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Marcelino Sanz de Sautuola

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Marcelino Sanz de Sautuola y de la Pedrueca

Marcelino Sanz de Sautuola y de la Pedrueca.
Información personal
Nombre de nacimiento Marcelino Sanz de Sautuola y Pedrueca Ver y modificar los datos en Wikidata
Nacimiento 2 de junio de 1831 Ver y modificar los datos en Wikidata
Santander (España) Ver y modificar los datos en Wikidata
Fallecimiento 30 de marzo de 1888 Ver y modificar los datos en Wikidata (56 años)
Santander (España) Ver y modificar los datos en Wikidata
Residencia Puente San Miguel
Nacionalidad Español
Lengua materna Español Ver y modificar los datos en Wikidata
Familia
Hijos María Justina Sanz de Sautuola y Escalante
Información profesional
Área Prehistoriador y arqueólogo
Notas
No vivió para ver el reconocimiento mundial de su gran descubrimiento.

Marcelino Sanz de Sautuola y de la Pedrueca, descubridor de la cueva de Altamira, nació en Puente San Miguel (Cantabria, España) en 1831 y falleció el 2 de junio de 1888.

Biografía

Aficionado a los estudios de Prehistoria, mostró desde pequeño su interés en las Ciencias Naturales, la Botánica y la Geología. Así en 1866 presentó unos apuntes sobre la aclimatación del eucalipto en Cantabria.

En la década de 1870-1880 inicia investigaciones y exploraciones en cuevas cántabras de Revilla de Camargo. En la visita a la Exposición Universal de París, en el año 1878, observa las colecciones expuestas de artículos prehistóricos, las cuales le causan tal impresión que se ve motivado a explorar mejor su tierra natal.

Fue en el verano de 1879 cuando, en una de sus múltiples excursiones, su hija María, de ocho años, le dijo al mirar al techo de la cueva en la que estaban "¡Mira, papá! ¡Bueyes pintados!" Acababa de descubrir pinturas de la Cueva de Altamira, considerada la Capilla Sixtina del arte rupestre.

El año siguiente, 1880, Marcelino presentó sus conclusiones en sus Breves apuntes sobre algunos objetos prehistóricos de la provincia de Santander[1]​ en cuya lám. 3 mostraba un completo esquema de la bóveda natural con sus pinturas. La publicación causó un gran impacto mundial, pues no se esperaba que nuestros ancestros prehistóricos exhibieran tan alto nivel cultural.

Autoridades en Prehistoria, encabezados por Gabriel de Mortillet y Cartailhac, rechazaron que las pinturas de Altamira fuesen obra del hombre prehistórico, llegando algunos, en el congreso de Lisboa de 1880, a la acusación velada de haber sido pintadas recientemente. Consideraban que ni la técnica, ni el color tan nítido a pesar de los años, podían ser naturales. Entre los españoles hubo también varios reacios: Eugenio Lemus y Olmo, Ignacio Bolívar, Manuel Antón y Ferrándiz, Eduardo Reyes y Próper, Ángel de los Ríos y Ríos (cronista de La Montaña e ilustre historiador), etc. Excepción fue la opinión del valenciano Juan Vilanova y Piera, catedrático de Paleontología en la Universidad de Madrid, el más firme defensor de la autenticidad junto a Sautuola, y del sevillano Miguel Rodríguez Ferrer, quien publicaba en 1880 en La Ilustración Española y Americana un extenso artículo avalando la veracidad de las pinturas.

Su hija, María Justina Sanz de Sautuola y Escalante (1870-1946).

El reconocimiento de la labor de Marcelino Sanz de Sautuola no llegaría, lamentablemente, hasta años después. En 1895 se descubrieron los grabados de La Mouthe, en Francia, y los trabajos de Henri Breuil llevaron al descubrimiento de otras manifestaciones de arte rupestre parietal similares. Breuil publicó sus resultados en 1902, en el Congreso de la Association Française pour l'Avancement des Sciences, confirmando la autenticidad de los hallazgos de Altamira. Posteriormente, su principal crítico, Cartailhac, publicó "Mea culpa d'un sceptique",[2]​ reconociendo su equivocación y mostrando su respeto y admiración por Sanz de Sautuola.

Sanz de Sautuola, quien había muerto 14 años antes, no vivió para disfrutar la restitución de su honor, ni la posterior confirmación científica de sus premoniciones, como tampoco Vilanova, fallecido en 1893. Las modernas técnicas de datación científica han confirmado que las pinturas de la cueva de Altamira fueron creadas en un intervalo de tiempo entre 11.000 y 19.000 años. Los descubrimientos de Sanz de Sautuola son una de las piedras angulares del estudio del arte Paleolítico.

Por otro lado, su hija, María Justina Sanz de Sautuola y Escalante, fue bisabuela de Emilio Botín (Emilio Botín Sanz de Sautuola y García de los Ríos), que fue presidente del Banco Santander.[3]

Referencias

  1. Breves apuntes sobre algunos objetos prehistóricos de la provincia de Santander, por Don Marcelino S(anz) de Santuola, C(orrespondiente) de la Real Academia de la Historia, Santander, 1880.
  2. Émile Cartailhac, "Les cavernes ornées de dessins. La grotte d'Altamira, Espagne. Mea culpa d'un sceptique", L'Anthropologie, XIII, 1902, pp. 348-354.
  3. Fundación Botín. «Los fundadores». Archivado desde el original el 27 de noviembre de 2015. Consultado el 9 de agosto de 2014. 

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