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Revolución científica

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La Revolución científica fue una época asociada principalmente con los siglos XVI y XVII, en que nuevas ideas y conocimientos en física, astronomía, biología, medicina y química transformaron las visiones antiguas y medievales sobre la naturaleza y sentaron las bases de la ciencia moderna.[1][2][3][4][5][6]​ De acuerdo a la mayoría de versiones, la revolución científica se inició en Europa hacia el final de la época del Renacimiento y continuó a través del siglo XVIII (la Ilustración).

La esencia real de la Revolución Científica comprendió un amplio espacio, en el cual se desarrollaron los hechos que dieron origen a dicho evento. Esta revolución, como su nombre lo indica, representó el cambio paradigmático de la era en que reinaban formas de proceder como la especulación y la deducción. Pasando a tiempos en el cual se procede mediante una forma más sustentada, es decir, con soportes firmes basados en la ciencia pura, para dejar de lado la visión aérea de los hechos. Esta revolución, presentó las razones por las cuales la asimilación de un nuevo tipo de fenómeno o de una nueva teoría científica debe exigir el rechazo de un paradigma más antiguo. La idea de la Revolución no se derivan de la estructura lógica del conocimiento científico; pues podría surgir un nuevo fenómeno sin reflejarse sobre la práctica científica pasada.

El filósofo e historiador Alexandre Koyré acuñó el término revolución científica en 1939 para describir esta época.[7]

Significado de la revolución

La ciencia medieval fue significativa en el establecimiento de una base para la ciencia moderna. El historiador y científico J. D. Bernal[8][9][10]​ afirmó que «el renacimiento hizo posible una revolución científica que permitió a los eruditos ver el mundo bajo una luz diferente. La religión, la superstición y el miedo fueron reemplazados por la razón y el conocimiento».[11]​ James Hannam dice que, si bien la mayoría de los historiadores piensan que algo revolucionario sucedió en ese tiempo, «el término “revolución científica” es otra de esas etiquetas históricas prejuiciosas que no explican nada. Usted podría llamar a cualquier siglo desde el XII al XX, una revolución en ciencia» y que el concepto «no hace más que reforzar el error de que antes de Copérnico nada de importancia en ciencia se llevó a cabo».[12]​ A pesar de algunos desafíos a puntos de vista religiosos, muchas figuras notables de la revolución científica —incluyendo Nicolás Copérnico, Tycho Brahe, Johannes Kepler, Galileo Galilei, e Isaac Newton— siguieron siendo devotos en su fe.[13]

Este periodo experimentó una transformación fundamental en las instituciones de apoyo a la investigación científica, y en la visión del universo. La revolución científica condujo a la creación de varias ciencias modernas. Muchos escritores contemporáneos e historiadores modernos sostienen que hubo un cambio revolucionario en la visión del mundo.

El sociólogo e historiador de la ciencia Steven Shapin comenzaba su libro, The Scientific Revolution , con la paradójica afirmación: «No hay tal Revolución científica, y este es un libro acerca de ella».[14]​ Aunque los historiadores de la ciencia siguen discutiendo el significado exacto del término, e incluso su validez, la revolución científica sigue siendo un concepto útil para interpretar muchos cambios en ciencia.

La idea del mundo y el Universo

Las bases de la Revolución científica estaban en la hipótesis astronómica, es decir,  en las propuestas sobre la conformación del Universo o  la visión del mundo que tenían los más destacados autores.

La teoría aristotélica fue lo más aceptado como explicación de los fenómenos del cielo, (independientemente de las creencias cristianas) hasta que a principios del siglo XVI, comenzaron a hacerse observaciones más atentas a los cuerpos celestes al señalar muchas de las propiedades de estos, después junto con ello apareció la nueva propuesta  de Nicolás Copérnico sobre la conformación del Universo y a partir de esta surgen otras más.

El primer modelo astronómico importante correspondió al heliocéntrico, propuesto por Nicolás Copérnico en su obra De revolutionibus orbium coelestium. El modelo consiste en la ubicación del Sol como centro del Universo, la Tierra se encuentra girando alrededor de este Sol junto con la luna y los demás planetas. Esta postura todavía tenía semejanza con las ideas antiguas, ya que Copérnico indicó que, el movimiento de los cuerpos es siempre circular y que además el Universo entero es finito y esférico. La religión de entonces no asimiló con hostilidad esta teoría, debido a que ya estaba acostumbrada a los primeros sistemas planetarios antiguos y además el sistema copernicano no tuvo mucha influencia pública.

Años después de la muerte de Copérnico en 1543, un astrónomo y observador llamado Tyco Brahe, tuvo una diferencia notable con Copérnico al revelar su sistema planetario el cual consistió en que la Tierra se ubica en el centro, en torno a ella giran el Sol y la Luna y las estrellas están fijas. El sol da una vuelta de 24 horas y arrastra con él a todos los demás planetas. Estas observaciones motivaron más tarde a Kepler a revelar el verdadero movimiento orbital de los planetas. Charles Singer en su Historia de la ciencia confirma lo siguiente: “La tentativa de Tyco de representar la estructura del Universo conforme la figura ideal del círculo, fue el último gran esfuerzo del espíritu pitagórico, salvo por lo que toca a su discípulo Kepler. El Siglo Rebelde exigió pruebas directas de la concepción de la estructura del mundo”[15]

Después del denominado Siglo Rebelde llegó Giordano Bruno a Inglaterra, dónde expuso en el año 1584 su idea de que no hay nada en reposo dentro del Universo, las estrellas son el centro de otros mundos, lo que significa que el universo es infinito. Así lo afirma Bruno “Todos estos innumerables mundos que vemos en el Universo no están contenidos en él como en una vasija, si no comprendidos o conservados por la causa eficiente que los mueve”[16]​. Por supuesto la iglesia cristiana rechazó esta teoría por completo, por lo que Bruno fue quemado en la hoguera en 1600.

Modelo planetario de Kepler

Fue hasta inicios del siglo XVII en que la idea del mundo adquiere una solidez importante, Johannes Kepler publicó sus descubrimientos donde revela que la Tierra y los demás planetas son los que realizan su recorrido alrededor del Sol y que además la trayectoria de estos no era de forma circular si no elíptica (Cosa que determinó en base a las ideas de Tyco)  y que el Sol está situado en uno de los focos de cada elipse por lo que cada órbita elíptica tiene este foco en común. También que la velocidad de los planetas varía mucho dependiendo de su cercanía al Sol. Kepler justifica la armonía matemática del Universo y lo expresa en su obra Mysterium Cosmographicum

Por otro lado el físico italiano Galileo Galilei,con la ayuda del telescopio y su observación, descubrió varias propiedades de la Luna, los satélites de Júpiter, entre otras cosas pero lo más importante de sus estudios es que también se aferró fielmente a la Teoría heliocéntrica y publica su obra Sidereus nuncios, donde fundamentó sus descubrimientos y con ellos demostró la veracidad básica de lo que el sistema copernicano estableció. Con su obra pretendió que fuese reconocido al máximo. En este momento Kepler y Galileo hacen contacto entre sí, al principio ellos tendían a rechazarse el uno al otro porque sus diferencias en nacionalidad y religión los convertía en adversarios, sin embargo tenían en común sus observaciones y la idea de defender el heliocentrismo, cosa que estimuló una especie de alianza entre ellos.

Estas pretensiones llegaron tan lejos que alcanzaron a incomodar a la iglesia y no hubo de otra más que juzgar a Galileo por la defensa de sus determinaciones. Los argumentos en contra de él consistieron en que Galileo introdujo doctrinas que contradicen a la física aristotélica, alterando toda la base teológica, además, quitar a la Tierra del centro del Universo resulta alterante  para la iglesia. Sin embargo Galileo tenía puntos a favor y es que, la autoridad escolástica no se opuso nunca a la teoría de Copérnico, por lo que los libros de Galileo no debían causar ningún daño.

Este pasaje concluye cuando Galileo es forzado a retractarse de sus afirmaciones.

Ideas nuevas

Galileo Galilei. Retrato a lápiz de Leoni.

La revolución científica no se caracterizó por un solo cambio. Las siguientes ideas contribuyeron a lo que se llama revolución científica:

  • La sustitución de la Tierra como centro del universo por el heliocentrismo.
  • Menosprecio de la teoría aristotélica de que la materia era continua e integrada por los elementos tierra, agua, aire y fuego, porque su rival clásico, el atomismo, se prestaba mejor a una «filosofía mecánica» de la materia.[17][18]
  • La sustitución de las ideas mecánicas aristotélicas[19]​ con la idea de que todos los cuerpos son pesados y se mueven de acuerdo a las mismas leyes físicas.
  • La inercia reemplazó a la teoría del ímpetu medieval que proponía que el movimiento no natural (movimiento rectilíneo «forzado» o «violento») es causado por la acción continua de la fuerza original impartida por un impulsor sobre el objeto en movimiento.[20][21]
  • La sustitución de la idea de Galeno sobre los sistemas venoso y arterial como dos sistemas separados, por el concepto de William Harvey de que la sangre circulaba de las arterias a las venas «impulsada en un círculo, y en un estado de constante movimiento».[22]

Según Galileo, el núcleo de lo que llegó a ser conocido como método científico en las ciencias físicas modernas se establece en su libro Il saggiatore, y sería el concepto de una interpretación sistemática y matemática de experimentos y hechos empíricos:

La filosofía [i.e., la física] está escrita en este gran libro —me refiero al universo— que permanece continuamente abierto a nuestra mirada, pero no se puede entender a menos que primero se aprenda a comprender el lenguaje y la interpretación de los caracteres en que está escrito. Está escrito en el lenguaje de las matemáticas y sus caracteres son triángulos, círculos y otras figuras geométricas, sin las cuales es humanamente imposible entender una sola palabra de él; sin estos, uno está dando vueltas en un oscuro laberinto.[23]

No obstante, muchas de las figuras importantes de la revolución científica compartían el respeto renacentista por el aprendizaje antiguo y citaban linajes antiguos para sus innovaciones. Nicolás Copérnico (1473-1543),[24]Kepler (1571-1630),[25]Newton (1642-1727)[26]​ y Galileo Galilei (1564-1642)[1][2][3][4]​ trazaron diferentes ascendencias antiguas y medievales para el sistema heliocéntrico. En los escolios a los axiomas de su obra Principia , Newton decía que sus tres leyes axiomáticas del movimiento ya fueron aceptadas por matemáticos como Huygens (1629-1695), Wallace, Wren y otros, y también, en apuntes en sus borradores de la segunda edición de los Principia, atribuyó su primera ley del movimiento y su ley de la gravedad a varias figuras históricas.[27]​ De acuerdo con el mismo Newton y otros historiadores de la ciencia,[28]​ la primera ley del movimiento de sus Principia era el mismo principio contrafactual de Aristóteles del movimiento interminable en el vacío, que escribió en Física 4.8.215a19-22, y también fue apoyado por los atomistas de la Antigua Grecia y otros.

El modelo geocéntrico era prácticamente aceptado por todo el mundo hasta 1543, cuando Nicolás Copérnico publicó De revolutionibus orbium coelestium, y continuó siendo ampliamente aceptado en el siguiente siglo. En la misma época, los resultados de Vesalio corrigieron las anteriores enseñanzas anatómicas de Galeno, que se basaban en la disección de animales, y se suponía que debían servir de guía para el cuerpo humano.

Anton van Leeuwenhoek, la primera persona en usar un microscopio para ver las bacterias.

Andreas Vesalius (1514-1564) fue autor de uno de los libros más influyentes sobre anatomía humana, De humani corporis fabrica,,[29]​ también de 1543. El cirujano francés Ambroise Paré (c.1510-1590) es considerado uno de los padres de la cirugía, líder en técnicas quirúrgicas y medicina de batalla, en especial el tratamiento de heridas. Basándose en parte en las obras del cirujano y anatomista italiano Matteo Realdo Colombo (c. 1516-1559), el anatomista William Harvey (1578-1657) describió el sistema circulatorio.[30]​ A Herman Boerhaave (1668-1738) se le llama a veces «padre de la fisiología», debido a su enseñanza ejemplar en Leiden y el libro de texto Institutiones medicae (1708).

Entre 1650 y 1800 se desarrolló la ciencia de la odontología moderna. Se dice que el médico francés Pierre Fauchard (1678-1761) inició la ciencia de la odontología tal y como la conocemos hoy en día, y ha sido llamado «padre de la odontología moderna».[31]

Pierre Vernier (1580-1637) fue el inventor y epónimo de la escala vernier utilizada en aparatos de medición.[32]Evangelista Torricelli (1607-1647) fue conocido por su invención del barómetro. Aunque Franciscus Vieta (1540-1603) dio la primera notación del álgebra moderna, John Napier (1550-1617) inventó los logaritmos, y Edmund Gunter (1581-1626) creó las escalas logarítmicas (líneas o reglas) en las que las que se basan las reglas de cálculo. William Oughtred (1575-1660) fue el primero que utilizó dos escalas que se deslizaban entre sí para realizar la multiplicación y la división directa, y así es reconocido como el inventor de la regla de cálculo en 1622.

Blaise Pascal (1623-1662) inventó la calculadora mecánica en 1642.[33]​ La introducción de su pascalina en 1645 puso en marcha el desarrollo de calculadoras mecánicas por primera vez en Europa y posteriormente en todo el mundo. También hizo importantes contribuciones al estudio de los fluidos y aclaró los conceptos de presión y vacío, generalizando la obra de Evangelista Torricelli. Escribió un tratado importante sobre la geometría proyectiva, a la edad de dieciséis años. Más tarde mantendría correspondencia con Pierre de Fermat (1601-1665) sobre la teoría de la probabilidad, influenciando enormemente el desarrollo de la economía moderna y las ciencias sociales.[34]

Gottfried Leibniz (1646-1716), basándose en el trabajo de Pascal, se convirtió en uno de los inventores más prolíficos en el campo de las calculadoras mecánicas; fue el primero en describir una calculadora de rueda de pines en 1685[35]​ e inventó la rueda de Leibniz, que se utiliza en el Aritmómetro, la primera calculadora mecánica de producción masiva. También perfeccionó el sistema numérico binario, base de casi todas las arquitecturas de computadora modernas.

John Hadley (1682-1744) fue el inventor matemático del octante, precursor del sextante. Hadley también desarrolló formas de hacer objetivos esféricos y parabólicos precisos para telescopios reflectores, la construcción del primer telescopio newtoniano parabólico y un telescopio gregoriano con espejos de forma precisa.[36][37]

Denis Papin, conocido sobre todo por su invención pionera del digestor a vapor, el precursor de la máquina de vapor.

Denis Papin (1647-1712) fue conocido por su pionero invento del digestor a vapor, el precursor de la máquina de vapor.[38]Abraham Darby I (1678-1717) fue el primero y más famoso de tres generaciones con ese nombre que jugaron un papel importante en la Revolución Industrial. Desarrolló un método de producción de alta calidad de hierro en un horno alimentado por coque en lugar de carbón. Este fue un gran paso adelante en la producción de hierro como materia prima para la Revolución industrial. Thomas Newcomen (1664-1729) perfeccionó una máquina de vapor práctica para el bombeo de agua, la máquina de vapor de Newcomen. En consecuencia, se le puede considerar como un precursor de la Revolución industrial.[39]

En 1672, Otto von Guericke (1602-1686) fue el primero en generar electricidad intencionadamente con una máquina, y en 1729 Stephen Gray (1666-1736) demostró que la electricidad podía ser «transmitida» a través de filamentos de metal. El primer dispositivo de almacenamiento eléctrico fue inventado en 1745, la llamada «botella de Leyden», y en 1749 Benjamin Franklin (1706-1790) demostró que los rayos eran de electricidad. En 1698 Thomas Savery (c.1650-1715) patentó una primitiva máquina de vapor.[40]

El científico alemán Georgius Agricola (1494-1555), conocido como «el padre de la mineralogía», publicó su gran obra De re metallica (Sobre los metales).[41]Robert Boyle (1627-1691) es reconocido por el descubrimiento de la ley de Boyle y por su publicación de referencia El químico escéptico, donde intenta desarrollar una teoría atómica de la materia. La persona considerada como el «padre de la química moderna» es Antoine Lavoisier (1743-1794) que desarrolló su ley de la conservación de la masa en 1789, también llamada Ley de Lavoisier.[42][43]​ Antoine Lavoisier demostró que la combustión estaba causada por la oxidación, es decir, la mezcla de una sustancia con el oxígeno. También demostró que los diamantes eran de carbono y sostuvo que todos los procesos vitales, en el fondo, eran reacciones químicas. En 1766, Henry Cavendish (1731-1810) descubrió el hidrógeno. En 1774, Joseph Priestley (1733-1804) descubrió el oxígeno.

Gottfried Leibniz (1646-1716) perfeccionó el sistema binario, fundamento de virtualmente todas las arquitecturas de computadora modernas.

Leonhart Fuchs médico alemán (1501-1566) fue uno de los tres padres fundadores de la botánica, junto con Otto Brunfels (1489 - 1534) y Hieronymus Bock (1498 a 1554) (también llamado Hieronymus Tragus).[44]​ Valerio Cordus (1515-1554) publicó una de las primeras farmacopeas, Dispensatorium (1546).[45]

En su Systema naturae, publicado en 1767, Carlos Linneo (1707-1778) catalogó todas las criaturas vivientes en un solo sistema que definía sus relaciones morfológicas: el sistema de clasificación de Linneo. A menudo se le llama el «padre de la taxonomía».[46]​ El conde de Buffon (1707-1788), fue quizás el más importante de los predecesores de Charles Darwin. Desde 1744 hasta 1788, escribió su monumental Histoire naturelle, générale et particulière, que incluía todo lo que sabía sobre el mundo natural hasta esa fecha.[47]

Junto con el inventor y microscopista Robert Hooke (1635-1703), sir Christopher Wren (1632-1723) y sir Isaac Newton (1642-1727),[48]​ el científico y astrónomo Edmond Halley (1656-1742) intentó desarrollar una explicación mecánica al movimiento de los planetas. El Catálogo de estrellas (1678) de Halley fue el primero en contener localizaciones determinadas telescópicamente de las estrellas del sur.[49]

Muchos historiadores de la ciencia han visto antecedentes antiguos y medievales de estas ideas.[50]​ Es ampliamente aceptado que De revolutionibus de Copérnico seguió el esquema y método establecido por Ptolomeo en su Almagesto,[51]​ y empleó construcciones geométricas que habían sido desarrolladas anteriormente por la escuela Maragheh en su modelo heliocéntrico,;[52][53]​ y que el tratamiento matemático de Galileo de la aceleración y su concepto de ímpetu[1]​ rechazó análisis medievales anteriores del movimiento,[4]​ de Averroes, Avempace, Jean Buridan, y Juan Filópono (véase la teoría del ímpetu).

La teoría estándar de la historia de la revolución científica asegura que el siglo XVII fue un período de cambios científicos revolucionarios. Se afirma que no sólo hubo desarrollos teóricos y experimentales revolucionarios, sino lo que es aún más importante, la forma en que los científicos trabajaban cambió radicalmente. Un punto de vista anti-revolucionario alternativo es que la ciencia como se ejemplifica en los Principia de Newton era anti-mecanicista y muy aristotélica, estando dirigida específicamente a la refutación del mecanicismo cartesiano anti-aristotélico, como se evidencia en las citas de los Principia , y no más empírica de lo que ya era a principios de siglo o antes, en los trabajos de científicos como Benedetti, Galileo Galilei o Johannes Kepler.

Antecedentes antiguos y medievales

La revolución científica fue construida sobre la base del aprendizaje de la Grecia clásica; la ciencia medieval, que había sido elaborada y desarrollada a partir de la ciencia de Roma/Bizancio; y la ciencia islámica medieval.[54]​ La tradición aristotélica seguía siendo un importante contexto intelectual en el siglo XVII, aunque para esa época los filósofos naturales se habían alejado de gran parte de ella.[5]

Modelo ptolemaico de las esferas de Venus, Marte, Júpiter y Saturno de Georg von Peuerbach, Theoricae novae planetarum (1474).

Las ideas científicas clave que se remontaban a la antigüedad clásica habían cambiado drásticamente en los últimos años, y en muchos casos habían sido desacreditadas.[5]​ Las ideas que quedaron, y que serían transformadas fundamentalmente durante la revolución científica, incluían:

  • La cosmología de Aristóteles que colocaba a la Tierra en el centro de un universo jerárquico y esférico. Las regiones terrestres y celestes se componían de diferentes elementos que tenían diferentes tipos de «movimiento natural».

Es importante señalar que existieron precedentes antiguos de teorías alternativas que prefiguran posteriores descubrimientos en el campo de la física y la mecánica, pero en ausencia de una fuerte tradición empírica, el dominio de la escuela aristotélica, y teniendo en cuenta el número limitado de obras que sobrevivieron en una época en que muchos libros se perdían en guerras, estas teorías permanecieron en la oscuridad durante siglos, y se considera tradicionalmente que tuvieron poco efecto en el redescubrimiento de tales fenómenos; con la invención de la imprenta se hizo común la difusión amplia de tales avances graduales del conocimiento. Mientras tanto importantes avances en la geometría, matemáticas y astronomía se hicieron en la época medieval, particularmente en el mundo islámico y Europa.

Avances científicos

Ideas clave y las personas que surgieron en los siglos XVI y XVII:

Las grandes revoluciones científicas

Son cada uno de los periodos históricos en que se ha producido uno de esos cambios. Cada una de ellas surgió y se concentró especialmente en determinadas disciplinas científicas, aunque también trajeron consecuencias para las demás.[56]

Revolución copernicana

Revolución en astronomía y física, desde Nicolás Copérnico (De revolutionibus, siglo XVI) hasta Isaac Newton (finales del siglo XVII; la importancia de Newton en la aceptación del nuevo paradigma y su fijación hace que se suela hablar de él como paradigma newtoniano). El filósofo e historiador de la ciencia Alexandre Koyré propuso el término revolución astronómica para este proceso.[57]

En el mismo año (1543) en que Copérnico moría y se publicaba póstumamente su libro, también lo hacía el De humani corporis fabrica de Andrés Vesalio, que revolucionó la anatomía. Suele hablarse de revolución científica del siglo XVII para referirse al periodo fundamental que supuso el cambio del concepto de ciencia cualitativa, basada en la lógica silogística por la ciencia cuantitativa basada en la lógica experimental. En ese proceso fue fundamental la renovación del método científico a cargo de personajes como René Descartes, Johannes Kepler, Francis Bacon o Galileo Galilei. La polémica entre empirismo y racionalismo, deducción y razonamiento inductivo y otros debates intelectuales, como el debate de los antiguos y los modernos (superación del principio de autoridad propio de la escolástica), se completan con lo que a finales del siglo XVII se conoce con el nombre de crisis de la conciencia europea (concepto acuñado por el historiador Paul Hazard) que precede a la Ilustración del siglo XVIII.

Revolución darwiniana

Revolución en biología y ciencias de la Tierra, desde Charles Darwin (El origen de las especies, 1859). También suele denominarse revolución evolucionista.

Revolución einsteniana

Revolución en física, desde Albert Einstein (artículos de 1905). También suele denominarse revolución relativista.

Revolución indeterminista

No se refiere al indeterminismo filosófico opuesto al determinismo, sino a la indeterminación: la superación de la concepción mecanicista o determinista de la ciencia, sobre todo a partir de las tres famosas construcciones teóricas de los años veinte y treinta del siglo XX debidas a Heisenberg, Schrödinger y Gödel, sobre la indecidibilidad, el principio de incertidumbre, la indiferencia y la imposibilidad de eludir la interferencia del experimentador u observador y sobre el hecho experimentado u observado.

Incluida en ésta, la revolución cuántica se inició en un periodo anterior, a partir de Max Planck (1900, constante de Planck) y Einstein (Un punto de vista heurístico acerca de la creación y transformación de la luz, uno de los famosos artículos de 1905). Esta revolución cuántica no puede denominarse por un sólo científico, ni siquiera por un único grupo de ellos, equipo o escuela local, dada la gran cantidad que intervino en el complejo proceso que llevó a lo largo del primer tercio del siglo XX hasta la definición de la mecánica cuántica (Pieter Zeeman, Hendrik A. Lorentz, James Franck, Walter Nernst, Henry Moseley, Peter Debye, Arnold Sommerfeld, Arthur Holly Compton, Hendrik Kramers, Wolfgang Pauli, Louis de Broglie, George Uhlenbeck, Samuel Goudsmit, Paul Dirac, John von Neumann, etc.); entre los que Heisemberg, Max Born, David Hilbert, Felix Klein, Pascual Jordan y Niels Bohr desarrollaron la llamada mecánica cuántica matricial y Schrödinger la mecánica cuántica ondulatoria (1926 Cuantización como un problema de valores propios).[58]

Puntos de vista contrarios

Lavoiser y su esposa fueron los grandes impulsores de la Revolución química. Retrato por Jacques-Louis David.

No todos los historiadores de la ciencia están de acuerdo en que hubo alguna revolución en el siglo XVI o XVII. La tesis de continuidad es la hipótesis de que no hay discontinuidad radical entre el desarrollo intelectual de la Edad Media y los desarrollos del Renacimiento y la Edad Moderna. Así, la idea de una revolución intelectual y científica después del Renacimiento es —de acuerdo con la tesis de la continuidad— un mito. Algunos teóricos de la continuidad apuntan a anteriores revoluciones intelectuales que ocurrieron en la Edad Media, que denominan «Renacimiento del siglo XII»[6]​ europeo o «Revolución científica musulmana»[8][9][10]​ medieval, y ven como un signo de la continuidad.

Otro punto de vista contrario, ha sido propuesto por Arun Bala en su historia dialógica sobre nacimiento de la ciencia moderna. Bala argumenta que los cambios relacionados con la Revolución científica —la matemática realista, la filosofía mecánica, el atomismo, el papel central asignado al Sol en el heliocentrismo de Copérnico— tienen su origen en las influencias multiculturales de Europa. La ciencia islámica dio el primer ejemplo de una teoría matemática realista, con el Libro de óptica de Alhacén en la que los rayos de luz física viajan a lo largo de líneas matemáticas rectas. La rápida transferencia de tecnologías mecánicas chinas en la época medieval cambió la sensibilidad europea de la percepción del mundo hacia la imagen de una máquina. El sistema de numeración indo-arábigo, que se desarrolló en estrecha colaboración con el atomismo de la India, llevaba implícito un nuevo modo de pensamiento matemático atómista. Y la teoría heliocéntrica, que asigna el estatus central al Sol, así como el concepto newtoniano de fuerza que actúa a distancia, tienen sus raíces en las ideas religiosas del antiguo Egipto asociadas con el hermetismo. Bala argumenta que el ignorar tales impactos multiculturales nos ha llevado a una concepción eurocéntrica de la revolución científica.[59]

Un tercer enfoque toma el término «renacimiento» literalmente. Un estudio más detallado de la filosofía griega y la matemática griega demuestra que casi la totalidad de los resultados revolucionarios de la llamada revolución científica fueron en realidad reformulaciones de ideas, en muchos casos más antiguas que las de Aristóteles y en casi todos los casos, al menos tan antiguas como las de Arquímedes. Aristóteles incluso argumenta explícitamente en contra de algunas de las ideas que se demostraron durante la revolución científica, como el heliocentrismo. Las ideas básicas del método científico son bien conocidas por Arquímedes y sus contemporáneos, como lo demuestra el conocido hallazgo de la flotabilidad. Los primeros que hablaron sobre atomismo fueron Leucipo y Demócrito. Desde este punto de vista, la revolución científica se reduce a un periodo de reaprendizaje de ideas clásicas, es en gran medida una extensión del Renacimiento. Este punto de vista de la revolución científica no niega que se produjera un cambio, pero sostiene que se trataba de una reafirmación de los conocimientos previos (un renacimiento) y no la creación de nuevo conocimiento. Citan como prueba afirmaciones de Newton, Copérnico y otros a favor de la visión pitagórica del mundo.[60]

Véase también

Referencias

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Bibliografía adicional en español