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Decrecimiento

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El decrecimiento es una corriente de pensamiento político, económico y social favorable a la disminución regular controlada de la producción económica con el objetivo de establecer una nueva relación de equilibrio entre el ser humano y la naturaleza, pero también entre los propios seres humanos. Rechaza el objetivo de crecimiento económico en sí del liberalismo; en palabras de Serge Latouche: la consigna del decrecimiento tiene como meta, sobre todo, insistir fuertemente en abandonar el objetivo del crecimiento por el crecimiento, [...] En todo rigor, convendría más hablar de "acrecimiento", tal como hablamos de "ateísmo".[1]​ Por ello también se suelen denominar "objetores de crecimiento". La investigación se inscribe pues en un movimiento más amplio de reflexión sobre la bioeconomía y el postdesarrollo, que implicaría un cambio radical de sistema.

Muchas organizaciones por el decrecimiento han adoptado como logo el caracol, en referencia a las palabras de Iván Illich sobre la Lógica del Caracol.[2]​.

La conservación del medio ambiente, afirman, no es posible sin reducir la producción económica que sería la responsable de la reducción de los recursos naturales y la destrucción del medio que genera, que actualmente estaría por encima de la capacidad de regeneración natural del planeta. Además, también cuestiona la capacidad del modelo de vida moderno para producir bienestar. Por estas causas se oponen al desarrollo sostenible. El reto estaría en vivir mejor con menos.[3]

Los partidarios del decrecimiento proponen una disminución del consumo y de la producción controlada y racional, permitiendo respetar el clima, los ecosistemas y los propios seres humanos. Esta transición se realizaría mediante la aplicación de principios más adecuados a una situación de recursos limitados: escala reducida, relocalización, eficiencia, cooperación, autoproducción (e intercambio), durabilidad y sobriedad. En definitiva, y tomando asimismo como base la simplicidad voluntaria, buscan reconsiderar los conceptos de poder adquisitivo y nivel de vida. De no actuar razonadamente, opinan generalmente que se llegaría a una situación de decrecimiento forzado debido a esa falta de recursos: y si no decrecemos, mi pronóstico es el siguiente, en virtud de un proyecto racional, mesurado y consciente, acabaremos por decrecer de resultas del hundimiento sin fondo del capitalismo global.[4]

Sus defensores argumentan que no se debe pensar en el concepto como algo negativo, sino muy al contrario: cuando un río se desborda, todos deseamos que decrezca para que las aguas vuelvan a su cauce.[5]

Argumentos y consideraciones decrecentistas

El concepto de "decrecimiento" nace durante los años 1970 - en parte a través de la tesis de Nicholas Georgescu-Roegen - de la conciencia de las consecuencias atribuidas al productivismo de la sociedad industrial (ya sea éste derivada de un sistema capitalista o socialista)

Los partidarios del decrecimiento afirman que este tipo de desarrollo económico se opone a los « valores humanos».[6]

Los defensores del desarrollo sostenible creen que un crecimiento económico conjugado con la disminución de los recursos naturales consumidos es posible si se disminuye el consumo energético. En la mayoría de gobiernos de los países industrializados también se ha comenzado a hablar de “políticas de sostenibilidad”,[7]​ e incluso a tratar de aplicar sus principios.[8]

Sin embargo, la teoría que defiende el decrecimiento opina que al aumentar la producción de bienes y servicios necesariamente aumentaría el consumo de recursos naturales, y que si este consumo es más rápido que la regeneración natural, como ocurre actualmente,[9]​ esta situación nos llevaría al agotamiento de éstos.

Consumo y escasez de recursos

Es sabido que a medida que la economía y la población cresca la necesidad de recursos pudiera hacerlo también. En el siglo XVIII el economista inglés Thomas Malthus tras su "ensayo sobre el principio de la población" empezó a plantear el problema de escasez frente a superpoblación. Sin embargo, sus pronosticos se vierón empañados tras el auge de la revolución idustrial y la era del petróleo barato, no siendo hasta bien avanzado el siglo XX que resurgieron voces que recalcaban este problema como el Club de Roma en el libro "Los límites del crecimiento" e importantes pronosticos de geólogos como el cenit del consumo del petróleo estadounidense de 1970 de M. King Hubbert.[10]

En sus tesis suelen describir una cantidad fija de recursos no renovables que en algun punto se vean escaceados, como es el caso del petróleo,[11][12]​ diversos metales,[13]​ el carbón, [14]​ el gas y el uranio.[15][16][17][18][19]​ Además se agrega que los recursos renovables también pueden agotarse si son extraidos a un ritmo insostenible durante períodos prolongados, como por ejemplo lo ocurrido en la producción de caviar en el Mar Caspio.[20]

De ahí en adelante existe una mayor preocupación sobre cómo la creciente demanda deberá cumplirse tras la disminución de los suministros. Muchos tienen un optimismo puesto en la tecnología para desarrollar sustitutos de los recursos que se puedan agotar. Por ejemplo, algunos ven a los biocombustibles como sustituto del déficit de la demanda después del cenit del petróleo. Sin embargo, otros han argumentado que ninguna de las alternativas podrían reemplazar con eficacia la versatilidad, eficiencia y portabilidad del petróleo.[21]

Los partidarios del decrecimiento sostienen que el descenso del consumo es la única forma de cerrar la brecha de forma permanente. Para los recursos renovables, la demanda, y por lo tanto la producción, también deben ser llevados a niveles que impidan el agotamiento y evite el deterioro ambiental. Avanzar hacia una sociedad que no sea dependiente del petróleo es visto como meta esencial para evitar el colapso societal cuando los recursos no renovables se agoten.[22]​ "Sin embargo, el decrecimiento no es sólo una cuestión cuantitativa de hacer menos de lo mismo, es también y, más fundamentalmente, alrededor de un paradigmático cambio de orden de los valores, en particular, la reafirmación de los valores sociales y ecológicos y una repolitización de la economía ". [23]

Diversas estimaciones del pico del consumo del petróleo. Fuente: Freddy Hutter, TrendLines.ca.[24]

Efecto rebote o eficiencia anulada por el consumo

Este fenómeno se da cuando se produce un aumento del consumo a causa de la reducción de los límites de utilización de una tecnología, pudiendo ser estos límites monetarios, temporales, sociales... Es decir, que al ser más fácil consumir una unidad de producto (por una mejora cualquiera introducida), aumenta el consumo de éste.

Así, los defensores del decrecimiento postulan un « efecto rebote » sistemático: todo progreso técnico, toda mejora de productividad, en vez de reducir el consumo de materias primas y energéticas conduciría al contrario a un mayor consumo, fenómeno ya estudiado por la Paradoja de Jevons en el siglo XIX.

Por ejemplo, con la revolución informática se pensó en una futura desaparición del soporte papel. Sin embargo, se ha detectado desde entonces un gran aumento en su consumo.[25]​ Según el proveedor de material de oficina Esselte, la demanda de papel ha aumentado un 40% en las empresas que han adoptado el correo electrónico, ya que los empleados tienden a imprimir los mails antes de leerlos.

Otro ejemplo: la industria automovilística. Hoy en día es posible producir vehículos menos contaminantes por unidad de potencia que hace unos años; pero como su número, su potencia, su masa, los kilómetros recorridos y los habitáculos climatizados aumentan, la contaminación que producen aumenta también.[26]​ El mismo argumento se emplea al referirse al reciclaje cuyos efectos, aunque importantes, no son siempre suficientes para compensar el aumento de la producción de desechos por habitante.

En palabras de Serge Latouche: « las disminuciones del impacto y contaminación por unidad se encuentran sistemáticamente anuladas por la multiplicación del número de unidades vendidas y consumidas.».[1]

Deuda del crecimiento, explotación del Sur y el planeta

Para los decrecentistas el problema no es la pobreza de los países del Sur, sino que lo es la mal entendida “riqueza” y el consumo excesivo de los países del Norte.[27]​ Estos países han llevado a una situación limite la cuestión de sostenibilidad del planeta, en el que una tierra por sí sola ya no es suficiente.[27]​ Así pues, la mayor parte del Norte sobrepasa en más de una tierra la huella ecológica, siendo el caso estadounidense el más extremo con 12,5 Ha per cápita durante el año 2005. Por otro lado, el 20% de la población mundial, la que goza de las mayores riquezas, consume el 85% de los recursos naturales.[28]​ Dicho de otra forma, la mayor parte de los países del Norte han tomado "prestado" de los países del Sur y del planeta tanto recursos como mano de obra desde hace siglos, lo que ha llevado a distintos autores decrecentistas a reconocer a los paises del Norte como deudores de crecimiento para con los paises del Sur y con el planeta. Algunos han considerado que tal deuda debería incorporar un conjunto de deudas definidas a partir del estudio del impacto del modelo de crecimiento occidental:[27]

  • Deuda económica, donde el crecimiento del Norte se ha dado debido al intercambio desigual con el Sur.[27]
  • Deuda histórica, donde el crecimiento del Norte se ha estado dando desde la colonización hasta las múltiples formas renovadas de dominación para con el Sur (neocolonialismo y globalización).[27]
  • Deuda cultural, donde el modelo de crecimiento del Norte ha destruido culturas y los estilos de vida en los países del Sur.[27]
  • Deuda social, donde el crecimiento del Norte ha impactado en las condiciones de vida, de salud, y de derechos humanos de la poblaciones del Sur.[27]
  • Deuda ecológica, donde el crecimiento del Norte ha impactado en el planeta y en los paises del Sur debido a las emisiones de dióxido de carbono, la biopiratería, los pasivos ambientales y la exportación de residuos.[27]

Según afirman los decrecentistas, el impacto al planeta se traduce como efecto invernadero, la desregulación del clima, la pérdida de la biodiversidad y la contaminación. Como consecuencia de lo anterior ocurriría una degradación de la salud humana, en mayor medida en los países pobres, incluyendo la flora y de la fauna, ocasionando entre estos efectos adversos como esterilidad, alergias, malformaciones, etc.

La huella ecológica

Cálculo de la Huella - Factores considerados:
1. La cantidad de hectáreas utilizadas para urbanizar, generar infraestructuras y centros de trabajo.
2. Hectáreas necesarias para proporcionar el alimento vegetal necesario.
3. Superficie necesaria para pastos que alimenten al ganado.
4. Superficie marina necesaria para producir el pescado.
5. Hectáreas de bosque necesarias para asumir el CO2 que provoca nuestro consumo energético.

Es una herramienta habitual para calcular esta desproporción entre recursos disponibles y consumidos. La huella ecológica es el área de territorio ecológicamente productivo (cultivos, pastos, bosques o ecosistemas acuáticos).

Huella ecológica por persona y región en ha globales¹ (años 2003[29]​ y año 2005[30]​)
Región Población² (2003) Huella ecológica¹ (2003) Población (2005) Huella Ecológica (2005)
MUNDO 6 301.5 2.23 6 476 2.7
Países de ingresos altos 955.6 6.4 972 6.4
Países de ingresos medios 3 011.7 1.9 3 098 2.2
Países de ingresos bajos 2 303.1 0.8 2 371 1.0
¹ Ha global/persona
² Millones de personas

Así, mientras cada habitante de un país considerado de "ingresos altos" vive con lo que producen 6.4 Ha, cada habitante de un país de "ingresos bajos" vive con lo producido por 1 sola Ha (de media).

Para entender bien el concepto, veamos un ejemplo: mientras cada habitante de Bangladesh vive con lo que producen 0,56 Ha, cada norteamericano "necesita" 12,5 Ha. Luego cada norteamericano usa un terreno que es 22,3 veces mayor que el que usa un bangladesí. De las 12,5 Ha, 5,5 están en Estados Unidos y el resto (7 Ha) se encuentran en el extranjero.[31][32]

Según el mismo informe, para el año 2005 se estimó el número de hectáreas globales (hectáreas bioproductivas) por persona en 2,1. Sin embargo, vemos que para todo el mundo, el consumo se sitúa en 2,7. Por lo tanto, al menos para este año (y la tendencia es creciente), estuvimos sobre-consumiendo respecto de la capacidad del planeta: estamos destruyendo los recursos a una velocidad superior a su ritmo de regeneración natural.

Así, globalmente se suele estimar en entre tres y ocho planetas los recursos necesarios para que la población mundial se acerque al nivel de vida actual europeo. Por lo tanto, la única forma de alcanzar la igualdad económica mundial de forma durable sería que los países ricos rebajaran su nivel de vida, es decir decrecieran.

En el supuesto de una progresiva desaparición de los recursos naturales, esta situación llevaría pues a una reducción obligada del consumo. Lo que propone el decrecimiento es una disminución controlada y consciente, anticipándose al cambio para que éste sea lo menos traumático posible.

Sin embargo, el cálculo de la huella ecológica es complejo, y en algunos casos imposible, lo que constituye su principal limitación como indicador. Aunque los "números" puedan resultar erróneos, su sentido cualitativo se considera correcto.[33]

Historia decrecentista

Gestación ideológica

Aunque el decrecimiento tiene su fundamento teórico en escritos y pensadores del siglo XX (entre los que destacan el Club de Roma y el escritor Georgescu-Roegen), el concepto es también heredero de las corrientes de pensamiento anti-industriales del siglo XIX; lideradas por Henri David Thoreau (1817-1862) en los Estados Unidos,[34]Lev Tolstoï (1828-1910) en Rusia con su crítica del Estado y la importancia de la libertad individual.
En Gran Bretaña, John Ruskin y el movimiento Arts & Crafts (1819-1900) reclamaron, en plena época victoriana, la primacía del ser humano sobre la máquina y oponía la creatividad y el arte a la producción en serie.

Posteriormente se incluyó en esta crítica el fracaso de la globalización en el desarrollo del Tercer Mundo con autores como Vandana Shiva o Arturo Escobar.

Asimismo, el interés por articular lo individual y lo colectivo se hace eco de los escritos de Gandhi y su reflexión del lugar de cada persona en la sociedad. Su interpretación se acerca a la práctica de la vida sencilla: Necesitamos vivir simplemente para que otros puedan simplemente vivir. En su libro Hind Swaraj or Indian home rule realiza una crítica al desarrollo y de la noción misma de civilización, representada por Gran Bretaña y los occidentales. Gandhi muestra que cada progreso alcanzado implica una agravación de las condiciones de vida, y que la civilización occidental deja de lado la moralidad y la religión, y que crea nuevas necesidades relacionadas con el dinero imposibles de satisfacer y que aumenta por lo tanto las desigualdades.

Nacimiento del concepto

La teoría enunciada por Nicholas Georgescu-Roegen sobre la bioeconomía en su obra The Entropy law and the Economic Process (1971) forma parte de los cimientos del decrecimiento, así como las críticas a la industrialización en los años 1950, 60 y 70; de Günther Anders (La obsolescencia del hombre, 1956), Hannah Arendt (Condición del hombre moderno, 1958); o del Club de Roma, principalmente a través del Informe Meadows de 1972 que tiene como título en castellano Los límites del crecimiento o la crítica de Iván Illich en La convivencialidad (1973).

Informes del Club de Roma

En 1968, el Club de Roma encarga a un equipo de investigadores del Massachusetts Institute of Technology un informe para encontrar soluciones prácticas a los problemas planetarios. Este informe, publicado en 1972 y titulado Los límites del crecimiento es el primer estudio importante que indica los peligros ecológicos del crecimiento económico sin precedentes que estaba experimentando el mundo en esa época (notar que el informe se realizó antes de la crisis de 1973). Su tesis principal es que en un planeta limitado, no es posible un continuo crecimiento económico. Posteriormente hubo más informes. Sin embargo, aunque son considerados como los primeros estudios oficiales que presentaban claramente al crecimiento económico como agravante de las condiciones ecológicas planetarias, no pueden ser considerados como fundadores del decrecimiento, pues las tesis del crecimiento sostenible también se apoyan en ellos.

Tesis de Nicholas Georgescu-Roegen

El matemático y economista Nicholas Georgescu-Roegen es considerado por algunos como el padre del decrecimiento: en 1971 publica la obra The Entropy Law and the Economic Process. Él estima que el modelo económico neoclásico no tiene en cuenta el principio de degradación de la energía y la materia (es decir, el Segundo Principio de la Termodinámica, por el que la entropía en el universo sólo puede aumentar con el tiempo). Por lo tanto, introduce la entropía en sus análisis. Así, asocia a cada flujo económico, de materia y de energía una entropía que al aumentar, significa pérdida de recursos útiles. Por ejemplo, las materias primas empleadas para construir un ordenador son fragmentadas y diseminadas por todo el planeta, siendo prácticamente imposible reconstituir los minerales originales. En cuanto a la energía empleada para fabricar los componentes, se ha disipado para siempre.[35]

Estado estacionario de equilibrio dinámico de Daly

Herman Daly, discípulo y defensor de las teorías de Georgescu-Roegen, propuso que puede existir un estado sostenible óptimo de la economía humana denominandola estado estacionario de equilibrio dinámico (DESSE) a partir de conceptos previos de los economistas neoclásicos que tenian una opinion favorable de este estado, como John Stuart Mill. Mill solia verlo, en buenos terminos, como el punto final de crecimiento ontológico causado por el aumento de la población y la disminución de los ingresos.

Sin embargo, el desarrollo del carbón y el petróleo barato crearón un espejismo de persepción de "crecimiento ilimitado" propiciando que la estimación del final del crecimiento ontologico, que se daba por hecho por los economistas neoclásicos, posteriormente fuerá considerada como mera ficción analítica. Solo algunos, como Joseph Schumpeter o John Maynard Keynes continuaron estimandolo en sus calculos. Sin embargo, a partir de todas estas estimaciones Daly elaboró su concepto normativo de un estado estacionario ontológico.

Georgescu-Roegen no aprobaba las simpatías de sus discípulos con la idea de estado estacionario ya que consideraba que violaba la cuarta ley de la termodinámica, es decir, el reciclaje completo es imposible debido al ejemplo del ordenador antes ya descrito. Mientras tanto, Latouche considera al estado estacionario como una imposibilidad entrópica, quedando como única opción el decrecimiento.

No obstante, segun menciona Christian Kerschner, esta crítica se origina de una interpretación estrecha del estado estacionario ya que Daly acentua que este estado «no es ni estático ni eterno; es un sistema en equilibrio dinámico dentro de la biosfera entrópica que lo contiene y lo sustenta». Por lo tanto, considera al decrecimiento y a la economía del estado estacionario como conceptos que pueden ser complementarios.

Expansión del movimiento

Auge en Francia

El decrecimiento comienza a tomar gran fuerza en Francia durante los años noventas, donde teóricos como Serge Latouche, Vincent Cheynet o François Schneider aportan para su desarrollo. Se realizan publicaciones importantes que han marcado hitos sobre el decrecimiento como los hechos en la revista Silence en 1993 y 2002, el periodico semanal La Décroissance que ha alcanzado una tirada de 50.000 ejemplares, y el libro Objetivo decrecimiento de 2003. En ese mismo año se crea el Instituto de Estudios Económicos por el Decrecimiento Sustentable, del que es presidente Serge Latouche, el ideologo actual del decrecimiento más reconocido. Otros acontecimientos importantes son el encuentro en París de la asociación Ligne d’Horizon en 2002 llamado "Deshacer el Desarrollo, Rehacer el Mundo" y la conformación de un nuevo partido político llamado PPLD (Partido por el Decrecimiento) con miras a las elecciones parlamentarias.[5]

Italia y España

En Italia el movimiento toma fuerza tras la publicación de La decrescita y a través del resto de los países Europeos por medio de movimientos sociales como organizaciones de trueque y cooperativas agroecológicas. En España existen organizaciónes en torno al decrecimiento, como la Entesa pel Decreixement en Cataluña, que en marzo de 2007 organizó las jornadas Desfer el Creixement, Refer el Món.[5]

Críticas al sistema económico mundial

Decrecimiento y desarrollo sostenible

Gráfica propuesta por François Schneider que muestra el círculo infernal del consumo.[36]​ En contraposición a la ideología del crecimiento como opción verde del neoliberalismo y del desarrollo sostenible, los decrecentistas apuntan a que precisamente es el mismo crecimiento y su consumo los causantes del desgaste ecológico y social. Fuente: François Schneider (février 2002) Point d'efficacité sans sobriété Mieux vaut débondir que rebondir (en francés), Silence No. 280.[36][37]

El decrecimiento se opone tanto a la economía liberal y productivista como a la noción de desarrollo sostenible. Desarrollo y sostenibilidad serían, hoy por hoy, incompatibles. Todo el planeta aspira a alcanzar los niveles de vida occidentales (con el 20 % de la población del planeta consumiendo el 85% de los recursos naturales). Por lo tanto el desarrollo no podrá ser sostenible.

Según muchos ecologistas, el desarrollo sostenible ha pasado a convertirse en un argumento que utilizan los gobiernos y las propias multinacionales para demostrar que tienen en cuenta los efectos medioambientales a la hora de tomar decisiones, de forma que se ha transformado en la máscara para aparentar un respeto inexistente, o al menos insuficiente (como por ejemplo[38]​ o[39]​ o el Protocolo de Kyoto) con el entorno. Mari Carmen Gallastegui (premio Euskadi de Investigación 2005), a pesar de su postura no radicalmente pro-decrecimiento, en una entrevista concedida a El Correo dijo que: « el desarrollo sostenible se ha convertido en un término que se pone absolutamente a todo y, al final, no significa nada. En su concepción original tuvo una virtud: decirnos que teníamos que cuidar el medio ambiente y la cohesión social, que la economía debía ser próspera para garantizar renta suficiente para todos. Pero ahora se le pone el adjetivo sostenible a todo. (…) La naturaleza nos marcará unos límites que deberemos obedecer. Y es cierto que la tecnología nos ofrecerá cierta sostenibilidad. Fíjese en los alimentos: en lugar de besugo del Cantábrico ya no sé qué comemos. Pero al final deberemos imponernos unos hábitos de consumo y de producción que tengan en cuenta los límites de la naturaleza. ¡A no ser que nos queramos cargar el planeta! ».[40]

Crítica de los instrumentos de medida de la economía

Los partidarios del decrecimiento (y reputados economistas, como el premio nobel Joseph Stiglitz[41]​) opinan que la búsqueda, por parte de los economistas, de un instrumento de “medida de la riqueza” (tanto por razones políticas como científicas), les ha conducido a creer que sólo tienen en cuenta las riquezas medibles, es decir los bienes y servicios que se pueden comprar y vender en el mercado, y que tienen así un valor monetario. El índice empleado por excelencia para medir el progreso de una economía es el PIB, que sin embargo no tiene en cuenta aspectos como el bienestar de la población ni el valor y conservación de los ecosistemas (Para más información, véase Limitaciones del PIB). Un ejemplo para ver las limitaciones del PIB lo exponen de Jean Gadrey y Florence Jany-Catrice, que escriben que:

si un país retribuyese un 10% de su riqueza a personas para que destruyeran sus bienes, hicieran agujeros en las carreteras, destrozaran vehículos, etc., y empleara otro 10% para arreglar esos desperfectos, pues este país tendría el mismo PIB en el que ese 20% de su riqueza se empleara en mejorar la esperanza de vida, aumentar los niveles de educación y mejorar las actividades culturales y de ocio. [42]

En el mismo sentido, el economista Serge Latouche comenta:

si se intenta evaluar la reducción de la tasa de crecimiento tomando en cuenta los daños causados al medio ambiente y todas sus consecuencias sobre el "patrimonio natural y cultural", se obtiene generalmente un resultado de crecimiento nulo e incluso negativo. Los Estados Unidos gastaron en 1991, 115 mil millones de dólares, o sea el 2.1% de PIB para la protección del medio ambiente. El Clean Air Act aumentó este costo en 45 o 55 mil millones de dólares por año.[43]​ [...] El World Ressources Institute, por su lado, intentó mediar la tasa de crecimiento en caso de que se tomasen en cuenta las punciones sobre el capital natural con una óptica de desarrollo durable. Para Indonesia, corrigió la tasa de crecimiento entre 1971 y 1984 del 7.1 al 4% anual, y esto considerando solamente 3 elementos: la destrucción de bosques, la disminución en las reservas de petróleo y gas natural, y la erosión del suelo.[44][45]

De estas diferencias entre el concepto de riqueza y su cuantificación por el PIB, pueden resultar críticas de los medios de medir la riqueza más que cuestionar la noción de crecimiento, que es el objeto de la teoría del decrecimiento. Sin embargo, nos permiten comprender que el criterio de creación de riqueza según el cual ésta aumenta al crecer el PIB, es erróneo. Como dice Latouche, refiriéndose a los indicadores alternativos: sin embargo, ¿permite esto resolver los problemas? Es cierto que si el termómetro está estropeado, vale más cambiarlo para seguir la evolución de la enfermedad; pero si ésta es grave, ni el mejor termómetro del mundo será capaz de curarla. [...] concluyendo que evaluar la riqueza de otra manera solo tiene interés si se trata de provocar otro tipo de riqueza.[1]​ Opina asímismo que sin embargo no se debería de caer en la trampa de asignarle a todo un valor mercantil (voluntariado, biodiversidad, relaciones amorosas... — como ya existen cálculos), opinión defendida por los anarquistas ultraliberales.

Decrecimiento y capitalismo

Por lo explicado en los párrafos anteriores, el capitalismo y una eventual reforma decrecentista chocarían frontalmente. Según Carlos Taibo a mi entender, por sí solo, el proyecto de decrecimiento es anticapitalista. El capitalismo no puede resistir una lógica económica que reivindique reducciones en la producción y el consumo.[4]

Propuestas y soluciones decrecentistas

Gráfica propuesta por François Schneider que muestra a la frugalidad y la ecoeficiencia como salida al círculo infernal del crecimiento.[36]Fuente: François Schneider (février 2002) Point d'efficacité sans sobriété Mieux vaut débondir que rebondir (en francés), Silence No. 280.[36]

Los decrecentistas suelen ver sus aspiraciones como un camino a seguir más que una meta a cumplir, es decir, suelen fijar un decrecimiento de los ritmos de consumo energético y material hasta un nivel que se acople a la velocidad natural de gestión de residuos y producción de recursos para posteriormente continuar con una etapa acrecentista que permita que las personas cubran sus necesidades básicas.

A si pues, los decrecentistas redefinen el significado del termino sostenibiliad y calidad de vida:

  • Calidad de vida no es aquello que está ligado al aumento de consumo de recursos.
  • La sostenibilidad no es sólo cuestión de ecoeficiencia sino de suficiencia humana (simplicidad voluntaria y frugalidad).
  • Únicamente la calidad de vida se asocia a la satisfacción de las necesidades humanas básicas: subsistencia, protección, afecto, entendimiento, identidad, libertad, ocio, participación y creación.

Suelen sostener que la mejor vía para que los países desarrollados puedan proteger el medio ambiente no es la creación de tecnologías verdes sino disminuir radicalmente el consumo de energía, implicando un decrecimiento de los intercambios de materias entre la humanidad y la naturaleza.

Aspectos económicos

Indicadores de desarrollo alternativos

El concepto de «decrecimiento» nace como contestación al concepto de crecimiento económico y su herramienta principal de medida: el PIB. Como ya se menciona, sus defensores opinan que el PIB no es una medida correcta para evaluar el crecimiento de una sociedad, pues tan solo tiene en cuenta el aumento de la producción y la venta de bienes y servicios sin tener en cuenta el bienestar, la salud de los ecosistemas y los desequilibrios climáticos. Así, esta ideología prefiere emplear otros índices de desarrollo alternativos como el Indicador de Desarrollo Humano, el Índice de Desempeño Ambiental o la Huella ecológica mencionada anteriormente.

Para la organización del Fondo Mundial para la Naturaleza, los criterios minimos de sustentabilidad son un índice de desarrollo humano mayor a 0,8 y una huella ecológica menor a 1,8 Ha per cápita. Cuba sería el único país del mundo que cumpliría con tal criterio en el año 2006 y probablemente desde 2007 también Perú y Colombia.[46]

Relocalización de las economías

Aunque entre decrecentistas existe un claro consenso a favor de la necesidad de relocalizar las economías, en el seno del movimiento existen diversas tendencias sobre el carácter económico a adoptar. Unos proponen, mediante el empleo de monedas locales, salir del capitalismo aunque manteniendo el mercado.[47][48]​ Otros proponen monedas sociales locales con tasas de interés negativo o con fechas de caducidad de modo que sean un medio de intercambio pero no de reserva, estimulando su circulación y evitando la acumulación en unas cuantas manos.[49][50]​ En cambio, unos aún van más allá pidiendo la abolición del dinero, el salario, los precios, las leyes económicas, etc.

Huella ecológica (eje horizontal) frente al Indice de Desarrollo Humano (eje vertical) por países, comparado con el límite de la biocapacidad del planeta y de la calidad de vida aceptable (líneas rojas) en 2005. El área de color verde indica los criterios mínimos para la sustentabilidad.
Diferencias entre efecto rebote y efecto debote. Fuente: François Schneider (2003) L’effet rebond , l’Ecologiste, Edition française de The Ecologist n°11, Vol 4, n°3, p45.[51]

Efecto debote o eficiencia complementada con frugalidad

Mientras que se plantea al efecto rebote como un fenomeno negativo tras la implementación de tecnologias nuevas y eficientes, la propuesta de François Schneider del efecto debote plantea la combinación de la ecoeficiencia y frugalidad (simplicidad voluntaria),[51][36]​ es decir, para que se de un efecto positivo no basta con implementar tecnologías eficientes o verdes sino que tambien se deben adoptar los nuevos paradigmas de lo que significa la suficiencia y la calidad de vida.[51][36]​ Al existir una mayor conciencia tales tecnologías no se verían sobrepasadas como cuando si sucede con el crecimiento constante debido a la demanda de un estilo y calidad de vida consumista.[51]

Los ocho pilares del decrecimiento

En contraposicion al abuso que hace el modelo capitalista del prefijo “hiper-”, que denota sobre, exceso o exageración de la verdad, como “hiperactividad”, “hiperdesarrollo”, “hiperproducción”, “hiperabundancia”, etc.; Serge Latouche propone un sistema de soluciones bajo el prefijo “re-”, que denota repetición o retroceso, a los que ha nombrado como los pilares del decrecimiento o el modelo de las “8 R”:

  • Revaluar. Se trata de sustituir los valores globales, individualistas y consumistas por valores locales, de cooperación y humanistas.
  • Reconceptualizar. Encaminado sobre todo a la nueva visión que se propone del estilo de vida, calidad de vida, suficiencia y simplicidad voluntaria ya mencionadas.
  • Reestructurar: Adaptar el aparato de producción y las relaciones sociales en función de la nueva escala de valores, como por ejemplo, combinar ecoeficiencia y simplicidad voluntaria.
  • Relocalizar: Es un llamamiento a la autosuficiencia local con fines de satisfacer las necesidades proritarias disminuyendo el consumo en trasporte.
  • Redistribuir: Con respecto al reparto de la riqueza, sobre todo en las relaciones entre el norte y el sur.
  • Reducir: Con respecto al cambio del estilo de vida consumista al estilo de vida sencilla y todas las implicaciones que esto conlleva.
  • Reutilizar y reciclar: Se trata de alargar el tiempo de vida de los productos para evitar el consumo y el despilfarro.

Decrecimiento sostenible

Autores como Clémentin y Cheynet, emplean esta acepción para distinguir entre decrecimiento sostenible e insostenible.[52]​ El decrecimiento insostenible o caótico es aquel donde las condiciones ecológicas se ven mejoradas a expensas del detrimento de las condiciones sociales tras crisis o colapsos societales. En lo que respecta al decrecimiento controlado, a su vez distinguen que si es intentado de "arriba a abajo" existe el riesgo de engendrar un régimen ecototalitario (ecofascismo). Por lo tanto, proponen que la solución verdadera a un "decrecimiento sostenible" es aquel donde se haga un llamamiento a la responsabilidad de los individuos, es decir, el cambio debería ser de "abajo a arriba" de forma que se evitaría una crisis social que pusiera en cuestión la democracia y el humanismo.[52][53]​ Para tal efecto, cada individuo tendría que entender el nuevo significado del estilo y calidad de vida antes ya mencionado (simplicidad voluntaria). Estos autores también definen al decrecimiento sostenible como el intento de una civilizacion sobria y austera cuyo modelo "económico saludable" asuma la finitud del planeta.

Aducen que un ejemplo de decrecimiento caótico o insostenible es el que ha tenido lugar en Rusia desde 1990, como consecuencia de la desindustrialización no buscada o deseada. En cambio, mencionan como ejemplo de intentos de control de "arriba a abajo" aquellos regímenes totalitarios en Europa que se establecieron después de la gran depresión.[52]

Mencionan que Eward Goldsmith propone la reduccion a un ritmo del 4% durante 30 años como forma probable de escape a la crisis climatica, pero distan de verla como solucion sociológica debido a los riesgos ya enumerados (crisis, ecofascismo).

Decrecimiento y países en desarrollo

Ya en 1973, el Presidente de la Comisión Europea Sicco Mansholt mostraba preocupación por la desigualdad entre naciones, argumentando que si no se conseguía una tasa de crecimiento cero la distancia y las tensiones entre naciones ricas y pobres sería cada vez mayor. [54]

La propuesta decrecentista es que los países del Sur sigan su propio camino sin imitar el modelo de desarrollo occidental que se muestra poco válido para proporcionar bienestar a las personas en armonía con la naturaleza. Para ese desarrollo hablan de «ecodesarrollo», con el que pretenden alcanzar un crecimiento cualitativo y humano bajo los aspectos materiales ya limitados. Tal crecimiento consta del desarrollo del bienestar, de la educación y de las reglas de funcionamiento de la comunidad armoniosas, entre otras cosas.

Cambios en el Norte, pago de la deuda del crecimiento

Para el grupo de paises ricos en relación a los paises del sur los decrecentistas proponen diferentes medidas encaminadas, como anteriormente se ha mencionado, a disminuir drasticamente el consumo, relocalizar las economías, emplear las tecnologías y estrategias energéticas eficientes. Para lograr tales metas, segun Giorgio Mosangini, se requeriria cumplir con los siguientes puntos:

  • Reducir el flujo de recursos materiales y energéticos del Sur al Norte. Para esto el norte debe pasar a economías fotosintéticas basadas en el aprovechamiento de flujos descartando gran parte de los componentes del sistema de transporte, de industria y agricultura.[27]
  • Implementar modelos agroecológicos en el Norte. Se trata de pasar a una agricultura productivista petrolera (tractores, fertilizantes, agroquímicos, trasportación, etc.) a una agricultura ecológica de producción de alimentos a escala local, respetando los ciclos de regeneración natural y absorción de desechos.[27]
  • Concebir los productos industriales como bienes durables y no como bienes de consumo, es decir, se trata de pasar de la continua extracción de materiales-energía para producir más bienes al reciclaje y el mantenimiento de los bienes ya existentes.[27]
  • Establecer mecanismos de compensación de la deuda del crecimiento para paliar los efectos adversos generados por el crecimiento como el exceso de emisiones de dióxido de carbono, los pasivos ambientales y la contaminación por residuos tóxicos.[27]
  • Colaboración Norte-Sur. Intercambio de conocimientos y prácticas sostenibles que puedan ser útiles para el Sur, teniendo en cuenta de que pueden tener procesos sostenibles propios que no han perdido.

Cambios en el Sur, los pilares alternativos

Para el grupo de países pobres, dice Latouche, es necesario abandonar la idea de desarrollo exportada por los países ricos, para recuperar la autonomía que tenían antes de ser colonizados.[55]​ También menciona que probablemente estos paises no habría necesidad de reducir la huella ecologica, ni siquiera el PIB, puesto que muchos de estos operan debajo de ese umbral (<1,8 Ha per cápita), pero si que tendrían que adoptar los valores de una sociedad convivencial por encima de los valores de una sociedad mercantil.[55]​ Así pues para el Sur también vale el círculo de las "8-R" pero se agregarían otras erres que consisten en romper, renovar, reencontrar, reintroducir y recuperar.[55]

Tipo de deuda del crecimiento Mecanismos de compensación.
Deuda económica
  • Romper con la dependencia económica y cultural del Norte.[55]
  • Reintroducir los productos específicos olvidados o abandonados y los valores "antieconómicos" ligados a su historia.[55]
Deuda histórica
  • Renovar y retomar el hilo de una historia interrumpida por la colonización, el desarrollo y la globalización.[55]
Deuda cultural
  • Reencontrar y reapropiarse de una identidad cultural propia recuperando las técnicas y los saberes tradicionales.[55]
Deuda social Establecer los anteriores mecanismos de compensación de la deuda del crecimiento de los países del Norte y su impacto en las condiciones de vida, de salud, y de derechos humanos de la poblaciones del Sur.[27]
Deuda ecológica Establecer los anteriores mecanismos de compensación de la deuda del crecimiento para paliar los efectos adversos generados por el crecimiento como el exceso de emisiones de dióxido de carbono, los pasivos ambientales y la contaminación por residuos tóxicos.[27]

El propio Latouche ha vivido en África y aporta sus reflexiones sobre el fracaso al querer implantar allí el modelo de desarrollo occidental, indicando que en África existe un funcionamiento paralelo aeconómico, basado en lo social, las relaciones con la familia, las amistades, la religión, los vecinos, la obligación de dar y compartir, recibir y devolver, etc. las prácticas milenarias de negociación, donación, regateo, intercambio. [56]

Biomimesis

Desde una perspectiva ecosocial integrada se ha propuesto el concepto de biomimesis como la mejor solución para encontrar los satisfactores más adecuados que pudiesen cubrir las necesidades humanas básicas de forma sostenible. Esto implicaría que los sistemas sociales humanos y económicos, al imitar las soluciones dadas por la naturaleza, estén subordinados al entorno y no al contrario.

Jorge Riechmann propone que la mejor vía para cumplir este propósito es cerrando los ciclos de materia, consumir en función de los ciclos naturales, minimizar el transporte y aumentar la autosuficiencia local, obtener la energía del sol en sus distintas manifestaciones, potenciar una alta interconexión biológica y humana, no producir compuestos tóxicos para el entorno (xenobióticos), acoplar nuestra velocidad a la de los sistemas naturales, actuar desde lo colectivo y acogerse al principio de precaución.

Si bien la idea no es nueva y ya se habia asociado anteriormente al concepto de desarrollo sustentable, los decrecentistas no han tenido problema en adoptarla ya que suelen asociarla más por si sola con el termino de sustentabilidad.

Decrecimiento y economía de estado estacionario

Daly propone una división de la economía en dos rubros:

  • Reserva de personas y artefactos, que debe ser maximizado.
  • Flujo material y energético, que sirve para mantener la reserva y debe ser minimizado.

Christian Kerschner ve la prouesta de "erres" de Latouche (reevaluar, reestructurar, redistribuir, reducir, reutilizar y reciclar) conceptualmente vinculada a la visión de Daly. Por otro lado, Daly propone la creación de tres instituciones antes de que este modelo deje de ser efectivo:

  1. Incorporar cuotas de agotamiento físico de recursos para estabilizar las reservas de artefactos físicos y mantener el rendimiento por debajo de los límites ecológicos.
  2. Un organismo de distribución que limite el grado de desigualdad en la distribución de las existencias constantes.
  3. Control natal de la población, como por ejemplo, licencias de nacimiento transferibles. Esto diferencia a Daly de los decrecentistas, que suelen evitar el problema de sobrepoblación.

Daly propone que si tales instituciones se desean implementar, tienen que ir de la mano de un "crecimiento moral" ya que se correría el riesgo, al igual que la propuesta del decrecimiento, de ser imposiciones de "arriba a abajo". Mientras tanto, solo suele ver la oportunidad de "crecimiento moral" efectivo en momentos de crisis importantes como el cénit del petróleo y la crisis alimentaria.

Kerschner, a diferencia de Latouche, piensa que tanto el decrecimiento como la economía de estado estacionario son complementarios, puesto que el primero resulta atractivo para los movimientos de base y la segunda ofrece soluciones macroeconómicas prácticas. Argumenta que en la combinación de ambos se ofrecería una base teórica sensata a partir de los escritos de los economistas más destacados y sin eludir el problema demográfico.

Aspecto social y puesta en práctica

Así pues, y como conclusión a lo anteriormente explicado, el decrecimiento tiene, aparte de la dimensión ecológica y económica, una dimensión social. La actual sociedad de consumo funciona de forma que los bienes y servicios son utilizados como "intermediarios" para alcanzar la felicidad humana. Es lo que Ivan Illich llama: la industrialización de la necesidad (o de la falta) en su libro La convivencialidad (1973):

La falta, que la sociedad industrial mantiene con esmero, no sobrevive al descubrimiento que muestra cómo las personas y las comunidades pueden, ellas mismas, satisfacer sus verdaderas necesidades.[57]

Por su parte Taibo insiste en el hecho de que:

¡Ojo!, que el decrecimiento en las actividdes económicas debe traducirse en el crecimiento de algunas actividades. ¿En qué estoy pensando? En algunas que tienen que ver con la satisfacción de las necesidades insatisfechas, y no con el sobre-consumo y el despilfarro. En aquellas que tienen que ver con la preservación del medio ambiente, con el bienestar de las generaciones futuras, con la salud de los consumidores y con las condiciones de trabajo. El proyecto de decrecimiento en este ámbito tiene que combinarse con un proyecto claro de redistribución.[4]

Asímismo, Illich también habla de la dificultad de reconocer el provecho del cambio:

La definición industrial de los valores entorpece extremadamente la posibilidad del usuario de percibir la estructura profunda de los medios sociales. Le es difícil captar que existe una vía distinta, que no es la alienación del trabajo, la industrialización de la falta y la supereficiencia de la herramienta. Le es difícil imaginar que se puede ganar en rendimiento social lo que se pierde en rentabilidad industrial.[57]

Para aplicar la idea del decrecimiento es claro pues que habría que modificar completamente el sistema capitalista actual. Como explica André Gorz:

La "reestructuración ecológica" sólo puede agravar la crisis del sistema. Es imposible evitar una catástrofe climática sin romper de manera radical con los métodos y la lógica económica que impera desde hace 150 años. [...] Por tanto el decrecimiento es un imperativo de superviviencia. Pero supone otra economía, otro estilo de vida, otra civilización, otras relaciones sociales. Sin estas premisas, sólo se podrá evitar el colapso a través de restricciones, racionamientos, repartos autoritarios de recursos característicos de una economía de guerra. Por tanto la salida del capitalismo tendrá lugar sí o sí, de forma civilizada o bárbara. Sólo se plantea la cuestión del tipo de salida y su ritmo con el cual va a tener lugar.[58]

Para Gorz, salir del capitalismo es una necesidad para alcanzar la igualdad. De nuevo en sus propias palabras:

Mientras razonemos en los límites de esta civilización no-igualitaria, el crecimiento aparecerá a la gente como la promesa -sin embargo completamente ilusoria- que un día dejarán de ser “sub-priviligiados”, y el no-crecimiento como su condena a la mediocridad sin esperanza. Además, no es tanto al crecimiento hacia donde se tienen que dirigir las críticas, sino a la dinámica de necesidades crecientes y siempre frustradas sobre la que se apoya, a la competición que organiza incitando a las personas a querer situarse, cada una, por encima de los demás. El lema de esta sociedad podría ser: “lo que es bueno para todos no vale nada. No serás respetable mientras no tengas “mejor” que los demás. Sin embargo, es lo contrario lo que hay que afirmar para romper la ideología del crecimiento: solo es digno de tí lo que es bueno para todos. Solo merece ser producido lo que no da privilegios ni rebaja a nadie. Podemos ser felices con menos opulencia, pues en una sociedad sin privilegios, no hay pobres.[59]

La innovación se ha focalizado hasta ahora en los productos y servicios, lo que ha creado el efecto rebote. Sin embargo, como apunta Schneider: existe un campo dónde la innovación puede dar resultado: en el de las relaciones personales. La innovación en los productos y servicios debe dejar paso a la innovación en el « estilo de vida » para una reducción de nuestro consumo. [...] en relación a los « consumidores soldado », es necesaario negarse a participar, de desertar del estilo de vida consumista para que otro tipo de economía se desarrolle basado en la ayuda mutua, la convivialidad, la respuesta a las verdades necesidades y no a aquellas creadas por la publicidad y la moda.[37]

Reducción del tiempo de trabajo

Latouche recalca los efectos sociales positivos que implicaría el decrecimiento. Para él, una reducción fuerte del tiempo de trabajo, que permitiera reducir la producción total y un mayor y mejor reparto del trabajo entre toda la población activa, es fundamental. Es importante comprender que la reducción del trabajo en ningún caso es diseñada para aumentar la productividad y el crecimiento, sino que debe de ser tan fuerte que sea capaz de reducir la producción total. El ideal para Latouche, sería pasar a trabajar 3 o 4 horas al día. La solución propuesta por Gorz es pasar de las 1600 horas (en el caso francés) a las 1000 horas para que se cumplieran dos objetivos principales:[60]

  • Que una proporción mucho más importante de la población pueda acceder a tareas profesionales cualificadas, complejas, creativas, responsables que les permitan evolucionar y renovarse continuamente.
  • Que todo el mundo trabaje cada vez menos para que todos puedan trabajar y desarrollar fuera del trabajo las potencialidades personales que sólo se llegan a realizar fuera del mismo.

Así, salir de la llamada sociedad del trabajo, ayudaría a reducir la exclusión social de los parados, a desarrollar las relaciones sociales fuera del ambiente del trabajo (la familia, los amigos...) El ideal de la alternativa del decrecimiento sería también una sociedad donde el consumo de mercancías ocupe una plaza no dominante en el empleo del tiempo libre, donde el ocio no sea sinónimo de consumo, y el mismo consumo se haga de otra forma, primando los productos locales y artesanales frente a los de origen lejano y de serie, en la fabricación de los cuales el productor no tiene la oportunidad de realizarse.

Organización en la sociedad

La economía de mercado controlada o regulada tendría que evitar todo fenómeno de concentración, lo que, a su vez, supondría el fin del sistema de franquicias y grandes superficies comerciales. Potenciaría el fomento de un tipo de artesano y de comerciante que es propietario de su propio instrumento de trabajo y que decide sobre su propia actividad. Se trataría, pues, de una economía de pequeñas entidades y dimensiones (local), que, además no tendría que generar publicidad. Por lo tanto, sería el fin de los productos manufacturados baratos de importación: el fin de la globalización, pues.

La producción de equipos que necesita de inversión sería financiada por capitales mixtos, privados y públicos, también controlados desde el ámbito político. Y el modelo alternativo introduciría, además, la prohibición de privatizar los servicios públicos esenciales (acceso al agua, a la energía disponible, a la educación, a la cultura, a los transportes públicos, a la salud y a la seguridad de las personas).

Asimismo, se abandonaría la práctica de la agricultura intensiva (que obtiene sus altos rendimientos por el uso masivo de sustancias químicas - pesticidas, herbicidas...), en favor de la agricultura biológica. En el tema energético, se abandonarían los sistemas que emplean materias primas no renovables en favor de los renovables. Para establecer una auténtica justicia social, según la visión de André Gorz, se tiene que acabar con los privilegios de unos hombres sobre los demás. Para él, la pobreza es relativa; por ejemplo, eres pobre en Vietnam cuando andas descalzo, en China cuando no tienes bici, o en Francia cuando no puedes comprarte un coche: todo el mundo es el pobre o el rico de un otro. Sin embargo, cómo organizar este decrecimiento es un tema muy delicado. Frente a otros partidarios del decrecimiento, Bonaiuti argumenta la reducción drástica del consumo provocaría malestar social, desocupación y, en última instancia, el fracaso de la política económico-ecológica alternativa. Propugna, en consecuencia, desplazar los acentos hacia lo que llama “bienes relacionales” (atenciones, conocimientos, participación, nuevos espacio de libertad y de espiritualidad, etc.) y hacia una economía solidaria. Se entiende, pues, que el decrecimiento material tendría que ser un crecimiento relacional, convivencial y espiritual.

Hay que destacar que existen diversas formas de cómo aplicar estas ideas. Se deducen 2 tendencias principales: una que pone el acento en la autogestión de las comunidades, y otra que permite una cierta planificación "central" (con tendencia socialista). Pues cuanto más pequeñas sean las unidades de producción, menor serán las posibilidades de producir bienes más complejos.

La visión de André Gorz

Gorz se encuadra en una tendencia que considera que una planificación central sería interesante para las comunidades. En un artículo publicado en febrero del año 2000, decía:

Intenten imaginar una sociedad fundada en estos criterios. La producción de tejidos muy resistentes, de zapatos que duren años, de máquinas fáciles de reparar y capaces de funcionar un siglo, todo ello está, desde hace tiempo, al alcance de la técnica y de la ciencia de la misma forma que la multiplicación de instalaciones y de servicios colectivos (de transporte, de lavado, etc.) que nos libren de la compra individual de máquinas caras, frágiles y devoradoras de energía.

Imaginen en cada inmueble colectivo 2 o 3 salas de televisión (una por programa); una sala de juegos para los niños; un taller bien equipado de bricolage; una lavandería con secadora y plancha: tendrían ustedes todavía la necesidad de todos vuestros equipamientos individuales, y seguirían atascándose en las carreteras si hay transportes colectivos cómodos hacia los lugares de descanso, aparcamientos para bicis y ciclomotores, una red de transportes en común para las afueras y las ciudades?

Imaginen también que la gran industria, planificada centralmente, se limita a producir lo necesario: 4 o 5 modelos de zapatos y de prendas que duren, 3 modelos de coches robustos y transformables, además de todo lo necesario para los equipamientos y servicios colectivos. ¿Es imposible en economía de mercado? Sí. ¿Sería el paro masivo? No: la semana de 20 horas, a condición de cambiar el sistema. ¿Sería la uniformidad y la monotonía? No, pues imaginen esto también: cada barrio, cada municipio dispone de talleres, abiertos día y noche, equipados de toda una gama tan completa como sea posible, de herramientas y máquinas, dónde los habitantes, individualmente, colectivamente o en grupos, producirán ellos mismos, fuera del mercado, lo superfluo, en función de sus gustos y deseos. Como sólo trabajarán 20 horas por semana (y puede que menos) para producir lo necesario, los adultos tendrán todo el tiempo de aprender todo lo que los niños aprenderán por su lado en la escuela primaria: trabajo de la madera, del cuero, de tejidos, de la piedra, de metales; electricidad, mecánica, cerámica, agricultura...

¿Es una utopía? Puede ser un programa. Pues esta “utopía” corresponde a la forma la más avanzada, y no la más frustrada del socialismo: a una sociedad sin burocracia, dónde el mercado decae y dónde hay suficiente para todos y dónde las personas son individualmente y colectivamente libres de modelar sus vidas, de elegir lo que quieren hacer y tener además de lo necesario: una sociedad dónde el libre desarrollo de todos sería a la vez el fin y la condición del libre desarrollo de cada uno. Marx dixit[59]
Plaza de la Bastilla (París) durante las manifestaciones contra el "Contrat de Première Embauche" el 28 de marzo de 2006.

Actores y evolución

En un primer plano, el movimiento se apoya en el principio de simplicidad voluntaria. A nivel organizativo, hay diversas asociaciones que se están formando en todo el mundo, aunque el movimiento es minoritario en la mayoría de países. Sin embargo, en Francia es dónde está teniendo un mayor impulso (debido en parte a que muchos de sus ideólogos son de esta nacionalidad, como Latouche o Gorz).

Uno de los aspectos más criticados por los decrecentistas en particular, y los críticos con el capitalismo actual en general, es el de la publicidad. Consideran que a parte de ser costosa por sí misma, es despropocionadamente grande e incita al consumo creando nuevas necesidades, cumpliendo funciones de propaganda. Lo que se traduce finalmente en más desechos y agotamiento de recursos. Para 2012, un informe[61]​ estima que el gasto de publicidad online será de 16.000 millones de euros en Europa, y que representará el 18% de la publicidad total (que se estima en unos 90.000 millones de euros). Como comparación de cifras, el presupuesto del Ministerio de Educación y Ciencia de España, para 2007, ascendió a 5.566 millones de euros.[62]

Existen grupos muy activos en Francia como Casseurs de pub[63]​ (literalmente, rompedores de publicidad) que realizan acciones de protesta.

Progetto km O

En el norte de Italia, algunas regiones han puesto en marcha el proyecto Kilómetro 0,[64]​ que consiste en la creación de una etiqueta que garantiza que el producto es local. De esta forma, se eliminan los gastos de transporte y su contaminación asociadas. Además, esta etiqueta significa un impulso para los productos locales y de temporada

Apoyo político

La mayor parte de partidos verdes incorporan en sus programas el concepto de « Decrecimiento», como por ejemplo Les Verts (Francia)[65]​ o los Verdes Alemanes.
En España, Los Verdes - Grupo Verde, en su programa entienden que El desarrollo ecológicamente sostenible es el objetivo de la política económica verde, entendido como aquel modelo de desarrollo económico que garantice una creciente calidad de vida para el conjunto de la humanidad, sin comprometer la calidad de vida de las generaciones venideras, ni la conservación del planeta. En los países del «Norte», desarrollo sostenible puede significar decrecimiento económico, medido en términos del PIB, pero aumento en la calidad de vida.[66]

En Francia se constituyó un partido pro-decrecimiento: Le Parti pour la Decroissance[67]​ para las Elecciones al Parlamento Europeo de 2009. Sin embargo, la intención real era la constitución de una plataforma desde la cual presentar y divulgar el proyecto de decrecimiento.[4]

Críticas

Crítica liberal

Los cornucopianos son partidarios del liberalismo económico que muestran posturas totalmente contrarias a los decrecentistas y otras posturas más conservadoras como los neomaltusianos.[68][69]​ Etimológicamente, “cornucopia” significa cuerno de la abundancia: cornu (cuerno) y copiae (abundancia).[68]​ En la actualidad, esta imagen ha sido empleada como símbolo de la agricultura y el comercio.[68]

Las principales tesis defendidas por los cornucopianos suelen ser optimistas y pragmáticas, aunque otros las consideran conservadoras, moralistas y excluyentes.[68]​ Estas tesis suelen ver el crecimiento como sinónimo del progreso en general (y por lo tanto también de las mejoras ambientales) al mismo tiempo que defienden la confianza en el mercado libre, apoyándose en el optimismo tecnológico.[68]

El crecimiento como opción verde

Los liberales estiman que el crecimiento económico propicia empleo, mejor calidad de vida, mejor educación y mejor sanidad; promoviendo asimismo la mejora de la situación ecológica. Es decir, piensan que el progreso de la tecnología, en un entorno de libertad, sirve también para mejorar las condiciones ambientales y reducir la contaminación.[68]

Desde ese punto de vista, es la pobreza y no la riqueza la que degrada y utiliza mal el medio ambiente.[68]​ Así, por ejemplo el presidente George W. Bush declaró en 2002:

Por ser la clave del progreso ambiental, por ser el proveedor de los recursos que permiten invertir en tecnologías limpias, el crecimiento es la solución, no el problema.[70]

También suelen ver el progreso tecnológico como un aumento de la cantidad de conocimiento, pero sin implicar necesariamente un mayor empleo de los recursos físicos, ya que opinan que el progreso inventa continuamente tecnologías que utilizan los recursos más limpia y eficientemente.[68]

Confianza en la autorregulación del mercado

En vez de una reducción controlada para gestionar la escasez, los liberales opinan que si, por ejemplo, las reservas de un recurso determinado no renovable comienzan a escasear, sería el propio mercado (entendido como la suma de las interacciones de los seres humanos) el que limitaría su extracción mediante dos mecanismos:

Sostienen que ésta es la forma más racional de afrontar el problema, pues estiman que la ley natural del mercado es más eficaz que los sistemas de decisión centralizada (véase: cálculo económico, conocimiento disperso o tragedia de los comunes). Así, el capitalismo de mercado tendría como ventaja, por ejemplo, que la explotación de fuentes de energía que no eran económicamente viables hace 10 o 20 años, en estas nuevas condiciones, sí lo sea, y de esta forma continue el crecimiento económico que necesita la población.

Por su parte, las teorías ecológicas promercado sostienen que los problemas ambientales son causados en la mayoría de las ocasiones por una falta de claridad sobre los derechos de propiedad y sus externalidades.[71]

La combinación de la confianza en el mercado y la destrucción creativa a su vez generán una confianza en el progreso tecnológico (que se explica en el siguiente apartado), que suele ser visto como un proceso beneficioso en el que continuamente se van inventando sustitutos antes de que los anteriores se agoten.

Antiambientalismo

Critican los pronósticos ambientalistas (de sobrexplotación de la biosfera y recursos, huella ecológica) por estar basados en modelos inadecuados que producen escenarios precarios que no retratan la dinámica económica en su perspectiva histórica.[68]​ También existe un rechazo de los modelos decrecentistas (que identifican con la recesión económica), considerándolos entonces como modelos destructores de riqueza, que a su vez ocasionarían el deterioro del medio ambiente.[68]

Oposición al control natal

A diferencia de los decrecentistas y otras posturas más conservadoras (como los neomaltusianos), que muestran posturas contrarias al crecimiento de la población, los cornucopianos suelen ver a la población y su crecimiento como un recurso tan útil como los recursos vitales. Es decir, suelen tomar posturas contrarias a las medidas de control natal.[68]

Crítica tecnológica

Confianza en el progreso de la ciencia (optimismo tecnológico)

Evolución de la intensidad energética de las grandes economías mundiales desde 1980.

También existe la opinión de que el progreso de la ciencia resolverá el problema energético, de residuos y reducción de las materias primas. Se apoya en el espírituo de la Ilustración para desarrollar una visión tecnófila y optimista de la investigación científica. Piensan que el problema será superado mediante un amplio cóctel que incluye el desarrollo y avance de diversas disciplinas: informática, nanotecnologías, electrónica, digitalización, telecomunicaciones, biotecnología, ...etc[72][73]​ Se basan por ejemplo en la hipótesis de una curva de Simon Kuznets (o en U invertida) de la función producción/contaminación.[1]​ También argumentan que la disponibilidad y eficiencia de tierras para la producción alimentaria aumenta con el empleo de tecnologías nuevas y eficientes, como por ejemplo mejores agroquímicos, pesticidas y manipulación genética.[68]

Se apoyan asímismo en la evolución de la intensidad energética (que es la relación entre el consumo de energía y de la producción) de las grandes economías, que ha disminuido en los últimos 20 años (ver gráfico). Por ejemplo, las investigaciones en energía nuclear podrían proporcionar soluciones energéticas a la crisis petrolífera. Y a largo plazo, los partidarios de las fusión nuclear predicen reactores de tipo ITER que podrían convertirse en fuentes de energía casi inacabables y poco contaminantes.

El argumento basado en la disminución paulatina de la intensidad energética se ve sin embargo contrarrestado por los datos obtenidos por la Global Carbon Project en 2007, que muestran una estagnación de la misma.[74]​ En efecto, la intensidad energética es uno de los factores de la Identidad de Kaya, que tiende a demostrar que, o bien el decrecimiento económico, o bien el decrecimiento demográfico son indispensables para evitar la catástrofe ecológica.

Destrucción creativa (o crecimiento inmaterial)

El concepto económico del decrecimiento está fundado en la hipótesis que producir más implica siempre consumir más energía y materias primas, mientras que se disminuye la mano de obra, que es reemplazada por máquinas. Este análisis sin embargo es considerado falaz desde la hipótesis del crecimiento inmaterial, que estima que el progreso tecnológico permite producir más con menos, incluidos los servicios. Es lo que se conoce como destrucción creativa, es decir el proceso de desaparición en el mercado de empresas “viejas“ de un sector (o sus tecnologías antiguas y contaminantes) a causa de la innovación en ese sector que permite abaratar costos consumiendo menos energía y materia prima a cambio de mayor productividad.

A su vez esta reducción de costos y/o aumento de ganancias permite aumentar la capacidad de ahorro, que a su debido tiempo permite invertir en nuevos avances, que a su vez desplacen a los anteriores.

Según Robert Solow y Joseph Stiglitz, y en respuesta al desafío propuesto por la teoría de Georgescu-Roegen, el capital y el trabajo pueden sustituir a los recursos naturales ya sea directa o indirectamente en la producción, asegurando un crecimiento sostenido o al menos un desarrollo sostenible.[75]

La teoría del crecimiento endógeno (que se puede entender como crecimiento desde dentro) considera que los factores humanos, como la educación, la capacitación en el trabajo o la innovación están tomando el relevo de un crecimiento basado hasta ahora principalmente en factores materiales. Así, la corriente de pensamiento (relacionada con la sociedad de la información) de la Noosfera, considera que la humanidad ha entrado en una nueva era tecnológica, y que será posible en adelante, gracias a la informática y a las telecomunicaciones crear riqueza mediante solo información y servicios. Y esta “producción inmaterial”, diversos autores la consideran como no-contaminante (Joël de Rosnay, Bernard Benhamou).

Sin embargo, hay que tener en cuenta que toda red necesita de un soporte material (satélites, cables, ordenadores...) y el tránsito de las informaciones implican también un coste energético. Para esta teoría, sin embargo, estos costes serían comparativamente minoritarios.

En respuesta a este supuesto crecimiento inmaterial, Latouche puntualiza que hasta ahora: esta nueva economía, más que remplazar a la vieja, la completa. La actividad industrial ha retrocedido en términos relativos, pero no absolutos. En los últimos 20 años aún ha crecido un 17% en Europa y un 35% en Estados Unidos.[1]​ Y por ejemplo en España, el PIB ha crecido un 74% y los inputs de materiales un 85%.[76]

Crítica marxista

Los marxistas diferencian entre 2 tipos de crecimiento: aquel que es útil para el ser humano, y aquel que simplemente busca aumentar los beneficios de las empresas. Por ejemplo, construir un nuevo hospital o un portaaviones militar producen ambos un aumento del crecimiento. Así, los marxistas consideran que es la naturaleza y el control de la producción lo que es determinante, y no la cantidad; y opinan que el control y la estrategia del crecimiento son los pilares que permirirían un desarrollo social y ecológico. Jean Zin manifiesta que aunque la justificación de la necesidad del decrecimiento es válida, no lo es el modo en que se propone la solución. Zin ve un cierto voluntarismo idealista y una sobrevaloración de lo político mientras que las fuerzas sociales necesarias faltan completamente.[77]

Crítica tercermundista

Lógicamente, la perspectiva de decrecimiento para los países pobres no parece ser la más adecuada para su prosperidad. En este sentido la mayor parte de los ideólogos del decrecimiento se inclinan por que alcancen unos niveles aceptables de bienestar (independientemente de su crecimiento). Sin embargo, existe una cuestión importante, y es ¿Cuánto deben de decrecer los países desarrollados, y cuánto se les puede “permitir” crecer a los pobres para equilibrar la balanza?

Críticas ecologistas

John Zerzan, ideologo del anarcoprimitivismo, concidera que la aspiración de algunos decrementistas en Francia para integrarse en el juego parlamentario es mala debido a que si optan por esta vía de integración, la visión del decrecimiento quedará comprometida por la dinámica de partidos, además de que muchas de sus visiónes, solo se limitan a medidas poco radicales como la “ciudad lenta”, la “alimentación lenta” o la idea de simplificación.[78]​ También argumenta que todo el mundo va en la dirección del crecimiento industrial descontrolado, liderado por las economías emergentes, dejando a muchos decrementistas con poco alcance debido a que carecen de una crítica sobre la totalidad del fenómeno.[78]​ Por otro lado, suele concluir que la principal similitud con el primitivismo es la idea del antindustrialismo.[78]

Filmografía relacionada

Autores

Sobre decrecimiento
Relacionados con el decrecimiento

Bibliografía

  • Objetivo decrecimiento, Colectivo Revista Silence, Leqtor, 2006, España. 84-935020-3-0.
  • Decrecimiento sostenible (nº35), Revista Ecología Política, junio de 2008, España.
  • La apuesta por el decrecimiento, Icaria (2008), España. Latouche, Serge. ISBN 13: 978-84-7426-984-0.
  • El fetiche del crecimiento, Laetoli (2006), España. Hamilton, Clive. 84-934862-4-8
  • Decrecimiento y posdesarrollo. El pensamiento creativo contra la economía del absurdo, El Viejo Topo, 2003, Latouche, Serge.
  • En defensa del decrecimiento, Catarata, Madrid, 2009. Taibo, Carlos.
  • Conferencia de Carlos Taibo sobre Decrecimiento, Enmarcada dentro de las jornadas "¿Como te defiendes tú de la crisis?" de CNT-Córdoba (25 de noviembre de 2008).

Véase también

Notas

A.La plantilla {{note label}} está obsoleta, véase el nuevo sistema de referencias. El caracol construye la delicada arquitectura de su concha añadiendo una tras otra las espiras cada vez más amplias; después cesa bruscamente y comienza a enroscarse esta vez en decrecimiento, ya que una sola espira más daría a la concha una dimensión 16 veces más grande, lo que en lugar de contribuir al bienestar del animal, lo sobrecargaría. Y desde entonces, cualquier aumento de su productividad serviría sólo para paliar las dificultades creadas por esta ampliación de la concha, fuera de los límites fijados por su finalidad. Pasado el punto límite de la ampliación de las espiras, los problemas del sobrecrecimiento se multiplican en progresión geométrica, mientras que la capacidad biológica del caracol sólo puede, en el mejor de los casos, seguir una progresión aritmética, Ivan Illich.
B.La plantilla {{note label}} está obsoleta, véase el nuevo sistema de referencias. Desde principios de los años 90, existe en Estados Unidos y Canadá un movimiento de « desconsumo » (downshifting) como reacción al ultraconsumismo, que busca trabajar, producir, gastar y consumir menos.

Referencias

  1. a b c d e Latouche, Serge, La apuesta por el Decrecimiento, p. 46 .
  2. A
  3. Subirana, Pere (octubre 1995). «Consumir menys per ciure millor». Ecoconcern. Papers d'innovació social. 
  4. a b c d Conferencia de Carlos Taibo sobre Decrecimiento, enmarcada dentro de las jornadas "¿Como te defiendes tú de la crisis?" de CNT-Córdoba (25 de noviembre de 2008).
  5. a b c Gisbert Aguilar, Pepa (octubre 1995). «Decrecimiento: camino a la sostenibilidad». El Ecologista 55 (invierno 2007-2008). 
  6. Como expresa Serge Latouche, en la introducción de su libro La déraison de la raison économique
  7. Matas, Jaume, (2002). [1]. Consultado el 1 de julio de 2008
  8. Sirvan como ejemplos el caso reciente de Galicia: [2] o la Ley para el Desarrollo Sostenible del Medio Rural de 2007 en España: [3].
  9. La ONU ya advertía en 1972: ’’Los recursos no renovables de la Tierra deben emplearse de forma que se evite el peligro de su futuro agotamiento y se asegure que toda la humanidad comparte los beneficios de tal empleo.’’, Declaración de la conferencia de las Naciones Unidas sobre el medio humano (Reunida en Estocolmo del 5 al 16 de junio de 1972)
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  33. Extracto de un artículo de la revista Science dónde se cita como instrumento de medida del consumo de los bienes El mundo suspende en desarrollo sostenible, consultada el 4 de noviembre de 2008
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