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Los Prisioneros

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Los Prisioneros
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Los Prisioneros tras su regreso, durante una conferencia de prensa en Feria del disco en octubre de 2001. De izquierda a derecha: El mánager Carlos Fonseca (atrás), y los músicos de la banda Jorge González, Claudio Narea y Miguel Tapia.
Datos generales
Origen Bandera de Chile San Miguel, Santiago, Chile
Información artística
Otros nombres «Los Apestosos»
«Gus Gusano y sus Necrofílicos Hemofílicos»
Género(s) Rock, Pop[1]
Período de actividad 1979 – 1992
2001 – 2009
Discográfica(s) Fusión
EMI Music
Capitol Records
Warner Music Group
Artistas relacionados Narea y Tapia
Jardín Secreto
Los Updates
Profetas y Frenéticos
Travesía
Web
Sitio web https://planetaprisionero.cl/
Miembros

Jorge González
Claudio Narea
Miguel Tapia
Exmiembros

Gonzalo Yáñez
Sergio «Coti» Badilla
Álvaro Henríquez
Cecilia Aguayo
Robert Rodríguez

Los Prisioneros fue una banda de rock chilena considerada como la agrupación más influyente e importante de su país.[1][2][3]​ Además es referida frecuentemente por diversos medios internacionales y por la sociedad en general como una de las agrupaciones de rock más importantes e influyentes de Latinoamérica.[4][5][6][7]​ La banda fue formada en 1979 en la comuna de San Miguel, en la ciudad de Santiago, por Jorge González (voz y bajo), Claudio Narea (guitarra y coros) y Miguel Tapia (batería y coros).

Desarrollaron un simple sonido punk con matices de new wave, y más tarde experimentaron con el synth pop, haciéndose conocidos en la década de los ochenta por canciones en que criticaban diversos aspectos de la contingencia en Chile y el resto de Iberoamérica, y que fueron utilizadas por la gente como herramientas de protesta contra la dictadura militar de Augusto Pinochet. Por ello fueron vetados en los principales medios de su país hasta el retorno de la democracia. Claudio Narea abandonó la agrupación en 1990 y en su reemplazo se incorporaron Cecilia Aguayo (teclados y coros) y Robert Rodríguez (bajo, guitarra y coros) hasta 1992, fecha en que la banda se separó.

En esta primera fase Los Prisioneros publicaron cuatro álbumes, tres de ellos incluidos dentro de la lista de los 50 mejores discos chilenos de la historia según la revista Rolling Stone: La voz de los '80 (n.º 3), Corazones (n.º 9) y Pateando piedras (n.º 15).[8]​ La canción «Tren al sur» fue elegida por los lectores de la revista digital Satélite Natural como la séptima mejor canción del rock latino de todos los tiempos[9]​ mientras que su videoclip fue nominado en la categoría de «Mejor video latino» para los MTV Video Music Awards 1990.[10]​ De igual manera, «We are sudamerican rockers» fue el primer vídeo emitido para la filial de MTV Latinoamérica en octubre de 1993.[4]

En 2001 la formación original se volvió a reunir, ofreciendo dos exitosos conciertos en el Estadio Nacional. Al año siguiente realizaron giras por Latinoamérica, Estados Unidos y España. Hasta 2003, sus álbumes vendieron más de 800 mil copias, con más de 40 discos de platino en Chile, un millón de discos vendidos en el extranjero,[11]​ cerca de 15 millones de unidades.[12]​ Ese año, Narea volvió a dejar la banda. González y Tapia decidieron continuar con nuevos integrantes, pero finalmente el grupo se disolvió en 2006, esta vez de forma definitiva.

Historia

Formación y primeros años (1979-1985)

Jorge González, Claudio Narea y Miguel Tapia se conocieron en marzo de 1979 en el Liceo 6 (actual Liceo Andrés Bello) de la comuna de San Miguel, en Santiago. Tenían entre 13 y 14 años cuando entraron a primero medio, en donde fueron compañeros de sala. Jorge inició una amistad con Claudio, pues a ambos les gustaba el grupo Kiss.[13]​ Más tarde, en 1980, junto con los hermanos Álvaro y Rodrigo Beltrán[n. 1]​ (vecinos de Claudio), crearon Los Pseudopillos (cuyo nombre surgió en clase de biología, cuando su profesora mencionó la palabra «pseudópodo»), un cuarteto vocal con el que grabaron más de un centenar de canciones humorísticas escritas principalmente por Jorge y Claudio, empleando únicamente objetos caseros como percusión.[14]​ Paralelamente, Jorge se juntaba a componer con Miguel. Los dos tenían planificado un proyecto musical más en serio y querían ser famosos como The Beatles. Inspirados en la dupla Lennon-McCartney (que, erróneamente, creían que se dividían las labores de composición), Miguel escribía la letra de las canciones y Jorge componía la música en piano o guitarra, pero al poco tiempo Jorge decidió hacerse cargo también de los textos.[15]​ Claudio, viendo que Miguel se refería a los Beatles como «Los Escarabajos», los bautizó como Los Vinchukas (haciendo referencia a la vinchuca, mencionado nuevamente en clase de biología).[16]​ Posteriormente, invitaron a Claudio a unirse a la banda,[17]​ y poco después, se unió Álvaro Beltrán. Además la banda consiguió su primera batería, que le había pertenecido a un grupo de cumbia, comprada gracias a un préstamo obtenido por la hermana de Miguel.[18]

El cuarteto hizo su debut en vivo el 14 de mayo de 1982 en su colegio y tuvo un éxito discreto. Dos meses después se volvieron a presentar en el Liceo 1 de Niñas, también de la comuna de San Miguel.[19]​ A fines de ese año el grupo tuvo sus primeras diferencias a causa de un pedal de bombo, lo que ocasionó la salida de Claudio y Álvaro a pocos días de egresar de cuarto medio.[20]​ Narea estuvo alejado de Jorge y Miguel alrededor de tres meses. Un día, su amigo y ex compañero del liceo, Roque Villagra, visitó a Claudio y lo convenció para que se reconciliara con sus amigos y regresara a la banda.[21]

Los Vinchukas, ahora convertidos en un trío conformado por Jorge González, Claudio Narea y Miguel Tapia, estaban decididos a dedicarse a la música de lleno, por lo que optaron por usar un nombre más serio en esta nueva etapa. Primero escogieron Los Criminales, pero al día siguiente Miguel sugirió que se llamaran Los Prisioneros.[22]​ El 19 de diciembre de 1986, el mismo Miguel Tapia registraría el nombre con el giro de «grupo musical» en el Ministerio de Economía, quedando como marca de su propiedad.[23]

La primera vez que tocaron como Los Prisioneros fue el 1 de julio de 1983 en el Festival de la Canción del Colegio Miguel León Prado. Jorge señaló: «Salimos terceros de tres e incluso nos querían cobrar la entrada para poder ver el resto del espectáculo. En todo caso cuando llegamos a ensayar nos creíamos la muerte, porque éramos de verdad, con canciones desconocidas pero propias. El resto sólo hacia versiones de tipos famosos. Recuerdo que actuamos abriendo espectáculo».[24]​ Según Claudio: «Si se hubiera escuchado bien y el público hubiese estado atento habríamos triunfado con ese repertorio, pero creo que pasamos sin pena ni gloria. Mal no nos fue, pero la recepción fue discreta».[25]

Jorge ingresó en la Facultad de Artes de la Universidad de Chile para estudiar licenciatura en música. Allí conoció a Igor Rodríguez (líder de Aparato Raro), Robert Rodríguez (futuro vocalista de Banda 69) y a Carlos Fonseca. Con este último hicieron amistad rápidamente y poco después le planteó a Jorge ser el mánager de su banda.[24]​ Narea y González no se sintieron a gusto con sus respectivas carreras y pronto las abandonaron, al igual que Fonseca. Éste tenía un programa en Radio Beethoven llamado Fusión contemporánea y tenía pensado hacer un especial para fin de año con artistas nacionales nuevos. Jorge llevó una canción grabada en una radio-casete de su casa y la presentación en vivo de la banda en su colegio. Asombrado por la calidad de las canciones que recibió, convenció a su padre, Mario Fonseca (propietario de la prestigiosa disquería Fusión), de que la banda tenía proyección a futuro, y éste decidió invertir dinero en el proyecto. Posteriormente Jorge le presentó a Carlos a sus dos compañeros de banda. Fonseca recordó: «Creo que a ellos los conozco una vez que (Jorge) los pasó a buscar para ir al Anfiteatro de San Miguel, donde ya quería organizarles un concierto junto al programa de radio. [...] Ellos llegaron a Fusión, un fin de semana que grabamos los primeros 14 temas más o menos en la oficina».[26]​ Fonseca sugirió a Jorge y Miguel que había que buscarle un reemplazante a Claudio, ya que consideraba que no era un buen guitarrista. Sin embargo, éstos se negaron a sustituir a su amigo, ya que los tres formaban Los Prisioneros.[27][28]​ En diciembre de 1983, Fonseca presentó los temas «La voz de los '80» y «Brigada de negro» en su programa radial. Además, habló favorablemente de la banda para la revista Wikén, suplemento de El Mercurio, que hablaba sobre el especial de Radio Beethoven, y en abril de 1984, escribió un articulo sobre Los Prisioneros en la revista Mundo Diners Club, bajo el nombre de Alberto Velazco.[n. 2][30]

La voz de los '80

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Representación de Los Prisioneros en las posiciones que tomaron para la segunda portada de La voz de los '80. De izquierda a derecha: Claudio Narea, Jorge González y Miguel Tapia.

El 13 de diciembre de 1984 lanzaron su primer álbum en formato casete, La voz de los '80, bajo el sello independiente Fusión, propiedad de la familia Fonseca, y producido por el propio González,[31]​ aunque éste lo acreditó a nombre de la banda.[32]​ Todos los temas fueron escritos, compuestos e interpretados por Jorge González, a excepción de «¿Quién mató a Marilyn?», escrito por Miguel Tapia y el vocalista principal de la canción.[33]​ El disco se grabó inicialmente y en su mayor parte en el estudio de Francisco Straub, pero se terminó y mezcló en el Estudio A de Alejandro «Caco» Lyon, donde igualmente se grabarían los dos discos siguientes.[34]​ «Ese fue un casete que grabamos sin tener ninguna experiencia, tanto nosotros como los técnicos», señaló Miguel Tapia a la revista Super Rock: «Nadie entendía bien la idea de sonido que envolvía el pop y por eso pienso que muchas canciones que están ahí podrían haber rendido más; pero para ser un verdadero experimento, pensamos que estuvo bien, aunque ahora lo veamos todo desde otra perspectiva».[24]​ El periodista Freddy Stock señaló en la revista Rolling Stone Chile: «Cada canción del disco es resentimiento. Es un álbum agnóstico en esencia, desconfiado, simple, directo e irónico y, por esto, intensamente rocanrolero. Llamó a no ir detrás de un líder ni creer en la representatividad en dictadura. Vaya osadía. Pero también disparó contra la cultura en masas ("Mentalidad televisiva"), el amor ("Paramar"), las tribus juveniles ("Brigada de negro"), el hedonismo machista ("Sexo"), o en los chantas acomodados ("Nunca quedas mal con nadie")».[35]​ La canción que da nombre al álbum se convertiría en un himno representativo de la década de los ochenta en Chile.[36]

Se editaron mil copias de esta primera edición de La voz de los '80, que únicamente se podían encontrar en la disquería Fusión.[36]​ El álbum se agotó apenas seis meses después de salir a la venta ya que los medios de radio, prensa y televisión acogían principalmente a artistas argentinos.[10]​ Apenas tuvieron rotación por Radio Galaxia y tuvieron intervenciones televisivas sólo por Sábados Gigantes, Canal 11 y la sexta edición de la Teletón. Fue en este último evento donde la banda sufrió su primer episodio de censura: mientras interpretaban el primer sencillo del álbum, «La voz de los '80», Televisión Nacional de Chile, en ese entonces controlado por la dictadura militar, sacó la señal del aire y emitió publicidad. Según Narea, los militares habían considerado que Los Prisioneros podían ser peligrosos para la estabilidad del régimen de Pinochet.[37]

A mediados de agosto de 1985, Carlos Fonseca consigue una cita con Julio Sáenz, un argentino afiliado del sello EMI que estaba interesado en editar a bandas chilena, es así como Los Prisioneros junto con Aparato Raro consiguen un contrato discográfico.[38]​ Para celebrarlo, los dos grupos organizaron un concierto en vivo en el Teatro Cariola, con el grupo Cinema de invitados. En esa presentación Los Prisioneros hicieron debut con los teclados y presentaron temas nuevos que compuso Jorge con este instrumento, entre ellos, «Muevan las industrias», que formaría parte del segundo álbum.[39]​ En octubre de ese año, EMI reedita La voz de los '80 en todo Chile, convirtiéndose en uno de los discos más populares con 105 mil copias vendidas.[40][10]​ El segundo sencillo, «Sexo», fue la canción que tuvo mejor acogida en las radios, según la revista Vea, que tenía las listas musicales del país en la época, aunque no llegó a estar en los primeras posiciones.[41]

La consolidación (1986-1989)

Pateando piedras

El 15 de septiembre de 1986 lanzaron su segunda producción, Pateando piedras. El grupo pasó del sonido simple de guitarra, bajo y batería de su disco predecesor al tecno. Este trabajo se destacó por un sonido mucho más sintético y elaborado, con la abundante utilización de teclados, sintetizadores, secuenciadores, samplers y baterías programadas.[42]​ Claudio en su autobiografía indicó: «Siete de los temas no tienen bajo, sino bajo teclado. Todas las baterías son programadas y tres de los temas no tienen guitarra».[43]​ Narea no se sintió a gusto con la incorporación de estos instrumentos en la banda, por lo que se limitó a grabar únicamente las partes de las guitarras; después se escapaba para visitar a quien sería su futura esposa, Claudia Carvajal, mientras Jorge y Miguel seguían grabando y mezclando en el estudio.[44][45]​ De este trabajo salieron temas como «Muevan las industrias» (sobre la cesantía), «¿Por qué no se van?» (dedicado a los artistas snob) y «El baile de los que sobran» (sobre la desigualdad en la educación),[46]​ Esta última es considerada una de las canciones más emblemáticas de la música popular chilena de los años 1980,[47]​ y tuvo resonancia en gran parte de Hispanoamérica.[48]​ Patricio Urzua en Rolling Stone Chile, señaló que «lo más llamativo del disco era el sonido electrónico que insinuaba "Estar solo" o los ladridos sampleados de "El baile de los que sobran". En ciertos círculos, esto acarreó comparaciones inmediatas con Depeche Mode. Más allá de esta novedad que para entonces era cegadora, las guitarras seguían mandando en el sonido del trío: el riff de "Quieren dinero" no desentonaría en la banda sonora de un spaghetti western, lo que de nuevo habla de la inteligencia de la banda.»[49]

El álbum vendió 5 mil copias en los primeros diez días de su distribución —un récord jamás alcanzado por un grupo musical juvenil de Chile—, y, a dos meses y dos días de su lanzamiento, lograron un segundo disco de platino con 20 mil copias vendidas, algo que no se había logrado con ningún artista desde la llamada Nueva Ola.[50]​ En noviembre lanzaron el disco de forma oficial en dos presentaciones en el Estadio Chile, con la asistencia de más de 11 mil personas. El grupo rompió otro récord al llenar dos veces consecutivas el recinto.[50]​ En ese momento de éxito fueron invitados, junto con la banda chilena Valija Diplomática, para actuar al Festival Internacional de Montevideo Rock de Uruguay, donde compartieron escenario con Soda Stereo, Fito Páez, GIT y Sumo, entre otros. Publicaron sus discos en ese país, pero pasaron casi desapercibidos, por lo que no regresaron.[51]​ A finales de ese mismo año actuaron en el programa infantil Patio Plum, en un episodio titulado «Los amigos rockeros»,[52]​ presentación que fue muy significativa ya que en ese entonces, a pesar de su gran popularidad, Los Prisioneros estaban prácticamente vetados de la televisión chilena. Habían sido invitados al programa por el titiritero y coguionista Sergio Herskovits, primo lejano de Claudio Narea,[53]​ que conocía las facetas extramusicales de la banda (historietas, etc.).[54]

En febrero de 1987 quedaron fuera de la edición XXVIII del Festival de la Canción de Viña del Mar pese a ser el grupo más popular de Chile de acuerdo a informaciones especializadas.[50]​ El grupo nacional Upa! ocupó su lugar.[55]​ También se presentaron Soda Stereo; los argentinos gozaban de la misma popularidad que el trío sanmiguelino en Chile, con la diferencia que Soda Stereo tenía acceso a los medios masivos que les cerraban las puertas a Los Prisioneros, por lo que en esa época era habitual que éstos criticaran a la banda de Gustavo Cerati en conciertos y entrevistas. Varios años después, González reconocería su admiración por el conjunto argentino, asegurando que sólo hablaba mal de ellos por envidia e incluso que Los Prisioneros habían sido superados por Soda Stereo.[56]

En marzo de ese año se presentaron en el Festival Chateau Rock de Córdoba y posteriormente en el Estadio Obras de Buenos Aires, Argentina. La banda apenas gustó a una parte del público, mientras que la prensa de ese país sólo les preguntaba por Pinochet.[57]​ Diferente fue el escenario en Perú, donde tres de sus canciones estuvieron dentro de los diez primeros lugares. «El baile de los que sobran» ocupó el primer lugar por más de seis semanas. Un éxito similar tuvieron en Ecuador.[58]

La cultura de la basura

Portada de La cultura de la basura. El diseño fue obra de Jacqueline Fresard, primera esposa de Jorge González.[59]

En octubre de 1987 empezaron a grabar su tercer disco, que en un principio iba a ser un álbum de covers de canciones «cebolleras» (melodramáticas) de intérpretes como Raphael, Nicola di Bari, Camilo Sesto, Salvatore Adamo y Sandro.[60]​ Pero finalmente se decidió grabar un álbum con canciones originales, titulado La cultura de la basura. Este trabajo contó, por primera vez, con Narea y Tapia como compositores. Jorge les prometió que iban a componer los tres juntos, pero finalmente él lo hizo por su lado, mientras Claudio y Miguel trabajaban codo a codo. De esta dupla salieron cuatro canciones, todas incluidas en el disco: «Somos sólo ruido», «Algo tan moderno», «El vals» y «Lo estamos pasando muy bien»,[61][62]​ tres de las cuales son de autoría de Narea.[63]​ Por su parte, Jorge compuso un total de 17 canciones, pero por diversas razones debió descartar varias, entre ellas «Lo estamos pasando muy mal», un siniestro spoken word sobre un agente de la CNI que іbа narrandо en primera persona la misión que tenía de asesinar a un dirigente opositor a la dictadura. Cuando Max Quiroz (ejecutivo de EMI) escuchó la canción, le dijo a Caco Lyon: «Viejo, si esto lo sacamos, nos vamos todos a la cárcel».[64]​ Además, Claudio incursionó por primera vez como cantante siendo el vocalista principal en «Lo estamos pasando muy bien» y «El vals». Mientras grababa esta última canción, Caco le insistía que tenía que afinar más la voz, pero el guitarrista no podía.[65]​ Lyon recuerda la grabación como un «parto».[66]

Los Prisioneros venían de haber sacado un disco exitoso y ya eran famosos a nivel latinoamericano, lo que ocasionó que perdieran el orden interno. Esto no fue del agrado de Caco Lyon, que, además, ya se encontraba produciendo a Mazapán, Cecilia Echenique, Eduardo Gatti, entre otros. Al ver que en el estudio ya no existía la misma coordinación de los trabajos anteriores, decidió retirarse y dejar a cargo a su ayudante, Antonio Gildemeister, apenas un novato. Esto dio como resultado un sonido bastante «sucio».[67]​ El líder y el mánager de la banda también tuvieron sus desencuentros para la elección del primer sencillo. Jorge quería que fuera la oscura «Que no destrocen tu vida», inspirada en la difícil relación que tenía Claudio con sus padres por esos días,[68]​ mientras que Carlos —quien decidía qué canción era la más adecuada para la radio— prefería el punk-ska de «Maldito sudaca».[69]​ Al final se escogió la primera.[1][70][71]

El álbum salió el 3 de diciembre del mismo año. Vendió 10 mil copias en su venta anticipada,[50]​ pero no logró ser comprendido por los fans, llegando a sólo 70 mil copias, por lo que fue considerado por la prensa como el primer fracaso artístico y comercial de la banda, a pesar de haber sido certificado con doble disco de platino.[72]​ Un crítico de la revista Rockaxis comentó: «El disco, que podríamos definirlo como de rock-pop, con mucha experimentación, es más extenso y complejo que los anteriores, lleno de rarezas, gritos, ruidos, trompetas, pero nunca dejando atrás su irreverencia e ironía frente a la sociedad. A pesar de que este disco no logró el impacto social de los otros dos, es quizás el elepé de mayor calidad, variedad y de madurez composicional por parte de Jorge González y en general de todos sus integrantes.»[70]​ Para González, el disco no fue ningún fracaso, pero sí el punto bajo de la banda,[73]​ mientras que Carlos Fonseca culpó a Claudio y a Miguel por la relativamente baja calidad del álbum, ya que, según él, Jorge se relajó cuando ellos se pusieron a componer.[68]

Fonseca consideraba que «Lo estamos pasando muy bien» era un tema genial, pero las otras tres composiciones de Narea y Tapia eran como «mostrar la hilacha», señaló.[74]​ Por lo tanto, esta canción fue la única del dúo que se incluyó en la edición latinoamericana del disco, editada al año siguiente. De las canciones de Jorge se eliminaron «Otro día» y «Poder elegir». Se remezclaron algunos temas con un sonido más limpio, mientras que otros se grabaron nuevamente. «Lo estamos pasando muy bien» fue regrabada en la voz de González en lugar de la de Narea.[65]​ Además, se agregó una nueva canción para abrir el disco en reemplazo de «Somos sólo ruido»: «We are sudamerican rockers». En total, la versión latinoamericana tenía sólo diez temas, cuatro menos que la edición original.[75][76]​ Este álbum no se llegó a editar en Chile.[77]​ Tampoco se comercializó en Chile, el álbum recopilatorio titulado Los Prisioneros (reeditado en Colombia en 2006, bajo el título Serie 10) que compone temas de La voz de los '80 y Pateando piedras; editado también en 1988 para el extranjero. Se regrabaron algunas canciones, principalmente del primer álbum, tales como «Sexo», «Paramar», y «Latinoamérica es un pueblo al sur de Estados Unidos».[78]​ Esta versión de «Sexo» fue utilizada para la realización del vídeo musical del mismo tema, bajo la dirección de Cristián Galaz, filmado en la casa de Jorge ubicada en Parque O'Higgins. Fue estrenada en mayo de 1988 en el noticiero clandestino Teleanálisis. 10 años más tarde, dicho videoclip, fue premiado con el Coral Negro en el Festival de Cine de La Habana, Cuba.[79]

Plebiscito y gira latinoamericana

Archivo:Afiche gira latinoamericana 1988.jpg
Afiche promocional de la gira latinoamericana de 1988.

El 27 de marzo de 1988, luego de uno de los habituales partidos de fútbol de camaradería que jugaban Los Prisioneros con sus amigos cada domingo, Miguel invitó a Cristián Rodríguez, ex dependiente de la disquería Fusión, a una conferencia de prensa que realizaría la banda al día siguiente en el cine El Biógrafo para anunciar la gira promocional de La cultura de la basura, que abarcaría 40 fechas de Arica a Punta Arenas y que, más tarde, seguiría por Sudamérica y México. El día 28 de marzo concurrieron periodistas y fans, más un invitado especial: Julio Sáenz, director regional de EMI, que estaba de paso por Chile para ver al grupo fenómeno de la disquera. Rodríguez fue el último en hacer una pregunta, consultándole a Jorge sobre el plebiscito que definiría la continuidad en el poder del dictador Pinochet, convocado para el 5 de octubre de ese año. González respondió de inmediato: «En el plebiscito votaremos que no». Hubo un breve silencio en la sala y luego una ovación para el vocalista, que no pensó en las consecuencias que traería su respuesta. Las declaraciones repercutieron en que de los 40 conciertos programados a nivel nacional sólo pudieron realizar siete. Los recintos controlados por los militares les cerraron sus puertas y lo mismo hicieron otros tantos por temor a represalias, por lo que sólo pudieron actuar para particulares, iniciando el 19 de abril en el Instituto Miguel León Prado de San Miguel. Luego se presentaron en Valparaíso, San Felipe, Los Andes, La Serena y finalmente, en mayo, en Copiapó, con el teatro a medio llenar.[69]​ El 19 de septiembre, la revista Análisis reveló que Jorge González era uno de dos artistas amenazados de muerte por ser opositores de Pinochet. En aquella revista González declaró que recibió —a través de su madre— amenazas por teléfono en más de diez oportunidades y una vez por carta, y que tuvo que solicitar recursos de protección. A pesar de las amenazas y el acoso de la CNI, el grupo actuó gratuitamente en tres concentraciones populares a favor del «no» (en La Bandera, Vicuña Makenna y el cierre en Avenida Departamental),[69]​ y más tarde, en la franja televisiva.[80]

Archivo:Concierto Amnistía en Estadio Mundialista, Mendoza, Argentina 14-10-1988.jpg
En la imagen, Miguel Tapia (tercero de izquierda a derecha) junto con Tracy Chapman, Peter Gabriel y otros artistas interpretando «Get Up, Stand Up» de Bob Marley durante el concierto de Amnistía Internacional.

Poco después del plebiscito volvieron a Argentina para participar en el histórico concierto global Human Rights Now!, organizado por Amnistía Internacional para conmemorar los 40 años de la Declaración Universal de los Derechos Humanos el 14 de octubre en el Estadio Mundialista de Mendoza. Esta gira pretendió pasar por Chile, pero la dictadura de Pinochet lo impidió. Mientras Los Prisioneros actuaban, los chilenos presentes alzaron banderas y carteles que decían «No» aludiendo al triunfo de la oposición democrática.[81]​ Al cierre del concierto el trío se unió en el escenario con Sting, Peter Gabriel, Tracy Chapman, Bruce Springsteen, Youssou N'Dour, el grupo mendocino Markama y los chilenos Inti Illimani interpretando el tema «Get Up, Stand Up» de Bob Marley, ante más de 10 mil chilenos y 18 mil argentinos. Jorge González recordó: «Los chilenos estaban felices de estar fuera del país. Se sentían liberados. Pero la experiencia fue rara porque no estuvimos demasiado cómodos. Siempre existió esa tensión entre argentinos y chilenos.[n. 3]​ No nos quedó un recuerdo agradable.»[82]

Los Prisioneros pese a ser el grupo más popular en Chile no tenía buen sustento económico y tras el pronto termino de la gira de promoción de La cultura de la basura por el país, estaban prácticamente sin un peso en el bolsillo, por lo que pusieron toda su energía en el marco de su gira latinoamericana, es así como en septiembre de 1988 viajaron a Colombia para participar en el Concierto de Conciertos, donde actuaron para 70 mil personas en el Estadio El Campín de Bogotá, siendo los artistas más esperados para sorpresa de ellos,[83]​ debido a esto, regresaron en dos giras consecutivas más en noviembre y abril de 1989. Antes de dejar definitivamente el país cafetero reciben disco de platino;[10]​ la canción «Pa pa pa» fue la más vendida en Bogotá. Mario Ruiz, entonces gerente de márketing de EMI para el mercado latinoamericano, aseguró que Los Prisioneros lograron abrir el mercado colombiano para el rock en español.[50]​ Después planeaban continuar por Venezuela, pero se cancelaron todas sus presentaciones en ese país, y más tarde, en mayo de 1989, pasaron por México, donde eran un grupo prácticamente desconocido, y sus canciones «¿Quién mató a Marilyn?», «La voz de los '80» y «Muevan las industrias» se difundían sólo en emisoras no comerciales.[50]​ Cuando estaban haciendo sus primeras presentaciones en el país azteca, Claudio empezó a sentirse mal a causa de una hepatitis. Por órdenes del médico tuvo que regresar a Chile para tomar reposo y la banda debió cancelar el resto de su gira.[84]

Separación (1989-1992)

Primera salida de Claudio Narea

Entre julio y agosto de 1989, Los Prisioneros comenzaron a trabajar en su cuarto álbum y, para ello, grabaron en Estudios Konstantinopla (propiedad de Carlos Cabezas, de la banda Electrodomésticos) una serie de demos que, años más tarde, circularían entre los fans como un bootleg bautizado como el domicilio de Jorge González en ese entonces, Beaucheff 1435.[85]​ Sin embargo, gracias a los contactos que consiguió Carlos en la trasnacional de EMI, en octubre de ese año, él y Jorge viajaron a Los Ángeles (Estados Unidos), financiados con 70 mil dólares para grabar el cuarto álbum,[86]​ bajo la producción del argentino Gustavo Santaolalla. Este sería el primero que no produciría Jorge González, ya que los trabajos anteriores los produjo él casi en su totalidad.[87]

Ni Narea ni Tapia participaron en este disco, el primero ya estaba distanciado de González, mientras que el segundo no pudo viajar por problemas con la visa.[2]​ Los dos habían planeado repetir la experiencia de La cultura de la basura y compusieron tres canciones durante las sesiones de Beaucheff 1435: «Danza porque sí», editada dos años más tarde como «(En este día aburrido) ¡Danza!» por Profetas y Frenéticos, la posterior banda de Claudio Narea; «Fotos y autógrafos»; y «La noche» (también llamado «Historias ocultas»), tema que después se convertiría en «Historia ociosa» de Jardín Secreto, la banda formada por Tapia en 1993.[88]​ Pero esta vez todos esos temas quedaron fuera. Según Fonseca, esto fue porque ambos tenían problemas con sus visas y no pudieron participar en las grabaciones en Estados Unidos.[89]​ Sin embargo, en realidad fue porque los temas no encajaban con el estilo que Jorge quería imprimirle al nuevo trabajo. «La ley decía que Jorge González era el compositor del grupo», comentó el guitarrista.[90]​ Otra canción que no se incluyó en el disco por esta misma razón fue «We are sudamerican rockers».[91]

Desde febrero de 1989 las relaciones entre González y Narea se habían puesto cada día más tensas, luego de que el segundo descubriese que su esposa, Claudia Carvajal, mantenía una relación amorosa con el primero.[92]​ A pesar de esto, Claudio no dejó la banda ya que ésta era su única fuente de ingresos. Sin embargo, empezó a cuestionar a Jorge. Durante la gira en Colombia se pelearon y Miguel se puso lado del primero, según recordaría Fonseca, quien no se enteró de la razón de este conflicto hasta cuando el guitarrista se fue del grupo.[93]​ Según Claudio Narea, en diciembre de ese año, González fue a su casa y le propuso un trío con Carvajal para resolver sus diferencias, a lo que Narea se negó.[94]​ Esa misma noche, Jorge intentó suicidarse ingiriendo 16 valiums y cortándose las venas.[95][96]

Unas semanas después del incidente, Jorge logró convencer a Claudio de permanecer en el grupo, asegurándole que el nuevo disco, a pesar de ser un trabajo solista, estaría firmado por Los Prisioneros por motivos contractuales, y que sería un disco «de muy bajo perfil» editado sólo para «permanecer vigentes» mientras preparaban un próximo álbum, en el que volverían a trabajar los tres como equipo. En enero de 1990 se produjo el único ensayo en el que participaría el guitarrista. Según relataría más tarde, en lugar de enseñarle a tocar los nuevos temas, Jorge le obligó a escuchar las grabaciones una y otra vez, conocedor de que Narea sabía que estas canciones —que describió como «mierda electrónica»— habían sido escritas pensando en su mujer. Además, al comprobar que González se escapaba de la sala de ensayos para llamarla por teléfono,[97]​ Claudio le comunicó a Miguel, un mes más tarde, su decisión de abandonar la banda.[98]

La última aparición pública de Narea junto con Los Prisioneros, hasta la reunión en 2001, fue en la discoteca Gente de Santiago para una convención mundial del sello EMI en agosto de 1989.[99]

Corazones y primera separación

Jorge y Miguel firmando autógrafos para la promoción de Corazones.

En 1990 se ratificó el triunfo de la oposición a la dictadura y el retorno de la democracia en Chile. Por esos días se venían gestando los rumores del nuevo disco de Los Prisioneros y la partida de Claudio Narea. En mayo de ese año se hizo pública la salida del guitarrista. Aunque al principio se especuló que fue por diferencias en la orientación musical de la banda, las razones de su partida las revelaría públicamente con detalles y sin pudor en su autobiografía Mi vida como prisionero, publicada dos décadas después de lo sucedido. El ahora dúo lanzó el cuarto álbum, titulado Corazones, el 22 de mayo. En una entrevista con Katherine Salosny en el programa Extra jóvenes, Jorge dijo simplemente «qué mala onda que se haya ido el Claudio» (aunque más tarde confesaría que el grupo se acabó cuando se fue Claudio Narea),[100]​ mientras presentaba el primer corte de la nueva placa del grupo, «Tren al sur».[1]​ El videoclip del tema, estrenado en el mismo programa, tuvo una excelente rotación,[50]​ llegando a ser nominado como el «mejor vídeo latino» en MTV ese año.[101]​ Poco menos de un mes después de su lanzamiento, la banda consiguió un contrato con Capitol Records para editar el disco en Estados Unidos.[50][101]

Corazones sorprendió a todos por su cambio radical, que hizo que se distinguiera claramente de sus predecesores en cuanto a producción, música y temática. La utilización de teclados y sintetizadores —que había seducido a González en Pateando piedras— impregnó por completo el disco con un sonido synth pop.[102]​ En sus letras, llenas de romanticismo y melancolía, Jorge destapó su lado más introvertido, aunque la crítica social que hizo famosos a Los Prisioneros durante la década de los ochenta seguía presente. De acuerdo con las palabras de Javier Sanfeliu en la revista Rolling Stone Chile: «La búsqueda de González esta vez fue por los surcos de nuestra intimidad, esa donde residen por ejemplo lugares tan oscuros y pantanosos como el machismo y el clasismo[102]​ Años más tarde, Jorge González reconocería que creó las canciones de Corazones en parte gracias a sus experiencias con el éxtasis, que empezó a consumir en 1988 a través de un grupo de hippies que venían de lugares como Goa o Poona.[103]

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Los Prisioneros en Calama en 1990, como parte de la gira Corazones. En la imagen, Jorge González (en medio) con un brazo enyesado a causa de un accidente. Robert Rodríguez (derecha) fue llamado para tocar la guitarra en lugar de Jorge. A partir de ahí, debido a la buena relación que se estrechó, Rodríguez quedó como miembro estable, a pesar, que con la incorporación de Cecilia Aguayo (izquierda), ya no necesitaban tener a otro músico, afirmó González.[104]

Luego de la partida de Narea se consideró fichar a Rodrigo Aboitiz (ex miembro de Aparato Raro y posteriormente de La Ley) en su reemplazo, e incluso llegó a ensayar con ellos,[105]​ pero no cuajó con la nueva línea pop de Los Prisioneros que querían desarrollar, según detalló el baterista Miguel Tapia.[106]​ Finalmente Jorge se decantó por su amiga Cecilia Aguayo, ex integrante del grupo de performance Las Cleopatras, al que también pertenecieron la primera esposa de González, Jacqueline Fresard, y la actriz Patricia Rivadeneira. Él le comunicó que era la nueva integrante de Los Prisioneros y, aunque su experiencia musical se limitaba a unas lecciones de piano que tomó cuando niña, abandonó la carrera de medicina para dedicarse a aprender a tocar el teclado. Ensayaba todos los días en su casa. Cuando sus amigos la visitaban y le preguntaban por qué tocaba temas de Los Prisioneros —Jorge le había indicado que no comentara la noticia a nadie hasta que fuera presentada oficialmente como miembro del grupo—, ella respondía «porque me gustan». Más tarde se unió Robert Rodríguez, vocalista de Banda 69, con la que editó su álbum debut, bajo la producción de Jorge González, que no superó las 2 mil unidades.[107]​ Después de disolverse el grupo, Rodríguez estuvo tocando de manera regular con Claudio Narea al poco tiempo que éste dejó Los Prisioneros y empezó a formar Profetas y Frenéticos.[108]

Ocho meses tardó el álbum Corazones en convertirse en éxito, pues los primeros recitales para la promoción tuvieron baja convocatoria.[109]​ De hecho, hasta mayo de 1990, cuando se estrenó el videoclip de «Tren al sur», ninguna emisora radial había querido poner al aire el sencillo, el cual había sido enviado a las radios seis meses antes. «Nadie quería tocar a Los Prisioneros, porque Los Prisioneros eran del pasado. Los Prisioneros eran la banda de los 80, del rock latino. Y el rock latino ya no funcionaba», según explicó Carlos Fonseca.[110]​ Pero luego de presentarse en febrero de 1991 por primera vez, y durante dos noches, en el XXXII Festival de Viña del Mar (la primera edición del festival celebrada en democracia desde 1973), después de haber sido vetados del evento en 1987 por la dictadura militar, la popularidad del disco creció y se convirtió en el más vendido del año en Chile (180 mil copias), obteniendo triple disco de platino. A su vez, Jorge González fue elegido como el compositor del año por la Sociedad Chilena del Derecho de Autor.[10]​ Este fue el trabajo más alabado por la crítica en toda la historia de Los Prisioneros. Se llegó a asegurar que si hubiesen partido así desde un comienzo, habrían obtenido muchas ventas y diversos premios, aunque hubieran perdido su trascendencia final.[48]​ Logró romper «preconceptos autoimpuestos por el rock y cambió definitivamente el rumbo de la canción pop», afirmó el sitio web Santiagocultura.cl, logrando ser un éxito en todos los países de Latinoamérica y Estados Unidos.[111][112]​ Incluso años más tarde, en Argentina, país donde Los Prisioneros nunca alcanzaron mucha popularidad, Jorge González recibiría regalías por concepto de derechos de autor mientras se encontraba promocionando su primer disco solista, ya que en lugares como Córdoba o Rosario, Corazones fue un éxito rotundo.[113]​ En 2005, los auditores de Radio Concierto eligieron a Corazones como el mejor disco chileno de la década de los noventa.[114]​ Sin embargo, Carlos Fonseca no se sentía a gusto con el nuevo rumbo que estaba tomando la banda, por ejemplo, al querer incluir un coro femenino, la incorporación de Cecilia Aguayo (que ni siquiera era músico) o la manera que se organizaron para actuar las dos noches en el Festival de Viña (una noche de rock y la otra de tecno), por lo que, al día siguiente de la presentación de Los Prisioneros en el certamen viñamarino, dejó de representarlos.

El 24 de octubre, Jorge y Miguel anunciaron la separación del grupo[48]​ y lanzaron un álbum recopilatorio y un VHS, ambos titulados Grandes éxitos, que incluían «We are sudamerican rockers», tema que hasta entonces no se había editado en Chile[n. 4]​ y que, además, fue el último en el que participó Narea.[71]​ El 15 de noviembre, cuando empezaron su gira de despedida Tour '91 Adiós, Prisioneros, recibieron el premio Laurel de Oro como «mejor grupo rock pop».[100]​ La gira terminó el 5 de diciembre en el Estadio Chile, donde, al intentar presentar la última canción de la noche, el público empezó a corear el apellido de Narea.[1]​ Ante esto, Jorge González respondió mofándose de la nueva banda de su ex compañero, al referirse a ésta como «Proxenetas y Flemáticos», pero el público fue cada vez más insistente. Jorge no lo pudo soportar, tiró la guitarra al suelo y se retiró a camarines para poder llorar.[115]​ El último concierto de Los Prisioneros fue en el Estadio Playa Ancha de Valparaíso, en 1992.[116][1]

Receso (1992-2001)

Luego de la disolución del grupo, los tres siguieron sus propios caminos musicales. Claudio con Profetas y Frenéticos publicó dos álbumes: Profetas y Frenéticos (1991) y Nuevo orden (1992), de corte rockabilly. Aunque no consiguió notoriedad comercial, se la considera una de las bandas más influyentes de la década de los noventa en la escena nacional. En 2000 publicó su primer disco solista, Claudio Narea, que recibió buenas críticas pero una tibia recepción del público. Miguel formó un dúo con Cecilia Aguayo y, con el respaldo de Robert Rodríguez y dos músicos más, crearon la banda tecno-pop Jardín Secreto. Juntos editaron dos álbumes que pasaron casi inadvertidos, Jardín Secreto (1993) y El sonido de existir (1997); éste último tenía un cover de Violeta Parra («El Albertío») que fue producido por Jorge González.

Jorge fue el más exitoso de los tres. Su primer álbum solista, Jorge González (1993), fue una superproducción que si bien no vendió como se esperaba, contenía la canción «Fe», que se convirtió en un éxito en varios países. De hecho, cuando Los Prisioneros visitaron México durante la gira de reencuentro, tuvieron que tocarla obligatoriamente debido a la popularidad de la canción en ese país.[117]​ Luego vendrían altos y bajos en la carrera de González, con discos arriesgados que no tuvieron buena acogida del público —El futuro se fue (1994) y Mi destino (1999)—, y proyectos experimentales como Gonzalo Martínez y sus congas pensantes (1997), un álbum de tecno-cumbias editado en dupla con Martín Schopf (Dandy Jack) que fue destrozado por la crítica en Chile, pero que en Europa fue elogiado en el circuito underground.

En 1996, los tres miembros originales de Los Prisioneros fueron contactados por el ex mánager de la banda y en ese entonces gerente de márketing de EMI Odeon, Carlos Fonseca. Éste, incentivado por proyectos como The Beatles Anthology, les propuso la idea de editar un álbum recopilatorio que, además de contener los éxitos de la banda, incluyera canciones inéditas. Es así como se volvieron a reunir por primera vez después de varios años sin verse. Alrededor de 43 temas fueron seleccionados en un CD doble que llevó por nombre Ni por la razón, ni por la fuerza, haciendo referencia irónica en contradicción al lema patrio chileno «Por la razón o la fuerza». En la portada aparecen los tres integrantes vestidos como próceres de la independencia y rebautizados como «Bernardo González», «José Miguel Narea» y «Manuel Tapia». El diseño estuvo a cargo de Marco González, hermano de Jorge.[118]​ El disco incluyó versiones de algunos de sus éxitos editados para el extranjero, remezclas, tomas en vivo, y, canciones de la época de Los Pseudopillos, Los Vinchukas, el «lado B» de la banda («Los Apestosos» y «Gus Gusano y sus Necrofílicos Hemofílicos», que fueron nombres que adoptaron Los Prisioneros entre 1987-1988 para grabar temas divertidos, bizarros o transgresores sólo por diversión), y la «banda sonora» de Lucho, un hombre violento, una película de humor absurdo realizada en 1988 de forma amateur por Jorge y Claudio, con la colaboración sus amigos Sergio Gómez, Roque Villagra, Michel Grez y el hermano de Jorge; aunque nunca fue finalizada, existen 15 minutos de metraje que circulan por internet.[119][120][121]​ El compilado vendió 100 mil discos dobles,[122]​ más que cualquier banda chilena activa durante los noventa y los artistas de la época de la Nueva Ola, Los Jaivas o Violeta Parra.[123]

A principios de 1997, los tres se reunieron a tocar en privado en una sala de ensayo propiedad de Claudio, ubicada en Balmaceda 1215, sin que se enteraran los medios de prensa. Una semana después, Claudio le sugirió a Jorge la posibilidad de reunir a la banda en un concierto en el Estadio Nacional, pero éste descartó la propuesta.[124]​ En 1998, Jorge y Miguel se volvieron a unir, junto con el venezolano Argenis Brito (ex miembro de Los Chamos y músico invitado durante la grabación del disco Gonzalo Martínez y sus congas pensantes), para formar el trío Los Dioses. Realizaron una gira por Perú y por todo Chile, subtitulada «Lo mejor de Los Prisioneros», interpretando clásicos de Los Prisioneros y versiones de artistas como Los Tres, Leo Dan y Electrodomésticos, así como algunos temas propios. Jorge colapsó debido a su adicción a las drogas y dejó el grupo en marzo de 1999.[125]​ Miguel y Argenis Brito continuaron juntos, ahora bajo el nombre de Razón Humanitaria, pero el dúo se disolvió al poco tiempo sin ningún álbum publicado. En 2000 Jorge interrumpe la promoción de su último álbum Mi destino y viaja a Cuba para tratar sus problemas con las drogas en el Centro de Desintoxicación de Villa Quinqué.[125][50]

En octubre de 2000 se publicó el álbum Tributo a Los Prisioneros producido por Carlos Fonseca, bajo el sello Warner Music, realizado por 18 grupos chilenos entre los que destacan La Ley, Lucybell y Javiera y Los Imposibles. Mientras algunos trataron de ser fieles a la versión original (como Canal Magdalena, Glup!, Los Miserables o Los Ex), otros hicieron sus propias interpretaciones, mezclando diversos estilos y géneros, como Makiza en «Latinoamérica es un pueblo al sur de Estados Unidos», una versión electrónica de «¿Quién mató a Marilyn?» de Pánico, una interpretación al estilo de Janet Jackson en su álbum The Velvet Rope de Mamma Soul en «Estrechez de corazón», una versión reggae de Gondwana de «El baile de los que sobran» o la reinvención de «¿Por qué no se van?» a cargo de Florcita Motuda, que cambió la letra y el título a «Mejor yo me voy del país».[126][127]​ La versión de Carlos Cabezas de «Estar solo» contó con el propio Jorge González haciendo coros, junto con Álvaro Henríquez y Roberto «Rumpy» Artiagoitia.[128]

Un mes después, bajo la producción de González, fue publicado El caset pirata, una recopilación de éxitos de la banda registrados en directo entre 1986 y 1991.[129][130]​ El 30 de octubre de 2000 lanzaron un sencillo como adelanto, «No necesitamos banderas», grabado durante una presentación de 1992 en la gira de despedida de la banda.[131]​ El disco vendió 20 mil copias.[132]

El 10 de febrero de 2001, luego de 20 años de existencia, Fusión, la tienda de discos que perteneció a Carlos Fonseca y que abrió las puertas a Los Prisioneros a la música, fue cerrado. Claudio Narea lo calificó como el segundo hogar de la banda.[133]

Reunión (2001-2003)

El 5 de septiembre, la formación original de Los Prisioneros anunció su regreso después de doce años y lanzó un nuevo sencillo de una antigua canción regrabada especialmente para la ocasión, «Las sierras eléctricas», originalmente registrada antes de la salida de Claudio Narea en 1989 para Corazones, publicada póstumamente en Ni por la razón, ni por la fuerza.[134]​ El tema se presentó en las radios sin mucha difusión.[135]

Ese mismo año, EMI editó el álbum doble recopilatario Antología, su historia y sus éxitos, un disco más completo que el mezquino Grandes éxitos de sólo 55 minutos de duración, por lo que decidieron retirar este último de los catálogos.[136]​ El sello tuvo problemas contractuales, ya que por contrato no podían editar un disco sin el consentimiento de la banda, por lo que tuvieron que adecuarse a las exigencias de ellos. Además, el disco incluía «Las sierras eléctricas» en su versión grabada en 1989, que no era propiedad de la casa disquera.[136]​ Más tarde González acusó a EMI de no pagar ningún derecho por sus producciones cuando pertenecían al sello.[137]

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Los Prisioneros durante la conferencia de prensa en Feria del Disco, el 9 de octubre de 2001. De izquierda a derecha: Carlos Fonseca (al fondo), Jorge González, Claudio Narea y Miguel Tapia.

El 9 de octubre realizaron una conferencia de prensa, su primera aparición pública en años, en la Feria del Disco, a la que concurrieron todos los medios de comunicación, mientras una multitud de fanáticos se aglomeraba en el Paseo Ahumada. En dicha ocasión anunciaron formalmente la realización de un concierto en el Estadio Nacional, programado para el día 1 de diciembre de ese año. El 22 de octubre la banda hizo su primera y única aparición en televisión antes del recital, en el De pe a pa conducido por Pedro Carcuro. La producción del programa les llevó a Parmenia Morales, su profesora jefe cuando estudiaban en el Liceo 6, e interpretaron en directo «La voz de los '80». El estelar obtuvo 32 puntos de rating esa noche, y gracias a eso que sirvió como única promoción para el concierto, al día siguiente se agotaron las entradas que quedaban, por lo que se decidió fijar un segundo concierto.[138]​ Primero se contempló el 2 de diciembre, pero Universidad de Chile debía jugar el último partido de la fecha del campeonato nacional y el estadio debía ser entregado el día 3 de diciembre; por lo tanto, el concierto se fijó para el 30 de noviembre.[139]​ Dos días antes del primer recital, fueron invitados al Palacio de la Moneda por la primera dama, Luisa Durán, con el fin de apoyar la campaña Sonrisa de Mujer.[140]

Más de 140 mil personas repletaron el Estadio Nacional durante las dos noches en que se presentaron Los Prisioneros. Ha sido la única banda en llenar dos veces seguidas el recinto de Ñuñoa sin promociones ni entradas regaladas.[141]​ El hermano de Carlos, Mario Fonseca, trató de conseguir auspiciadores; sin embargo, los altos ejecutivos no quisieron arriesgarse porque todavía las banda les «generaba anticuerpos».[135]​ Más de 300 medios acreditados cubrieron el evento. La mayoría locales pero también internacionales como BBC, CNN, MTV, Telemundo; el periódico Chicago Tribune y las revistas Billboard y Rolling Stone con sus corresponsales chilenos. Otros vinieron especialmente, como los canales Puma TV, de Venezuela, y Antena 3 y el diario La República, de Perú.[142]

Gira de reencuentro

El 18 de febrero de 2002, luego de recibir ofertas por parte de Universal y Warner Music, el grupo finalmente optó por firmar un contrato con el último para editar el concierto en el Estadio Nacional en un álbum doble con un total de 27 canciones, que sería lanzado en marzo.[143]​ El 27 de febrero realizaron una conferencia de prensa en las oficinas de su nuevo sello para anunciar el futuro lanzamiento de el álbum en directo y una gira por todo Chile. Como adelanto desprendieron «¿Por qué no se van?» como sencillo. Sin embargo, la conferencia se enfocó en los problemas de drogas que se vio envuelto Jorge González cuando fue detenido por portar papelillos de cocaína en su vehículo en Cajón del Maipo unos días antes. Éste alabó la piratería justificando que los discos eran demasiados «caros», mientras que Narea discrepó argumentando que vender estos productos era una «mafia organizada» y que podía afectar a futuro las industrias discográficas.[144]​ Además señalaron que no fueron considerados para el XLIII Festival de la Canción de Viña del Mar por temor a que hablaran en contra de Joaquín Lavín en la Quinta Vergara.[137]

El álbum en directo, titulado sencillamente Estadio Nacional, vendió 30 mil copias y obtuvo disco de platino en tan sólo cinco días desde que salió en venta.[145][146]​ «Todo un récord pensando en la situación económica que vive el país y los niveles de piratería que existen», declaró el diario popular La Cuarta.[147]​ Más tarde, los lectores de EMOL eligieron Estadio Nacional como el mejor disco nacional del año 2002.[148]​ La gira de reencuentro empezó por el sur en el Estadio Parque Schott en Osorno el 16 de marzo; ese mismo mes visitaron Valdivia, Temuco, Concepción, Talca y Rancagua; en abril, Iquique, Antofagasta, Copiapó, La Serena y cerraron en mayo en Viña del Mar. Luego, en junio, se presentaron en Estación Mapocho antes de arribar a Perú en julio.

El 4 de septiembre Los Prisioneros publicaron la versión audiovisual de Estadio Nacional en DVD doble, bajo el título Los Prisioneros: Lo estamos estamos pasando muy bien, puesto en venta al día siguiente, que incluyó además un documental realizado por la periodista Carmen Luz Parot, con entrevistas a cada uno de los integrantes, los ensayos para los recitales, imágenes de los entre telones y recitales dados en Concepción y Viña del Mar en 2002, etc.[149]​ A tan solo 20 días de salir en tiendas, logró vender 9 mil copias, Tabaré Couto (director de marketing de Warner Music Chile) comentó que tendría que hablar con la Asociación de Productores fonográficos para ver como entregaban un disco de oro, ya que nunca se había entregado uno por ventas de este formato en Chile.[150]​ Finalmente obtuvo 20 mil copias con disco de platino, alcanzó el récord de mayor número de copias vendidas de DVD en Chile,[11]​ pero pronto sería destronado por 31 minutos un año después.[151]​ Más tarde Fonseca comentó que cuando sacaron este DVD, de ahí en adelante, lo empezaron a pasar mal.[152]

El 25 de octubre, Los Prisioneros asistieron a la primera entrega de premios de la cadena MTV Latinoamérica en el Teatro Jackie Gleason de Miami, nominados en la categoría «Mejor artista suroeste».[153]​ En la ceremonia, Jorge González junto con Álex Lora (de El Tri) y Ricardo Mollo (de Divididos) hicieron entrega de el premio al «Mejor vídeo del año»,[154]​ en dicha ocasión se recordó que el videoclip de «We are sudamerican rockers» abrió las transmisiones de la señal para el público latinoamericano hace 9 años atrás.[155][156]​ Luego viajaron para tocar en España, después regresaron a Estados Unidos para hacer una serie de presentaciones en Washington, Chicago, Miami, Dallas, Houston, San José y Los Ángeles, y finalmente en México.[157]

Controversias y Los Prisioneros

De regreso a Chile, la primera parada del grupo fue la clausula de la Teletón del 2002 en el Estadio Nacional. Antes de tocar el primer tema, Jorge González comentó irónicamente sobre el «ego gigante» que tienen los artistas de figurar; y la avaricia y el buen sentido del negocio que tienen las empresas que pueden subir los precios, pagar menos impuestos, hacerse publicidad, y —a través de sus consumidores— «ayudar» al evento caritativo. Mientras interpretaban «Quieren dinero», el vocalista siguió con su ironía citando a los políticos: Joaquín Lavín, Hernán Büchi; los empresarios: Andrónico Luksic, Anacleto Angelini, e incluso, los Pinocheques.[158]​ El vocalista fue duramente cuestionado, sin embargo, mantuvo sus dichos reiterando: «Es bueno que se transforme algo tan penca como Kike Morandé, Cecilia Bolocco, en algo positivo que es ayuda para los niños».[159]​ Posteriormente, se presentaron en el Estadio Chile el 6 y 7 de diciembre con gran éxito.[160]

A principios de febrero de 20017, tras haber tocado en el Bamboo Square de Perú ante más de 6 mil personas,[161]​ Jorge concedió una entrevista al Diario Correo de ese país, donde dijo que los chilenos eran una «mierda», y además, unos «flojos y ladrones», rematando que «a veces le daba vergüenza ser chileno». Tras regresar a Chile, los diputados acusaron que Jorge había cometido una infracción a la Ley de Seguridad del Estado y los diarios señalaban el descontento popular.[162]Las Últimas Noticias calificó a Jorge González de «antipatriota».[163]​ El 6 de febrero, Los Prisioneros hicieron una conferencia de prensa en las oficinas de Warner, donde el vocalista pidió disculpas al 99% de los chilenos y afirmó que sus comentarios iban dirigidos a las grandes empresas como Lucchetti que se habían enriquecido durante el gobierno militar.[164]​ Esto coincidió con los días próximos en que se presentaría el trío sanmiguelino en el XLIV Festival de la Canción de Viña del Mar, generándose un debate de que si Los Prisioneros tenían que ser bajados o no del Fesival.[165]​ Durante ese período aprovecharon de realizar conciertos donde no habían tocado en la gira de reencuentro, siendo por el sur del país, en Castro, Puerto Montt, Punta Arenas y Talcahuano.[161]​ De esta forma la gira nacional se consolidó con 200.000 espectadores en todo Chile.[11]

El 22 de febrero se presentaron por segunda vez en el Festival de Viña del Mar, llevándose todos los premios. Para dicha presentación, Jorge González había sido obligado a firmar un contrato en el que se le prohibía expresamente hablar, debido a sus controvertidas declaraciones anteriores. Sin embargo, fiel a su estilo irreverente, se las ingenió para lanzar sus críticas improvisando durante las canciones. En «Sexo» arremetió contra la hipocresía de los canales de televisión conservadores (Canal 13 y Megavisión) que decían defender los valores cristianos mientras hacían vista gorda de las atrocidades cometidas en la dictadura o bien transmitían contenido subido de tono inmediatamente después del sermón religioso con el que cerraban el noticiero, y también contra la oposición de la Iglesia al uso del condón.[166]​ En «No necesitamos banderas», «Quieren dinero» y «Latinoamérica es un pueblo al sur de Estados Unidos» atacó duramente a George Bush, la guerra de Irak, el chauvinismo y la xenofobia, y en «El baile de los que sobran» criticó el segregacionismo del sistema educacional chileno.

El 29 de marzo, con motivo de recaudar fondos para becas y compra de instrumentos para la Fundación de Orquestas Juveniles e Infantiles y las Escuelas de Rock, Los Prisioneros se presentaron por tercera vez en el Estadio Nacional con 70 músicos de la Orquesta Sinfónica Nacional Juvenil ante 45.000 personas, con el financiamiento del gobierno de Chile y la gestión de la primera dama, Luisa Durán, donde González alabó al Presidente de la República, Ricardo Lagos, por su «valentía» al no apoyar al gobierno de Estados Unidos en la guerra de Irak.[167][168]

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Jorge González durante una presentación de Los Prisioneros en Calama como parte de la promoción del nuevo álbum en mayo de 2003.

El 13 de mayo, Los Prisioneros liberaron el primer corte de la nueva placa del grupo, «Ultraderecha», desde la cancha de el Estadio Nacional a través de un móvil para el programa Ciencia ficción de la radio Rock & Pop, conducido por Sergio Lagos.[169]​ El tema se ubicó en el primer lugar en las radios chilenas.[170]​ El 5 de junio, Los Prisioneros publicaron su primer álbum con canciones originales en 13 años y el primero como formación original desde La cultura de la basura, titulado Los Prisioneros, a dos horas de su lanzamiento obtuvo disco de oro con más de 10 mil copias vendidas.[171]​ Pero con el pasar del tiempo, el álbum solo logró disco de platino con 20 mil copias, considerado como un «pequeño fracaso».[172]​ El disco estaba alejado del sonido que caracterizaba al trío, por lo que fue una extrañeza para sus fanáticos. Tampoco fue bien recibido por la critica que lo catalogó como un álbum «tecno» pese que habían temas que contaban con guitarras, y además, pasaban por otros estilos como el funk.[173]​ Jaime Meneses de Rockaxis comparó el álbum con una pintura: «es un cuadro hecho con pinturas de diversos colores que se ven bien de lejos, pero que de cerca irradian algunas fallas».[174]​ El 24 de julio, Los Prisioneros presentaron «San Miguel» como segundo sencillo en un recorrido en micro que hicieron por la comuna que los vio crecer y forjar como grupo —nuevamente— para el programa Ciencia ficción de la radio Rock & Pop, en donde contaron sus vivencias en aquella localidad.[175]​ La canción fue compuesta por Jorge para La cultura de la basura, y más tarde, su hermano se lo recordó para que lo incluyera en el disco homónimo.[118]​ Alcanzó el puesto n.º 9 en las radios chilenas.[176]

El 5 de septiembre volvieron al Estadio Nacional para participar en el concierto El sueño existe a tributo de Salvador Allende. Al cantar la última canción, en lugar de concluir la última parte de «El baile de los que sobran», rápidamente pasaron a «Bailan sin cesar» de 31 minutos.[177]​ Durante la prueba de sonido tocaron esta canción sin darle aviso a Claudio.[178]​ El 13 de ese mes también participaron en el homenaje a Víctor Jara en el recién rebautizado Estadio Víctor Jara (anteriormente Estadio Chile).[179]​ Esta sería la última actuación de Narea con Los Prisioneros en Santiago.[180]

Segunda salida de Narea

Entrada al concierto de Los Prisioneros en Chuquicamata en julio de 2003. Después de esta presentación, Miguel reveló que con Jorge ya tenían pensado sacar a Claudio de la banda en dos meses más.

Las tensiones en el grupo ya se habían hecho nuevamente presentes en septiembre de 2002, luego que Jorge le hiciera entrega de los demos para el nuevo álbum a Claudio. A diferencia de Miguel y Carlos, que estaban entusiasmados, éste se vio defraudado por los nuevos temas. Durante la grabación no quería grabar las guitarras y ponía en duda constantemente que las canciones fuesen del agrado del público, cuestionando, además, que la capacidad como compositor de Jorge fuera la de antaño. Esto empezó a molestar al resto de los miembros lo que motivó la expulsión del guitarrista dos meses después de la publicación del disco.[181][93]​ El 16 de septiembre de 2003, Warner Music comunicó la nueva partida de Claudio Narea de Los Prisioneros.[182]​ El último concierto con la formación original se realizó el 21 de septiembre en el Festival La Pampilla de Coquimbo, ante más 80 mil personas, donde se pudo apreciar la lejanía de González y Tapia con Narea. Después que terminó el concierto, González se acercó a su ahora ex compañero y se despidió de él con un abrazo.[183][184]​ Al día siguiente, Claudio publicó una carta en la página web del grupo explicando los motivos de su nuevo alejamiento:

«Este despido me fue comunicado el día 18 de agosto, en el marco de una reunión a la que fui convocado por Jorge y Miguel. Sin mediar diálogos ni discusiones, Jorge González me comunicó, simplemente, que "no queremos tocar más contigo". Me acusó de querer sobresalir y de comentar con amigos mis problemas al interior del grupo. Estaba especialmente molesto por una entrevista que concedí en junio al diario Las Últimas Noticias, a pesar de que se trató de una conversación sobre asuntos personales en la que no revelé ningún tipo de infidencia sobre la banda».[185]

Tres días después, los dos miembros restantes convocaron una conferencia de prensa para anunciar los proyectos a futuro de Los Prisioneros. Aunque desde un principio advirtieron que no se iban a referir sobre la salida de su ex compañero, los periodistas insistían por saber la versión de ellos. Ante la presión, Miguel confirmó que la partida de Claudio Narea fue por decisión de ellos, a lo que Jorge interrumpe presentando al líder de Los Tres (y por ese entonces de Los Pettinellis), Álvaro Henríquez, como el nuevo miembro de la banda. Éste aclaró que solo era un músico invitado y no el reemplazante del ex guitarrista del grupo.[186]​ La conferencia estaba en su punto más crítico cuando Macarena Saavedra, periodista del Buenos días a todos, le consultó a Álvaro sobre la carta de Claudio Narea. En ese momento, Jorge pierde la compostura y arrojó al suelo todos los micrófonos, grabadoras, jarros y vasos de la mesa, declarando finalizada la conferencia y abandonando el lugar sumamente molesto.[187]

Esto repercutió negativamente en la gira con la banda mexicana Café Tacuba por Chile,[188]​ y en las ventas del álbum Los Prisioneros en las raras tocatas nuevas de la Rock & Pop, que no superó las mil copias.[23]​ Este disco es una selección de covers de artistas tan variados como The Beatles, Virus, Bee Gees, Los Iracundos, Los Gatos o el programa infantil 31 minutos, y también contiene reversiones de «En el cementerio» y «Concepción», temas del álbum Los Prisioneros. Contó con la colaboración de Henríquez y Pablo llabaca (integrante de Chancho en Piedra); este último no sale acreditado en los datos técnicos, al igual que varios otros músicos anónimos que participaron en la grabación, aunque aparece en las imágenes del librillo de la portada.[189]​ El álbum fue registrado los días 25 y 26 de septiembre (apenas unas horas después del incidente con los micrófonos) durante una sesión de 15 horas en los estudios de la Rock & Pop para el programa Raras tocatas nuevas. El 5 de octubre iniciaron una serie de conciertos en México, Estados Unidos y España. El 31 de octubre partieron la gira por Chile con el grupo Café Tacuba.[190]​ La gira continúo por México donde Jorge empezó a discutir con Álvaro pues éste no iba a las pruebas de sonido y en lugar de eso iba a fiestas, a pesar de esto, la relación entre ellos no se vio afectada solo porque Henríquez era el líder de Los Tres, según Carlos.[93]

El 23 de octubre, Los Prisioneros fueron nominados nuevamente por la cadena MTV Latinoamérica en la categoría «Mejor artista central».[191]​ Jorge se integró al supergrupo «Los Black Stripes», compuesto por exponentes del rock latino de la talla de Ricky Martin, Juanes y Charly Alberti. Este grupo multifácetico fue creado por los diez años de existencia de MTV Latinoamérica y su segunda entrega de premios. La ceremonia se realizó de nuevo en el Teatro Jackie Gleason de Miami; abrió con Alex Lora interpretando «We are sudamerican rockers», a quien se le unieron Jonaz y Rosso (integrantes de Plastilina Mosh), para luego dar paso a Jorge González, que interpretó «Bolero falaz» del grupo colombiano Aterciopelados y, antes de retirarse para dar paso a Andrea Echeverri, gritó «¡Viva Cuba!», en su habitual discurso contestario. Más tarde, criticó la nueva línea de MTV, señalando que en un principio la estación televisiva estaba orientada al verdadero rock, pero que con el tiempo se había convertido en un canal igual que todos los demás, con reality shows, Ricky Martin y Alejandro Sanz.[192]​ En esa estancia, Jorge conoció al ex baterista de Soda Stereo, Charly Alberti, limando las asperezas que tuvieron sus bandas en los ochenta.[193]

La categoría por la que postulaban Los Prisioneros dio como ganador al grupo Libido, y para celebrar su segunda «lengua», realizó un concierto en el Museo de la Nación de Lima, con Claudio Narea como músico invitado. Éste además compartió escenario por primera vez con el ex bajista de Soda Stereo, Zeta Bosio, «ambos representantes de las dos bandas sudamericanas de mayor popularidad», según el bajista de la banda peruana, Antonio Jáuregui.[194]​ Narea y Bosio se reencontrarían cuatro años más tarde en una tocata en Santiago.[195]

Años finales (2004-2006)

Manzana y separación definitiva

Miguel Tapia (en el medio) con un fanático a bordo de un avión con destino a Iquique, en 2004.

En 2004, presentaron a Sergio «Coti» Badilla como integrante estable. Éste había participado en Razón Humanitaria (proyecto de Miguel Tapia durante el receso de Los Prisioneros) y en el álbum Los Prisioneros, y tocó con la banda en las últimas 30 presentaciones, incluyendo las giras por México, Estados Unidos y España. Su presentación formal fue el 30 de enero en Calera de Tango.[196]​ El 9 de junio de ese año, integraron oficialmente a Gonzalo Yáñez (ex No me acuerdo) en el Gimnasio Regional de Talca, convirtiéndose ahora en un cuarteto.[197]​ El 19 de agosto presentaron en el Teatro Providencia, el último álbum de estudio de la banda: Manzana, que contó con la colaboración de Beto Cuevas, Álvaro Henríquez y Uwe Schmidt (alias Atom Heart). La periodista Marisol Castro señaló que en este álbum recuperaron la fuerza rockera descuidada en el homónimo. «La guitarra eléctrica se utiliza aquí sin timidez (solos, rasgueos rápidos, ritmos ska, etc.)».[198]​ El diario El Mostrador comentó: «Manzana cumple con entregar un producto novedoso, ágil y que logra conjugar sátira con buena música. Si bien, se pierde en algo este "onda" roquera de antaño, los vaivenes estilísticos por los que González desliza las composiciones, dan al último disco de Los Prisioneros un matiz especial. Algo más amplio, más diversificado y con una misión en particular: hacerse de un nuevo público».[199]​ El álbum incluye una versión en español de «Whip It» de Devo («Azota») y la canción «Acomodado en el rock and roll», una mofa de Jorge González hacia Claudio Narea.[200]​ Como adelanto, se presentó «El Muro» como primer sencillo, elegido por Carlos Fonseca, tema que trata sobre los problemas limítrofes entre México y Estados Unidos.[201]​ La canción que da título al disco cuenta con la participación de la cantante infantil Christell Rodríguez en el videoclip.[202]​ A pesar de esto, el disco no generó a nivel nacional la misma repercusión que el anterior trabajo de estudio, llegando solo a vender 9 mil copias,[203]​ aunque sí logró un mayor reconocimiento en países como Perú, Colombia y México.[204]

En enero de 2005, Jorge y Miguel firmaron un contrato para una gira en Perú sin su mánager Carlos Fonseca, lo que representó su retirada como representante de la banda, aunque en buenos términos. Esto debido a que la banda decidió radicarse en México en abril de ese año, y Fonseca quiso priorizar su vida familiar.[205]​ Le reemplazó el productor Víctor Varela, amigo de la infancia de Miguel Tapia y de la adolescencia de Jorge, y que, además, trabajó con Lucybell y con Los Prisioneros en la época La voz de los '80.[206]​ Esto también motivó la salida de Gonzalo Yáñez durante el último mes, quien prefirió enfocarse en la promoción de su primer disco solista homónimo.[207]​ Durante ese mes y el anterior se presentaron en Colombia y Perú. El último concierto en Chile, antes de partir definitivamente al país azteca, fue en abril en el estadio Santiago Bueras de Maipú.[208]

El 3 de febrero de 2006 regresaron a Chile para participar en el Festival de La Serena, y posteriormente, el 10 de ese mismo mes, se presentaron en Coelemu, esta sería última actuación del grupo en su país.[209]​ El 18 de febrero tocaron en la Universidad Central de Venezuela, donde Miguel Tapia reveló al diario local El Mundo que esta era la última presentación de Los Prisioneros y que se disolverían.[210]​ Según el diario La Tercera, el baterista se enteró del fin del grupo en diciembre de 2005, cuando le llegó por error a su casilla un correo electrónico de parte de la esposa de Jorge, Loreto Otero —encargada de las relaciones públicas de la banda tras la partida de Narea—, donde comunicaba a los fans más cercanos que Los Prisioneros llegaría a su fin en febrero.[211]​ Esto molestó profundamente a Tapia, quien se sintió pasado a llevar (en sus declaraciones a El Mundo dejó entrever a Otero como la gran causal del quiebre por las decisiones que ésta tomaba al interior del grupo).[210]​ En esta última etapa, Marco González, el hermano de Jorge, asumió como mánager de la agrupación.[212]​ Tras la conclusión del último concierto en Caracas, Miguel Tapia y Sergio Badilla regresaron a Santiago, mientras que Jorge González se quedó en México.

Después de la separación

Jorge González y Claudio Narea actuando por separado en La Cumbre del Rock Chileno II, en enero de 2009.

Tras la disolución definitiva en 2006, ha habido múltiples ofertas para reunir a la banda, desde tentativas de privados hasta algunas de mayor perfil, como la del Maquinaria Festival 2012.[213][214]​ Sin embargo, Miguel Tapia ha sido el único miembro del trío sanmiguelino que se ha manifestado dispuesto a volver a tocar con sus ex compañeros.[215][216]​ Jorge González, actualmente radicado en Berlín, ha dado por superada su etapa con Los Prisioneros y en septiembre de 2014 rechazó una propuesta, formulada por personeros del canal Chilevisión,[n. 5]​ que pretendía juntarlo con Tapia en un show en el Estadio Nacional.[214]

La ausencia de Claudio Narea en esta propuesta se debe en gran parte a que la relación entre éste y Jorge González se deterioró progresivamente a partir de 2003. En su polémico libro autobiográfico Mi vida como prisionero (2009), el guitarrista acusó a González de estar obsesionado con él, y de acosarlo durante años a él y a su familia (tanto en persona como por internet, e incluso a través de canciones), lo que atribuyó a una posible atracción homosexual no asumida.[217]​ Narea reafirmó sus acusaciones en 2014, luego del lanzamiento de Los Prisioneros: Biografía de una amistad, versión revisada y aumentada del libro anterior.

En enero de 2009 Claudio y Miguel, después de retomar el contacto tras más de cinco años de separación, aparecieron juntos en La Cumbre del Rock Chileno II (Jorge actuó en el mismo evento al día siguiente, pero no se encontró con sus antiguos compañeros). Desde entonces conforman un dúo llamado precisamente Narea y Tapia, con el que han ofrecido numerosos conciertos interpretando temas de Los Prisioneros, en compañía de la banda de apoyo de Narea, Los Indicados. En 2010 publicaron tres composiciones propias: «No me ves», «Legitimar» y «Fiesta nuclear» (esta última es una canción que fue desechada del disco Los Prisioneros), en el sitio web del dúo para descarga gratuita obteniendo más de un millón de descargas en dos meses en más de 20 países de los 5 continentes.[218]

Paralelamente, después de la disolución de su proyecto Los Updates, y coincidiendo con el vigésimo quinto aniversario de La voz de los '80, Jorge González ha retomado su carrera solista, aunque continúa incluyendo éxitos de Los Prisioneros en su repertorio en directo. Entre 2010 y 2011 realizó una gira nacional cantando íntegramente el álbum debut de la banda, junto a Gonzalo Yáñez (guitarra), Jorge Delaselva (bajo) y Pedropiedra (batería). El 24 de noviembre de 2012 interpretó en vivo todas las canciones del disco Corazones con motivo de su presentación en el festival Primavera Fauna. El 9 de marzo de 2014, esta vez en el Teatro Municipal de Santiago, volvió a recrear el álbum completo, junto con los temas «Nunca te haría daño» (de su trabajo solista Libro, 2013) y «El baile de los que sobran». En ambas oportunidades estuvo acompañado de la ex tecladista de Los Prisioneros, Cecilia Aguayo, y de Uwe Schmidt, marido de Aguayo y colaborador de González en diversos proyectos.

Legado

Para la reunión de Los Prisioneros en 2001, el suplemento Icarito del diario La Tercera indicó que a pesar del éxito internacional de La Ley y del prestigio artístico de Los Tres, Los Prisioneros eran los músicos chilenos más influyentes de las últimas dos décadas.[105]​ La publicación del primer casete del grupo, La voz de los '80, en 1984, es considerado como el «inicio de la historia del pop chileno».[219]​ Cuando Los Prisioneros visitaron por primera vez Concepción, el diario El Sur los presentó como la «piedra inicial de un nuevo movimiento musical chileno».[220]​ En 2006 el locutor radial Sergio «Pirincho» Cárcamo, dijo: «En Chile siempre hemos tenido tribus. Nunca ha habido movimientos musicales ni unidad. Se habla el "movimiento" de la Nueva Ola, del "movimiento" de la Nueva Canción Chilena, se tiraban mierda para cada lado. [...] No hay ningún grupo que catalice todo eso. Yo creo que los que catalizaron, que reflejaron el sentir de su época: Los Prisioneros en los ochentas, Los Tres fueron lo más importante de los noventas, y no ha reventado el de esta década».[221]​ Alex Zapata en la revista digital Pensamiento Crítico, comentó que: «fue la banda conductora y la más importante. Su éxito comercial masivo [...] debido a la contingencia social de sus letras y su independencia de la política partidista [...], los convirtieron en modelos para otros grupos y la transformaron en una de las bandas más importantes en el rock made in Chile» y que fue la banda fundamental para que el rock chileno saliera de la clandestinidad poniéndolo en los medios masivos, además «Encarnó un estado anímico de quiebre con la generación anterior, tomó la herencia punk en su esencia básica, [...] una preocupación por el individuo, en cuanto a que se debe ser auténtico, único, [...] por medio de la new wave, con una marcada estética anti-peña o estética de oposición al Canto nuevo, a los ricachones disfrazados de pobres, pero fundamentalmente al grupo de los que se consideraban artistas, ellos representaron un símil de la rebelión punk en nuestro país. Su ideología separaba el mundo entre ricos y pobres, [...] Su oposición a los "artesas", se dio hasta en la estética: si el look de éstos incluía el pelo largo, la barba, las vestimentas e indumentarias artesanales, ellos utilizaron el pelo corto, sin barba y las vestimentas que cualquier joven pobre podía encontrar en las tiendas de ropa de segunda mano. Emblemáticas fueron sus zapatillas North Star que contrastaban con las ojotas o chalas artesanales de los jóvenes universitarios».[222]

Varios autores han señalado que el surgimiento de Los Prisioneros (el 1 de julio de 1983) coincidió con las jornadas de protesta que iniciaron el 11 de mayo de 1983 y que ambos se terminarían cruzando.[222]​ La censura no hizo sino aumentar su reconocimiento, dotándolos de autenticidad que los acompañó por años. Eran el correlato pop de las jornadas de protesta de esos meses.[223]​ Aunque en 1999 Jorge González participó en la campaña presidencial de Gladys Marín, la emblemática líder del Partido Comunista, y Claudio Narea se presentó como candidato a diputado por la Izquierda Cristiana en 2009, Los Prisioneros no practicaban la política partidista. Según González, sus canciones no estaban sustentadas en una base ideológica ni contestataria, sino que, una vez hechas, aparecía el trasfondo: «Sólo contamos lo que cualquiera siente. Hay gente que reclama contra la sociedad capitalista no porque se haya leído a Marx sino porque simplemente no le alcanza la plata para comprar todo lo que la televisión le enseña que debiera tener para ser feliz. [...] Decir que somos contestatarios suena muy publicitario. Nosotros no reclamamos contra una persona sino contra el sistema como tal».[58]​ Claudio Narea, en Mi vida como prisionero, dijo que si bien Los Prisioneros no era una banda política, simpatizaban con ideas de izquierda:

«Recuerdo cuando Jorge comenzó a hablar de socialismo un día mientras caminábamos por San Miguel. [...] Me decía que era lo más justo, que nadie se moriría de hambre y que la vida sería mejor para todos cuando se implantara ese sistema, y que de seguro se iba a implantar. [...] Pero en realidad no era tan común que al interior de la banda habláramos sobre política, pues la música era lo que nos llenaba. [...] No tuvimos presos políticos en nuestras familias, ni salíamos a protestar, [...] aunque igual llegamos a detestar a Pinochet observando las cosas que pasaban por esos días, como el caso de los profesionales degollados, por ejemplo.
Jorge González ha dicho muchas veces que la letra era un relleno en las canciones de Los Prisioneros. Él fue quien inventó aquellas canciones. [...] Nuestra banda será recordada siempre por los que vivieron la dictadura, precisamente por eso, porque había dictadura y no se podía hacer casi nada, salvo cantar canciones de Los Prisioneros. No tengo ni idea si la fama y la popularidad de la banda hubiesen sido igual sin los milicos, pero me da la impresión de que no. Creo que pertenecemos a esa época nos guste o no».[224]
Grabado mural de Los Prisioneros hecho para el Museo a Cielo Abierto en San Miguel.

Carlos Fonseca dijo que la visión del trío sanmiguelino era simplemente ser un grupo exitoso. «Por eso no circunscribían las letras a Chile. Ahora, con el tiempo, uno se da cuenta de que pese a eso la gente convirtió esas canciones en una herramienta de lucha contra la dictadura. Por eso Jorge se incomoda cuando le preguntan sobre esto, porque él nunca sintió haciendo canciones de protesta».[225]

El legado de Los Prisioneros se ha traducido en homenajes que han ido desde álbumes tributo, libros biográficos, murales, covers a nivel nacional e internacional, una serie de televisión (Sudamerican Rockers),[226]​ obras de teatro y una película (Miguel San Miguel), a la generación de numerosas bandas tributo.

Relación con la prensa

Los Prisioneros, en especial Jorge González, se caracterizaron por mantener una pésima relación con la prensa chilena adherente con la derecha. Era el mánager, Carlos Fonseca, quien daba la cara a los medios nacionales en lugar del vocalista. González explicó: «Gran parte de nuestra relación con los medios tiene que ver con que todo nuestro crecimiento ha sido de nosotros con el público. [...] Con qué autoridad negocia esa gente de El Mercurio, Copesa, que está interesada en poner un Gobierno de ultraderecha para poder pagar pocos impuestos y tener más billete».[227]​ Desde sus comienzos, en época de dictadura, la prensa, por ese entonces controlada por Pinochet, acostumbraba a censurarlos, criticar cuando sacaban uno de sus discos, y hacerles zancadillas a lo largo de su carrera. En 1987, después que Los Prisioneros se presentaran de forma exitosa en la Plaza de Toros de Acho de Lima, a pesar de haber sido interrumpidos cuando un grupo de punkies les arrojó un objeto, unos días después El Mercurio tituló: «Los Prisioneros agredidos en Perú»; añadiendo: «Una experiencia inolvidable vivieron los integrantes del conjunto rock contestatario chileno Los Prisioneros, durante el concierto que ofrecieron ante mas de siete mil frenéticos jóvenes, que agredieron a los músicos con diversos objetos».[50]

A pesar del retorno de la democracia, a principios de la década de los noventa, y de la banda en 2001, aseguraron que el maltrato hacia ellos, no cambió. En 2003, acusaron a la prensa de querer hacer una campaña de prestigio contra la banda en los días próximos a que éstos se iban a presentarse nuevamente en el Festival de Viña del Mar.[169]​ En octubre de ese año, Miguel Tapia dijo que estaban cansados de las cosas que inventaban los medios de prensa y que solo querían salir de Chile.[228]

Luego del despido de Narea en agosto de 2003, según González, cuando el guitarrista se retiró por primera vez de la banda, la prensa de la ultraderecha se puso del lado de éste y Claudio empezó a decir que sus ex compañeros se habían «vendido» al sistema y que él seguía manteniendo el espíritu de Los Prisioneros; incluso, durante el reencuentro, Narea seguió hablando a espaldas de ellos con los periodistas, criticando las composiciones de Jorge González en el álbum Los Prisioneros, y que después de abandonar el grupo por segunda vez, continúo desprestigiándolos.[229]​ Por otra parte, mientras Claudio tenía buena cobertura con la prensa, ni siquiera mencionaban las giras que Los Prisioneros realizaban entre el 2004 y 2005 en Estados Unidos, Canadá, México, Bolivia, Ecuador, Venezuela, Colombia, Perú y Chile o se les bajaba el pérfil como un fracaso.[204]​ Solo se refirieron al último concierto en Caracas en 2006, que según los medios locales, fueron «pifiados y se pelearon»,[230]​ lo que fue desmentido por Jorge González que declaró que fue una presentación exitosa.[114]

Influencias y estilo musical

Los Prisioneros en sus comienzos definieron su música como new wave.[231]​ Años más tarde, el líder y vocalista, Jorge González, señaló que Los Prisioneros eran una banda pop.[232][233]​ Cuando entraron al Liceo N.º 6 escuchaban principalmente a The Beatles, Kiss, Queen, Bee Gees y Supertramp. Pero fue The Clash la banda que influyó de forma decisiva en el grupo; luego de escucharlos por primera vez en marzo de 1981, a través de un especial de Radio Concierto dedicado al álbum Sandinista!, los sanmiguelinos quedaron sorprendidos por la diversidad de sonidos con la que experimentaban los británicos (punk, rock, reggae, rap, jazz, disco e incluso vals), y todo esto con un toque humorístico, algo nuevo para ellos que estaban acostumbrados a un rock más tradicional.[234][235]​ The Clash fue una gran influencia para la banda no sólo en el aspecto musical, sino también lírico e ideológico. «Sus canciones mostraban una postura política definida, que nos hizo tomar conciencia de muchas cosas y decidimos que [...], si hacíamos música, no podíamos callarnos frente a lo que pasaba», declararía Narea tras la muerte de Joe Strummer.[236]​ Esto se reflejó en los discos La voz de los '80 y La cultura de la basura, así como en la lírica y estética del videoclip «We are sudamerican rockers».[237]​ Jorge González ha citado a Sandinista! como su disco favorito.[238]​ El asombro por esta banda los llevó a escuchar otros artistas que también cultivaban estos géneros, como The Specials, The Stranglers, Bob Marley,[239]The Cars, Adam and the Ants, Devo, entre otros.[114][240]​ Varios medios han señalado que también tienen influencias de The Police, pero en diversas ocasiones lo han negado.[239][241]​ Tras editar su primer álbum, diferentes medios han señalado La voz de los '80 como un disco punk, pero la agrupación ha negado en diversas ocasiones haber cultivado este género en el primer disco.[242]​ Según la agrupación reggae-pop chilena Bambú, liderada por Quique Neira, «No necesitamos banderas», proveniente del álbum debut, fue la primera canción reggae grabada en Chile.[243]

La banda mostró, sin embargo, su faceta más punk como Los Apestosos. Sus canciones compuestas bajo este seudónimo eran más aceleradas y Jorge cantaba imitando los grupos punk que ellos escuchaban, muy distinto al trabajo que venían haciendo para Los Prisioneros hasta ese momento. Estos temas fueron registrados en 1987, en el estudio de Caco Lyon, quien quedó tan encantado cuando escuchó al trío sanmiguelino tocar esas canciones en su estudio, que decidió regalarle varias horas para que las grabaran. De estas sesiones salieron temas como «Generación de mierda», «Invitado de honor» (compuesta tras la visita que hizo en esos días el predicador estadounidense Jimmy Swaggart a Pinochet) y las versiones de estudio de temas compuestos durante la época de Los Pseudopillos y Los Vinchukas como «Policías y ladrones», «King Kong el mono» y «Dejen respirar».[244]

En 1988, luego de leer la biografía de The Beatles, empezaron a escuchar obsesivamente a los artistas que influenciaron al cuarteto de Liverpool, como Elvis Presley, Bo Diddley, Gene Vincent, Buddy Holly, Chuck Berry, entre otros.[245]​ Yogui Alvarado (líder y vocalista de Emociones Clandestinas) les sugirió que escucharan The Cramps, mientras que González leía relatos de H. P. Lovecraft. Con estas influencias, Jorge y Claudio, bajo el nombre de Gus Gusano y sus Necrofílicos Hemofílicos, comenzaron a experimentar con el rock and roll y el rockabilly, componiendo canciones de tres acordes y letras dementes que grabaron en la sala de ensayo con una grabadora de cuatro pistas, sólo por diversión. De estas sesiones salieron los temas «Mal de Parkinson», «Aceite humano», «Rock on the rocks», «Lucho es un rocker», «Elvis fue un vampiro» y «En la cripta». De todo este material emergió además «We are sudamerican rockers».[246]

Hacia 1985, Jorge y Miguel recibieron influencias tecno de artistas como Depeche Mode,[247][238]Ultravox, Thomas Dolby,[248]Heaven 17, y también de grupos de new wave como The Cure, o de indie rock como The Smiths[238]​ y Aztec Camera,[249]​ lo cual se vio reflejado en la utilización masiva de teclados, sintetizadores, y batería eléctrica en Pateando piedras[249]​ y que explotó más adelante en Corazones, siendo estos dos álbumes propiamente tecno.[250]Lalo Ibeas, líder de Chancho en Piedra, opinó que fue muy arriesgado para Los Prisioneros «haber hecho su segundo disco cambiando radicalmente el sonido de la banda, pasar de guitarras al estilo The Clash, al sonido de los sintetizadores, y así y todo seguían sonando como Los Prisioneros».[251]

La cultura de la basura ha sido señalado como el álbum más rockero de la agrupación.[252][70]​ Para el disco Corazones, orientado en el synth pop, González se inspiró en artistas melodramáticos como Salvatore Adamo, Sandro, Camilo Sesto, Julio Iglesias, Nino Bravo, Los Ángeles Negros, Jeanette, Joe Dassin y Los Galos, y también en músicos electrónicos y pop como George Michael, Pet Shop Boys,[253][254]Rick Astley,[255]The Human League, Mixmaster Morris, Inner City, A Guy Called Gerald, The KLF y Phuture.[256]​ Mientras que Los Prisioneros, según Jorge González, fue influenciado por los trabajos anteriores de la banda y cómo podían utilizarlos en esa época.[241]

Jorge González declaró que «Muevan las industrias» les dio identidad en Latinoamérica, en países como Colombia,[257]Venezuela, Perú y otros lugares, porque sonaba diferente a las grandes potencias del rock en español y argentino.[249]Cristián Heyne, productor musical de artistas como Supernova y Javiera Mena, señaló «Muevan las industrias» como una de las canciones mejor logradas del trío: «[Es] una canción única. Hay una oscuridad allí, una solidez sonora que no se puede encontrar en ningún otro grupo chileno».[251]​ El musicólogo Juan Pablo González dijo que «marcó un puente sonoro en los años 80, desde una sonoridad artesanal, donde prevalecían la lana de los chalecos chilotes y las guitarras arpegiadas, hacia este mundo new wave, de sonidos tecnológicos y textos clarísimos, donde no había cabida a las metáforas y a la agenda política de la época.»[251]

Premios y reconocimientos

Con el éxito de Pateando piedras los medios de Chile empezaron a tomar en serio a Los Prisioneros. La revista Super Rock los señaló como el mejor grupo de Chile. Además, premió Pateando piedras como mejor álbum, a Jorge González como el mejor compositor y eligió el tema «El baile de los que sobran» como la mejor canción del año.[10]​ Posteriormente, fueron premiados en Perú por el tema «El baile de los que sobran», en Ecuador por «Sexo», en Colombia como el mejor Conjunto de Rock, además, «El baile de los que sobran» fue elegida como la canción del año, y Pateando Piedras como el álbum del año.[10]​ En 1991, fueron premiados con el premio Laurel de Oro como «mejor grupo rock pop».[100]​ En 1998, el videoclip de «Sexo» fue premiado con el Coral Negro en el Festival de Cine de La Habana.[79]​ El videoclip de «Tren al sur» fue nominado al «mejor video latino» de la cadena norteamericana de MTV en 1990. El 1 de octubre de 1993, el primer videoclip emitido por MTV Latinoamérica al iniciar sus transmisiones fue «We are sudamerican rockers».[4]​ En la inauguración de la filial latinoamericana de la cadena estadounidense estuvo presente Jorge González.[258]

Miembros originales

Cronología

Gonzalo YáñezÁlvaro HenríquezCecilia AguayoMiguel TapiaClaudio NareaJorge González (cantante)

Discografía

Álbumes de estudio

Notas

  1. Rodrigo Beltrán es citado en la canción «¿Quién mató a Marilyn?».
  2. Carlos Fonseca escribía sobre música durante los primeros 5 años de Mundo Dinners Club bajo el seudónimo de Alberto Velazco (su segundo nombre y su segundo apellido) para que no pareciera nepotismo, debido a que su hermano también trabajaba en esa revista. Luego, Carlos fue reemplazado por el escritor y periodista Alberto Fuguet.[29]
  3. Se refiere a la animosidad que existía en Argentina contra Chile luego de que durante la guerra de las Malvinas (1982) el régimen de Pinochet decidiera apoyar a Inglaterra.
  4. «We are sudamerican rockers» fue originalmente publicado en Perú.[78]
  5. En ese entonces Chilevisión estaba emitiendo la serie televisiva Sudamerican Rockers.

Referencias

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Bibliografía

Véase también

Enlaces externos