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Juan de Borgoña

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El nacimiento de la Virgen, fresco, 1509-1511, Sala Capitular de la Catedral de Toledo.

Juan de Borgoña (fl. 1494-1536) fue un pintor del Renacimiento, introductor de las formas del «Quattrocento» italiano en Castilla.

No debe ser confundido con el pintor Joan de Burgunya o Borgunya, también conocido como Maestro de San Félix, activo en Cataluña entre 1510 y 1525.

Biografía

De Juan de Borgoña no se tienen noticias previas a su aparición en Toledo en 1495 como pintor al servicio de su catedral. Por su nombre se le supone una posible procedencia francesa, que cabría advertir también en algunos rasgos nórdicos o flamencos de su pintura. La influencia dominante en ella es, sin embargo, la cuatrocentista toscana lo que, junto con la utilización de la técnica de pintura al fresco y el dominio de la perspectiva lineal, obligan a pensar en una estancia en Italia anterior a su instalación definitiva en España, en contacto probablemente con Domenico Ghirlandaio en cuyo taller supuso Chandler R. Post que pudo formarse y trabajar hasta la muerte del maestro en 1494, fecha coincidente con la de aparición de Borgoña en Toledo.[1]​ La influencia de Ghirlandaio y la pintura toscana, con todo, no sería la única y quizá tampoco la decisiva, siendo posible que se formase en la Roma del papa Sixto IV,[2]​ en la que se dieron cita Ghirlandaio y Antoniazzo Romano pintando en la Biblioteca Apostólica y la Capilla Sixtina con Perugino, Signorelli o Melozzo da Forli, de quien, junto con Piero della Francesca, pudo tomar el interés por la luz.[3]

La primera noticia documentada de su trabajo es de 1495, cuando aparece trabajando en colaboración con Pedro Berruguete en el claustro de la Catedral de Toledo, en calidad de «frescante», una técnica poco usada en Castilla, ocupado en la pintura de una Visitación no conservada, en la que debía de haber empezado a trabajar poco antes. Entre 1495 y 1499 continuó trabajando en el claustro catedralicio, el «jardín aposentamiento de Su Señoría [Cisneros] en Toledo», el oratorio del cardenal y la escalera principal del palacio episcopal, pinturas puramente decorativas con letreros y florones de las que él mismo redactó un memorial y tasación destinado al cardenal Cisneros.[4]​ Además, y siempre con el patrocinio de Cisneros, en 1498 pintó con Luis de Medina y Alonso Sánchez el «teatro de la universidad de Alcalá». Bien establecido, el 28 de diciembre de 1498 contrajo matrimonio en Toledo con Quiteria Fernández.[5]​ En estos años tomó también una participación menor en la policromía del banco del retablo mayor catedralicio y en 1503 con Francisco de Amberes y otros contrató por un millón de maravedíes la policromía del conjunto.[6]​ Al mismo tiempo, hacia 1500, se encargó del casi totalmente perdido retablo de la Colegiata de Talavera de la Reina y en 1504 rechazó encargarse del retablo de la Universidad de Salamanca que acabaría contratando Juan de Flandes.[7]​ Letizia Gaeta, siguiendo a Post, sitúa en este momento un supuesto segundo viaje a Italia, en el que habría tenido como destino Lombardía y recibido la influencia flamenquizante de raíz francesa que se observa en algunas de sus obras.[8]​ En cualquier caso, y de haber hecho ese viaje, estaba de vuelta en Castilla en abril de 1506 cuando Juan de Ulloa, patrono del monasterio de San Ildefonso de Toro, se dirigió a él recordándole que se había comprometido a dar cierta obra de pintura con la que «acrecentar» lo hecho por Pedro Berruguete en el retablo mayor de dicho monasterio; un trabajo, no obstante, que se desconoce en qué pudo consistir y si lo llegó a realizar.[9]

Aparición del ángel a san José (Sagrada Familia), óleo sobre tabla, retablo de Carboneras de Guadazaón, Cuenca, Museo Diocesano.

La renuncia a ocuparse del retablo salmantino se puede explicar por la existencia de importantes trabajos de pintura en Toledo, algunos de los cuales podría tener ya comprometidos Borgoña en esas fechas. En torno a 1502, año de conclusión de las obras de la capilla, se pintó el retablo de la Concepción de la catedral toledana, fundación del canónigo Juan de Salcedo, cuyas nueve tablas fueron atribuidas por Diego Angulo a Juan de Borgoña. El amplio desarrollo de los fondos dorados, tratados a la manera de telas de brocado cerrando el espacio, revelan sin embargo la fuerza de la tradición gótica castellana, lo que ha hecho dudar de la autoría.[10]​ De fecha próxima ha de ser el retablo de la Epifanía en su capilla de la catedral de Toledo, fundación de Luis Daza, capellán mayor de Entique IV, fallecido en 1504. En este caso hay documentos de un censo que vinculan al pintor con la obra de la capilla. De carácter más monumental, con solo tres asuntos historiados —Epifanía y Calvario en la calle central y el Santo Entierro en el banco— y dos parejas de santos en las calles laterales, la presencia de oros en los fondos es aquí mayor incluso que en el retablo de la Concepción, pero San Pedro y San Pablo en el cuerpo superior se disponen en hornacinas cubiertas con veneras de gusto renacentista.[11]​ También han de corresponder a un momento temprano por la presencia de fondos de brocado tomados de Berruguete las tablas del retablo de Carboneras de Guadazaón, desmontadas y conservadas en el Museo Diocesano de Cuenca. Restauradas en 2009, se ha observado en ellas la participación del taller en detalles.[12]​ En la composición, la presencia de brocados deja ya amplio sitio a los paisajes y las arquitecturas clásicas organizadoras del espacio, como se observa en la escena del ángel apareciéndose a san José con la orden de dejar Egipto para volver a Nazaret, con una cinta en las manos la que se lee «Revertere in terram Iuda». Enmarcada por dos pilastras situadas en primer término, esquema compositivo que el mismo Borgoña repetirá en los frescos de la Sala Capitular de la catedral toledana, la escena discurre en una galería de columnas marmóreas y arcos de medio punto abierta a un paisaje como se encuentra también, más elaborada, en la posterior Anunciación del retablo mayor de la catedral de Ávila.[13][14]

Las primeras obras de datación segura conservadas son las que realizó en 1508 para el retablo mayor de la catedral de Ávila. Dejado sin acabar por Pedro Berruguete, fallecido en 1503, fue continuado por un enigmático pintor de nombre Santa Cruz, de quien se sabe que trabajaba en él en febrero de 1507 y a quien se atribuyen las tablas de la Resurrección, el Calvario y la Epifanía, y fue completado por Juan de Borgoña según el contrato firmado por el artista el 23 de marzo de 1508 por el que se obligaba a

acabar e reparar e poner en perfeçion los tableros que Berruguete pintor e Santa Cruz que dios aya pintaron e de dar en perfeçion limpios e muy bien acabados.[15]

Las tablas de Borgoña en este retablo son las seis de las entrecalles con un apóstol en cada una y cinco de sus historias mayores: la Transfiguración de la calle central y las tablas de la Anunciación, Natividad, Presentación en el templo y Descenso al Limbo de las calles laterales. En ellas se encuentra plenamente formado ya el estilo de sus mejores obras toledanas, evidenciando al tiempo la formación italiana y su interés por la figura humana, incluso desnuda (Descenso al Limbo).[16][17]

Su trabajo en la Sala Capitular de la catedral de Toledo comienza el 5 de junio de 1508 con la tasación de las labores de policromía del artesonado de las que se habían encargado Luis de Medina, Diego López y Alonso Sánchez. Solo unos días después cobró de la catedral por un viaje que hizo para encontrarse con Cisneros, «para informar a su Señoría de la pintura del cabildo hecha, y ver lo que mandaba de lo que está por hacer».[18]​ El apoyo del cardenal Cisneros, que le encargará algunas de las obras más importantes en lo pictórico de la catedral de Toledo, resultó decisivo para la consolidación de su arte, más avanzado que el practicado por Pedro Berruguete y su entorno en Castilla. A juzgar por las cláusulas de su testamento relativas al luto, es muy posible por otra parte que Borgoña sintonizase con los postulados espirituales del cardenal, de los que se habría hecho intérprete en los sucesivos encargos catedralicios: decoraciones de la Sala Capitular y su zaguán (1508-1511), Capilla Mozárabe (1514) y librería (1519).[19]

La paralización de las obras catedralicias a la muerte de Cisneros obligó a Juan de Borgoña a buscar nuevos clientes, atendiendo a sus demandas con un número cada vez mayor de ayudantes, lo que daría origen a una escuela de pintura toledana que se extiende por las dos Castillas y alcanza hasta bien avanzada la segunda mitad del siglo XVI. Ya antes de 1519 se había encargado de las pinturas del retablo mayor de la parroquial de Camarena (in situ), al que seguirán los retablos del monasterio de San Juan de la Penitencia en Toledo por encargo del obispo de Ávila Francisco Ruiz, limitando su intervención aquí a los de la capilla del obispo, el del monasterio de San Miguel de los Ángeles (1531), actualmente en la catedral de Madrid, con amplia participación del taller, el primitivo de la Colegiata de Pastrana, del que se conserva alguna tabla en su Museo de Tapices, y el retablo de la parroquial de Cuerva, perdido, en el que trabajaba en 1536.

Por la información contenida en su testamento, fechado el 11 de septiembre de 1536, consta que de su primer matrimonio con Quiteria Fernández había tenido tres hijos: Luis, licenciado, con estudios en Salamanca, Alcalá y Toledo, Águeda de los Ángeles, monja, y Juan, pintor, a quien entregaba los útiles de pintura y encomendaba la tarea de terminar las obras que dejaba inacabadas y que eran los desaparecidos retablos de Escalona y Cuerva. Tras enviudar, en febrero de 1514, contrajo segundas nupcias con Inés de Torquemada, viuda y madre de una hija. El matrimonio tuvo otros seis hijos de los que al menos uno, Gaspar, siguió el oficio paterno aunque no ha sido posible documentar obras a su nombre. Disfrutaba de una posición económica desahogada. El número de sus discípulos y colaboradores o seguidores directos es muy grande, como cabría suponer por el elevado número de contratos, contándose entre los más cercanos Juan de Villoldo, Pedro de Cisneros, Antonio de Comontes, Lorenzo de Ávila y su propio hijo, Juan de Borgoña el Joven.[20]

Obra

Frescos de la Sala Capitular

Frescos de la Sala Capitular de la Catedral de Toledo : La presentación de la Virgen en el Templo y la Anunciación, 1508-1511.

Bajo el artesonado mudéjar de la sala, con la pluralidad de lenguajes artísticos que caracteriza al clasicismo hispano, Borgoña supo crear un ambiente plenamente renacentista merced a la aparente apertura de sus muros por medio de arquitecturas fingidas y amplios paisajes de claros colores italianos, recreando en sus frescos el aspecto de un studiolo quattrocentista, aspecto que aún se ve reforzado por la galería de retratos de los prelados toledanos situada bajo los frescos, al modo de una galería de Uomini illustri.[16]​ Los pagos a Borgoña, «por lo que ha pintado en la Sala Capitular», se extienden desde junio de 1508 a noviembre de 1511, cobrando a razón de once mil maravedíes por cada una de las quince historias de que consta.[21]

Ya en la antesala o zaguán, en la que trabajaron bajo su dirección Luis de Medina, Alonso Sánchez y Diego López, colaboradores de Borgoña al menos desde 1498, cubrió los muros con fingidas arquitecturas y paisajes vacíos, sirviendo de marco a una serie de jarrones de flores que se anticipan a la aparición del bodegón aislado, manifestando un gusto por lo decorativo enteramente italiano.[22]

En la sala capitular propiamente dicha, esos espacios ficticios sirven de marco al relato narrativo que va del Abrazo en la Puerta Dorada, en el que se prefigura la Inmaculada concepción, al Juicio Final, situado a los pies de la sala, separando cada escena por medio de columnas corintias soportando zapatas, excepto las del relato de la Pasión de la cabecera, unificadas por el paisaje de gusto flamenco. La influencia fundamental es la de Ghirlandaio y sus frescos para Santa María Novella, cuyo esquema de organización sigue, con una claridad y un interés por la luz mayores de lo que se encuentra en Ghirlandaio y que podría deberse a influencia de Piero della Francesca y Cosimo Rosselli.[23]​ La arquitectura juega un papel primordial en la organización de las composiciones, tanto en la creación de espacios exteriores como en los interiores, nunca completamente cerrados (Nacimiento de la Virgen). Sirviéndose de un lenguaje ecléctico, en el que caben elementos góticos como el Templo de Jerusalén en la escena de la Purificación de María, en su conjunto son los motivos arquitectónicos vitrubianos los dominantes. Pero las arquitecturas, en este caso, actúan como marco para la figura humana, que es la auténtica protagonista de los frescos, incluso desnuda (Juicio Final), y que va a ser destacada por la utilización de la luz y el color, con los que dota de volumen y monumentalidad a cada una de las figuras que en número reducido ocupan los distintos encasamentos.[24]

Capilla Mozárabe

La conquista de Orán (detalle), 1514; capilla Mozárabe, catedral de Toledo.

De distinto orden son las pinturas al fresco de la capilla Mozárabe, reducto de la primitiva liturgia hispánica. Las pinturas de sus paredes, dos rectangulares y una rematada en medio punto, fueron encargadas por el cardenal Cisneros en 1514, cinco años después de la campaña contra la «secta mahometana» culminada con la conquista de Orán, en la que el cardenal había tomado parte activa. En ellas Borgoña relata esa campaña con un conciso sentido narrativo, destacando el papel de Cisneros sin concesiones a la alegoría. Se trata, pues, de una de las primeras ocasiones en España en la que un suceso histórico sirve de soporte a un programa pictórico, resuelto además por Juan de Borgoña con un convincente tratamiento naturalista aunque, forzado por el carácter de la narración, eleve convencionalmente las líneas del horizonte para dar cabida a un mayor número de figuras en cada escena, en detrimento de la claridad.

Lo que explica su inclusión en el recinto de una capilla es el sentido providencialista y mesiánico del que Cisneros dotó a la campaña militar, destinada a volver a «reunir el rebaño en torno a un solo pastor»,[25]​ una aspiración a la que Cisneros llegó desde profundas convicciones humanistas y cristianas, las mismas convicciones que le habían llevado a reunir en un espacio común artesonados mudéjares y novedades italianizantes.

Referencias

Notas

  1. Angulo, pp. 9-10.
  2. Mateo Gómez, pp. 16-17.
  3. Angulo, p. 11.
  4. González Ramos, p. 423.
  5. Mateo Gómez, p. 31.
  6. Ceán, t. I, p. 163.
  7. Marías, pp. 203-204.
  8. Gaeta, Letizia, Juan de Borgoña e gli altri. Relazioni artistiche tra Italia e Spagna nel '400, Galatina, 2012. Diego Angulo o Fernando Marías, especialistas en la obra de Borgoña, nada dicen de ese supuesto viaje, expresamente rechazado por Roberto Longhi e Isabel Mateo: Mateo Gómez, p. 34.
  9. Vasallo Toranzo, Luis, «Pedro Berruguete y Juan de Borgoña en el retablo de San Ildefonso de Toro», Boletín del Museo Nacional de Escultura, 7 (2003), págs. 15-23; pp. 16-17.
  10. Angulo, pp. 26-27.
  11. Mateo Gómez, p. 53.
  12. González Pelayo, Canto; Moreno Serrano, Eva (Marzo, 2010). «Las Tablas de Juan de Borgoña del Museo Diocesano de Cuenca. Un proyecto de intervención del Centro de Restauración y Conservación de Castilla-La Mancha». Informes sobre patrimonio histórico de Castilla-La Mancha. Consejería de Cultura, Turismo y Artesanía. 
  13. Angulo, p. 30.
  14. Mateo Gómez, pp. 38-39 y 42.
  15. Citado en Mateo Gómez, p. 62.
  16. a b Marías, p. 204.
  17. Angulo, pp. 24-25.
  18. Citado en Mateo Gómez, p.66.
  19. Marías, p. 206.
  20. El testamento de Borgoña, con el inventario de los bienes de su primera esposa han sido publicados por Fernando Marías, «Datos sobre la vida y la obra de Juan de Borgoña», Archivo Español de Arte, t. 49, nº 194 (1976), pp. 180-181. Sobre estas cuestiones puede verse también Mateo Gómez, pp. 163-167.
  21. Mateo Gómez, pp. 66-67.
  22. Dolphin, Erika, Archbishop Francisco Jiménez de Cisneros and the Decoration of Chapter Room and Mozarabic Chapel in Toledo Chatedral, ProQuest, 2008, ISBN 9780549745303, pp. 122 y 138.
  23. Angulo, p. 14.
  24. Marías, pp. 204-205.
  25. Unum ovile et unum pastor!..., citado en Bataillon, p. 52. Acerca del carácter de la expedición a Orán y de su acogida esperanzada en los círculos humanísticos de París, que veían en ella la realización de los ideales de Lefèvre d'Étaples, vid. Bataillon, pp. 51-61.

Bibliografía

  • Angulo Íñiguez, Diego, Juan de Borgoña, Madrid, Instituto Diego Velázquez del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1954.
  • Bataillon, Marcel, Erasmo y España. Estudios sobre la historia espiritual del siglo XVI, México, Madrid, Buenos Aires, F.C.E., 1966, segunda edición, ISBN 84-375-0158-X
  • Ceán Bermúdez, Juan Agustín, Diccionario de los más ilustres profesores de las Bellas Artes en España, Madrid, 1800.
  • Checa Cremades, Pintura y escultura del Renacimiento en España, 1450-1600, Madrid, 1983, ISBN 84-376-0404-4
  • González Ramos, Roberto, «Memorial de Juan de Borgoña sobre la decoración del claustro de la catedral de Toledo (1498 (?)», Archivo Español de Arte, LXXIX, 316 (2006), pp. 422-425
  • Marías, Fernando, El largo siglo XVI, Madrid, Taurus, 1989, ISBN 84-306-0102-3
  • Mateo Gómez, Isabel, Juan de Borgoña, Madrid, Fundación de Apoyo a la Historia del Arte Hispánico, 2004, ISBN 84-933914-1-7
  • Sánchez Rivera, Jesús Ángel, «Las pinturas de Juan de Borgoña en la sala capitular de la catedral de Toledo. Aproximación crítica a su historiografía», Anales toledanos, nº 40 (2004), págs. 149-164.

Enlaces externos