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Fatiga de combate

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Los marines de Guadalcanal padecieron de fatiga de combate durante la prolongada campaña entre 1942 y 1943 por la posesión de la isla.

Fatiga de combate es un trastorno psicológico caracterizado por un tipo de neurosis que se evidencia como un síndrome de estrés y repulsión al combate.

Historia

En la primera guerra mundial, se solía confundir la fatiga de combate con la cobardía ante el enemigo.[1]​ Algunos estudios preliminares se realizaron en aquella época y se denominó síndrome shell-shock; pero no fue hasta avanzada la segunda guerra mundial que especialistas de los países aliados lograron conceptualizar la fatiga de combate como un tipo de trauma psicopatológico manifestado como una neurosis asociada la exposición prolongada de muertes masivas, explosiones, tableteos de ametralladoras, en particular a aquellos que predominaban los bombardeos constantes, escenas shockeantes o el ruido ambiente propio de una batalla.[2]

La fatiga de combate en las líneas soviéticas alentada por la crueldad de la oficialidad soviética que enviaba a masas de soldados al sacrificio, durante la segunda guerra mundial fueron causa de que se pasaran por miles al lado alemán transformándose en hiwis.

Patología

Hiwis en las líneas alemanas durante la segunda guerra mundial

La fatiga de combate puede ser gatillada por el ruido constante de explosiones, ruidos del funcionamiento constante de armas, presenciar la muerte de camaradas en el combate, etc. Esta se manifiesta de diferentes modos, dependiendo del perfíl de personalidad del sujeto, puede ser expresado por ataques de histeria, pasividad y mutismo o parálisis de miembros, incapacidad para percibir el entorno o descontrol de emociones reprimidas.

Los síntomas pueden ser variados: mutismo, mudez, sordera, inestabilidad emocional, apatía, falta de concentración, sudoración fría, trastornos del sueño, convulsiones musculares, desinterés del entorno etc. Incluso algunos soldados afectados pueden rehusar disparar a matar cuando el enemigo es sentido como similar a si mismo. La reiteración de órdenes de aniquilación por parte de sus superiores, gatillan la fatiga de combate. Incontables son los casos en que el soldado afectado se ha vuelto contra sus superiores.

La fatiga de combate supone en el sujeto que la padece, un quiebre del temple emocional en la lucha antagónica entre el instinto de supervivencia y el horror del escenario bélico al que se enfrenta, mientras más peligrosas son las misiones, se establece una mayor predisposición a padecer la neurosis.

Inclusive, cuando el soldado es retirado del teatro bélico transformándose en un veterano de guerra, la fatiga de combate reaparece en tiempos de paz ante determinadas situaciones y puede afectar al individuo de por vida. Muchos individuos afectados por fatiga de combate han protagonizado hechos luctuosos. La cura de la fatiga de combate es compleja, se ha experimentado realizando curas de sueño, drogas ansiolíticas, traslado a lugares tranquilos son algunas de las indicaciones de los psiquiatras.

Referencias