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La Montaña

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Mapa físico de Cantabria con división municipal. Se puede apreciar la complicada topografía de la región, en especial de su sector central.
Banda gaitera folclórica La Montaña.
Subida a Tresviso, en Cantabria, uno de los relieves más escarpados de la región.

La Montaña es, junto a Cantabria y Santander, uno de los nombres históricos que ha recibido y recibe la comunidad autónoma de Cantabria, en el norte de la península ibérica (España).

Desde el siglo XVI el término ha hecho referencia en España a todo el reborde montañoso, perteneciente a la Cornisa Cantábrica, de la parte central de Cantabria y del extremo norte de Palencia y Burgos, sin límites fijos. Posteriormente el territorio conocido como La Montaña se identificó con la recién nacida provincia de Santander[1]​ (al principio, sensiblemente más grande que la Cantabria actual). En la actualidad, y por extensión, se denomina al conjunto de la comunidad autónoma cántabra con el topónimo de La Montaña, nombrando a los cántabros con el gentilicio de montañeses. Sin embargo, la identificación con la provincia de Santander fue desde el principio inexacta.

La Montaña identifica un amplio espacio que se localiza en el área central de la Cornisa Cantábrica, en sus dos vertientes. Carente de un territorio propio, puesto que ninguna demarcación se corresponde con este espacio histórico, responde en mayor medida a sus rasgos geográficos (...)

La Montaña comprendía y comprende tanto el espacio Peñas al Mar como el orientado de Peñas a Castilla. Elementos de referencia geográfica innegable porque identifican por un lado la costa, por el otro la Castilla llana y dilatada (...), de acuerdo con una percepción geográfica establecida desde la Baja Edad Media, al menos (García, 1985).

Antonio Bar Cendón; De la montaña a Cantabria (1995).[1]
No es históricamente adecuado fundamentar la Cantabria autónoma en la Montaña tradicional (...) La Montaña tradicional (...) constituye un referente equívoco.
Alfonso Moure Romanillo; Cantabria: historia e instituciones (2002).[2]

Historia

La implantación en 1833 de la provincia de Santander, dentro del esquema racionalizador y centralista ideado por Javier de Burgos, estableció por primera vez en el territorio una entidad administrativa unificadora. El nombre de la capital, norma general de la época para nombrar a las nuevas provincias, fue sustituyéndose por el de La Montaña, sin oficialidad.

El apelativo viene de la geografía accidentada del norte de Castilla la Vieja, que contrasta con el espacio de la Meseta. La altimetría regional de Cantabria, concretamente, es bastante fuerte, con más del 40% de su superficie por encima de los 700 metros de altitud y con un tercio del territorio con pendientes de más del 30%.[3]

El nombre con el que se conoce a Cantabria fuera de la región, La Montaña, es utilizado por los habitantes de los valles del interior para referirse a la parte más baja de la región, la más cercana al mar, también conocida como la marina o la marisma.
Ana María Rivas Rivas; Antropología social de Cantabria (1991).[4]

En las primeras décadas del siglo XX el nombre de Cantabria empezó a llevar consigo una connotación regionalista, en clara diferenciación con Castilla y León. Una de las últimas muestras de afirmación regional la encontramos en el diario El Cantábrico, entonces el de mayor tirada regional, del 10 de octubre de 1936. En un artículo en primera página titulado La personalidad histórica de Cantabria, se decía:

En la geografía política, Cantabria pertenece a Castilla la Vieja; pero la política geográfica no es más que una de tantas obras de los hombres. Cantabria es Cantabria, la heroica, la brava, la independiente, la que supo defender siempre sus libertades. Y en la tierra del individualismo, es muy natural que se aspire a que la región sea clara y ampliamente individualizada.
El Cantábrico (1936).

Como consecuencia de Guerra Civil y la victoria del bando nacionalista, y con la consecuente marginación de los rasgos diferenciadores, se usó menos el nombre de Cantabria. A pesar de todo, a principios de 1963, la Diputación Provincial de Santander, al igual que en el año 1822, volvió a reclamar el cambio de nombre y que fuera titulada la provincia como Cantabria.

La aprobación del Estatuto de Autonomía en 1981 popularizó el nombre de Cantabria para la región. Sin embargo, la equivalencia Montaña-Cantabria sobrevive en el siglo XXI, citada sobre todo en contextos históricos[5]​ y a pesar del uso extendido de la denominación montaña palentina, que Según Bar Cendón y otros también forma parte del territorio genérico La Montaña.

Geografía y controversia de su uso

La expresión La Montaña se hizo común entre los cántabros a finales del siglo XIX, cuando la popularizaron la prensa y los escritores cántabros, siendo muy utilizado en el resto de España para calificar a la tierra cántabra desde el siglo XV. No obstante, durante los siglos pasados y dentro de los límites cántabros, el vocablo «Cantabria» era el utilizado preferentemente por los habitantes del territorio, ya que nunca desapareció de la conciencia ni de habla popular, aún cuando Cantabria no existía jurídica y políticamente. Cuando se crearon las actuales provincias en el año 1833 se crea la de Santander, reclamando la Diputación Provincial el nombre natural y tradicional de Cantabria, con idénticos límites a los actuales y sin recibir la denominación «provincia de Cantabria», no ya por la preponderancia e insistencia de su capital por que no fuera así, sino porque las Cortes decidieron que las provincias, excepto las forales, se denominasen como sus respectivas capitales.

La expresión La Montaña no surgió en tierras cántabras sino que fue importada desde la Meseta, al haber sido Cantabria un territorio integrado en Castilla La Vieja. Por pura referencia geográfica llamaron a la región norte, mucho más abrupta y montañosa, La Montaña, Montañas de Santander o Montañas de Burgos, títulos que eran utilizados fuera de Cantabria y no siempre fueron bien recibidos por sus habitantes:

El nombre con el que se conoce a Cantabria fuera de la región, La Montaña, es utilizado por los habitantes de los valles del interior para referirse a la parte más baja de la región, la más cercana al mar, también conocida como la marina o la marisma.
Ana María Rivas Rivas; Antropología social de Cantabria (1991).[6]

Julián Fresnedo de la Calzada describió en su ensayo ¿Qué es la Montaña? (1922) el uso abusivo que se hacía de los términos La Montaña y 'montañés, en detrimento del histórico de Cantabria, para referirse a la provincia de Santander. Explica además quiénes fueron los que empezaron a divulgar y popularizar estos términos:

...ni casi suena entre nosotros el vocablo La Montaña hasta que periodistas y poetas, en la segunda mitad del siglo último, empezaron a traer a troche y moche eso de montañeses y La Montaña, y luego, por infección, se ha ido extendiendo con notoria impropiedad, y como todas las infecciones, ha alcanzado a incultos y cultos...
Julián Fresnedo de la Calzada, ¿Qué es La Montaña? (1922).

No siempre que se utilizó el nombre de La Montaña, éste entraba conflicto con otros nombres históricos. Así, Menéndez Pelayo defendía el nombre de Cantabria y los republicanos cántabros presentaron un borrador de Estatuto Cántabro-Castellano, que en opinión de algunos indica una relación con Castilla, pero que en su texto aclara que a una hipotética autonomía de Cantabria se le podrían unir los territorios culturalmente cántabros que pertenecían a las provincias castellanas.[7]​ Esto no significaba perder la influencia castellana (aunque ya no política), en la que se englobaba el apelativo La Montaña, sino ganar la cántabra.

Si su espíritu glorioso, que según fué de ejemplar vida, debe de gozar ya de los resplandores del sol indeficiente, pudiese volver los ojos a estos lugares que tanto amó y que por él sonaron en lenguas de gentes para quienes era peregrino hasta el nombre de Cantabria.
Mudarse por mejorarse, decían nuestros padres -por mejorar muda el mísero emigrado, aún a trueco de exponerse a la muerte. Grande debe ser su desventura, cúando así abandona tierra, familia y hogar, y quién tal hace, se llama escalduna, cántabro, asturiano o gallego; esto es, hijo de los pueblos más amantes de su adorada tierra que Europa alienta el seno.
Fernando Fulgosio, Crónica de la provincia de Guipúzcoa (1868).

Afirmantes de La Montaña como apelativo para la provincia de Santander

En ciertos momentos históricos el uso del nombre La Montaña estuvo ligado aposturas políticas conservadoras, opuestas al regionalismo, que defendían la total unión de la provincia de Santander con Castilla.[8]

A la provincia de Santander se le llama "La Montaña", no por otra razón porque es la Montaña por excelencia de Castilla. Sí: Santander es Castilla y Castilla la Vieja.
Ruano de la Sota.[8]

Detractores de La Montaña como nombre para la provincia de Santander

Debe tomarse por contexto de las siguientes declaraciones la realidad jurídica de la provincia de Santander, y en algunas de ellas, como las relativas a Menéndez Pelayo y a Pereda, la intención culta de anteponer el nombre de Cantabria al de Santander y, en ocasiones, al de La Montaña.

Alucinado el vulgo por lo que oyó hablar de ella a individuos que acaso jamás la vieron, llevado por decirlo así, del nombre que impropiamente le han dado de Montaña, forma de este país un concepto enteramente errado.
Félix Cavada, discurso de inauguración del Ateneo español de Madrid (1820).
En Santander se elevará pronto un monumento dedicado a D. José María de Pereda, el hombre admirable, en cuyos libros vive ese pedazo de Cantabria, a quien la ancha Castilla puso desde sus llanuras el eufónico nombre de Montaña, y por donde el alma española, con su brioso e incontrastable idealista, se asoma al Mar Cantábrico.
Francisco Alcántara, diario El Imparcial (1909).
Cantabria es una real y actual región. Definida por su alma colectiva que trasciende a la actividad de régimen social, a sus costumbres y a su arte, engendrando en sus hijos la conciencia de su propia y distinta personalidad. (...)Esta región debe comprender, bien sólo a nuestra actual provincia o, a lo sumo, algún agregado de tierra de índole semejante, y que esta región debe denominarse no de Santander, por arbitraria, no de la Montaña, que es su denominación antonomástica, sino de Cantabria, que es su título de tradicional abolengo.
Santiago Fuentes Pila, discurso en el Ateneo de Santander (1923).

Repercusión

Además de en el imaginario popular, la expresión La Montaña se popularizó en determinados momentos gracias a su aplicación a distintos elementos definidores del territorio cántabro. Así, el escritor José María de Pereda tituló uno de sus libros Escenas montañesas;[9]Buenaventura Rodríguez-Parets también hizo aparecer La Montaña en muchos de sus títulos (Cuentos de La Montaña, Mitos y supersticiones de La Montaña, Estudio sobre los refranes y el refranero montañés, etc.);[5]​ igual hicieron otros, como José María de Cossío y Tomás Maza en su Romancero popular de La Montaña.[5]

Una de las denominaciones del dialecto cántabro es el de montañés. De la misma manera diferentes asociaciones y negocios llevan los nombres de La Montaña o montañés (destaca El Diario Montañés, periódico local), aludiendo a uno de los nombres históricos de la región. También en el campo de los deportes está presente, pues existen en Cantabria pruebas como el Circuito Montañés.

Véase también

Referencias

  1. a b Bar Cendón; Antonio; De La Montaña a Cantabria. Ed. Universidad de Cantabria (1995). ISBN 978-84-8102-112-7.
  2. Mure Romanillo, Alfonso; Cantabria: historia e instituciones, p. 105. Ed. [[Universidad de Cantabria (2002). ISBN 978-84-8102-317-6.
  3. Comisión Europea (1999). «Cantabria en la Comunidad Económica Europea.». Consultado el 12-04-2007. 
  4. Rivas Rivas, Ana María; Antropología social de Cantabria, p. 245. Ed. Universidad de Cantabria (1991). ISBN 978-84-87412-37-0.
  5. a b c García de Cortázar y Ruiz de Aguirre, José Ángel; La memoria histórica de Cantabria, pp 45, 138, 140 y 230. Ed. Universidad de Cantabria (1996). ISBN 978-84-8102-145-5.
  6. Rivas Rivas, Ana María; Antropología social de Cantabria, p. 245. Ed. Universidad de Cantabria (1991). ISBN 978-84-87412-37-0.
  7. Setenta años de búsqueda de un estatuto de autonomía para Cantabria El Diario Montañés.
  8. a b Mure Romanillo, Alfonso; Cantabria: historia e instituciones, pp 120-121. Ed. [[Universidad de Cantabria (2002). ISBN 978-84-8102-317-6.
  9. Leer Escenas montañesas en Wikisource