Historia de Susana
Entre los textos Griegos inclusos en la Biblia Septuaginta, la cuál data del Siglo III a.C., la Historia de Susana, y la Historia de Bel y el Dragón, han sido presentadas como dos breves cuerpos de texto independientes comúnmente asociados al Libro de Daniel.
En su propia Versión de la Biblia, editada en el Siglo II de la Era Cristiana, el judío Teodoción incorpora de lleno ambos textos al Libro de Daniel; al que ambos documentos han sido asociados a través de los Siglos por parte de distintas tradiciones cristianas tempranas e históricas (cristianas ortodoxas, cristianas orientales, y católica romana). Se trata, no obstante, de dos cuerpos de texto completamente independientes entre sí, así como del resto de los textos del Libro de Daniel.
El nombre de Susana procede del hebreo שושננה, shoushannah, pasando por el griego σουσαννα, sousanna, que puede traducirse al español como azucena, la flor de lirio blanco, un símbolo ancestral de la pureza, y de la integridad y castidad.
Canonicidad
La canonicidad de las Historias de Susana y de Bel y el Dragón ha sido debatida porque estos escritos no han sido incluidos en el Tanaj judío, así como tampoco en el llamado Texto Masorético, y los judíos actuales, aun cuando ven en ellas relatos que revisten valores y enseñanzas de carácter moral, no las han acogido como textos sagrados.
Entre los padres de la iglesia, y los apologistas cristianos de los primeros Siglos, Orígenes[1] defendió la canonicidad de la Historia de Susana, y ésta fue citada como Escritura por Ireneo de Lyon,[2] Hipólito de Roma[3] Cipriano de Cartago[4] y Cirilo de Jerusalén.[5] Jerónimo de Estridón incluyó las Historias de Susana y de Bel y el Dragón al final de su propia versión al latín del Libro de Daniel, mas colocó ante ellos una breve nota advirtiendo que ellas no habían sido encontradas en versiones hebreas, y que él las transcribía siguiendo la Versión de Teodoción.
Las iglesias cristianas ortodoxas, cristianas orientales, así como la iglesia católica romana, avalan ambos textos como parte integrante del Canon de la Biblia, y los han acogido entre los documentos deuterocanónicos. Algunas tradiciones los asocian de lleno al Libro de Daniel, como si se tratase de otros dos capítulos de dicho documento, aun cuando los llaman por nombres muy distintos, de acuerdo a las distintas tradiciones. Las iglesias y sectas protestantes y paraprotestantes, rechazan estos textos de forma sistemática junto a los otros textos deuterocanónicos; a los cuáles insisten en tachar como apócrifos.
La Comunión Anglicana, e iglesias afiliadas a la misma, tales como la Iglesia de Inglaterra y la Iglesia Episcopal —mismas que representan posturas intermedias entre el catolicismo y otros protestantismos—, por su parte, en el Artículo VI de su Declaración de 39 Artículos, describen estos textos como libros "que la iglesia debe leer como ejemplo de vida e instrucción conductual, mas que no deben ser utilizados para establecer doctrina alguna", y los han publicado en los apéndices de algunas de sus Biblias; la cuál es una práctica asumida por ciertas importantes versiones y ediciones protestantes.
Manuscritos
La versión del Libro de Daniel ha sido encontrada en pocos manuscritos de la Septuanginta: el Codex Chisianus 88,[6] el Codex Syro-hexaplaris Ambrosianus[7] y el Papyrus 967[8] (de comienzos del Siglo III). Numerosas Versiones modernas de estos textos han sido redactadas a partir de la Edición de Teodoción.
Los manuscritos muestran un orden diferente. En su propia Versión de la Biblia, Teodoción colocó la Historia de Susana al comienzo del Libro de Daniel. Y, al final de la misma, agregó una nota en la que dice, de manera textual: "Y Daniel se hizo grande delante del pueblo desde el día aquel." Con la inserción tardía de esta anotación, Teodoción proponía que el texto de la Historia de Susana sirviese de apertura al resto de los textos del Libro de Daniel. La posición que ocupa la Historia de Susana en el Libro de Daniel en las Biblias católicas actuales, como Capítulo 13, es la que le asignó Orígenes en su edición políglota de los escritos bíblicos, es decir, en la Hexapla. El Papyrus 967 organiza todo el Libro de Daniel con un orden diferente al que leemos actualmente: 1-4, 7-8,5-6, 9-12, y, en seguida, la Historia de Bel y el Dragón, y, al final de ésta, la Historia de Susana.[9]
Contenido
Susana, una bella mujer, esposa de Joaquim, un rico e influyente judío en el exilio babilónico, es vista y deseada por dos ancianos que habían sido nombrados jueces entre los judíos en el exilio en Babilonia. Los dos viejecillos se ponen de acuerdo para sorprender a solas a Susana, y así abusar de ella.
En su versión tardía de este documento, el judío Teodoción agrega unos detalles referentes a un baño con aceites y esencias aromáticas al que supuestamente Susana se estaba preparando al momento de ser interceptada por los dos viejecillos. Los detalles del "baño de Susana", que enuncia Teodoción en su Versión, causaron gran impacto a través de los Siglos en la mentalidad de múltiples artistas, músicos y escritores del Mundo Occidental, que siguieron de cerca la saga del relato de acuerdo a la Versión de Teodoción.
El texto original de la Biblia LXX, bastante más temprano, sin embargo, no dice nada acerca de este supuesto baño. Y dice simplemente que un día en que Susana pasea por el vergel[10] de su marido, los viles viejecillos la sorprenden, y entonces la presionan, e intentan abusarla sexualmente. Susana los enfrenta, y les responde:
- «Sé que, si hiciere esto, muerte es para mí; y que, si no lo hago, no escaparé de vuestras manos. Más bello, sin embargo, para mí, caer en vuestras manos, no habiendo hecho esto, que pecar ante el rostro de SEÑOR...» —Historia de Susana [Daniel 13], Versos 22-23.
Los dos ancianos jueces, al verse rechazados, acusan a Susana de adulterio, y ésta es llevada a juicio, donde los dos ancianos testifican falsamente en su contra haberla visto reposando con algún jovenzuelo en algún cierto paraje del vergel de su esposo. En su Versión tardía, Teodoción intenta conferir al relato elementos dramáticos, y dice que Susana, levantando sus ojos al cielo, lloraba a grandes voces al clamar la intervención divina. Por contraposición casi perfecta, el texto original de los LXX, siempre más reservado, más libre de detalles excesivos, dice sencillamente que Susana, inclinada, lloraba en su interior mientras clamaba la intervención divina.
Y, ante la importancia y la "credibilidad" de sus acusadores, Susana es condenada a morir apedreada. Mas, cuando es llevada por la congregación para ser lapidada, el profeta Daniel, que por aquel entonces, es sólo un tierno niño, aprendiz de las artes de la consejería, con miras a ejercerla al servicio del rey Nabucodonosor, detiene el cortejo del pueblo que lleva a Susana hacia el sitio de su lapidación, reprende a la gente por estar actuando sin conocimiento pleno de la causa, y pide separar a los dos viejecillos para interrogarlos con inteligencia.
(Esta sencilla idea representa en sí misma un considerable aporte y adelanto temprano en materia de averiguaciones y procedimientos tendientes a aclarar y deslindar acciones y participaciones de las partes que han sido involucradas en litigios, o en hechos delictivos.)
Y, tal como sucede en los procesos en los que se implementa dicho procedimiento, los dos falsos testigos incurren en tremenda inconsistencia o contradicción en sus declaraciones cuando el jovencillo les pregunta bajo qué árbol vieron a Susana recostada con su supuesto amante. Uno de ellos dice: "Debajo de un lentisco." Y el otro de ellos dice: "Debajo de una encina." Ante la evidencia del falso testimonio de los jueces, la bella y noble dama es exonerada de todos los cargos que habían sido afincados en su contra, y los dos viejecillos mueren ejecutados en lugar de Susana.
La enseñanza moral de esta historia se centra en la elección de Susana de respetar a Dios antes que acomodarse al influjo de los malos por temor a perder todos sus privilegios como una dama noble, rica y acomodada. Y busca contrastar, por otra parte, la conducta perversa y corrupta de dos ancianos jueces prestigiados, con la sabiduría e inteligencia, candor e ingenuidad de un tierno jovencito, hacer un gran elogio a las virtudes de los más jovencitos, e ilustrar la idea de que Dios socorre a los justos que prefieren sufrir a manos de los malos antes que ofenderlo a él.
Lengua original
Los manuscritos griegos de la Historia de Susana son la fuente de las traducciones a otros idiomas. Los expertos discuten si el griego fue el idioma original, o si los manuscritos griegos, tanto de los "LXX", como de Teodoción, son traducciones del hebreo o del arameo. Canton ha estimado que este documento pudo ser escrito en la primera parte del Siglo I a.C.[11]
En favor del origen griego, se argumenta por ejemplo, que el uso de parónimos griegos para construir un juego de palabras entre él árbol que escoge cada falso testigo y la sentencia que pronuncia Daniel para cada uno: el primero responde que fue bajo un σχινον, "skhinón", el cuál es traducido como acacia o lentisco, y Daniel le responde que un ángel "σχισει σε μεσον", "skhiséi se meson", "te partirá por en medio"; el segundo responde que fue bajo un "πρινον", "prinón", el cuál es traducido como roble o encina, y Daniel le responde que un ángel "πρισαι σε μεσον", "prisái se meson", "te trozará por en medio".[12]
Sin embargo es posible que una traducción se esfuerce en mantener figuras literarias encontradas en un original, tal como en este caso hace la traducción inglesa de The Anchor Bible contrasta "yew" (tejo) con "hew" (tajar) y "clove" (clavero) and "cleave" (quebrar). Algunos estudiosos sugieren que los juegos de parónimos habrían sido un aporte del traductor al griego.
En favor de un original hebreo, se ha argumentado la presencia de la Historia de Susana en la versión griega del judío Teodoción, que hizo una traducción docta del Libro de Daniel desde el hebreo. Algunos estudiosos ya han considerado la posibilidad que los fragmentos 4Q551 de Qumrán, hayan correspondido al texto hebreo de Susana,[13] aunque otros consdieran que podría tratarse de fragmentos de Jueces.[14]
Historicidad
Los Versos 1-5 dan algunos detalles sobre el contexto histórico, social y cultural de este relato; entre ellos, la riqueza e importancia de Joaquim entre los desterrados, y el hecho de que dos malos ancianos, acerca de los cuales hubiera dicho Dios algunas cosas, hubieran sido electos como jueces "durante ese año".
Estos cinco Versículos no existen en el texto de la Biblia LXX. Teodoción los agrega en su Versión tardía (hacia el Siglo II) recurriendo a los textos del Libro de Jeremías. En efecto, el Versículo 4 relata que, a la casa que Joaquim poseía en Babilonia, solían acudir de forma cotidiana numerosos judíos, por tratarse del "más distinguido de todos"[15] los judíos. Esto representa una clara —aun cuando discreta—, forma de decir que el Joaquim de esta historia no es ningún otro, sino el rey Joaquim, hijo de Josías, rey de los judíos que había sido llevado al cautiverio por Nabucodonosor de Babilonia.
No se hace referencia de lleno a su realeza porque el pueblo judío evitaba referirse a cualquier hecho tocante a su teocracia en cualquier contexto ajeno a la comunidad judía avecindada en la llamada Tierra Santa (Cf. Salmos 137:5), así como también, de alguna forma, sucesos cualesquiera tocantes a la historia de la nación judía acontecidos fuera de dicha Tierra Santa. Confróntese, al respecto, la gran laguna histórica existente entre la conclusión de los llamados Libros de las Crónicas y el mucho más temprano reinicio del relato de la historia judía, tal como se presenta al inicio de los Libros de Esdras [y Nehemías], y que se identifica, con toda propiedad, en el breve resumen relatado en 2 Crónicas 36:20-21; donde se sintetiza, en sólo dos Versículos, todo lo acontecido a la nación judía durante los 70 años que durase el exilio babilónico.
Por cuanto se refiere a aquella otra expresión que reza textualmente que acerca de los viejos «había dicho SEÑOR que había salido maldad de Babilonia, de los ancianos jueces que parecían gobernar al pueblo», ciertos escrituristas han hecho observaciones referentes al hecho de que esta expresión no es la cita textual de ningún otro texto bíblico conocido. Mas, cuando se examina de forma cuidadosa, salta a la vista el hecho de que, en realidad, se trata de una forma irónica y sarcástica de referirse al texto en que el profeta Jeremías coloca unas palabras similares en boca de Yahveh: «[...] vosotros habéis dicho: "Yahveh ha suscitádonos profetas en Babilonia"» (Jeremías 29:15). Un poco más abajo, Jeremías denuncia a dos pseudoprofetas amantes de acostarse con esposas de sus conciudadanos (Jeremías 29:21-23).
Acerca de estos hechos, el célebre erudito judío ruso americano Isaac Asimov, en su Guía de la Biblia, declara lo siguiente: «Los "ancianos", o viejecillos, probaron ser malvados, y la tradición judía los identificó, por ello, con dos profetas denunciados como falsos por Jeremías. Pero como Susana es generalmente considerada una obra de ficción, una identificación tal necesita no ser tomada seriamente.»[16]
Esta postura escéptica hacia todo posible, presunto o presumible carácter histórico de este documento, sin embargo, refleja la postura parcialmente sesgada de un hombre de ciencia de orígenes judíos; quien, consecuentemente, solía ver al Tanaj, y no a la Septuaginta, como la norma básica del Canon de los libros tenidos por sagrados por el pueblo judío. Refleja, así mismo, el muy profundo impacto que ciertos cristianismos de líneas protestantes llegaron a causar en la mentalidad del pueblo americano —la nación adoptiva del Dr. Asimov a su exilio de Rusia— durante su paso, del Siglo XVII al Siglo XX.
Es justo enfatizar, por otra parte, que, fuera de las series de criterios con bases en los cuáles los judíos excluyeron del canon del Tanaj, sistemáticamente, todos los documentos Deuterocanónicos, no hay argumentos sólidos para desestimar o cuestionar, de manera tajante, el valor o el carácter histórico y moral de dichos documentos.
Aun cuando queda claro que, a nivel exegético, ha sido ciertamente muy laxa y muy escasa la labor realizada por exégetas bíblicos de todos los contextos; ya que, en pleno Siglo XXI, a más de 20 Siglos de la Era Cristiana, aún no se ha estudiado, de forma concienzuda y ordenada, profunda y detallada, y no comprometida con alguna postura confesional concreta, hechos muy importantes relativos a varios de estos documentos (los Deuterocanónicos).
Vínculos mitológicos
No menos sugestiva y fascinante, sin embargo, se antoja ver en esta Historia de Susana claras reminiscencias a los mitos de diosas orientales de la vegetación y la fertilidad: el nombre de Susana es la forma semítica del nombre de una flor, concretamente la azucena, o flor de lirio blanco; por otra parte, la alusión al paraíso, jardín, vergel o huerto del marido, y la presencia en este de árboles de nueces, tales como la encina y el lentisco, parece una muy clara referencia al cultivo de los huertos, los campos, y los árboles frutales.
Desde esta perspectiva, Susana guarda algunos sumamente importantes aspectos en común Ceres o Deméter, una deidad agrícola, patrona y protectora de la sacralidad del matrimonio y respeto de las leyes, los cuáles son aspectos que esta historia vincula a la figura de Susana.
De la misma manera, Susana guarda rasgos en común con Flora o Cloris, señora de las flores, eternamente joven, casada con el viento favorable a las flores, y símbolo ancestral de la renovación del ciclo de la vida, al cuál, en cierta forma, se refiere la Historia de Susana al contrastar la gracia, pureza e inocencia de los niños con la degradación y degeneración moral de malos viejecillos.
Y, muy especialmente, Susana guarda rasgos en común con alguna deidad oriental asociada a la diosa romana Pomona, señora de los frutos, las bayas y las nueces, (tales como el pistache y la bellota, las nueces de la encina y el lentisto), casada con Orduño, el señor de los huertos, (¿tal vez representado por Joaquim, con su vasta extensión de bosques y de campos?). Pomona era una diosa eternamente joven, (como joven Susana), y que era asediada en el campo por viejos y feos sátiros y faunos, (¿tal vez representados por los dos viejecillos?). Y, como dato extra, algunas tradiciones acusan a Pomona de haberle sido infiel a su marido, al haber sostenido amoríos con Pico, una deidad profética romana, (de forma sospechosamente paralela a las imputaciones de adulterio sufridas por Susana).
En tanto los exégetas terminan de intentar dilucidar posibles realidades mantenidas latentes y al margen de los hechos relatados en este interesante documento, la historia de Susana podría representar un claro ejemplo de la penetración de sincretismos de tipo religioso en los contextos bíblicos, y en la mentalidad del pueblo de la Biblia. (Otro muy claro ejemplo de estos sincretismos religiosos ha quedado asentado en el Libro de Ester, en donde se relata la lucha o de los dioses babilónicos, al mando de Marduk (o Mardoqueo) y de la diosa reina Ishtar (o Ester), con las divinidades elamitas, lideradas pos Vasti y por Amán.
Susana en el arte
Varios pintores han representado a Susana bañándose:
- Rembrandt
- Rubens
- Artemisia Gentileschi
- Lorenzo Lotto
- Albrecht Altdorfer
- Anthonis van Dyck
- Tintoretto
- Veronese
- Guercino
- Domenichino
- Francesco Hayez
- Franz von Stuck
- Lovis Corinth
- Bartolomeo Altomonte
- Lukas Vorstermann
- Johann Spillenberger
En la música, la Historia de Susana ha inspirado:
- El Oratorium Susanna de Georg Friedrich Händel (1749)
- La Ópera Susannah de Carlisle Floyd (1995), en la cual el papel de los dos ancianos, corresponde al rey David.
Susana ya ha sido, así mismo, un tema recurrido de la literatura popular, citado y asentado, por ejemplo, en el poema Daniel, escrito en 1331 por un autor anónimo. En 1577 se estrenó el drama Susanna de Nicodemus Frischlin. La tragedia de Paul Rebhun Ein Geistlich Spiel von der Gotfürchtigen und keuschen Frauen Susannen se imprimió en 1536. El poeta lírico bohemio, Hugo Salus, publicó Susana en el baño, en 1901.
Notas
- ↑ Origen, To Africanus 5 (ante A.D. 254), in ANF,IV:387.
- ↑ Irenaeus, Against Heresies (A.D. 180): ANF,I:497.
- ↑ Hippolytus Commentary on Daniel (A.D. 204); ANF,V:191,194
- ↑ Cyprian, Testimonies 20 (ante A.D. 258); ANF,V:540
- ↑ Cyril of Jerusalem, Catechetical Lectures (A.D. 350); NPNF2,VII:123.
- ↑ Vaticanus gr. R VII 45, Sigel 88
- ↑ Tella, Paulus von (1874) Ed. Ceriani, Mailand
- ↑ Geißen, A. (1968) Daniel 5-12; Susanna, Bel et Draco; Esther: Der Septuaginta-Text des Buches Daniel, Kap. 5-12, zusammen mit Susanna, Bel et Draco, sowie Esther Kap. 1,1a-2,15 nach dem Kölner Teil des Papyrus 967 (PTA 5), Bonn.
- ↑ Cousin, Hugues (1992) "Daniel"; La Biblia Griega. Los Setenta. Estella: Verbo Divino, p.p. 105-107.
- ↑ Expresión imprecisa. El texto griego emplea, de forma primigenia, la expresión παραδεισος, paradeísos; que, en un sentido propio, significa comarca, lugar que se distingue en derredor. La Vulgata latina transcribe pomárium, es decir, un cultivo de árboles frutales. Versiones castellanas se refieren, de manera indistinta, a un huerto o un jardín. Sin embargo, a partir de los hechos expuestos en la parte final del nudo del relato —a saber, la presencia de encinas y lentiscos, y el hecho de que se tratase de un espacio tan denso y tan extenso que dentro de sus límites pudiese hacerse cosas sin ser vistos por otros—, se infiere que se trata de una vasta extensión de bosques mediterráneos, mediana o densamente repoblados de árboles y arbustos de gran diversidad en su apariencia, su tipo y su estatura; la cuál, probablemente, haya tenido acceso o colindancia a las márgenes del Éufrates. En su versión tardía, Teodoción nos sugiere tratarse de un lugar que puede ser cerrado o clausurado por medio de compuertas. Pero esta referencia contradice la idea, noción o percepción que se tratase de un área muy extensa y espaciosa, en donde las personas, solas o acompañadas, pudiesen substraerse de la visión de otros. La alusión a las puertas que cierran el jardín no se encuentra presente en el texto griego antiguo, que es mucho más temprano y primigenio.
- ↑ Canton, Dan W. (2003) "Dating the Story of Susanna: a proposal; Journal for the Study of Judaism 34(2):121-140."
- ↑ El texto de la Biblia Septuaginta, siempre menos pulido, primario y primigenio que esta recensión de Teodoción, siempre más sistemática, graciosa, elegante y ordenada, relata que Daniel le dice al primero que el ángel de SEÑOR "σχισει σου την ψυχην", "skhiséi sou ten psukhén", "te partirá el alma"; y al segundo le dice que el ángel de SEÑOR "την ρομφαιαν εστηκεν εχων [...] ινα καταπριση σε", "ten romphaían esteken exón [...] ina kataprisé se", "la espada está teniente [...] para destrozarte".
- ↑ Milik, Józef Tadeusz (1981) "Daniel et Susanne à Qumrân?"; Dore, P.; M. Grelot et M. Carrez (eds.) De la torá au Messie: 337-359. Paris: Desclee.
- ↑ Nickelsburg, George W. E. (1997) "4Q551: A Vorlage to Susanna or a Text Related to Judges 19?" Journal of Jewish Studies 48(2): 349-351.
- ↑ Expresión imprecisa. La Versión Teodoción acuña la voz griga ενδοξοτερον παντων, que puede traducirse como el más glorioso, honrado, honorable, notable, connotado o distinguido de todos.
- ↑ ASIMOV, Isaac; Asimov's Guide To The Bible, Volume One, The Old Testament; Page 620; Random House, USA, 1967-1981.