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Veni, Sancte Spiritus

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Pentecostés (1597-1600), obra de El Greco que representa la venida del Espíritu Santo sobre María y los apóstoles. Museo del Prado, Madrid.

La secuencia de Pentecostés Veni Sancte Spiritus es una oración en latín, con la que la Iglesia pide su asistencia al Espíritu Santo. Recuerda la primera venida del Espíritu Santo sobre los Apóstoles en Pentecostés, narrada en el capítulo 2 de los Hechos de los Apóstoles.

El texto se atribuye a Stephen Langton (alrededor de 1150-1228), arzobispo de Canterbury, aunque también fueron considerados sus autores tanto el rey de Francia Roberto II el Piadoso (970-1031) como el papa Inocencio III (ha. 1161-1216).

Veni Sancte Spiritus es una de las cinco secuencias que se mantuvieron tras la reforma litúrgica realizada por el Concilio de Trento.

El texto en latín y su traducción

Latín Castellano
Veni, Sancte Spiritus,
et emitte cælitus
lucis tuæ radium.
Veni, pater pauperum,
veni, dator munerum,
veni, lumen cordium.
Consolator optime,
dulcis hospes animæ,
dulce refrigerium.
In labore requies,
in æstu temperies,
in fletu solatium.
O lux beatissima,
reple cordis intima
tuorum fidelium.
Sine tuo numine
nihil est in homine,
nihil est innoxium.
Lava quod est sordidum,
riga quod est aridum,
sana quod est saucium.
Flecte quod est rigidum,
fove quod est frigidum,
rege quod est devium.
Da tuis fidelibus
in te confidentibus
sacrum septenarium.
Da virtutis meritum,
da salutis exitum,
da perenne gaudium.
Amen. Alleluia.
Ven, Espíritu Santo,
y desde el cielo
envía un rayo de tu luz.
Ven padre de los pobres,
ven dador de las gracias,
ven luz de los corazones.
Consolador óptimo,
dulce huésped del alma,
dulce refrigerio.
Descanso en el trabajo,
en el ardor frescura,
consuelo en el llanto.
Oh luz santísima:
llena lo más íntimo
de los corazones de tus fieles.
Sin tu ayuda
nada hay en el hombre,
nada que sea inocente.
Lava lo que está manchado,
riega lo que es árido,
cura lo que está enfermo.
Doblega lo que es rígido,
calienta lo que es frío,
dirige lo que está extraviado.
Concede a tus fieles
que en Ti confían,
tus siete sagrados dones.
Dales el mérito de la virtud,
dales el puerto de la salvación,
dales el eterno gozo.
Amén, Aleluya.

Indulgencia

El Enchiridion Indulgentiarum de 2004 concede indulgencia parcial en determinadas circunstancias. [1][2]

Véase también

Referencias

  1. A aquellos que han cantado o recitado devotamente el himno: al amanecer o al atardecer; al inicio o al final de la jornada laboral; antes o después del alimento espiritual
  2. Enchiridion Indulgentiarum, Concessiones', n° 26, Libreria Editrice Vaticana, 4ª edición, 2004, p. 71. ISBN 88-209-2785-3.

Bibliografía

Enlaces externos