IV concilio de Letrán
El IV Concilio de Letrán comenzó en 1215 y acabó en 1216. Fue convocado por el papa Inocencio III, desde el punto de vista de la Iglesia, por la fe y la moral, aunque la mayoría de historiadores apuntan a los intereses políticos y económicos del reino de Francia y del Papado, sobre todo a la condena de las herejías de los albigenses o cátaros y de los valdenses. Esta condena de los primeros se basaba en las diferencias de fe de este grupo, propugnando que era una sola la Iglesia Universal y que la salvación del alma no era posible fuera de la ella. A los valdenses, que difunden una doctrina de despego material, el único defecto que se les puede achacar para controlarlos es que “no han sido enviados”, aduciendo a que no han sido acreditados por la Iglesia. También se condenan las opiniones del abad Joaquín respecto a la Trinidad, la creación, Cristo Redentor y los Sacramentos. Finalmente, revisó y fijó la legislación canónica referente a los impedimentos matrimoniales. Impuso a los fieles la obligación de la confesión anual y de la comunión pascua.