Corazón salvaje (novela)
Corazón salvaje es una novela escrita por la prolífica escritora mexicana Caridad Bravo Adams y publicada en 1957 después de haber sido adaptada para la pantalla en año anterior. La historia tiene lugar en Martinica in 1903 y describe la vida en el mar Caribe de un muchacho que crece para ser un pirata (mientras su medio hermano va a estudiar a Francia) y las dos hermanas que se enamoran de él.
Adaptaciones
Ha habido cinco producciones mexicanas basadas en el libro, dos películas y cuatro telenovelas, una de las cuales fue rodada en Puerto Rico. La última producción fue la telenovela de 1993 protagonizada por Edith González como la Condesa Mónica de Altamira, el desaparecido Eduardo Palomo como "Juan del Diablo" y Ana Colchero como la condesa Aimée de Altamira. Sin embargo, la historia adaptada por María Zarattini, tiene lugar cerca del puerto de Veracruz y los apellidos franceses fueron cambiados por apellidos españoles (Molnar por de Altamira y D'Autremont por Alcázar y Valle). La cantante Angélica María interpretó el papel de Mónica en la película de 1968 y en la telenovela de 1977, que fue rodada con la colaboración de la Armada mexicana.
Adaptaciones a la pantalla
México. Producción de 1993: Telenovela de 80 episodios
Edith González: Mónica de Altamira
Eduardo Palomo: Juan del Diablo
Ana Colchero: Aimeé de Altamira
Ariel López Padilla: Andrés Alcázar y Valle
1977 telenovela
Angélica María
Martin Cortés
Susana Dosamantes
Fernando Allende
1968 película
Angélica María
Julio Alemán
Teresa Velázquez
1966 telenovela
Julissa
Enrique Lizalde
Jacqueline Andere
Enrique Álvarez Félix
1956 Película
Martha Roth
Carlos Navarro
Christiane Martel
Rafael Bertand
Sinopsis
Esta novela, original de Caridad Bravo Adams, está ambientada en el Caribe, específicamente en las colonias francesas; la adaptación mexicana está ambientada en la costa atlántica de México.
Francisco Alcazar es un hombre rico e importante, que posee una hacienda de caña de azúcar, casado con una mujer severa y sin compasión, Sofía, con quien tiene un hijo, Andrés Alcázar y Valle, perpetuamente consentido por su madre. Francisco había tenido una aventura con una mujer casada que era maltratada por su marido antes de casarse con Sofía. La mujer quedó embarazada y murió cuando el niño tenía tres años. El muchacho, hijo ilegítimo, es, en realidad, su primogénito. Cuando esta mujer queda embarazada, su marido rehúsa a dejarla marchar, no permite que Francisco sepa que el niño es suyo y tampoco lo reconoce él. Así que el niño, llamado Juan, crece conocido como Juan del Diablo, por no tener apellido. La madre de Juan finalmente muere de la vergüenza y de los malos tratos que había recibido de su marido y el muchacho fue criado sin amor ni educación, en la pobreza y desatendido. Siendo adolescente, el marido de su madre muere y entonces Francisco Alcázar, que acaba de saber de la existencia de ese hijo, ocultando tal hecho, le invita a vivir en su hacienda con su familia, con el pretexto de que fuera un compañero de juegos para su hijo Andrés. Sofía descubre le verdad e intenta echar a Juan, a lo que Francisco se opone. Finalmente Francisco tiene un accidente mientras monta a caballo justo antes de reconocer legalmente a Juan como su hijo, como tenía planeado. Francisco, sin embargo, ha dejado una carta con sus intenciones dirigida a su amigo (y abogado) el licenciado Noel Mancera. Sofía intercepta la carta y la esconde. En su lecho de muerte, Francisco manda llamar a su hijo Andrés, y, aunque no dice la verdad, le pide que cuide de Juan como haría un hermano. Tras su muerte, Sofía echa a Juan sin decirle nada a Andrés, que echa mucho de menos a Juan.
Quince años después Juan ya es un hombre que vive entre los marineros y los piratas del puerto, ganándose una dudosa reputación por sus negocios sucios de contrabando, por ganar sus peleas y por ser amable y justo con sus hombres, que le recompensan con una lealtad sin límite. También es un mujeriego, pero nadie le ha robado el corazón. Sabe quién era su padre, porque el licenciado Mancera se lo dice (es su mejor amigo y el que le da algo de educación). Mancera le ofrece su apellido, pero él rehúsa porque no lo necesita para sus negocios.
Por otra parte, Mónica y Aimeé son las dos adorables jóvenes hijas del fallecido Conde de Altamira. Solían ser muy respetadas en la alta sociedad, pero la familia De Altamira está en la bancarrota, sus únicas posesiones son su apellido, su belleza y la larga promesa del futuro matrimonio entre la mayor, Mónica, y Andrés. Desafortunadamente, Mónica, que es reservada y extremadamente prudente, no escribe a Andrés, que ha olvidado su compromiso y, cuando está en la ciudad de México, conoce a la hermana de Mónica, Aimeé. Aimeé es bonita, pero coqueta y egoísta. Muestra interés en Andrés, que, más que probablemente, es rico y tiene influencia y poder. Andrés se enamora completamente de Aimeé, hecho que le cuenta a su madre cuando esta va a visitarle. Sofía regresa a casa para informar a Catalina, su prima y madre de Mónica y Aimeé, de los sentimientos de su hijo. Cuando Catalina se entera del rechazo hacia su hija, queda consternada, sabiendo que eso puede significar la ruina de su familia. Cuando se entera de que Andrés ama a Aimeé, se horroriza ante el pensamiento de cómo se le va a partir el corazón a Mónica, pero acepta el nuevo compromiso. Cuando Mónica descubre los sentimientos de Andrés, queda destrozada: ese es el matrimonio con el que siempre ha soñado, para el que fue educada y se había enamorado de Andrés. Cae enferma, pero, tras recuperarse, decide entrar en el convento local y tomar los hábitos. Les cuenta a todos que se siente aliviada de que Andrés rompiera su compromiso y finge que siempre había tenido vocación religiosa.
Por entonces Aimeé regresa con su madre. Un día, mientras pasea por la playa, descubre y espía a un hombre que se está dando un baño en una casa de la playa. Se trata de Juan del Diablo, aunque Aimeé no le conoce, ni su pasado, ni sabe que es hijo de don Francisco de Alcázar y Valle. Le observa desde la distancia, pero Juan la ve. En los días sucesivos, Aimeé regresa varias veces a espiar a Juan. Él decide encararse con ella y la atrapa mientras ella está escondida esperándole. Pronto tienen un romance y se enamoran.
Juan parte y Aimeé le promete esperarle y casarse con él. Entonces Andrés llega a la ciudad y Aimeé, que no puede rechazar un matrimonio tan ventajoso, ignora la promesa hecha a Juan y se casa con Andrés. Cuando Juan regresa, encuentra a Aimeé casada con su medio hermano y decide raptarla para que ella cumpla su promesa. Andrés, que no sabe nada de su parentesco con Juan ni de la aventura que este tuvo con su esposa, pero que lo recuerda de la niñez, decide emplearlo como nuevo administrador de Campo Real, su hacienda.
Mientras, Mónica abandona el convento y se reúne con su familia en dicha hacienda de los Alcázar y Valle. Preocupada por la vida miserable de los trabajadores y sus familias, defendiendo a Andrés a capa y espada pese a haber roto su compromiso, empieza a ser llamada “Santa Mónica” por Juan, mientras que ella y su madre descubren el romance que este vivió con Aimeé.
Como Mónica ya no va a ser monja, Andrés quiere reparar su ofensa casándola con su amigo Alberto de la Serna, al tiempo que se entera de que Juan en realidad es su hermano y de que tuvo un indecente romance con una señorita que está en la casa. Naturalmente, Andrés piensa inmediatamente que se trata de Mónica, ya que es incapaz de imaginarse la verdad: que la mujer de la que hablaban Juan y su criada Azucena era en realidad su esposa, Aimeé. A causa de este malentendido, Mónica es empujada a casarse inmediatamente. Ella acepta para proteger a Andrés y a su hermana de la vergüenza, el escándalo y sus consecuencias, pero rehúsa a casarse con Alberto. El licenciado don Noel Mancera le ha hablado de la nobleza y la generosidad de Juan, cosa que ha llegado a vislumbrar por sí misma por su comportamiento tanto con ella misma como con los campesinos, así que le propone a su madre casarse con Juan en vez de con Alberto. Después de todo, también es un Alcázar y Valle y así logrará separarle de Aimeé para siempre. Ante la sorpresa de Andrés, el estupor y la firme oposición de Aimeé y contra todo pronóstico, Juan acepta casarse con Mónica.
Allí comienza la historia de uno de los romances más apasionados, Juan y Mónica a pesar de haberse casado por otros intereses se enamoran, pero el camino no se les hará fácil hasta llegar al "y vivieron felices por siempre"