg
María Cristina de Borbón-Dos Sicilias

La Guerra Carlista genera graves problemas económicos y políticos. El ejército del carlista Tomás de Zumalacárregui, alzado en armas desde 1833, obliga a la Regente a depositar buena parte de su confianza en los militares cristinos que alcanzan gran renombre. Entre ellos destacará el general Espartero quién es el encargado de certificar la victoria final en el Convenio de Oñate. Esta situación en la que los militares sustituyen a los débiles partidos políticos provocarán una crisis gubernamental permanente donde los intereses de los distintos mandos militares van imponiendo sucesivos gobiernos carentes de autoridad.

En 1840, María Cristina es consciente de su debilidad y trata por todos los medios de llegar a un acuerdo con Espartero, pero éste no hará más que seguir intrigando hasta que el 1 de septiembre estalla la revolución liberal en Madrid. María Cristina se ve obligada a abandonar la Regencia en manos de Espartero y desterrarse en Francia.

El 12 de octubre de 1840, con un amplio apoyo popular, Espartero asume la Regencia. Sin embargo, el general no supo rodearse del espíritu liberal que le había llevado al poder, y prefirió confiar los asuntos más importantes y trascendentales a los compañeros de armas que le habían acompañado en la Guerra Carlista y en la Batalla de Ayacucho.

Baldomero Espartero

]]De hecho, ejercerá la Regencia en forma de dictadura militar. Por su parte, los conservadores representados por Leopoldo O'Donnell y Narváez no cesarán en sus promunciamientos. En 1843 el deterioro político y económico era muy alto, y la impopularidad de Espartero había crecido de tal manera que hasta los liberales que le habían apoyado tres años antes, conspiraban contra él. El 11 de junio de 1843 la sublevación de moderados está tambien acompañada de hombres de la confianza de Espartero como Joaquín María López y Salustiano Olozaga, lo que obligará al general a abandonar el poder y marchar al exilio en Londres.

La mayoría de edad de la Reina Isabel

Con la caida de Espartero, el conjunto de la clase política y militar llegó al convencimiento de que no debía instarse una nueva Regencia, sino reconocer la mayoría de edad de la Reina Isabel, a pesar de que tan sólo contaba trece años. Así, hasta 1868 se desarrollará un reinado complejo y fecundo, no lleno de altibajos, que marcarán el resto de la situación política del siglo XIX y parte del siglo XX en España.

Durante este tiempo se sucederán distintos periodos identificables con cambios en la situación política, económica y social. De ellos destacarán tres: La década moderada hasta 1854, el Bienio Progresista hasta 1856 y el proceso de los gobiernos de la Unión Liberal hasta 1868.

Un inicio tormentoso

Isabel II jura la Constitución de 1837 el 10 de noviembre de 1843 ante las Cortes Generales. Inmediatamente, pide a Salustiano Olozaga, que había sido uno de sus más queridos instructores en su infancia, la formación de su primer gobierno. Sin embargo, las acusaciones contra su persona por parte del reaccionario Luis González Bravo, que lo había acusado sin fundamento de intrigar contra la reina, le hicieron perder la votación para la elección de Presidente del Congreso de los Diputados y solicitó la disolución de las Cortes, efectuada el 28 de noviembre.

González Bravo, que se muestra como títere de las intrigas del general Ramón María Narváez, es nombrado nuevo Presidente del Consejo de Ministros el 1 de diciembre e inmediatamente propuso discutir en la Cámara la acusación contra Olozaga. Durante las sesiones Olozaga evidenció la falsedad de las acusaciones, pero la mayoría de la que disponía González Bravo le permitió ordenar el destierro de Olozaga que marchó a Inglaterra.

La década moderada

Ramón María Narváez

Posteriormente, el liderazgo del Partido Moderado recae en Narváez, que asume la Presidencia del Gobierno dando con ello inicio a la que se ha denominado Década Moderada. Este será el tiempo en el que durante un cierto periodo de estabilidad los denominados moderados tratarán de dar un vuelco a los avances en las libertades de la Regencia de Espartero, dictándose una nueva constiución, la de 1845 que regresa al modelo de soberanía compartida entre el Rey y las Cortes y refuerza los poderes de la Corona.

La división del Partido Moderado fue evidente desde los primeros momentos y eso coadyuvó a la inestabilidad final que provocará el cese de Narvaez el 11 de febrero de 1846, asociado al conflictivo negocio matrimonial que se pactaba para la Reina. En efecto, esta se casará en dicho año con Francisco de Asís, primo suyo, el 10 de octubre. Antes, la madre de la Reina, la ex Regente María Cristina había urdido un plan matrimonial para casar a su hija con el heredero de la Corona francesa. Esto levanto las suspicacias de Inglaterra que a toda costa quería que se respetase el Tratado de Utrecht y evitar que las dos naciones estuvieran unidas bajo un solo rey. Tras los Acuerdos de Eu se limitó el número de candidatos para Isabel a poco más de seis, entre lo que finalmente se eligió a Francisco de Asís.

Sucesión de gobiernos

El gobierno de Francisco Javier de Istúriz consiguió mantenerse hasta el 28 de enero de 1847 donde un pulso por el control de las Cortes con Mendizábal y Olozaga, de retorno ya del destierro, le obligó a dimitir. De enero a octubre de ese año se sucedieron tres gobiernos sin rumbo mientras la Segunda Guerra Carlista daba comienzo y algunos emigrados españoles volvían del exilio.

El 4 de octubre es nombrado Presidente Narvaez de nuevo, que nombra como mano derecha y Ministro de Fomento al reaccoionario Bravo Murillo. El periodo de gobierno fue en principio tranquilo hasta que la Revolución de 1848 que recorría toda Europa patrocinada por el movimiento obrero y la burguesía más liberal provocó insurrecciones en el interiuor de España, dúramente reprimidas, con la ruptura de relaciones diplomáticas con Gran Bretaña al considerarla partícipe e instigadora de los movimientos carlistas en la denominada Guerra de los matiners. Narváez actúa como un auténtico dictador enfrentándose a la Reina, al Rey consorte, a los liberales y a los absolutistas. La situación dura hasta el 10 de enero de 1851 en el que se ve obligado a dimitir para ser sustituido por Bravo Murillo que aprovecahrá para la firma del Concordato y cierta mejora de la Hacienda pública gracias al proceso de industrialización y desarrollo de los ferrocarriles.

En el gobierno conservador de Bravo Murillo se aprecia un alto grado de corrupción pública fruto de un gran crecimiento económico y de intrigas internas por obtener ventajas en las concesiones, situacíón en la que está implicada la propia familia real al completo. Bravo Murillo, al que muchos consideran un servidor público honrado, cesa en 1852, sucediéndole tres gobiernos hasta julio de 1854. Mientras tanto, Leopoldo O'Donnell, antiguo colaborador de la ex Regente María Cristina, se une a aquellos moderados más liberales y trata de organizar una sublevación, contando con un buen número de oficiales y algunas de las figuras que serán destacadas años más tarde como Antonio Cánovas del Castillo.

El General O'Donnell protagonizó la Vicalvarada que dió inicio al Bienio Progresista

El 28 de junio O'Donnell, que se había ocultado en Madrid, se une a diversas fuerzas y se enfrenta con las tropas leales al gobierno en Vicálvaro, en lo que se conoce como La Vicalvarada, sin que resultara un vencedor claro. A lo largo de junio y julio se unen al alzamieno otras tropas en Barcelona. El 17 de julio en Madrid civiles y militares salen a la calle, poniendo en peligro la vida misma de la madre de la Reina, María Cristina, que debe buscar refugio. Las barricadas y el reparto de armas dió la vitoria a un pueblo cansado de la situación corrupta.

Las acciones más destacadas de la década moderada

Se tratará de apaciguar el enfrentamiento con la Santa Sede como consecuencia de los procesos de desamortización llevados a cabo por Mendizábal en el periodo anterior mediante la firma de un Concordato en 1851 con el Papa Pío IX, el primero de la historia de España, que en síntesis venía a establecer una política de protección de los bienes de la Iglesia católica ante posibles nuevos procesos de incautación de los mismos, especialmente los civiles, se frena la venta de los que todavía están en poder del Estado y la Iglesia obtiene compensaciones económicas, y que en su artículo primero establecía

La religión católica, apostólica, romana, que con exclusión de cualquiera otro culto continúa siendo la única de la nación española, se conservará siempre en los dominios de S. M. Católica con todos los derechos y prerrogativas de que debe gozar según la ley de Dios y lo dispuesto por los sagrados cánones (...)

En el plano legislativo, se aprueban diversas leyes orgánicas que buscan la centralización de la administración pública mediante el control del poder político de los ayuntamientos y las universidades.

El Bienio Progresista

Tras algunos intentos desesperados de la Reina por nombrar un Presidente del Consejo que contuviera las algaradas, finalmente se rinde a la evidencia y, siguiendo el dictado de su madre, antes de ver al traidor O'Donnell en el poder, nombra a Espartero Presidente. Con él se inicia el llamado Bienio Progresista.

El 28 de julio de 1854 entran en Madrid Espartero y O'Donnell aclamados por la multitud. La Reina encarga formar gobierno a Espartero que se ve obligado a nombrar Minisro de la Guerra a O´Donnell. Esta comunión entre ambos, aparéntemente fieles uno al otro, no estará exenta de problemas. Mientras que O´Donnell tratará de contrarestar las prácticas liberales de Espartero en cuanto a su posición sobre la Iglesia y la desamortización, éste buscará un camino hacia el liberalismo de España muy influido por su propia personalidad y los cambios que se operan en Europa.