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Diferencia entre revisiones de «Titán (mitología)»

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Urano mantuvo a todos los hijos de Gea atrapados en su vientre, y ésta gemía del esfuerzo. Finalmente Crono, el menor de ellos, se ofreció a atacar a su padre, le castró, y liberó así a los hijos de Gea, proclamándose rey de los titanes, con Rea como su esposa y reina.
Urano mantuvo a todos los hijos de Gea atrapados en su vientre, y ésta gemía del esfuerzo. Finalmente Crono, el menor de ellos, se ofreció a atacar a su padre, le castró, y liberó así a los hijos de Gea, proclamándose rey de los titanes, con Rea como su esposa y reina.


Rea engendró con Crono una nueva generación de dioses, pero éste, temeroso de que algún día le derrocasen, los tragó enteros uno a uno. Sin embargo, ésta logró esconder a su sexto hijo, Zeus, dándole a tragar en su lugar a Crono una roca envuelta en pañales que éste tragó confiado, y escondió a Zeus en [[Creta]], protegido por los [[Curetes]].
Rea engendró con Crono una nueva generación de dioses, pero éste, temeroso de que algún día le derrocasen, los tragó enteros uno a uno. Sin embargo, ésta logró esconder a su quinto y sexto hijos, Poseidón y Zeus, dándole a tragar en su lugar a Crono un potro y una roca envuelta en pañales, respectivamente, que éste tragó confiado, y escondió a Zeus en [[Creta]], protegido por los [[Curetes]].


Cuando Zeus se hizo adulto, sometió a Crono por la astucia más que por la fuerza, usando un [[emético]] preparado con la ayuda de Gea, su abuela, que le obligó a vomitar a sus hermanos. Comenzó entonces una guerra entre los dioses más jóvenes y los mayores, en la que Zeus fue ayudado por los Hecatónquiros, los [[Gigantes]] y los [[Cíclopes]], quienes una vez más habían sido liberados del Tártaro. Zeus venció tras una larga lucha y encerró a los Titanes que se le habían enfrentado en el Tártaro.
Cuando Zeus se hizo adulto, sometió a Crono por la astucia más que por la fuerza, usando un [[emético]] preparado con la ayuda de Gea, su abuela, que le obligó a vomitar a sus hermanos. Comenzó entonces una guerra entre los dioses más jóvenes y los mayores, en la que Zeus fue ayudado por los Hecatónquiros, los [[Gigantes]] y los [[Cíclopes]], quienes una vez más habían sido liberados del Tártaro. Zeus venció tras una larga lucha y encerró a los Titanes que se le habían enfrentado en el Tártaro.

Revisión del 07:17 4 feb 2010

La caída de los Titanes de Rubens.

En la mitología griega, los Titanes —masculino— y Titánides —femenino— (en griego antiguo Τιτάν, plural Τιτᾶνες) eran una raza de poderosos dioses que gobernaron durante la legendaria edad dorada.

Los Titanes fueron doce desde su primera aparición literaria, en la Teogonía de Hesíodo; en su Biblioteca mitológica Apolodoro añade un decimotercero, Dione, una doble de Tea. Estaban relacionados con diversos conceptos primordiales, algunos de los cuales simplemente se extrapolaban de sus nombres: el océano y la fructífera tierra, el sol y la luna, la memoria y la ley natural. Los doce Titanes de la primera generación fueron liderados por el más joven, Crono, quien derrocó a su padre, Urano (‘Cielo’), a instancias de su madre, Gea (‘Tierra’).

Posteriormente los Titanes engendraron una segunda generación, notablemente los hijos de Hiperión (Helios, Eos y Selene), las hijas de Ceo (Leto y Asteria) y los hijos de Jápeto (Prometeo, Epimeteo, Atlas y Menecio).

Los Titanes precedieron a los doce olímpicos, quienes, guiados por Zeus, terminaron derrocándolos en la Titanomaquia (‘Guerra de los Titanes’). La mayoría de ellos fueron entonces encarcelados en el Tártaro, la región más profunda del inframundo.

En Hesíodo

En la Teogonía de Hesíodo los doce Titanes siguen a los Hecatónquiros y los Cíclopes como grupo de hijos menores de Urano y Gea:

Más tarde yació con Urano y trajo a Océano el de profundos remolinos, a Ceo y
Crío e Hiperión y Jápeto, a Tea y Rea, a Temis y Mnemósine y a Febe la de dorada
corona y a la encantadora Tetis. Tras ellos nació el astuto Crono, el
benjamín y más terrible de sus hijos, y éste odió a su vigoroso padre.

Urano mantuvo a todos los hijos de Gea atrapados en su vientre, y ésta gemía del esfuerzo. Finalmente Crono, el menor de ellos, se ofreció a atacar a su padre, le castró, y liberó así a los hijos de Gea, proclamándose rey de los titanes, con Rea como su esposa y reina.

Rea engendró con Crono una nueva generación de dioses, pero éste, temeroso de que algún día le derrocasen, los tragó enteros uno a uno. Sin embargo, ésta logró esconder a su quinto y sexto hijos, Poseidón y Zeus, dándole a tragar en su lugar a Crono un potro y una roca envuelta en pañales, respectivamente, que éste tragó confiado, y escondió a Zeus en Creta, protegido por los Curetes.

Cuando Zeus se hizo adulto, sometió a Crono por la astucia más que por la fuerza, usando un emético preparado con la ayuda de Gea, su abuela, que le obligó a vomitar a sus hermanos. Comenzó entonces una guerra entre los dioses más jóvenes y los mayores, en la que Zeus fue ayudado por los Hecatónquiros, los Gigantes y los Cíclopes, quienes una vez más habían sido liberados del Tártaro. Zeus venció tras una larga lucha y encerró a los Titanes que se le habían enfrentado en el Tártaro.

A pesar de ello los dioses mayores dejaron su huella en el mundo: Océano siguió circundando el mundo, y el nombre de la ‘brillante’ Febe fue añadido como epíteto a Apolo, «Apolo Febo». Algunos de ellos no habían luchado contra los olímpicos y se convirtieron en piezas clave del nuevo gobierno: Mnemósine como Musa, Rea, Hiperión, Temis (o ‘ley de la naturaleza’) y Metis.

Titanomaquia

La caída de los Titanes, de Cornelis van Haarlem (1588).

Los griegos de la edad clásica conocían varios poemas sobre la guerra entre los dioses y muchos de los Titanes, la Titanomaquia (‘Guerra de los Titanes’). El principal de ellos, y el único que ha sobrevivido, fue la Teogonía atribuida a Hesíodo. Un poema épico perdido titulado Titanomaquia y atribuido al bardo tracio ciego Tamiris, a su vez un personaje legendario, era mencionado de pasada en el ensayo Sobre la música que una vez fue atribuido a Plutarco. Los Titanes también jugaron un papel prominente en los poemas atribuidos a Orfeo. Aunque sólo se conservan fragmentos de los relatos órficos, revelan interesantes diferencias con la tradición hesíodica.

Estos mitos griegos de la Titanomaquia caen dentro de una clase de mitos similares presentes en Europa y Oriente Próximo, donde una generación o grupo de dioses se enfrenta a los dominantes. A veces éstos son suplantados. Otras los rebeldes pierden y son totalmente apartados del poder o bien incorporados al panteón. Otros ejemplos serían las guerras de los Ases con los Vanir y los Jotunos en la mitología escandinava, el épico Enuma Elish babilónico, la narración hitita del «Reino del Cielo» y el oscuro conflicto generacional de los fragmentos ugaritas. La rebelión de Lucifer en la mitología cristiana también caería en esta categoría.

En las fuentes órficas

Hesíodo no tiene sin embargo la última palabra sobre los Titanes. Algunos de los fragmentos que se conservan de la poesía órfica en particular guardan algunas variaciones del mito.

En un texto órfico, Zeus no se limitó a atacar a su padre con violencia. En su lugar, Rea preparó un banquete para Crono, y éste se emborrachó con miel fermentada. En lugar de encerrarlo en el Tártaro, Crono fue arrastrado —todavía borracho— a la cueva de Nix, donde siguió durmiendo y vaticinando por toda la eternidad.

Otro mito acerca de los Titanes no mencionado por Hesíodo gira en torno a Dioniso. En un momento determinado de su reinado, Zeus decidió ceder el trono en favor del infante Dioniso, que como Zeus a su edad era protegido por los Curetes. Los Titanes decidieron matar al niño y reclamar el trono para ellos: se pintaron las caras de blanco con yeso, distrajeron a Dioniso con juguetes, y entonces lo despedazaron, y cocieron y asaron sus miembros, dándose un festín con ellos, mientras que de la sangre de la víctima nacía un granado. Zeus, enfurecido, castigó a los Titanes fulminándolos con sus rayos. Atenea guardaba el corazón del niño en un muñeco de yeso, a partir del cual Zeus hizo a un nuevo Dioniso. Esta historia es narrada por los poetas Calímaco y Nono, que llaman a este Dioniso «Zagreo», y también en cierto número de textos órficos, en los que no se usa tal nombre.

Una variación de esta historia, recogida por el filósofo neoplatónico Olimpiodoro, ya en la era cristiana, dice que la humanidad surgió del humo grasiento que despedían los cadáveres de los Titanes al arder, muertos por el rayo de Zeus. Otros escritores anteriores insinúan por el contrario que la humanidad nació de la sangre derramada por los Titanes en su guerra contra los Olímpicos.

Píndaro, Platón y Opiano se referían sin pensárselo dos veces a la «naturaleza titánica» del hombre. Que esto se refiera a algún tipo de «pecado original» enraizado en el asesinato de Dioniso sigue siendo objeto de acalorado debate por parte de los mitógrafos.[cita requerida]

Primera generación

La primera generación de Titanes, hijos de Urano y Gea, está formada por:

  • Titanes:
    • Océano, el río que circundaba el mundo.
    • Ceo, titán de la inteligencia.
    • Crío, dios de los rebaños y las manadas, esposo de Euribia (hija de Ponto) y padre de Palas.
    • Hiperión, el fuego astral.
    • Jápeto, esposo de la oceánide Clímene y padre de Prometeo, ancestro de la raza humana.
    • Cronos, el más joven, que destronó a Urano y fue rey de los dioses.
  • Titánides:
    • Febe, la de la corona de oro.
    • Mnemósine, personificación de la memoria y madre de las Musas con Zeus.
    • Rea, reina de los dioses con Crono.
    • Temis, encarnación del orden divino, las leyes y las costumbres, y madre de las Horas y las Moiras con Zeus.
    • Tetis, diosa del mar.
    • Tea, diosa de la vista.

Algunos autores consideran también parte de esta generación a Dione, si bien otros la consideran una oceánide.

El matrimonio entre hermanos era corriente en la mitología griega, y varios Titanes y Titánides se unieron, engendrando una segunda generación de Titanes:

Segunda generación

Cabeza de un Titán (Museo Arqueológico Nacional de Atenas).

Por extensión, se conoce también con el nombre de Titanes a algunos de los descendientes de los de primera generación:

  • Asteria, hija de Ceo y Febe.
  • Astrea, diosa de la justicia, predecesora de Dice.
  • Astreo, padre de los vientos y las estrellas errantes.
  • Atlas, castigado a sostener sobre sus hombros con los pilares que mantenían la tierra separada de los cielos.
  • Eos, la aurora.
  • Eósforo, la estrella de la mañana y de la tarde (Venus).
  • Epimeteo, hermano de Prometeo, progenitores de la humanidad.
  • Helios, el sol.
  • Leto, madre de Apolo y Artemisa.
  • Menecio, hijo de Jápeto y Asia.
  • Palas, dios de la sabiduría.
  • Perses, hijo de Crío y Euribia.
  • Prometeo, el amigo de los mortales que robó el fuego de los dioses.
  • Selene, diosa de la luna.
  • Titán, hermano de Helios y dios (quizá) del calendario anual.

Otros miembros de la segunda generación no suelen ser llamados Titanes:

Generación incierta

Hay algunos Titanes de los que no se sabe a qué generación pertenecen:

  • Anitos, uno de los que criaron a la Señora, hija de Deméter.
  • Lelanto, padre con la oceánide Peribea de Aura, una cazadora frigia.
  • Titanis, considerada por algunos madre de Temis.

En el siglo XX

Algunos investigadores del siglo XX, prominentemente Jane Ellen Harrison, han argumentado que un ritual iniciático o chamánico subyace en el desmembramiento y canibalismo que practican los Titanes en mito de Dioniso. Harrison también señala que la palabra «Titán» procede del griego τιτανος, que significa ‘tierra blanca’, ‘arcilla’ o ‘yeso’, y que los Titanes eran ‘hombres de arcilla blanca’ u hombres cubiertos de arcilla blanca o polvo de yeso en sus rituales.[1]​ El investigador M. L. West también señala lo mismo en relación a los ritos iniciáticos chamanes de las primitivas prácticas religiosas griegas.[2]

Debido a la confusión con los Gigantes, varios objetos gigantes han sido bautizado en alusión a los Titanes, como por ejemplo el famoso buque RMS Titanic o el ave predadora gigante Titanis walleri. (Véase también «Titán».)

Notas

  1. «Los Titanes por tanto, los hombres de arcilla blanca, eran hombre reales disfrazados de espíritus para realizar ritos iniciáticos. Sólo más tarde, cuando su significado se olvida, son explicados como Titanes, gigantes mitológicos.» Harrison (1912) pág. 17 y siguientes.
  2. Según West (1983).

Bibliografía

Véase también

Enlaces externos