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Usuario:Spirit-Black-Wikipedista/Historiografía romana

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Temáticas y fuentes

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Portada de una edición del siglo XVIII de una de las primeras obras de la historiografía romana Commentarii de Bello Gallico, escrito por Julio César.

Desde su nacimiento, por lo regular, la historiografía romana no trató temáticas fuera del propio Imperio romano, es decir, no exploró más allá de Roma. Asimismo, ésta estuvo demasiado vinculada con las temáticas políticas.[1]​ Sin embargo, la historiografía romana contaba con pocos historiadores, siendo una «lista corta».[1]​ De igual manera, la historiografía romana trataba que el orador y el estadista conociesen la historia para «conocer bien la situación política»,[2]​ para «dominar el pasado»,[2]​ y conocer «la práctica del Senado, la ciencia política, las constituciones, los tratados, pactos y el origen del poder romano».[3]​ Los primeros historiadores romanos, llamados analistas, se embarcaron en la tarea de registrar eventos, fechas y datos.[4]​ Sin embargo, las interpretaciones históricas posteriores no alcanzaron el grado griego,[4]​ por lo tanto la historiografía griega fue menos rigurosa que la griega y con una intención más moralizante.[5]​ A pesar de eso, las temáticas romanas fueron extensas. Los propios romanos trataron la temática de las guerras,[6]​ como los textos de Iberia de Apiano, De Bello Gallico de Julio César e incluso una obra del escritor griego Polibio Historia universal bajo la República romana. El romano no transmitía objetivamente los hechos antiguos, sino que los juzgaba y los describía desde su propio punto de vista. Además, para realizar una labor de historiador se debían utilizar fuentes diversas. En una época como aquella, en la que no existía la arqueología, las principales fuentes eran orales y escritas.[7]​ Por eso los documentos que consignaban hechos históricos tenían gran importancia. A diferencia de la historiografía griega, la romana se dedicaba a intercalar discursos, incluso ficticios, que ponían en boca de los personajes principales y que les permitían exponer con viveza el conjunto de la situación.

Las fuentes para la historiografía, en aquellos tiempos, era proveniente de archivos, orales o incluso originales.[8]​ Los archivos eran tan rústicos y su conservación pésima.[8]​ La fuentes orales resultaban falsas al igual que las originales y no se podía contar con verificalidad.[9]​ La elección de las fuentes, cuando había más de una con contenidos contradictorios, se hacía según la más «probable».[10]​ Esta elección no tenía porqué significarse una creencia, puesto que en ocasiones se limitaba a dar varias versiones sin preocuparse en la validez de cada una.

Situación del historiador

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Los historiadores, por lo regular, fueron personajes importantes de la vida pública.[1]​ Tenían que ocupar lugares importantes en el aparato administrativo y, muy a menudo, eran por motivaciones políticas que publicaban sus obras,[1]​ y gracias a esto, el latín adquirió una gran acogida.[1]​ Sin embargo, no recibieron pago o agradecimiento alguno por la publicación de dichas obras, tal y como había sucedido en Grecia.[11]​ Muchos historiadores querían que sus obras durasen gran cantidad de tiempo, es decir, que fueran para el futuro una referencia.[11]​ Asimismo, tal y como sucedió en la Antigua Grecia, sólo la élite podía publicar sus escritos:

He resuelto escribir los hechos del pueblo romano, por trozos separados, fijándome en los más dignos de memoria.

En esta época no existían los libros entendidos al modo actual, sino que los escritos eran sobre papiro que se almacenaba en rollos. La lectura era en demasía compleja debido a que no había puntuación ni se marcaban los comienzos de capítulo ni párrafos, ni, en general, separación entre las palabras. Como cada obra se copiaba a mano no existía una gran disponibilidad de los textos historiográficos.

Historia

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Orígenes

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Influencia griega

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Timeo era natural de Sicilia pero tuvo que exiliarse a Atenas,[13]​ permaneciendo allí al menos unos cincuenta años, donde se dio a conocer por sus duras críticas, siendo apodado “Timeo el denigrador”. Murió en Sicilia en 260 a. C.. Es considerado el historiador más destacable de los comienzos del periodo helenístico. Dentro de sus obras Timeo introduce un tema inédito: la historia de Roma.[13]​ Se cree que, brevemente en la Historia Siciliana y de forma más amplia en su monografía sobre Pirro, estudió los orígenes de la incipiente civilización romana. Timeo fue el primer historiador en comprender el ascenso de una nueva potencia.[13]

Polibio fue el primer historiador griego en tratar el fenómeno romano, influido por Timeo,[14]​ con profundidad. Nació en el año 200 a. C. en Megalópolis.[15]​ Poco después de la conquista romana fue deportado a Roma junto a otros notables de su ciudad.[16]​ Durante su estancia allí hizo amistad con los Escipiones, pudiendo seguir a Publio Cornelio Escipión Emiliano en sus conquistas.[17]​ En cuanto a su labor en la temática de la historiografía, escribió unas Historias en cuarenta libros de las que sólo se conservan casi completos los cinco primeros, quedando del resto únicamente fragmentos. Su obra trata de la historia del progreso romano y abarca desde la Primera Guerra Púnica hasta el año 146 a. C., tras la destrucción de Corinto y Cartago. La principal crítica a Polibio es su excesiva alabanza de la política romana.[11]​ Como mucho llega a ver injusta la invasión de Cerdeña,[18]​ pero lo considera como algo puntual y no como una muestra de la política general romana. Igualmente hace críticas individuales como a Marco Claudio Marcelo, al que acusa de poco prudente,[19]​ pero no hay crítica general como puede haberla contra la política de los estados griegos.

A partir del siglo I a. C. Roma se convierte en el imperio más potente del mundo conocido gracias a una agresiva política de expansión. La historiografía del momento no es ajena al poderío romano y la mayor parte de los historiadores griegos viajan a Roma para contar la historia del nuevo imperio. Además, en una clara diferenciación con los autores helenísticos, los historiadores de este periodo se introducen más en el modo de vida romano, conociendo el latín por ejemplo, aunque en un principio todavía no se considera una realidad ajena al mundo griego. En todo caso, Dionisio de Halicarnaso, al conocer el idioma, pudo consultar con mayor facilidad las fuentes originarias, realizando una Historia antigua de Roma, compuesta por veintidós libros, de los que se conservan diez. Su obra carecía de espíritu crítico y abusaba de la retórica, pero en cualquier caso era aún ajena a cualquier forma de pseudohistoria.

Los analistas

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Los primeros historiadores romanos registraron y narraron los sucesos año por año, con demasiado «laconismo»;[4]​ dándole el nombre de «Anales» a sus escritos. Los primeros analistas, que fueron de diversos cargos en la sociedad, trataron sus escritos sobre la monarquía romana y las Guerras Púnicas.[20]​ Los anales únicamente estaban relacionados con la historia local; tratando la fundación del pueblo, sin importar fechas anteriores.[20]​ Estos escritos fueron la razón por la que la historiografía romana estuvo demasiado vinculada con su historia y no con la de todo el mundo en general.[20]​ Coulanges lo califica como «el respeto que los antiguos tenían a su historia».[20]​ Los primeros analistas de Roma fueron posiblemente Varrón el Poeta, Verrio, Macrobio, Aulo Gelio y Quinto Fabio Píctor.[21]​ La mayoría de los anales estaban escritos en griego y justificaban la política expansionista de Roma por el Mediterráneo ante el mundo helenístico. Sin embargo, las obras de esta prolífica historiografía han desaparecido casi por completo.

Época Arcaica

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Época Clásica

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Julio César

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Estatua de bronce de Julio César en Rimini, quizá, el primer historiador que rompió con la tradición de los anales.[4]

Julio César fue uno de los personajes más importantes de la humanidad, y sobre todo de Roma. Nació en el seno de la familia romana Julia-Claudia.[22]​ Su juventud coincidió con al guerra civil entre los políticos Cayo Mario y Sila.[22]​ Partidario del primero, César tuvo que exiliarse en Roma. Sin embargo en 68 a. C. y hasta el 65 a. C., vivió en Hispania en calidad de edil. En el 63 a. C., fue nombrado Pontifex Maximus[23]​ y ocupó cargos importantes y muy relevantes que provocaron la confusión en su biografía con la historia del mundo romano en su época. Con Pompeyo y Craso formó el primer triunvirato[23]​ (60 a. C.) y llevó a cabo, como procónsul de las Galias, la conquista de este país (58 -51 a. C.), al que convirtió en provincia romana.[24]​ En el año 49 a. C., Pompeyo le exigió que licenciara sus legiones, pero César se negó e inició así la segunda guerra civil.[25]​ Tras la derrota y muerte de Pompeyo, César llegó a Roma como mandatario único e inició una serie de reformas que no culminaron porque fue asesinado en los idus de marzo del año 44 a. C.[26]

Julio César es calificado como «el primer historiador que rompió con el sistema de los anales».[4]​ Dentro de esta temática publicó diversas obras. Comentarii de bello Gallico (Comentarios acerca de la Guerra de las Galias): fue la primer obra de Comentarii en la cual narra las campañas de César en las Galias hasta la rendición de Vercingetórix en Alesia. Asimismo, rinde homenaje a sus colaboradores e incluso a sus enemigos. Esta obra está compuesta por siete libros (el séptimo, mucho más largo que los otros, fue tal vez redactado y publicado después de los demás) en los cuales no se limitó a exponer operaciones militares, sino que describe también las costumbres e instituciones de numerosos pueblos con quienes entró en contacto, y proporcionó valiosos datos geográficos y etnográficos. De igual manera, presenta los actos del modo más favorable para él: intentó probar constantemente que se vio obligado a la conquista de la Galia libre; disimula sus intenciones y atenúa sus fracasos. Aulio Hirtio compuso con un octavo libro para la «Guerra de las Galias» en el que refería las últimas resistencias y la pacificación. Comentarii de bello civili (Comentarios sobre la guerra civil) fue quizá su última obra y consta de tres libros y está sin terminar, ya que su muerte le impidió finalizarla. En ésta narra sus enfrentamientos con Pompeyo y finaliza la obra con la muerte de éste. Existen en ella intentos de apología personal y de detracción de sus adversarios.

Cornelio Nepote

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Cornelio Nepote nació aproximadamente en 95 a. C., y es sabido que fue amigo de Cicerón y Catulo. Su vida es, de cierto modo, una incógnita, los datos de ésta son totalemnte escasos. Dentro de la temática de la historiografía publicó obras como Chronica y Exempla, el primero era una historia general en tres libros que no ha llegado a la actualidad y que refería sincrónicamente los principales acontecimientos de las historias griega y romana. Su obra más importante fue De viris illustribus, y constaba por lo menos de 16 libros de biografías sobre reyes extranjeros y romanos, generales, oradores, jurisconsultos, filósofos, historiadores, poetas y gramáticos, de los que sólo se ha conservado el tercero, De excellentibus ducibus exterarum gentium ("Sobre los más destacados generales de los pueblos extranjeros"), que contiene la vida de 21 generales griegos. Nepote tiene de la historia una concepción «ejemplarista». Los datos históricos sólo le interesan como medio necesario para poner de relieve el ejemplo moral (positivo o negativo). Su obra sirvió desde muy pronto como texto para la educación de la juventud por su aludida intencionalidad moral.

Cayo Salustio Crispo

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Época Postclásica

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Apiano

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Tito Livio

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Tácito

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Suetonio

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Dion Casio

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Época Decadente

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Floro

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Eutropio

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Amiano Marcelino

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Fuentes

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Referencias

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  1. a b c d e (Rama Facal, 1989, p. 16)
  2. a b (Marie André, 2005, p. 209)
  3. (Marie André, 2005, p. 210)
  4. a b c d e (Giner, 2008, p. 116)
  5. (Marie André, 2005, p. 209–212)
  6. (Vaz Araujo, 1962, p. 17)
  7. (Caire-Jabinet, 2003, p. 23)
  8. a b (Caire-Jabinet, 2003, p. 27)
  9. (Caire-Jabinet, 2003, p. 28)
  10. (Grant, 2003, p. 63)
  11. a b c (Momigliano, 1984, p. 107) Error en la cita: Etiqueta <ref> no válida; el nombre «Momigliano» está definido varias veces con contenidos diferentes
  12. (Rama Facal, 1989, p. 17)
  13. a b c (Espelosín Gómez, 2000, p. 270–271)
  14. (Bello, 2006, p. 20)
  15. (Bello, 2006, p. 14)
  16. (Bello, 2006, p. 13)
  17. (Bello, 2006, p. 21)
  18. (Bello, 2006, p. 241)
  19. (Bello, 2006, p. 163)
  20. a b c d (De Coulanges, 1982, p. 160)
  21. (De Coulanges, 1982, p. 162)
  22. a b (Goldsworthy, 2007, p. 54)
  23. a b (Goldsworthy, 2007, p. 197–198) Error en la cita: Etiqueta <ref> no válida; el nombre «Goldsworthy3» está definido varias veces con contenidos diferentes
  24. (Goldsworthy, 2007, p. 256–257)
  25. (Goldsworthy, 2007, p. 485)
  26. (Goldsworthy, 2007, p. 643–646)

Bibliografía

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