Ejército helenístico
El ejército helenístico pertenecía a los reinos sucesores que surgieron tras la muerte de Alejandro Magno, cuando su gran imperio quedó repartido entre algunos de sus generales, los diádocos. Durante las Guerras de los diádocos el ejército macedonio, mejorado por el mismo Alejandro y su padre Filipo II, cambió de forma gradual, adoptando nuevas unidades y tácticas y desarrollando aún más las técnicas de guerra macedonias. Los ejércitos de los diádocos ya diferían de los de Alejandro, pero este cambio fue tremendo en en los principales reinos helenísticos del Imperio Seléucida, el Egipto ptolemaico, el reino antigónida y los pequeños estados del Pérgamo atálido, en Ponto, Epiro, así como otras regiones helenísticas.
Fuerza numérica
Los diádocos eran capaces de desplegar en el campo de batalla al ejército más numeroso de su época, y podían superar en número con facilidad a todos los contingentes de batalla macedonios de Filipo II o Alejandro Magno. El tamaño de los ejércitos variaba mucho según el conflicto.
Unidades y formaciones comunes
Infantería
La infantería estaba muy armada para el periodo en cuestión. Los ejércitos helenísticos eran, generalmente, bastante similares a los ejércitos macedonios de Filipo y Alejandro. La infantería helenística era sólo uno de los muchos componentes que trabajaban juntos para formar un ejército combinado y multifacético. La columna vertebral de estas fuerzas era la formación de la falange o infantería pesada, caracterizada por sus densas filas y sus largas picas proyectadas hacia delante. Los soldados de estas falanges eran profesionales (conocidos como falangitas), expertos en las tácticas de guerra, el uso de armas (en su caso, una pica y una espada corta) y su formación. Esto les hacía increíblemente eficientes cuando maniobraban en el campo de batalla, y así podían ejecutar movimientos complejos con relativa facilidad. Es importante notar que el papel de la falange en el campo de batalla era actuar como un ancla para todo el ejército, manteniendo al enemigo en un lugar, mientras que la caballería cargaba contra los flancos del enemigo y daba el golpe fatal para tumbar a sus oponentes. La falange era menos útil como pura arma ofensiva (era lenta y no podía perseguir al enemigo, ni ofrecer más ventajas tácticas de las que de por sí tenía).
Su equipamiento varió con los años, y también dependía de las condiciones geográficas, las prefencias o la riqueza del gobernante, y las cualidades de cada soldado.
Los cascos iban desde los simples, que dejaban la cara al descubierto, hasta los complejos y estilizados modelos tracios (con protectores para las mejillas que a veces imitaban un rostro humano). Los historiadores discuten acerca de cómo pudo ser la armadura de los falangitas (especialmente aquellos de las filas centrales). Sostienen que llevaban una coraza de lino endurecido que a veces decoraban con placas metálicas, normalmente de bronce.
El escudo del falangita -largamente malinterpretado gracias a que varios escritores lo describieron como un "broquel"- medía 60 cm de diámetro y era menos cóncavo que el aspis de los hoplitas. Seguramente se sujetaba tanto por una tira en el hombro como por otra en el brazo, permitiendo a la mano libre manejar la sarissa con la mayor facilidad posible. Probablemente usaban grebas metálicas (especialmente las filas más al frente y al fondo) para cubrirse las espinillas mientras permanecían de pie.
La principal arma del falangita era la sarissa, una gran pica que medía desde 5 metros (a mediados del siglo IV adC) hasta 7 metros (en la culminación del desarrollo de la falange). Famosas desde el reinado de Filipo de Macedonia, las sarissas permitían a la infantería macedonia atravesar a varias filas de enemigos. Esta pica, no obstante, habría sido altamente inútil en el combate cuerpo a cuerpo, pero si una formación de infantería compacta la usaba era muy difícil de vencer. Las primeras cinco filas de la falange proyectaban sus sarissas horizontalmente hacia el enemigo, mientras que las filas de atrás iban abriendo el ángulo de la sarissa, a menudo apoyándola en la espalda de algún compañero, hasta alcanzar los 90º en las filas de atrás. Si mataban a los falangitas de la primera fila, aquellos que estuvieran atrás bajarían más sus sarisas y ocuparían su lugar para mantener un frente sólido.
En el combate cuerpo a cuerpo, o en otras circunstancias en las que la sarissa era poco práctica, se usaban gran variedad de espadas -la clásica xiphos y la makhaira, por ejemplo. No hace falta decir que cualquier combate con espadas que ocurriera cerca de la falange se hacía más difícil por las sarissas que proyectaban hacia delante los falangitas de las cinco primeras filas.
La principal desventaja de esta formación de infantería es sin duda su vulnerabilidad para controlar ataques provenientes de la retaguardia y de los flancos. La falanges también tenían tendencia a fracturarse cuando se las conducía a través de terreno inestable en formación de batalla durante mucho tiempo. Más tarde los romanos aprovecharían esta debilidad para cargar contra la falange ya que sus manípulos, que actuaban individualmente y tenían una mayor movilidad, podían colarse entre varias syntagmata (la formación básica de 256 hombres) que estuvieran separadas y romper la cohesión de la falange.
Mientras el reinado de los diádocos continuó (desde finales del siglo IV adC hasta la caída de Ptolomeo XII de Egipto en manos de Julio César a mediados del siglo I), confiaron cada vez más y más en una falange densa y de largas picas para asegurarse la victoria. Descuidaron las unidades complementarias de los ejércitos helenísticos, que cayeron en mal estado o pasaron a estar formadas por mercenarios o súbditos. Las tácticas de infundir terror a través del ruido de las armas, el grito de guerra, u otras tácticas creativas se usaban relativamente poco, siendo sustituidas por la creencia de que la irrompible falange podría con todo.
Caballería
Caballería pesada
Catafractos
Caballería ligera
Arqueros a caballo
Unidades especiales
Carros
Elefantes
Arsenales de batalla
Instrumentos para el asedio
Enfrentándose a otros ejércitos
Bibliografía
- Anglim, Simon et al., (2003), Fighting Techniques of the Ancient World (3000 B.C. to 500 A.D.): Equipment, Combat Skills, and Tactics, Thomas Dunne Books.
- Bar-Kochva, B. (1976), "The Seleucid Army: Organisation and Tactics in the Great Campaigns"
- Connolly, Peter , (2006), Greece and Rome at War, Greenhill Books, 2ª edición.
- Hansen, Esther V., The Attalids of Pergamon, Ithaca, Nueva York: Cornell University Press; Londres: Cornell University Press Ltd (1971)
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- Tarn, W.W. (1930) 'Hellenistic military developments'
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- Warry, John Gibson, (1995), Warfare in the Classical World: An Illustrated Encyclopedia of Weapons, Warriors and Warfare in the Ancient Civilisations of Greece and Rome, University of Oklahoma Press.
- Wilkes, John, The Illyrians, Blackwell Publishers (1 de diciembre 1995). ISBN 0-631-19807-5
Enlaces externos
- Famosa analogía de Polibio entre la falange helenística y las legión romana
- Interesante ensayo de las armas y armaduras del ejército helenístico
- Imagen de un peltasta tracio con una jabalina en su mano derecha y otras cuatro en la izquierda como munición adicional