Diferencia entre revisiones de «Definiciones de fascismo»
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Las distintas definiciones de fascismo y de lo que constituye un gobierno fascista existentes son objeto de gran controversia, y fuente de numerosas y acaloradas disputas. Historiadores, politólogos y otros académicos llevan décadas discutiendo la naturaleza exacta del fascismo y sus principios básicos.
La mayoría de académicos coincide en que un "régimen fascista" es, por encima de todo, una forma de gobierno autoritaria, aunque no todos los regímenes autoritarios sean fascistas. El autoristarismo es, en el fascismo, tan solo una de sus características, de forma que la mayoría de académicos afirman que son necesarios más rasgos identificativos para poder definir un régimen autoritario como fascista.
De forma similar, el fascismo como ideología es también difícil de definir. Originalmente, el fascismo se refería a un movimiento político que existió en un solo país (Italia) durante menos de 30 años, y que gobernó dicho país entre 1922 y 1943 bajo el mando de Benito Mussolini. Es evidente que si esa definición se limita al fascismo italiano original, el término fascismo tendrá poco sentido fuera de la historia de la política italiana. La mayoría de académicos, por tanto, prefiere usar la palabra fascismo en un sentido más genérico para referirse a una ideología (o grupo de ideologías) que fue influyente en muchos países en muchos momentos distintos. Para ese propósito, hay que identificar un "mínimo fascista", es decir, las condiciones mínimas indispensables que debe cumplir un grupo político para poder ser considerado fascista. La mejor forma de hacerlo es considerar cuál ha sido la propia definición de fascismo para diversos autores relevantes.
Benito Mussolini
Benito Mussolini, Il Duce, dictador de Italia antes de y durante la Segunda Guerra Mundial, firmó una entrada en la Enciclopedia Italiana en 1932 titulada doctrina del fascismo.[1][2] Suele citarse a ese texto como la definición "original" del fascismo italiano, el cual, a su vez, es considerado el fascismo "original". Sin embargo, el valor de las afirmaciones de Mussolini sobre su propio movimiento político es objeto de discusión.
Algunos extractos destacados de una de las traducciones de la Doctrina del fascismo:
Aunque el XIX fuera el siglo del socialismo, el liberalismo y la democracia, eso no significa que el siglo XX deba ser también el del socialismo, el liberalismo y la democracia. Las doctrinas políticas pasan; las naciones permanecen. Somos libres de creer que este es el siglo de la autoridad, un siglo que tiende hacia 'el bien', un siglo fascista. Si el XIX fue el siglo del individuo (liberalismo implica individualismo), somos libres de creer que este es el siglo del 'colectivo', y por tanto el siglo del estado
La concepción fascista del estado es totalmente incluyente; fuera del mismo no puede existir ningún valor humano o espiritual, mucho menos tener valor. Comprendido esto, el fascismo es totalitario, y el estado fascista - síntesis y unidad que incluye todos los valores - interpreta, desarrolla y potencia toda la vida de un pueblo
El fascismo es una concepción religiosa en la que un hombre es visto bajo la perspectiva de su relación inmanente con una ley superior y con una Voluntad objetiva que trasciende al individuo particular y le eleva a la pertenencia consciente a una sociedad espiritual. Cualquiera que no haya visto en las políticas religiosas del régimen fascista nada más que mero oportunismo, no ha entendido que el fascismo, aparte de ser un sistema de gobierno, es también, y sobre todo, un sistema de pensamiento
Franklin D. Roosevelt
Franklin Delano Roosevelt, Presidente de los Estados Unidos entre 1933 y 1945, en su texto de 1942 Mensaje del Presidente de los Estados Unidos transmitiendo recomendaciones relativas al fortalecimiento y la imposición de las leyes antitrust[3] describió el fascismo de la forma siguiente de gobernar el pais de Francia!
La primera verdad es que la libertad de una democracia no está a salvo si la gente tolera el crecimiento del poder en manos privadas hasta el punto de que se convierte en algo más fuerte que el propio estado democrático. Eso, en esencia, es el fascismo - la propiedad del estado por parte de un individuo, de un grupo, o de cualquier otro que controle el poder privado
Stanley G. Payne
Stanley G. Payne, en su obra de 1980 Fascismo:Comparación y definición,[4] usa una larga lista de características para identificar al fascismo, incluyendo (entre otras)
- Creación de un estado autoritario
- Creación y control de un sector económico integrado en el estado
- Uso de simbología fascista
- Antiliberalismo
- Anticomunismo
- conservadurismo
Roger Griffin
Roger Griffin pone el énfasis en el aspecto de la retórica popular fascista que reclama un "renacimiento" de la nación y la etnia entremezcladas.[5] Según Griffin:
El fascismo se define mejor como una forma revolucionaria de nacionalismo, una que pretende ser una revolución política, social y ética, fusionando al "pueblo" en una dinámica comunidad nacional bajo el mando de las nuevas élites infusas en valores heroicos. El mito central que inspira ese proyecto es el de que tan solo un único movimiento populista e interclasista de purificación, un renacimiento nacional catárquico (palingénesis), puede detener la ola de decadencia.[6]
También según Griffin, durante los años 1990 se desarrolló un amplio consenso académico en el ámbito de las ciencias sociales dentro del mundo angloparlante, centrado en la siguiente definición de fascismo:
[El fascismo es] una forma genuínamente revolucionaria de anti liberalismo transcláseo, y en su último análisis, nacionalismo anticonservador. Como tal, es una ideología profundamente inmersa en conceptos de modernización y modernidad, ha asumido una considerable variedad de formas externas para adaptarse al contexto histórico y nacional particular en el que aparece, y ha desatado una gran cantidad de corrientes culturales e intelectuales, tanto entre la izquierda como entre la derecha, anti modernas y pro modernas, con el fin de articularse como un cuerpo de ideas, lemas y doctrinas. En el período de entre guerras se manifestó principalmente en la forma de un "partido armado" dirigido por una élite, que intentó, normalmente de forma infructuosa, generar un movimiento de masas populista a través de un estilo político lleno de liturgia y un programa de políticas radicales que prometían vencer una amenaza representada por el socialismo internacional, acabar con la degeneración que afectaba la nación bajo el liberalismo, y traer una renovación radical de la vida social, política y cultural del país, como parte de lo que era comúnmente considerado como una nueva era inaugurada en la civilización occidental. El mito movilizador central del fascismo, que condiciona su ideología, su propaganda, su estílo político y sus acciones, es la visión del inminente renacer de la nación desde la decadencia.[7]
Griffin afirma que la definición anterior puede condensarse en una sola frase:
El fascismo es una ideología política cuyo núcleo mítico en sus varias permutaciones es una forma palingénica de ultranacionalismo populista[8]
La palabra palingénico se refiere a la noción de renacimiento (en este caso, renacimiento nacional), y tiene un significado similar a los términos "apocalíptico" y "milenario", aunque sin connotaciones religiosas.
Ramiro Ledesma Ramos
El fundador de las JONS, uno de los principales teóricos del fascismo en España, analiza el fascismo en su libro ¿Fascismo en España?
Fácilmente se comprenderá que cuantas veces utilizamos aquí la palabra "Fascismo" lo hacemos como una concesión al vocabulario polémico mundial, pero sin gran fe en la exactitud expresiva, ya que, por nuestra parte, nos inclinamos a negar al fascismo propiamente dicho características universales...Nos fijaremos en dos factores, que sin ser desde luego los únicos, ni quizá los de más profundidad, han influido considerablemente en la universalización del fascismo.
Helos aquí:
1) Su tendencia al descubrimiento jurídico-político de un Estado nuevo, con la pretensión histórica de que ese Estado signifique, para el espíritu y las necesidades de la época, lo que el Estado liberal-parlamentario significó en todo el siglo XIX, hasta la Gran guerra.
2) Su estrategia de lucha contra una fuerza social -el marxismo, el partido clasista de los proletarios-, venciéndola revolucionariamente, y sustituyéndola en la ilusión y en el entusiasmo de las masas...
No hay ni puede haber una Internacional fascista. El fascismo, como fenómeno mundial, no es hijo de una fe ecuménica, irradiada proféticamente por nadie. Es más bien un concepto que recoge una actitud mundial, que señala una coincidencia amplísima en la manera de acercarse el hombre de nuestra época a las cuestiones políticas, sociales y económicas más altas. Pero hay en esa actitud mundial zonas irreductibles, que son las primeras en denunciar la no universalidad originaria del fascismo. Pues su dimensión más profunda es lo "nacional". De ahí que el fascismo no tenga otra universalidad que la que le preste el soporte "nacional" en que nace ...
¿Qué significa, en resumen, ser fascista? ¿Qué características ofrece esa actitud moral, política y económica que en el mundo entero se califica hoy de actitud fascista? ¿Qué aspiraciones y qué propósitos tienen esos movimientos que el mundo conoce y señala como movimientos fascistas?
Parece que esas preguntas pueden hoy ser contestadas, y ello, de acuerdo con lo que antes dijimos, sin necesidad de dirigir exclusivamente el catalejo hacia Italia y hacia Mussolini, sino capturando una dimensión esencial de nuestra época, y de la que, en realidad, es ya consecuencia y producto el fascismo italiano mismo.
Señalemos brevemente, en esquemas, las características y afirmaciones centrales, definitorias, que en opinión nuestra determinan el fascismo como fenómeno mundial:
1) La Patria es la categoría histórica y social más firme. Y el culto a la Patria, el impulso creador más vigoroso.
2) El Estado liberal-parlamentario no es ya el Estado nacional. Las instituciones demoburguesas viven al margen del interés de la Patria y del interés del pueblo. No representan ni interpretan ese interés.
3) La oposición a la democracia burguesa y parlamentaria es la oposición a los poderes feudalistas de la sociedad actual.
4) El marxismo es la solución bestial, antinacional y antihumana que representa el clasismo proletario para resolver los evidentes problemas e injusticias, propias del régimen capitalista. La primera incompatibilidad de tipo irresoluble del fascismo se manifiesta frente a los marxistas. Tan irresoluble, que sólo la violencia más implacable es una solución.
5) Desde el momento en que el fascismo no es un producto de los sectores más conformistas de la sociedad, es decir, de los grupos más satisfechos y partidarios de la actual ordenación económica y política, su régimen y su victoria implican, necesariamente, grandes transformaciones revolucionarias.
6) El fascismo busca un nuevo sentido de la autoridad, de la disciplina y de la violencia. Respecto a la autoridad, vinculándola en jefes verdaderos. Respecto a la disciplina, convirtiéndola en liberación, en eficacia y en grandeza del hombre.
Idea nacional profunda. Oposición a las instituciones demoburguesas, al Estado liberal-parlamentario. Desenmascaramiento de los verdaderos poderes feudalistas de la actual sociedad. Incompatibilidad con el marxismo. Economía nacional y economía del pueblo frente al gran capitalismo financiero y monopolista. Sentido de la autoridad, de la disciplina y de la violencia.
[9]
José Antonio Primo de Rivera
José Antonio Primo de Rivera habla del fascismo en el diario ABC el 22 de marzo de 1933, en una carta dirigida a su director Juan Ignacio Luca de Tena: Algunas de sus afirmaciones son las siguientes:
El fascismo no es una táctica: la violencia. Es una idea: la unidad. Frente al marxismo, que afirma como dogma la lucha de clases, y frente al liberalismo, que exige como mecánica la lucha de partidos, el fascismo sostiene que hay algo sobre los partidos y sobre las clases, algo de naturaleza permanente, trascendente, suprema: la unidad histórica llamada Patria. La Patria, que no es meramente el territorio donde se despedazan aunque sólo sea con las armas de la injuria varios partidos rivales ganosos todos del Poder. Ni el campo indiferente en que se desarrolla la eterna pugna entre la burguesía, que trata de explotar a un proletariado, y un proletariado, que trata de tiranizar a una burguesía. Sino la unidad entrañable de todos al servicio de una misión histórica, de un supremo destino común, que asigna a cada cual su tarea, sus derechos y sus sacrificios.En un Estado fascista no triunfa la clase más fuerte ni el partido más numeroso que no por ser más numeroso ha de tener siempre razón, aunque otra cosa diga un sufragismo estúpido, que triunfa el principio ordenado común a todos, el pensamiento nacional constante, del que el Estado es órgano.
Para encender una fe, no de derecha (que en el fondo aspira a conservarlo todo, hasta lo injusto), ni de izquierda (que en el fondo aspira a destruirlo todo, hasta lo bueno), sino una fe colectiva, integradora, nacional, ha nacido el fascismo. En su fe reside su fecundidad, contra la que no podrán nada las persecuciones. Bien lo saben quienes medran con la discordia. Por eso, no se atreven sino con calumnias. Tratan de presentarlo a los obreros como un movimiento de señoritos, cuando no hay nada más lejano del señorito ocioso, convidado a una vida en la que no cumple ninguna función, que el ciudadano del Estado fascista, a quien no se reconoce ningún derecho sino en razón del servicio que presta desde su sitio. Si algo merece llamarse de veras un Estado de trabajadores, es el Estado fascista. Por eso, en el Estado fascista y ya lo llegarán a saber los obreros, pese a quien pese los sindicatos de trabajadores se elevan a la directa dignidad de órganos del Estado.[10]
Emilio Gentile
Emilio Gentile describe el fascismo como "la sacralización de la política" a través de métodos totalitarios.[11]
Robert Paxton
Robert Paxton, profesor emérito de la Universidad de Columbia, define el fascismo en su libro Anatomía del fascismo como:
[...] una forma de comportamiento político marcada por la obsesiva preocupación por el declinar, humillación o victimismo de la comunidad, así como por cultos compensatorios de unidad, energía y pureza, en los que un partido de masas o un conjunto de militantes nacionalistas comprometidos, trabajando en difícil pero efectiva colaboración con las élites tradicionales, abandona las libertades democráticas y persigue, con redentora violencia y sin restricciones éticas o legales, metas de limpieza interna y expansión externa.[12]
Véase también
Referencias
- ↑ Mussolini, Benito: Doctrina del fascismo, Enciclopedia Italiana, Istituto Giovanni Treccani, Roma
- ↑ The Doctrine of Fascism online (en inglés)
- ↑ Franklin D. Roosevelt, "Appendix A: Message from the President of the United States Transmitting Recommendations Relative to the Strengthening and Enforcement of Anti-trust Laws", The American Economic Review, Vol. 32, No. 2, Parte 2, Suplemento, Documentos relativos al Temporary National Economic Committee (Jun., 1942), pp. 119-128.[1] (en inglés)
- ↑ Payne, Stanley - Fascism: Comparison and Definition, University of Wisconsin Press, 1980
- ↑ Griffin, Roger, Fascism, Oxford University Press 1995 (en inglés)
- ↑ Roger Griffin, Nature of Fascism, New York: St. Martin’s Press, 1991, p. xi
- ↑ Roger Griffin, The palingenetic core of generic fascist ideology, capítulo publicado en la obra de Alessandro Campi (ed.), Che cos'è il fascismo? Interpretazioni e prospettive di ricerche, Ideazione editrice, Roma, 2003, pp. 97-122.
- ↑ Roger Griffin, The palingenetic core of generic fascist ideology (en inglés)
- ↑ El Fascismo, como hecho o fenómeno mundial. Del libro ¿Fascismo en España?
- ↑ José Antonio Primo de Rivera habla del fascismo. José Antonio Primo de Rivera. ABC, 22 de marzo de 1933
- ↑ Emilio Gentile, The Sacralization of Politics in Fascist Italy, traducido al inglés por Keith Botsford (Cambridge, Mass.: Harvard University Press, 1996).
- ↑ Robert O. Paxton, The Anatomy of Fascism, página 218. Knopf, 2004