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Revolución de Arequipa de 1955

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Los días 21, 22 y 23 de diciembre de 1955, Arequipa libró una intensa lucha para recuperar la democarcia en el Perú. En opinión de Javier Belaunde los sucesos de diciembre de 1955 constituyen uno de los movimientos de mayor trascendencia política que tuvo Arequipa en el siglo XX. Al punto que, según él, cambió el rumbo de la política peruana. La ciudad de Arequipa en de diciembre de 1955, tuvo una enorme trascendencia para la vida democrática del país.

Antecendentes

El golpe militar de octubre de 1948 que encabezó el General Manuel A. Odría y que terminó con el gobierno democrático de José Luis Bustamante y Rivero. Con el que murió el intento de promover la industria nacional. Pero igualmente importante fue el clima de libertad que se vivió esos días, en el que el gobierno de tres años luchó por la por la democracia en el Perú, quso crar un nuevo orden con justicia social.

En 1955 el gobierno del general Odría se había desgastado. En 1956 debían realizarse elecciones. No obstante, el recuerdo de la farsa electoral de 1950, con candidato opositor el general Ernesto Montagne es apresado siendo acusado por ser el promotor de la Rebelion de Arequipa de 1950, y el carácter dictatorial del régimen, generaban muchas dudas sobre la autenticidad del proceso; había muestras de que se buscaba continuismo y eran conocidos los abusos del ministro de Gobierno, Alejandro Esparza Zañartu.

La rebelión

En este difícil panorama la ciudadanía comienza a reaccionar. Así, la oposición tiene una cristalización en abril de 1955 cuando se lanza en Arequipa un manifiesto titulado “Invocación a la Ciudadanía”, con planteamientos descentralistas y democráticos. Javier de Belaunde, Héctor Cornejo Chávez, Juan Chávez Molina, Alberto Flórez Barrón, Mario Polar, Roberto Ramírez del Villar y Jaime Rey de Castro son los autores. Como Polar recuerda en Viejos y nuevos tiempos: “éramos siete perfectos desconocidos para el país; pero creíamos que el claro planteamiento tendría algún eco”. Así ocurrió. Esta invocación, divulgada por La Prensa y Caretas, fue como un campanazo que contribuyó a despertar la conciencia cívica adormecida por 8 años de dictadura. En Lima se agita el ambiente. Entre otros movimientos en gestación, un grupo de ciudadanos organiza la Coalición Nacional.

Sus fundadores son Manuel Mujica Gallo, Pedro Roselló, Alejandro Villalobos y Carlos E. Ferreyros. Después del lanzamiento en Lima, convocan para el 21 de diciembre un acto en el Teatro Municipal de Arequipa. La Democracia Cristiana estaba ya activa, de modo que nos comprometimos a asistir. Pero, en la mañana de ese día, llegan de Lima 200 matones llevados por el Gobierno. Sumados a los locales, forman un grupo de choque frente al Municipal. El alcohol estimula la agresividad de estos mercenarios de la dictadura, que armados de cuchillos y palos forman cordones humanos y bloquean la puerta del Teatro para impedir el ingreso. Destrozan cartelones, cortan la instalación eléctrica y destruyen los micrófonos. Las autoridades y la policía simulan ignorarlo todo.

Ante ello, las fuerzas democráticas se dirigen a tomar el Teatro. Reunida una gran masa, hablamos Mario Polar, Carlos E. Ferreyros y el autor de estas líneas, reclamando libertad de reunión. En mi discurso evoco a los héroes de la rebelión popular de 1950 y la tradición democrática de Arequipa. Se sucede una violenta lucha cuerpo a cuerpo. Al segundo intento el Teatro es tomado por el pueblo que entra cantando el Himno Nacional. El acto se inicia. Los asistentes gritan “libertad”, “libertad”. De pronto, ingresa la tropa de asalto arrojando bombas lacrimógenas. La multitud enardecida se concentra en la Plaza de Armas. La policía embiste con gases y disparos. El pueblo protesta. Son heridos gravemente Óscar Balbuena Marroquín y Edgard Guzmán Pacheco, entre otros. Arequipa una vez más se yergue contra el abuso. La idea de convocar a una huelga general une a todos.

El 22 la ciudad para. Se forma el Frente Único de Trabajadores y Estudiantes, con destacada actuación de Jorge Bolaños y Róger Cáceres Velásquez. La Coalición Nacional dirige un enérgico cable a Odría, exigiendo la destitución de Esparza Zañartu. Arriban a Arequipa dirigentes políticos de oposición. Renuncia el Prefecto, lo reemplaza el Comandante General de la Región Militar, Ricardo Pérez Godoy, quien tiene una actitud conciliadora. Los dirigentes políticos y gremiales le expresamos con firmeza que sin la destitución de Esparza no hay solución posible.

La agitación crece el 22 y 23. El 22 la plaza de Arequipa congrega una enorme concentración popular. Hay barricadas en toda la ciudad. No obstante, Pérez Godoy tiene el tino de retirar el ejército a los cuarteles para evitar una reedición de los sucesos del 50. Universitarios, choferes, empleados y obreros organizan una Guardia Urbana. La rebeldía de Arequipa se extiende a todo el Perú. Se multiplican pronunciamientos de agrupaciones políticas, instituciones sociales y personalidades. La ola de repudio al gobierno crece.

Finalmente, el 24 de diciembre la ciudadanía recibe alborozada la noticia de la renuncia de Esparza Zañartu. Todos se vuelcan a las calles. Se produce la mayor manifestación que registra la historia de Arequipa. Sin las características trágicas de la rebelión de 1950, los sucesos de 1955 son un hecho político de la mayor importancia, pues la caída de Esparza abre paso al retorno de la democracia con las elecciones libres de 1956, y se inicia una nueva etapa en la vida del país, con libertad para todos y espacio para nuevos partidos como AP, la DC y el Social Progresismo.

Bibliografía

  • CARAVEDO MOLINARI, Baltasar. Desarrollo desigual y lucha política en el Perú, 1948-1956. 
  • DE BELAUNDE R. DE S. Javier. Memorias, politico por vocación. 
  • ZOLEZZI MÖLLER, Mario. Un aporte para el social cristianismo en el Perú.