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Antisemitismo

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Archivo:Antisemitisme Duitsland 1933.jpg
Antisemitismo nazi, 1933

El antisemitismo es la ideología y la práctica racista contra los judíos.

El término semita hace referencia a Sem, quien según los escritos bíblicos fue el primogénito de Noé del que descenderían los hebreos, los asirios, babilonios, los habitantes de Etiopía, así como los árabes y otras comunidades de Oriente Próximo y Medio. Por extensión, semita se empezó a utilizar para designar a los pueblos hablantes de las lenguas semíticas y sus realizaciones culturales. Pese a carecer de toda base étnica, y al igual que sucedió con el término ario, la voz semita se transfirió de su significado lingüístico original a un nuevo significado racial.

El término antisemitismo fue acuñado en 1879 por el periodista socialista Wilhelm Marr en su libro Zwanglose Antisemitische Hefte (y W. Scherer usó ese mismo año el término antisemiten en Neue Freie Presse), utilizándolo por primera vez en un panfleto antisemita que exhortaba a la hostilidad contra los judíos descontextualizada de toda connotación religiosa. El panfleto de Marr, publicado en Berna, tuvo mucho éxito (doce ediciones en el mismo año) y fundaría unos meses después la Liga de los antisemitas (Antisemiten-Liga).

El odio a lo judío está documentado desde los orígenes del cristianismo y hay hipótesis que lo sitúan ya en la época helenística. Sin embargo, el nacimiento del antisemitismo como corriente de pensamiento moderna está ligado a la eclosión de los nacionalismos en el siglo XIX europeo, que tuvieron como bandera común la idea "un pueblo, un Estado" y que está en el origen del concepto de Estado-nación. Al calor de esa idea se formaron distintos estados europeos, surgidos del desmembramiento de los imperios o bien a través de la unificación de estados con similar cultura y lengua (como Italia y Alemania).

Paralelamente a ese desarrollo nacionalista, y atravesándolo en muchas ocasiones, se desarrolló el moderno antisemitismo, que en esencia consideraba a los judíos como pueblo apátrida, ajenos al cuerpo de la nación y enemigos potenciales de ésta. El antisemitismo moderno no tiene ya, por tanto, connotaciones religiosas, al contrario que la tradicional judeofobia, aunque puede aparecer ligado a ésta.

Las obras antisemitas más difundidas son Los Protocolos de los Sabios de Sion (Rusia, 1905) y Mi lucha (de Adolf Hitler), y su culmen fue el Holocausto, intento de eliminación total de los judíos de Europa durante la época nazi.

Historia

Prejuicios u odios contra grupos siempre han existido, pero el antisemitismo es singular en muchos sentidos: los judíos han sido odiados en sociedades paganas, religiosas y seculares, por ideologías de izquierdas o de derechas, por supremacistas blancos y por nacionalistas negros, en tiempos antiguos y modernos. El antisemitismo ha adoptado, por tanto, formas diversas a lo largo del tiempo (no siempre reconocidas como tal), muchas veces incongruentes entre sí:

Los judíos fueron acusados por los nacionalistas de ser generadores del comunismo; por los comunistas de regir el capitalismo. Si viven en países no judíos, son acusados de dobles lealtades; si viven en el país judío, de ser racistas. Cuando gastan su dinero, se les reprocha ser ostentosos; cuando no lo gastan, ser avaros. Son tildados de cosmopolitas sin raíces o de chauvinistas empedernidos. Si se asimilan al medio, se les acusa de quintacolumnistas, si no, de recluirse en sí mismos.
Gustavo Perednik, España descarrilada, 2005

El escritor Ernesto Sábato expresó lo mismo en otras palabras: «el judío es banquero y bolchevique, avaro y dispendioso, limitado a su gueto y metido en todas partes. [...] La judeofobia es de tal naturaleza que se alimenta de cualquier manera. El judío está en una situación tal que cualquier cosa que haga o diga servirá para avivar el resentimiento.»[1]

Los especialistas suelen distinguir tres épocas claramente diferenciables en la historia del antisemitismo, que ha dado lugar a tres tipos de naturaleza bien distinta:

  • Antisemitismo religioso: el cristianismo, que comenzó como movimiento dentro del judaísmo, demonizó al judío a través de toda clase de libelos y fomentó durante siglos el odio anti-judío por toda la Cristiandad (es decir, Europa). Además de la hostilidad religiosa, se produjeron las conversiones a la fuerza, que dieron lugar al fenómeno del marranismo. Las persecuciones normalmente tenían carácter local.
  • Antisemitismo racial: A finales del siglo XIX, cuando los prejuicios religiosos comienzan a quedar desacreditados gracias al liberalismo y a las ideas de la Ilustración, surge en Alemania y después en Francia una nueva fase del antisemitismo –el antisemitismo por antonomasia–, esta vez vinculado a la noción de raza y a la construcción de las naciones, sin connotaciones religiosas, sino nacionalistas y racistas, y circunscrito principalmente a Europa. Tuvo su máxima expresión durante el nazismo.
  • Antisemitismo ideológico (también conocido como «nuevo antisemitismo»): Tras conocerse el Holocausto y después del Concilio Vaticano II, el antisemitismo tradicional, basado en la raza o en la religión, prácticamente había desaparecido. Surge entonces un nuevo antisemitismo[1], esta vez asociado a la nueva izquierda postsesentayochista y al mundo islámico, y se focaliza en torno a la legitimidad del Estado de Israel y del conflicto territorial en Oriente Medio: se produce la demonización del «sionismo» (que se convierte en sinónimo de «colonialismo», «imperialismo» y «racismo») y de «Israel» (considerado como la encarnación del mal absoluto, del «judaísmo mundial», y de lo «eterno judío»).

Formas de antisemitismo

Algunas de las formas más persistentes del antisemitismo tradicional se basan en estereotipos, calumnias y mitos que han perdurado durante siglos, y que todavía dejan rastro en el lenguaje, en la cultura y en frases hechas. Otras, como el mito del dominio mundial, son formulaciones más modernas y plenamente vigentes. A continuación se citan algunas de las formas de antisemitismo más conocidas:

Mito del deicidio

El deicidio –el asesinato de Dios– es el mito antisemita más antiguo y el más importante, hasta la irrupción del actual mito sobre la dominación mundial. El mito del deicidio fue invocado por vez primera por Milito, obispo de Sardis, hacia el año 150: «Dios ha sido asesinado, el Rey de Israel fue muerto por una mano israelita.» Durante siglos, este meme fue repetido, generación tras generación y, aunque nunca fue doctrina oficial de la Iglesia, estaba tan arraigado en los sermones cristianos que el Concilio Vaticano II, en 1965, tuvo que ocuparse de ello. En su declaración Nostra Aetate dispuso que «no puede ser imputado indistintamente ni a todos los judíos que entonces vivían, ni a los judíos de hoy. No se ha de señalar a los judíos como réprobos de Dios y malditos». Gracias al concilio y a las tajantes intervenciones papales (tanto Juan XXIII como Juan Pablo II se opusieron activamente al tradicional antisemitismo), pero también a la pérdida de centralidad de las disputas religiosas en las sociedades occidentales, el mito del deicidio estaba en franca retirada. Sin embargo, ha sido reavivado con la película de Mel Gibson La pasión de Cristo (2004), que, a juicio de algunos críticos, recupera en toda su crudeza el mito del deicidio judío.

Libelo de sangre

Básicamente, consiste en la acusación de que los judíos asesinan a no judíos (en especial cristianos, o bien niños, tanto propios como ajenos) con el fin de utilizar su sangre en la Pascua o en otros rituales. Hubo cientos de libelos basados en esta creencia, con nuevas variantes que se iban incorporando a lo largo de los siglos. Una primera versión está documentada en 1182 en Zaragoza (España) y acabó incluyéndose en El Código de las siete partidas (1263): «Hemos oído decir que en ciertos lugares durante el Viernes Santo los judíos secuentran niños y los colocan burlonamente en la cruz.» No eran simples leyendas para entretener a la audiencia: esos mitos ejercieron de desencadenantes de numerosas persecuciones, ensañamientos y crímenes. Las expulsiones de judíos iban precedidas de un clima hostil creado mediante libelos.

A pesar de sus variantes, todos los libelos de sangre siguen un esquema parecido:

  1. Se encontraba un cadáver (habitualmente un niño y cerca de la Pascua cristiana).
  2. Los judíos eran acusados de haberlo asesinado y de usar su sangre con fines rituales (por ejemplo, para amasar el pan ácimo de la Pascua hebrea).
  3. Los principales rabinos eran torturados hasta que confesaban el supuesto crimen.
  4. El resultado era la expulsión de toda la comunidad judía de esa comarca, o directamente su exterminio.

Este mito ha estado tan arraigado en la cultura religiosa española, que es muy fácil seguir su rastro a través de numerosas iglesias que homenajean a niños supuestamente víctimas de los judíos. La literatura ofrece también numerosas muestras: desde el El niño inocente de La Guardia, de Lope de Vega hasta La rosa de pasión de Becquer, ambos sobre el santo niño mártir de La Guardia.

Otro mito relacionado con el libelo de sangre es el de la «profanación de la hostia», que consistía en acusar a los judíos de robar las hostias de la sacristía con el fin de atormentarlas y reeditar el sufrimiento de la pasión y el deicidio. Normalmente tenía igualmente consecuencias nefastas para los judíos en forma de persecuciones y matanzas. Un ejemplo es la celebración en Segovia de una supuesta profanación en 1415 que, se dice, provocó un terromoto y que se saldó con la confiscación de la sinagoga y la ejecución de los rabinos.

Mito del dominio mundial

Ya en 1807 el canónigo jesuita de la Catedral de Notre-Dame, Agustín Barruel, alertó al gobierno francés acerca de un complot judío internacional «que transformaría iglesias en sinagogas». No obstante, la plasmación más conocida de este mito son Los protocolos de los sabios de Sión, un libelo escrito en 1902 que, pese a que se sabe falso de forma fehaciente, sigue siendo reeditado sin descanso, especialmente en los países árabes. Hay otras variantes muy extendidas del mito del dominio mundial como son la «conspiración judeomasónica» (utilizada de forma recurrente por el régimen franquista) o la del lobby judío, esta última con larga tradición en países muy diversos y que sigue vigente, especialmente entre la izquierda política y entre los numerosos partidarios de la teoría de la conspiración.

Confusión del uso de los términos semita y judío

Se ha sostenido a veces que el término antisemitismo es impreciso, puesto que su etimología sugiere el odio y la intolerancia no sólo hacia los judíos sino hacia todos los semitas, que incluyen otras etnias del Medio Oriente, tales como los árabes y los habitantes del Norte de África y Etiopia. Para evitar la confusión, se ha propuesto como alternativa el término judeofobia (wzo.org.il, La naturaleza de la judeofobia).

Referencias

  1. Ernesto Sábato, «Judíos y antisemitas», revista Comentario nº 39, IJACI, Buenos Aires, página 8.

Bibliografía recomendada

Véase también

Enlaces externos

  • Antisemitism.org.il (foro de coordinación de lucha contra el antisemitismo).
  • Wzo.org.il (artículos y recursos sobre antisemitismo y judeofobia).