Historia de Antioquia
Primeros pobladores
Se afirma con alguna certeza[1][2] que los primeros pobladores asentados en Antioquia, al igual que en el resto de América, y por tanto en Colombia y alrededores andinos, datan al menos de 13.000 años atrás, para las zonas de la Costa Atlántica, y 8.000 años, para las zonas del interior, aunque pudiera ser muchísimo antes si se tiene en cuenta que por ejemplo en el Perú, han hallado indicios de presencia de hombres desde hace por lo menos 22.000 años. Acerca del origen del nombre hay varias teorías:
1) ANTIOQUIA, es una voz indígena que traduce: MONTAÑA DE ORO 2) Como remembranza con la provincia turka de Antakya / Antioquía nombre dado por los conquistadores griegos bajo Seleuko en honor a su hijo Antioco, en la conquista de la más tarde hecha provincia romana de Siria. Allí surgieron los primeros cristianos de origen NO judío, como se lee en los Hechos de los Apóstoles.
Siglos XVI al XIX
Cuando llegaron los españoles en el siglo XVI, las tierras de Antioquia estaban pobladas por numerosas tribus indígenas que pertenecían a dos grandes familias étnicas: los Caribe y los Chibchas. Según los registros arqueológicos, los primeros se habían extendido desde Costa Atlántica antioqueña hacia el sur del departamento por los valles de los ríos Atrato, Cauca y Magdalena.
Aunque todavía no hay mucha claridad sobre la cultura del pueblo caribe, ni sobre la pertenencia de muchos grupos a una u otra familia, lo cierto es que los españoles se acostumbraron a denominar "caribes" a los grupos indígenas que ofrecieran mucha resistencia armada, utilizaran arcos con flechas envenenadas y practicaran el canibalismo y la sodomía.
Por esa época la etnia Caribe tenía varias familias en Antioquia: dos de ellas, los Tahamíes y los Nutabes, habitaban en la región comprendida entre los ríos Cauca y Porce, mientras que los Chocóes ocupaban las vertientes del río Atrato y los Pantágoras estaban en las vertientes del Magdalena.
El principal grupo Chibcha estaba en el Golfo de Urabá, donde vivían los Urabáes y Cunas. También pertenecían a esta familia los Ebéjicos, Ituangos, Peques, Nores, Guacas, Aburráes y Sinifanaes.[3]
Finalmente, pertenecientes también a otra etnia diferente, siglos antes los Quimbayas estuvieron presentes en Antioquia en su zona sur, en la región de Abejorral y Sonsón, así como en la región del hoy eje cafetero. Los ibéricos no tuvieron contacto significativo con lo que entonces quedaba de esta cultura, que había prácticamente desaparecido desde el siglo X.
La invasión española
El primer español que pisó Antioquia fue el conquistador Rodrigo de Bastidas, quien estuvo en la región del Darién antioqueño en el año 1501. En 1504 Juan de la Cosa visitó y saqueó los pueblos de Urabá y Darién, y cinco años después después, Alonso de Ojeda, otro conquistador, fundó en la misma región la primera ciudad establecida en territorio colombiano: San Sebastián de Urabá, fundada existió cerca de lo que hoy, en 2007, es el municipio de Necoclí, Antioquia. Menos de un año después fue abandonada por los españoles, agobiados por la hostilidad de los indios, que se trasladaron al pueblo de Darién, donde fundaron a Santa María de la Antigua a fines de 1510. Desde esta ciudad se hicieron algunas expediciones al territorio antioqueño, por el río León y el río Atrato. Pero también Santa María de la Antigua fue abandonada hacia 1520 y los pocos españoles que sobrevivían se trasladaron a Panamá.
La tercera ciudad en territorio antioqueño fue también fundada en Urabá, casi en el mismo sitio de la primera fundación. En 1835 los conquistadores de Cartagena fundaron a San Sebastián de Buenavista. Desde allí salieron nuevas expediciones: la de Pedro de Heredia hacia Dabeiba en 1536, la de Francisco César en 1537, que llegó hasta Guaca, donde gobernaba el cacique Nutibara y tuvieron una violenta batalla, y la de Juan Vadillo en 1537, que fue a Guaca, Buriticá y siguió por el Cauca arriba hasta Caramanta y Cali.
Los informes de Vadillo atrajeron el interés de los conquistadores que venían del sur, comandados por Sebastián de Belalcázar. Uno de sus tenientes, Jorge Robledo, que había fundado ya a Cartago y Anserma, organizó en 1541 la expedición que descubrió el Valle de Aburrá, y que ese mismo año fundó, en el valle de Ebéjico, la ciudad de Antioquia. Esta fue trasladada al poco tiempo a la región de Frontino y en 1548 a la ciudad de Santa Fe de Antioquia, que el mismo Jorge Robledo había fundado dos años antes.[4]
Los conquistadores de estas tierras agrestes desconocían el terreno y la vegetación. Los pobladores indígenas, que no aceptaron someterse a los invasores que venían a dominarlos, y sujetos a múltiples atropellos y arbitrariedades, se enfrentaron duramente a los españoles, y se produjeron diversas rebeliones indígenas para defender los territorios aborígenes.
El territorio antioqueño se llamó inicialmente Provincia de Antioquia e hizo parte, hasta 1569, de la gobernación de Popayán. En ese año el rey de España estableció la gobernación de Antioquia, sujeta a la Audiencia del Nuevo Reino de Granada. Conservó este nombre de provincia o gobernación, y la dependencia del Nuevo Reino de Granada hasta 1810. El último gobernador de la provincia antes de la Independencia, fue don Francisco de Ayala.
Origen de los antioqueños
Entre los grupos que integran el mosaico humano de Colombia quizás el más caracterizado o diferenciado es el pueblo antioqueño. Su particular cultura ha hecho que se tejan muchas especulaciones acerca de su origen.
Históricamente los antioqueños proceden del indígena, el español y el negro. Luis López de Mesa decía: “La región antioqueña… étnicamente debiera clasificarse como… ibero-afroamericana”. Los estudios genéticos recientes han comprobado la información de los historiadores: como no había casi mujeres españolas, el grupo antioqueño recibió su herencia femenina de los indígenas, mientras que los españoles representan más o menos las dos terceras partes del aporte masculino, los indígenas entre el 25 y el 30% y los africanos entre el 5 y el 15%.[5]
Aunque el número de indígenas de la provincia de Antioquia era elevado, probablemente de más de un millón de personas para 1500, se redujo rápidamente, y para 1560 no superaba los 100.000. Esta drástica disminución fue causada por el enfrentamiento a la conquista española y sobre todo por el impacto de las enfermedades europeas.
James J. Parsons, investigador norteamericano, realizó por 1949 un estudio bastante detallado sobre el origen de los antioqueños y, entre otros, suministra los siguientes datos respecto de la población negra: “En 1759 había en Antioquia 900 negros que en 1767 habían aumentado a 4.296; en 1797 la cifra anterior se había duplicado. El censo de 1808 arrojó 10.045 esclavos, aunque ya para esta fecha muchos de ellos no eran peones mineros sino dependientes domésticos. En algunos distritos los mulatos eran más numerosos que los mestizos y blancos. Los negros eran numerosos en los campos mineros”. Según el censo de 1788, que muestra una estructura étnica que poco cambió en el futuro, por el aislamiento demográfico de la región, la población estaba divida en ese momento en un 14% de blancos, un 64% de mestizos -sobre todo descendientes de mujeres indígenas y conquistadores españoles- un 16% de esclavos negros y un 6 de indios.[6]
El ancestro español de los antioqueños inicialmente sólo estuvo constituido por unos pocos centenares de varones de familias vascas, andaluzas y castellanas de las cuales según López de Mesa, un 30% correspondieron al primer grupo. Por su parte, Octavio Arizmendi Posada anota el hecho de que las actuales familias antioqueñas proceden de unos “pocos centenares de españoles inmigrantes”. Entre ellos se destacan o reconocen como típicamente antioqueños los apellidos Uribe, Mejía, Londoño, Jaramillo y Arango.
Respecto a los vascos, se encuentran semejanzas con los paisas que podrían comprobar la hipótesis de que áquellos hacen parte del ancestro de éstos: son dueños de un espíritu orgulloso y enaltecedor del trabajo duro, poseen un territorio montañoso donde han desarrollado desde siempre trabajos de minería y pastoreo, han alcanzado cierto desarrollo industrial y, en cuanto a la indumentaria, puede notarse la utilización de la boina vasca por parte de los paisas.
Es atrayente, de igual manera, pensar que el papel preponderante de la madre o matrona en la familia antioqueña tenga que ver con el similar papel sociocultural que la mujer ha jugado entre los vascos, y que la peculiar importancia de la casa solariega en Antioquia sea una tradición que guarda ecos de la etxe (casa) vascongada, de donde proceden apelativos como Etxeberri (Echeverri) o Goyenetxe (Goyeneche). También los vascos, respecto de su casa, sienten ante todo que forma parte de ellos mismos, antes de considerarla como una propiedad, lo que también admite cierta analogía con el modo de ser antioqueño.
A los pobladores castellanos se debe tal vez la dignidad y el orgullo colectivos, la vocación para grandes empresas y una cierta austeridad. De la herencia andaluza se habrían recibido la viva imaginación y la riqueza expresiva del lenguaje.
El origen sefardita de los antioqueños es más discutido, y surge cada vez que hay enfrentamientos entre regiones. Supuestamente, el éxito que los antioqueños han tenido en los negocios procede de su ancentro judío. Esta hipótesis se ha fortalecido en los últimos años y dice que a Antioquia llegaron cristianos nuevos (marranos), que ocultaron su verdadero origen practicando la religión católica de una manera vehemente y adoptando apellidos tomados de las regiones del norte de España.
Los judíos que llegaron a América del Sur no lo hicieron en gran número. Casi todos provenían de Portugal. Los pocos que llegaron a Antioquia - entonces región por excelencia de la minería del oro - eran sefarditas en su mayoría y quedan registrados en ciertos apellidos, especialmente de origen lusitano: Cardoso, Espinosa, Rodrígues, Péres, Sánches, Lópes (todos con "s", sin la zeta), Nieto, Vidal, Lobo, Senior, Santa, Santamaría, De La Calle y otros más.
Mon y Velarde: Reformador de Antioquia
En 1785 el gobernador de Antioquia, Francisco Silvestre, solicita la presencia del oidor Juan Antonio Mon y Velarde dada la grave crisis que se presentaba en la provincia. Fue enviado entonces como juez visitador provocando agudas polémicas por las reformas que introdujo. Sus reformas incluyeron la reorganización de las rentas de aguardientes y de tabaco, un nuevo Código de Minas que sustituyó el que Gaspar de Rodas expidiera en el siglo XVI, introdujo la plata como patrón monetario - las transacciones se hacían en oro en polvo hasta ese momento -, pero quizás la reforma más importante fue el cambio a la estructura agraria antioqueña puesto que permitió la fundación de nuevos pueblos y se opuso con firmeza a que las tierras quedaran en manos de unos pocos latifundistas que no las trabajaban.[7] A él se debe en parte el fenómeno de la colonización antioqueña del sur del territorio que comenzaría pocos años después.
La colonización antioqueña
Desde sus inicios, Antioquia fue una región aislada geográficamente, y este aislamiento continuó durante el período colonial y los subsiguientes. El aislamiento propició que su desarrollo económico y social tuviese notables diferencias con relación al resto del país. Durante sus épocas tempranas de desarrollo, su principal modo de integración lo constituiría, además de la arriería, el ferrocarril.
Puesto que inicialmente las tierras habitadas de Antioquia no eran las más aptas para la agricultura, la principal actividad económica de los antioqueños fue la minería del oro. Por otra parte, inicialmente las mejores tierras de Antioquia fueron propiedad de unas pocas familias que las mantenían sin explotar. A finales del siglo XVIII, se presentó una baja en la producción de oro, al tiempo que las tierras disponibles no eran suficientes para satisfacer las necesidades de la población, todo lo cual configuró una crisis local. Pero esta situación cambiaría después de la colonización antioqueña.
Se inició entonces la migración de muchos paisas hacia el sur de la provincia de Antioquia, y se realizaron los primeros asentamientos de colonos en otras vastas regiones inexplotadas, y fue entonces cuando las tierras pasaron a ser posesión de miles de familias paisas y dejaron de ser privilegio exclusivo de las clases más favorecidas.
Lo que Parsons llama "colonización antioqueña moderna",[8] se desarrolló básicamente en los territorios de los departamentos de Antioquia, Caldas, Risaralda, Quindío, Valle del Cauca y Tolima. Además, con menor énfasis, se dirigió hacia los departamentos del Chocó, Córdoba y otros sectores más lejanos: Casanare, Meta, Caquetá y Putumayo.
Fuera de las poblaciones fundadas dentro de su propio territorio, una lista parcial de las fundaciones antioqueñas hacia el sur, durante la colonización, es la siguiente: Sonsón y Abejorral (1787 - 1789), Aguadas (1814), Pácora (1824), Salamina (1825), Fredonia (1830), Caramanta (1835), Neira y Salento (1843), Santa Rosa de Cabal (1844), Manizales (1848), Fresno (1856), Líbano y Manzanares (1860), Pereira (1863), Jardín (1865), Santo Domingo (Herveo) (1866), Ansermanuevo (1872), Filandia (1878), Pueblo Rico (1884), Calarcá y Quinchía (1886), Armenia y Circasia (1889), Mocatán (1890), Montenegro (1892), Sevilla (1903) y Caicedonia (1905).
De esta lista parcial, se destacan las ciudades de Manizales, Pereira y Armenia, cuyo mayor desarrollo las convirtió, pasado el tiempo, en capitales departamentales. Muchas de ellas, y varias de las otras ciudades colonizadas, constituyen el denominado Eje Cafetero, región que se convirtió en una de las bases económicas más importantes de la historia de Colombia.
La colonización antioqueña se intensificó a partir de la década de 1870. Durante la segunda mitad del siglo XIX fueron fundadas por los colonos numerosas poblaciones nuevas.
El proceso de colonización integró a la economía del país miles de hectáreas de tierra que durante siglos habían permanecido inexplotadas y despobladas.
El café fue el producto preferido por los colonos, y su producción llegó a convertirse, en las primeras décadas del siglo XX, en la base de la economía nacional. La forma como fueron colonizados estos territorios se fue en contravía de los terratenientes y de la propiedad territorial latifundista de "altas" familias destilada, por ejemplo, en Bogotá. La colonización antioqueña fue llevada a cabo primordialmente por familias del común que no tenían capacidad para pagar mano de obra, sino que más bien utilizaban la mano de obra familiar para explotar las tierras colonizadas.
Esto dio origen a un nuevo tipo de sociedad en el occidente colombiano: Mientras en el resto del país el latifundio constituía la característica más importante, en las zonas colonizadas por los paisas predominaba la mediana propiedad campesina y familiar. Además, debido al aislamiento impuesto por la geografía, los pobladores del occidente colombiano permanecieron ajenos a los conflictos armados que acaeciron en Colombia durante todo el siglo XIX, por lo cual en la zona hubo un desarrollo económico estable y continuo, en contraste con otras regiones donde el desarrollo económico se vio seriamente afectado como consecuencia de las guerras civiles. La colonización antioqueña, en síntesis, permitió una unificación más democrática del occidente colombiano que perdura hasta hoy.
Los colonos se preocuparon por comunicar entre sí los nuevos asentamientos, y construyeron caminos y ferrocarriles. Gracias a esto se estableció un comercio interno que casi no existía en otras regiones, y que estuvo favorecido por la capacidad de compra de la que gozaban los colonos, resultado de una mejor distribución de los ingresos del trabajo familiar.
Todos estos factores hicieron que el occidente colombiano se convirtiera, a finales del siglo XIX y a comienzos del siglo XX, en el centro económico más importante del país. La expansión de la economía cafetera hizo posible que se acumularan los capitales que más tarde fueron invertidos en el desarrollo industrial. Esta situación mantuvo al país durante muchos decenios.
Independencia de Antioquia
En 1808 la monarquía española entra en un momento crucial. Ante la ineptitud de Carlos IV y la impopularidad de su ministro Manuel Godoy, su hijo Fernando VII, con el apoyo popular, aspiraba al trono. Napoleón Bonaparte, por su lado, aprovechó estas circunstancias para intervenir en España. Debido a esto, no se hicieron esperar los levantamientos populares y aparecieron, como solución al vacío de poder, juntas de gobierno, que se unificaron finalmente en la Junta Suprema de Aranjuez, establecida en septiembre de 1808.
Esta conformación de juntas de gobierno se adoptó, a todo lo ancho del Imperio, como respuesta a la usurpación de Bonaparte. Así ocurrió en Cartagena, en mayo de 1810, y en Bogotá, el 20 de julio del mismo año, cuando se constituyó una junta provisional presidida temporalmente por el Virrey.
El ejemplo no tardó en seguirse en Antioquia. El gobernador era entonces don Francisco de Ayala, quien, tan pronto llegó la noticia de los sucesos de Bogotá, conocidos hacia el 9 de agosto en Rionegro, se fue plegando a las presiones de los criollos y aceptó la instalación de un congreso provisional de delegados de los cuatro cabildos de la provincia (Santa Fe de Antioquia, Medellín, Rionegro y Marinilla). Este congreso se reunió entre el 30 de agosto y el 7 de septiembre, y decidió entregar el poder a una Junta Superior, cuyo presidente sería justamente Ayala. Este gobernó unos pocos meses y fue reemplazado por una serie de gobernadores que ejercieron su cargo muy poco. En enero de 1812, bajo la presidencia de Juan Carrasquilla, se reunió la primera Asamblea Constituyente del Estado, y expidió la primera constitución, que daba el voto a los varones libres que fueran padres de familia, vivieran de sus rentas o sus trabajos, y no dependieran de otros.
En 1813 los patriotas locales comenzaron a temer que los españoles los atacaran desde Popayán, y decidieron nombrar al momposino Juan del Corral como dictador, para preparar la defensa de la región. Del Corral proclamó, el 11 de agosto de 1813, la independencia absoluta de Antioquia. Pidió además a la legislatura la aprobación de una ley según la cual los hijos futuros de las esclavas serían libres: la ley de libertad de partos.
Los españoles finalmente intentaron reconquistar la provincia en 1815, y lo hicieron sin encontrar mayor resistencia. Las ciudades se sometieron al rey, y la reconquista, en esta región, no vio las ejecuciones y las represalias sangrientas de otros lugares del país.
Derrotados los españoles en la Batalla de Boyacá, Bolivar mandó al coronel José María Córdoba a recuperar la provincia. Después de algunas escaramuzar, la batalla de Chorros Blancos, el 12 de enero de 1820, marcó el fin del dominio español en Antioquia.[9]
INDEPENDENCIA DE ANTIOQUIA
ACTA
Nadie ignora los principios, los motivos y derechos que han tenido y presentado a la faz de la Nueva Granada para proclamar su independencia absoluta aquellos pueblos hermanos que se han anticipado entre nosotros a sacudir gloriosamente el yugo de la Monarquía española que hasta allí habían sufrido. Después de los manifiestos públicos de Venezuela, Cartagena y el que Cundinamarca acaba de hacer últimamente, nada queda que añadir, ni nada podría adelantarse que no fuese un empeño vano y estéril de convencer a los enemigos de la libertad que por malicia o estupidez han cerrado sus ojos y su corazón a la luz y a la justicia, mientras la mayor parte de los hombres han conocido y abrazado este don del cielo y la naturaleza, para ser gobernados en sociedad, bajo la forma y mando que ellos mismos quieran y señalen. Estando pues profundamente convencidos, los unos resueltos y ansiosos por llegar al culmen de su dignidad, y debiendo los otros abandonarse en tal caso a su propia ignominia y a las desgracias que les hayan de seguir, es llegado el día de satisfacer tan santos deseos ya que hasta aquí no han tenido tiempo de hacerlo el Soberano Congreso por todas las Provincias en general, y que esta medida entra oportuna y esencialmente en las críticas circunstancias que han puesto a la República en la necesidad de crearse un libertador a todo trance. Por tanto, el ciudadano Dictador de ella, revestido con ese carácter por la unánime voluntad de la Representación Nacional, en presencia del Soberano Autor de los derechos del hombre y de la justicia de su causa, declara: Que el Estado de Antioquia desconoce por su Rey a Fernando VII, y a toda otra autoridad que no emane inmediatamente del pueblo o sus representantes, rompiendo eternamente la unión política de dependencia con la Metrópoli, y quedando separado para siempre de la Corona y Gobierno de España.
En consecuencia, decreta: que a virtud de esta abjuración se haga por toda la República el juramento de absoluta independencia, a que ha venido por esta saludable y santa alteración; y manda a los tribunales, corporaciones de todas clases, jueces y demás ciudadanos de ellas que pasen a prestarlo el próximo día veinticuatro en los lugares y ante quienes se dirá por reglamento separado, bajo pena de ser desterrados los que se negaron a este acto, y condenados a muerte los que desaprobándolo trastornasen el orden social.
Publíquese por bando en todos los Cantones del Estado, y en ellos fíjese en los lugares acostumbrados.
Dado en el Palacio del Supremo Gobierno de Antioquia, a once de agosto de mil ochocientos trece.
JUAN DEL CORRAL, Presidente Dictador.
José María Hortiz, Secretario de Guerra y Hacienda.
José Manuel Restrepo, Secretario de Gracia y justicia. .[10]
PROGRAMA
Para la proclamación de la Independencia absoluta de la República de Antioquia.
Artículo 1° - El día 24 del corriente mes se hará la proclamación de absoluta independencia en las capitales de los cinco Departamentos, como en el siguiente día festivo en todos los demás lugares del Estado, por pequeños que ellos sean.
Artículo 2º. - En Antioquia, la tarde del día fijado concurrirán al Palacio Nacional las autoridades civil, eclesiástica y militar, con las corporaciones de los empleados al servicio de la República, y por ante los Secretarios del Gobierno respectivos, pres¬tarán el juramento en la forma que se dirá. En Medellín lo hará el Superior Tribunal de Justicia ante su Presidente, y por haberlo prestado el clero de aquella villa ante el Vicario provincial, bastará su publicación, y lo harán las demás autoridades y corporaciones en la sala del Ayuntamiento, en manos del Subpresidente departamental, y éste ante uno de los alcaldes ordinarios, practicándose lo mismo en Rionegro y Marinilla. En el Nordeste lo recibirá el juez Mayor de cada una de las seis jurisdicciones y tanto en todos los antedichos lugares, como en los demás de la República, sus jueces ordinarios, pobladores, y pedáneos, con los padrones a la vista exigirán el mismo juramento a todo ciudadano, indistinta y generalmente, desde la edad de diez y ocho años.
Artículo 3° - El acto antedicho se principiará leyéndose a todos el Decreto de absoluta Independencia, dado y firmado en once del corriente mes con agregación del reconocimiento y juramento que el Ciudadano Dictador hizo previa y privadamente en presencia de Dios, y de la República con asistencia y autorización de sus Secretarios del Despacho general, y lo que estos Ministros prestaron también ante S. E.
Artículo 4° - El juramento que generalmente se debe prestar a la República será con arreglo a la forma que sigue: Juráis delante de Dios, y en su Santo Nombre, obediencia al actual Gobierno y fidelidad a la República de Antioquia, en el nuevo, augusto y feliz estado de su independencia absoluta a que ha venido por el Supremo Decreto de 11 del corriente, desconociendo la Monarquía de España y el Gobierno de aquella Península, cualquiera que haya sido, y fuese en lo sucesivo; a la familia reinante y que reinar pueda después, y especial, y señaladamente al que se dice Príncipe heredero, Fernando VII? Juráis desconocer en todo tiempo otra autoridad, sea cual fuere, que no emane inmediatamente del pueblo o sus representantes, y protestáis sostener con vuestra vida, vuestro honor y vuestras propiedades la separación perpetua que hace el territorio de esta República de la Corona y Gobierno de España? Si así lo cumpliereis Dios os premie y de no sobre vos caiga su justa venganza y el brazo del Gobierno y la República.
Artículo 5º. - Las autoridades y cuerpos que deben, dirigirse al Palacio Nacional, enviarán de allí sus respectivas diputaciones a la casa del Ciudadano Dictador para conducirle y acompañarle en la carrera, desde ella a aquél.
Artículo 6° - Debiéndose celebrar un acto tan grande, feliz y memorable ;para la República, tanto en el bando y paseo ecuestre, como en todas sus partes, con la posible solemnidad, según los medios y proporciones de cada pueblo, se deja al honor, buen celo y patriotismo de los Ayuntamientos, justicias Mayores, Vi¬carios y Curas eclesiásticos, jefes militares, y demás, la facultad de disponer de acuerdo, el modo y forma de solemnizarle en todas sus partes, contando para ello con la concurrencia, medios y auxilio de los empleados y vecinos.
Artículo 7º - En consecuencia, se celebrará en todas las parroquias, al día siguiente, y a la hora acostumbrada, una Misa solemne con asistencia general, y se cantará el Te Deum en acción de gracias al Todo Poderoso por tan fausto acontecimiento, por la consolidación de la República, por sus aumentos, por el acierto de su gobierno, por la conservación de la fe católica que profesan, y por la conservación de una paz general y duradera, cuyos ruegos se sustituirán en la colecta de la Misa para lo sucesivo.
Artículo 8º - Por último, para ayudar al culto, y celebración de cuanto se ha dispuesto, decreta el gobierno luminarias públicas en las tres noches siguientes, contadas desde el día de la publicación, permitiendo al pueblo aquellas diversiones y regocijos que la Religión y el bien común de la sociedad no han proscrito. Circúlese y publíquese el presente Decreto Reglamentario a quienes y como corresponde para su cumplimiento
Dado en el Palacio del Supremo Gobierno de Antioquia, a doce de Agosto de mil ochocientos trece.
Juan del Corral, Presidente Dictador. José Manuel Restrepo, Secretario.
José María Hortiz, Secretario.
JURAMENTO DEL PRESIDENTE
En consecuencia del antecedente Decreto, en la mañana de este día, el Excmo. Sr. Presidente Dictador, en presencia de Dios y de la República, y con nuestra asistencia, le juró su fidelidad en el nuevo, augusto y feliz estado de su Independencia absoluta, a que ha venido, desconociendo la Monarquía de España, y el gobierno de aquella Península, cualquiera que haya sido y fuese en lo sucesivo; a la familia reinante y que reinar pueda después, y especial y señaladamente al que se dice Príncipe heredero, Fernando VII; juró desconocer en todo tiempo otra autoridad, sea cual fuere, que no emane inmediatamente del pueblo o sus repre¬sentantes, y protestó sostener con sus propiedades, con su honor y con su vida, la separación perpetua que hace el territorio de esta República, de la Corona y Gobierno de España, concluyendo con pedir a Dios el acierto en su Gobierno y sus misericordias en favor de la misma República, y llamando sobre su cabeza la venganza del cielo, y de los hombres, si faltase a tan santos votos.
Antioquia, agosto doce de mil ochocientos trece.
Juan del Corral, Presidente, Dictador.
José María Hortiz, Secretario de Gobierno y Hacienda.
José Manuel Restrepo, Secretario de Gracia y justicia.
JURAMENTO DE LOS SECRETARIOS
En acto continuo, los dos Secretarios de Guerra y Hacienda y de Gracia y justicia, prestaron, en manos del Excelentísimo Sr. Presidente Dictador el juramento de la Independencia absoluta, según la fórmula prescrita en el artículo 4º del Reglamento de doce del corriente
Antioquia, agosto doce de mil ochocientos trece. Hay una rúbrica
José María Hortiz, Secretario de Guerra y Hacienda.
José Ma¬nuel Restrepo, Secretario de Gracia y justicia. .[11]
Antioquia durante la República de Colombia y la Nueva Granada
El 17 de diciembre de 1819 fue expedida en el Congreso de Angostura la Ley Fundamental que creó la República de Colombia, cuyo vicepresidente fue el medellinense Francisco Antonio Zea. Quedaron unidas la Nueva Granada y Venezuela, divididas en tres departamentos: Cundinamarca, Venezuela y Quito. Antioquia quedó como provincia del departamento de Cundinamarca.
El 12 de julio de 1821 el Congreso de Cúcuta, bajo la presidencia del envigadeño José Manuel Restrepo, expidió la Constitución de Cúcuta, basada en la de Angostura, la que dividió la República en departamentos y a éstos en provincias. Antioquia quedó como provincia del departamento de Cundinamarca y su capital continuó siendo Santa Fé de Antioquia, hasta 1826, cuando el Congreso Nacional aprobó trasladar la capital a Medellín.
Durante estos años el hecho más notable fue la rebelión del general José María Córdoba, quien decidió, en septiembre de 1829, proclamar la vigencia de la Constitución de Cúcuta y levantarse contra la dictadura de Bolívar. Las tropas del gobierno derrotaron a Córdoba en la Batalla del Santuario, el 17 de octubre, y el general rebelde fue últimado cuando se encontraba ya indefenso y herido.
Ante la disolución de Colombia en 1830, el departamento de Cundinamarca, que abarcaba todo el territorio de la actual Colombia, fue dividido, y Antioquia adquirió el carácter de departamento. En 1840 la región fue escenario de la rebelión encabezada por el ex gobernador coronel Salvador Córdoba, en busca de mayor autonomía regional y contra el gobierno centralista de Pedro Alcántara Herrán. Córdoba, fue derrotado y fusilado sin fórmula de juicio, junto con el ex gobernador Manuel Antonio Jaramillo. En esta revolución se hizo famosa Ana María Martínez de Nisser, quien se enroló como soldado en las filas de los defensores del gobierno legítimo y participó en la batalla de Salamina. Los conservadores mantuvieron el poder regional hasta 1849, cuando el gobierno liberal de José Hilario López volvió a nombrar gobernadores liberales. La resistencia conservadora a las reformas liberales de mediados de siglo terminó en una guerra civil en la que participaron los antioqueños, que se levantaron a nombre de la defensa de la Iglesia y en defensa del federalismo y la autonomía regional, pero fueron derrotados.
La respuesta del gobierno liberal fue dividir a Antioquia en tres provincias, Medellín, Córdoba, con Rionegro como capital, y Antioquia, con Santafé como capital, para frenar las mayorías electorales que ya tenía el conservatismo. Esta medida, así como las medidas tomadas contra la Iglesia, la libertad total de prensa, el impuesto directo y otras medidas radicales liberales chocaban a los conservadores de Antioquia, que empezaron a favorecer un régimen federal, con el objeto de escapar al control del gobierno nacional. Esta visión coincidía con el federalismo que por razones doctrinarias sostenían muchos liberales en el resto del país, y favoreció la evolución hacia la autonomía regional que se dio en los años siguientes.
En 1853 el país cambió su constitución y permitió a las provincias tener sus propias constituciones, así como gobernadores nombrados por las legislaturas locales. Córdoba, Santafé y Medellín expidieron entonces sus constituciones, en las que predominaron las orientaciones conservadoras.
Antioquia bajo el federalismo
Al volver los conservadores al poder en 1855, el Congreso aprobó la reunificación de Antioquia. La nueva provincia expidió una nueva constitución ese mismo año, y el año siguiente los representantes antioqueños en el Congreso, en su mayoría conservadores, lograron la aprobación de una Acto Adicional a la Constitución para crear el Estado de Antioquia el 11 de Junio de 1856. La tendencia al federalismo fue confirmada por la Constitución de 1858, que cambio el nombre del país a Confederación Granadina y adoptó el régimen federal. En 1863 el federalismo se acentuó con la Constitución de Rionegro, que adoptó el nombre de Estados Unidos de Colombia y dio a los Estados el caracter de soberanos.
El 27 de enero de 1863 se expidió la Constitución Política del Estado Soberano de Antioquia. Entre sus rasgos destacados, en ella se establece de nuevo la uni-cameralidad de la Asamblea del Estado, la cual se componía de 30 diputados, nombrados por los municipios. Aprobada la Constitución de Rionegro en mayo de ese año, se aprobó una nueva constitución de Antioquia el 29 de mayo, por un gobierno liberal presidido por Pascual Bravo. Los conservadores, descontentos con medidas como la expropiación de los bienes de manos muertas y el control de la Iglesia por parte del estado, se lanzaron a una nueva revuelta, que terminó el 4 de enero de 1864 con el triunfo conservador y la muerte del gobernador en la batalla de El Cascajo. Desde entonces, hasta 1877, los conservadores, orientados por Pedro Justo Berrio, mantuvieron el control del Estado, y desarrollaron una política muy activa de apoyo a la educación, las vías públicas y el desarrollo económico.
Los liberales recuperaron el poder en 1877, como consecuencia de la guerra civil de 1876 lanzada por los conservadores, descontentos con las reformas educativas liberales, contra el gobierno nacional. Una nueva constitución liberal reemplazó la de 1864, y los liberales lograron mantener el poder hasta 1886.[12]
Antioquia durante la regeneración
"La victoriosa alianza entre los conservadores y los independientes se plasmó en 1885-1886 con un proyecto estatal que tuvo como bases la centralización política del país, la descentralización administrativa, la organización de un ejército único y nacional, el mantenimiento del Banco Nacional y del papel moneda y la relación concordataria entre la Iglesia y el Estado".[13]
Una vez aprobada la Constitución de 1886, el Consejo Nacional de Delegatarios nombró como Presidente de la República para un período de seis años (1886-1892) a Rafael Núñez.
El gobierno de Antioquia se reorganizó una vez culminada la guerra de 1885 y en los comienzos de la Regeneración (1886-1891). El 7 de septiembre de 1886, se proclamó a Marceliano Vélez como gobernador del departamento de Antioquia.
La actitud global de los grupos dirigentes antioqueños una vez iniciada la regeneración consistió en apoyar el régimen político nacional, pero manteniendo su distancia con respecto a las políticas económicas del gobierno central. Por ello la búsqueda de exenciones frente a estas políticas se constituyó en un elemento básico para entender los factores de conciliación y conflicto entre la región antioqueña y el gobierno nacional.
El comercio
Desde mediados del siglo XIX comienza a manifestarse en Antioquia un importante desarrollo comercial, reflejo, entre otras causas, de la expansión que se daba en la minería, del auge de la ganadería comercial y de la colonización antioqueña del sur de su territorio y de otras regiones. Tanto la población minera y los centros dependientes de las minas - como Remedios, Segovia y Titiribí, entre otros - así como las zonas de colonización, se iban transformando en importantes mercados para los comerciantes.
El ferrocarril de Antioquia
La empresa del ferrocarril antioqueño comienza oficialmente el 14 de febrero de 1874 con la firma del contrato para la construcción de una vía ferroviaria que comunicaría a Medellín con Puerto Berrío. Sin embargo, la construcción del primer riel se llevó a cabo el 29 de octubre de 1875, debido a los brotes de revolución en la costa Atlántica a mediados de julio, que paralizó la navegación por el río Magdalena y de paso la entrada de los materiales necesarios para la construcción de la vía. La primera carga de materiales llegó a Puerto Berrío el 20 de julio de 1875 y el 7 de mayo de 1876 llegó la primera locomotora.
El ferrocarril de Antioquia hace parte de la historia colombiana en un punto álgido en su desarrollo económico. El primer objetivo de las vías era la masificación y mejoramiento de la economía minera presente en la zona. El crecimiento del tren y la visión de los gobernantes para el cultivo del café, permitió que este último comenzara a crecer y empezara a darle una razón de ser más al ferrocarril de Antioquia. Es el tren quien ayuda a que la región se convierta en una de las más rentables del país, gracias al comercio exterior del café, producto con gran aceptación extranjera y uno de los ejemplos más claros de la política de especialización regional.
Sin embargo, durante la Guerra de los Mil Días se suspendió el servicio férreo por tres años, fueron incendiados algunos vagones y con la misma suerte corrieron las estaciones y las vías de acceso al tren que poco a poco estaban siendo destruidas, levantadas y demolidas.
Siglo XX
La segregación del departamento de Caldas
La Guerra de los Mil Días había dejado al país en condiciones lamentables en su economía, y tanto la situación política como la social hacían necesaria la adopción de medidas de reanimación de regiones que pedían nuevas formas de administración y manejo de sus recursos. Antes de la larga confrontación civil y como consecuencia de la centralización que prevaleció en la Constitución de 1886, el manejo desde el gobierno central provocó reacciones que se exteriorizaron en las intervenciones del General Rafael Uribe Uribe en el Parlamento, y en documentos públicos en los que el caudillo liberal hizo propuestas específicas para una nueva conformación político administrativa de Colombia.
En un documento titulado “División Territorial” dio razones de fondo para promover la segregación de los Estados del Cauca, Antioquia, Tolima y Magdalena. Era lógico que sus propuestas salieran derrotadas en el Congreso, puesto que se trataba del único representante de la oposición que tenía asiento en el legislativo. Las razones políticas, llevaron en consecuencia, a que sus planteamientos sólo tuvieran concreción pasada la guerra.
El General Rafael Reyes fue elegido Presidente de la República y se inició el denominado “Quinquenio” en el que con poderes dictatoriales gobernó al país y tomó decisiones trascendentales. De los elementos planteados por Uribe a finales del siglo, dictó las leyes que justo antes de 1910 dieron origen a los departamentos de Caldas, Huila y Atlántico.
Los respectivos territorios salieron de los Estados del Cauca, Antioquia, Tolima y Magdalena. La decisión de Reyes, cuya visión de Estado debe reconocerse, fue correcta. Las nuevas divisiones demostraron a la postre que obedecían no a caprichos sino a condiciones sentidas que se ordenaban en la lógica social, económica y política de la República.
Caldas fue el amortiguador para suavizar las tensas relaciones que existían entre Antioquia y el Cauca, enfrentados por procesos políticos y por la animadversión de sus caudillos, cada uno en procura de dominar el país y controlar el Estado. Surgió entonces una región pujante, fruto de la colonización antioqueña que le imprimió vigor y sentido de empresa y de la influencia intelectual del Cauca, que abrió las puertas de sus centros académicos a los hijos de esos colonizadores.
La industria
El territorio montañoso y escarpado contribuyó a que Antioquia desde épocas remotas se especializara en productos diferentes a la agricultura y a que desarrollara estrategias económicas muy creativas.
Sólo durante el siglo XX el café permitió utilizar buena parte de estas montañas de clima medio y ellas se convierten en un modo de vida para numerosas familias. Sin embargo, aunque pobre en tierras planas y fértiles, la región tenía oro en mustios (aluviones auríferos) y en sus vetas. Esta circunstancia, junto a su localización en el interior del país, lejos del mar y con dificultades para comunicarla, la hicieron muy dependiente de bienes alimenticios y manufacturados que se producían en otras regiones.
En efecto, la producción de oro, el comercio y el contacto con las zonas mineras fueron de gran importancia para la futura industrialización de la región. Con la temprana crisis de la esclavitud en Antioquia (1781), los esclavos se convirtieron en mineros independientes pobres (mazamorreros), productores de oro. Ellos enriquecieron a los comerciantes abastecedores de víveres a los que se llamaban rescatantes, quienes acumularon grandes fortunas o capitales que invirtieron en tierras (rurales y urbanas), ganado, café y finalmente en industrias.
Surgió también de allí la mano de obra requerida por la industria antioqueña. Este es un tema muy discutido porque el proceso de industrialización coincide con el desarrollo del café en la región, y esta actividad requiere muchos brazos y descansa en pequeñas y medianas empresas familiares (economía campesina).
Lo cierto es que la mano de obra empleada durante la primera fase, es de mujeres que constituyen excedentes de población campesina, urbana y semi-urbana, y que contribuyen con su salario a la economía familiar enviando o suministrando una parte o la totalidad de sus ingresos. Para los industriales tenían la ventaja de ser mano de obra barata, pues percibían aproximadamente la mitad del salario de los hombres.
En 1923, año en que se realiza una exposición industrial en Medellín, el 73% del personal obrero de los establecimientos industriales de Medellín y los municipios vecinos es femenino y el 27% masculino, ocupado en labores de mantenimiento de maquinaria o en algunas labores rudas como la alimentación de los hornos en las vidrierías.
Así, se asiste simultáneamente a un fortalecimiento y expansión de la economía campesina cafetera y a la proletarización de un sector de la población compuesto en su mayoría por mujeres, que logran junto con los empresarios e ingenieros poner en marcha las primeras empresas fabriles.
La crisis de 1929
Antioquia había experimentado en mayor grado el avance económico de los años veintes y para ella el contraste con la coyuntura de la crisis de 1929 fue sin duda más violento que en otras regiones del país. Se estima que más o menos el 60% en valor de los insumos industriales colombianos en esa época eran importados. Lo mismo puede ser válido para Antioquia, que era la que usaba casi la mitad de dichos insumos. Por lo tanto, el drástico recorte en la capacidad para importar castigaba duramente a la naciente pero vigorosa industria.
De los años 50 en adelante
En los años cincuentas, el crecimiento relativo de la industria en Cundinamarca, el Valle del Cauca y otras regiones del país, fue sensiblemente mayor que el de Antioquia. Por esa razón, este departamento, que en el censo industrial de 1945 ocupó el primer puesto entre los demás del país, en 1956, cuando se hizo un nuevo censo, pasó a ocupar el segundo puesto después de Cundinamarca, tanto por el número de establecimientos, como por la fuerza laboral y el valor agregado en industrias. Desde entonces, Antioquia ya no volvió a ocupar la primacía industrial en Colombia.
Narcotráfico y violencia
Por primera vez, después de tener Antioquia una economía en ascenso durante 150 años, se presentan en la década de los setentas los síntomas iniciales de lo que sería la más grande crisis económica y social en su historia. Aparece indicadores de aumento del desempleo, y con él la criminalidad y la inseguridad general. Y aunque Colombia en su conjunto afrontó entre 1970 y 1980 un periodo crítico en su económia, su influencia fue no sólo mayor sino catastrófica para Antioquia, especialmente para Medellín, que llegó a tener la tasa de desempleo más alta del país.
El sector manufacturero no sólo había perdido dinámica, sino que se mostraba incapaz para afrontar la situación creada con los altos índices de desempleo, la recesión económica y la imposición desde el gobierno central de un nuevo modelo de desarrollo fundamentado en las actividades financieras y de la construcción. Es entonces cuando el contrabando, primero, y luego el narcotráfico, aparecen como alternativa para miles de personas que no tenían en el mercado legal ninguna, o muy poca, posibilidad de encontrar empleo o de ejercer una actividad económica rentable.
Medellín va a sufrir todo el peso de la lucha entre el narcotráfico y el gobierno central en la década de los ochentas. Aparecen el narcoterrorismo, el sicariato, las bandas delincuenciales en los barrios populares y el asesinato de jueces y de políticos.
La muerte de Pablo Escobar, en 1993, supuso el fin del llamado Cartel de Medellín. Pero la desafortunada presencia de la guerrilla y el paramilitarismo en la nación hace todavía difícil la consecución de una armonía comunitaria como fuera de desear, aunque a la fecha del año 2007 se han logrado importantes progresos en tal sentido, debido a las masivas desmovilizaciones de personal armado, a la política del gobierno denominada Seguridad Democrática y al comienzo de la revelación de la verdad proveniente de muchos grupos criminales a instancias de una ley mundialmente experimental conocida como Ley de Justicia y Paz.
Siglo XXI
Reacción
La sociedad antioqueña ha reaccionado con tal fuerza contra ese período de violencia, que ha logrado unirse en torno al objetivo de sacar adelante su capital y su región en clara categoría de triunfo, al punto de haber recobrado, desde 2006, su liderazgo económico y cultural tradicional con los mismos visos ejemplarizantes que temporalmente había perdido.
Hoy día Antioquia es sede de los principales grupos económicos y financieros de Colombia, se dirige con solidez hacia el cumplimiento de sus metas en inversión social, exhibe un liderazgo evidente en progreso, cultura, investigación, educación, salud, y muchas otras áreas y sectores nucleares de la vida nacional, y sus adquisiciones corporativas se extienden por muchos países en el extranjero.
Referencias
- ↑ Origen del hombre americano
- ↑ Los primeros pobladores de América
- ↑ Plantilla:Ref-capítulo
- ↑ "Jorge Orlando Melo, "La Conquista", en Historia de Antioquia, 1988
- ↑ Adriana Arango Luque y Gina Paola Camacho, "La antropología genética de la población colombiana", Revista Exhumar, 2005
- ↑ Tovar Pinzón, Hermes (1994). «Convocatoria al poder del número». Bogotá: Archivo General de la Nación. 958929832-x.
- ↑ Biografía de Juan Antonio Mon y Velarde
- ↑ James J. Parsons, La colonización antioqueña en el occidente de Colombia, (1950). 2ª ed. Trad. Emilio Robledo, Bogotá
- ↑ Plantilla:Ref-capítulo
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Bibliografía
- Raíces paisas, Historia de Antioquia
- Roberto Cadavid Misas, Historia de Antioquia
- Melo, Jorge Orlando, ed. (1988). «Historia de Antioquia». Medellín: Suramericana de Seguros.