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Los procesos liberalizadores implicaron un nuevo golpe a la vida tradicional [[indígena]], al eliminar los [[Cabildo colonial|cabildos]] indígenas regidos por los usos y costumbres y las parcelas comunales, que fueron privatizadas y pasaron a manos de [[caciques]] locales. Esto empeoró aún más las condiciones de vida [[indígenas]] y los obligó en muchos casos a trabajar como semiesclavos para los nuevos amos. |
Los procesos liberalizadores implicaron un nuevo golpe a la vida tradicional [[indígena]], al eliminar los [[Cabildo colonial|cabildos]] indígenas regidos por los usos y costumbres y las parcelas comunales, que fueron privatizadas y pasaron a manos de [[caciques]] locales. Esto empeoró aún más las condiciones de vida [[indígenas]] y los obligó en muchos casos a trabajar como semiesclavos para los nuevos amos. |
Revisión del 22:59 4 feb 2010
Los pueblos indigenas de México están integrados por ciudadanos mexicanos que se asumen étnicamente como indígenas y son considerados como tales por otros indígenas. En el segundo artículo de su constitución política, México se define a sí mismo como una nación pluricultural, en reconocimiento a los diversos pueblos indígenas que habitan en su territorio. La Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI) considera que la población indígena mexicana es de unos doce millones de personas, que corresponden aproximadamente al 11% de la población en México que se registraron en el I Conteo de Población (1995).[1]
En contraste con otros países de América Latina, donde los pueblos indígenas corresponden en su mayoría a un solo grupo lingüístico, cuyo idioma ha sido elevado a la categoría de cooficial en compañía del español, en México existen alrededor de 62 pueblos indígenas que hablan entre sesenta y dos y más de una centena de lenguas diferentes (dependiendo de la fuente consultada). Como parte de las leyes reglamentarias del artículo 2º de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, las lenguas de estos pueblos son reconocidas como lenguas nacionales, en la misma categoría que el español, pero en la práctica su uso oficial está extremadamente limitado: publicación de algunas leyes, educación bilingüe en los niveles más bajos, publicación de materiales de divulgación y algunos sitios de internet.
Origen del término indio
Cristobal Colón llegó a América el 12 de octubre de 1492 y, tras desembarcar en la isla de Guanahaní, en el archipiélago de las Bahamas, creyó haber llegado a alguna isla cercana a la India. El almirante llamó indios a los pobladores de la isla, aunque en realidad se trataba de taínos,[2] y para ser más específicos, se trataba de lucayos.[3] Lo que no imaginaba Colón es que al bautizar a los habitantes de Guanahaní con ese nombre —y luego hacerlo general para todos los habitantes de las islas y tierra firme que fue pisando en sus viajes— también estaba bautizando a innumerables pueblos de los cuales probablemente nunca tuvo noticia. Entre estos pueblos desconocidos están los mesoamericanos, oasisamericanos y aridoamericanos —y los descendientes de todos ellos—, pobladores del territorio que en la actualidad conocemos como México.
El término indio y sus derivados, como indígena, se emplean comúnmente para designar a los individuos pertenecientes a los pueblos originarios de América, aunque el término correcto es "indígena" y no indio. El hecho de que también sea empleado a modo de insulto entre y por los grupos centrales de las sociedades latinoamericanas es revelador de su carácter como designación de un conjunto de personas que se ubican en la periferia de la estructura social. Llamar a una persona indio es equivalente, en ciertos contextos, a calificar despectivamente a una persona como pobre, ignorante, gente sin razón. El significado social del término tiene una dimensión histórica que comienza precisamente en el tiempo del descubrimiento de América por parte de los europeos.
Historia
Laa llegada y establecimiento de colonias españolas en las Antillas tuvo consecuencias muy graves para los indígenas de aquella región americana. De hecho, prácticamente desaparecieron al paso de unas pocas décadas, forzados a trabajar en las encomiendas o asimilados cultural y racialmente a los recién llegados. Pero tras el descubrimiento de nuevas tierras más allá del Mar Caribe, hubo un replanteamiento de la posición que deberían tomar los españoles ante las sociedades más complejas que ocupaban el territorio continental. De entre los muchos pasajes que dejaron los cronistas españoles de la conquista de México, algunos de ellos revelan cierta sorpresa ante las ciudades de los mesoamericanos, establecimientos que poco tenían que ver con los que encontraron en las islas del Caribe. Bernal Díaz del Castillo describía en los siguientes un día de tianguis en Tlatelolco, según recordaba el día que los españoles subieron por primera vez al Templo Mayor.
Y después de bien mirado y considerado todo lo que habíamos visto, tornamos a ver la gran plaza y la multitud de la gente que en ella había, unos comprando, otros vendiendo, y el rumor y zumbido de voces y palabras que allí había sonaba más que de una legua, y entre nosotros hubos soldados que habían estado en muchas partes del mundo, y en Constantinopla, y en toda Italia y Roma, y dijeron que plaza tan bien acompasada y con tanto concierto y tamaña y llena de gente no la habían visto[4]
Pocos años después de la Conquista, tuvo lugar un duro debate entre múltiples posiciones que pretendían un acercamiento a los habitantes de las tierras sometidas. La legislación introducida por la Corona consideraba a los habitantes de las nuevas tierras conquistadas como súbditos de la Corona, pero introdujo formas de explotación para su evangelización a cambio de trabajo (como la encomienda o la mita), lo que revirtió muy negativamente en sus condiciones de vida. Los conquistadores sostenían que las nuevas tierras les pertenecían por derecho de conquista, mientras otros españoles proponían que la dominación española en América era un acto de injusticia, y que sus consecuencias para los naturales eran nefastas. Una de las plumas más típicas de esta posición es la de Bartolomé de las Casas, fraile dominico que escribió varios textos acerca de los destrozos que causaban los recién llegados en América. Por ejemplo, a propósito de la conquista de la Nueva España, Las Casas se quejaba ante la Corona de que durante los doce años que iban de la llegada de los europeos al suelo americano, iban cometiendo tantos hechos espantables que no podría bastar lengua ni noticia e industria humana para describirlos.
Así que, desde la entrada de la Nueva España, que fue a dieciocho de abril del dicho año de dieciocho, hasta el año de treinta, que fueron doce años enteros, duraron las matanzas y estragos que las sangrientas e crueles manos y espadas de los españoles hicieron continuamente en cuatrocientas e cincuenta leguas en torno cuasi de la ciudad de México e a su alrededor, donde cabían cuatro y cinco grandes reinos, tan grandes e harto más felices que España.[5]
En respuesta a estos abusos la Corona separó jurídica y geográficamente a los indígenas de los europeos en las llamadas República de indios y República de españoles. El establecimiento del régimen colonial en la Nueva España significó en principio la sustitución de la cúspide azteca del poder establecido por españoles, es decir, el sometimiento de los pueblos vasallos del Imperio azteca a la Corona española. Esto significó el mantenimiento de las estructuras de poder locales en la 'República de Indios', con un régimen jurídico aparte pero inferior a la 'República de españoles': la Inquisición no tenía jurisdicción sobre los indios, pero éstos estaban obligados al pago de un impuesto personal. Los indígenas tenían un estatus jurídico intermedio entre los blancos y los miembros de otras razas ('República de castas'), pero su posición social era inferior, especialmente debido al desconocimiento del español. La política de evangelización fue en parte responsable de esta segregación social y lingüística pero también del mantenimiento de las lenguas indígenas, ya que en principio la Corona exigió a los evangelizadores predicar en las lenguas indígenas, después sólo en las principales y por último en náhuatl. Sólo en el siglo XVIII, cuando la proporción de hispanohablantes fue mayor, las escuelas e iglesias indígenas comenzaron a introducir el español.[6]
A largo plazo, sin embargo, los 'señoríos' indígenas cayeron en decadencia por la pérdida de población, su aislamiento geográfico y económico, la institución de la encomienda y la evolución política y económica, con lo que el poder pasó de forma definitiva a las ciudades habitadas por blancos y mestizos.
Los indígenas no aceptaron sumisamente la autoridad de la Nueva España y el predominio blanco y mestizo sobre sus tierras, sino que emprendieron numerosísimas rebeliones durante su historia: yaquis (1740, 1767)[1], mixes (1570), mayas (1712, 1761), rarámuris (1690, 1698), zapotecos (1660, 1770) y muchas otras, todas sometidas de forma sangrienta. Pero el Virreinato supuso una convulsión gigantesca en la forma de vida indígena, con nuevas relaciones de poder, una economía y alimentación diferentes (introducción del café, trigo, cebada, vacas, ovejas, gallinas, cerdos, aparición de la minería a gran escala) y una religión diferente (unida con la antigua en un sincretismo típicamente mexicano).
Independencia y siglo XIX
La participación indígenas, fue importante para la Independencia de México, ésta no supuso grandes cambios para la aún entonces mayoría indígena de México. La imposición del español en todos los asuntos públicos[7] se acompañó de la obligatoriedad de la escuela primaria en español para toda la población, fue el cambio más trascendental para los indios.
Los procesos liberalizadores implicaron un nuevo golpe a la vida tradicional indígena, al eliminar los cabildos indígenas regidos por los usos y costumbres y las parcelas comunales, que fueron privatizadas y pasaron a manos de caciques locales. Esto empeoró aún más las condiciones de vida indígenas y los obligó en muchos casos a trabajar como semiesclavos para los nuevos amos.
Las rebeliones indígenas contra las continuas expropiaciones y la explotación por parte de blancos y mestizos continuaron: zapotecos (1839-1853), nahuas de Guerrero (1842-46), huastecos (1879-1882), yaquis (1825-1897) y la llamada Guerra de Castas, rebelión maya que creó un estado independiente en Yucatán. Estas rebeliones fueron sofocadas por el nuevo gobierno mexicano con tanta saña como el colonial, incluyendo deportaciones masivas, como la de yaquis a Yucatán o la venta de mayas como esclavos a Cuba,[8] después de las masacres de mestizos y blancos en numerosas ciudades de la península de Yucatán. La intolerancia entre los dos grupos no parecía sino crecer, como señala Justo Sierra O'Reilly en su libro 'Los indios de Yucatán':
Yo quisiera hoy que desapareciera esa raza maldita y jamás volviese a aparecer entre nosotros [...] yo los maldigo hoy por su ferocidad salvaje, por su odio fanático y por su innoble afán de exterminio.
El siglo XX vio sin embargo la llegada de un indio a la máxima jerarquía de la nación, Benito Juárez, zapoteco casado con criolla, y de un mestizo mixteco-criollo, Porfirio Díaz, quien sin embargo se distinguió por su política represora antiindígena y de 'blanqueamiento' de la población (Guerra del Yaqui, fin de la Guerra de Castas).
Siglo XX
A principios del siglo XX los indios mexicanos eran más de la mitad de la población, su participación en la Revolución Mexicana pidiendo tierras y mejores condiciones de vida, se vio satisfecha sólo parcialmente con la (reforma agraria, creación de ejidos), pero continuaron siendo marginados y pobres.
En tiempo de la guerra de la independencia de 1810 encabezada por el padre Hidalgo, somos los indígenas que más sangre dimos por la independencia y libertad de nuestra patria. Pero después de esa guerra de independencia y de libertad los indígenas seguimos ocupando el mismo lugar de esclavos, de pobres, de humillados y olvidados, se ignoraron la sangre de nuestros caídos y la existencia de los que sobrevivieron. Entonces no hubo libertad ni independencia de los indígenas, solo se cambiaron de amos y señor. Luego la revolución de 1910, también somos los indígenas y campesinos los que más sangre y vida dimos por tierra y libertad porque fueron nuestros hermanos indígenas y campesinos los que pelearon con valentía y heroísmo sin temor de perder más que la propia vida. Pero después de esa revolución tampoco hubo tierra ni libertad para los indígenas y campesinos. Los que asumieron el poder a nombre de la revolución después del asesinato de nuestro general Emiliano Zapata también se olvidaron de los indígenas [...][9]
Pueblos
Pueblos indígenas de México | ||||
Grupo | Nombre nativo | Población étnica[10] | Territorio étnico | |
---|---|---|---|---|
Nahua | Náhuatl | 2.445.969 | Centro de México | |
Maya | Maya | 1.475.575 | Península de Yucatán | |
Zapoteco | Binizáa | 777,253 | Valles, Sierra e Istmo | |
Mixteco | Ñuu sávi | 726.601 | Región Mixteca | |
Otomí | Hñähñü | 646.875 | Centro de México | |
Totonaca | Tachihuiin | 411.266 | Sierra Madre Oriental | |
Tzotzil | Batsil winik | 406.962 | Chiapas | |
Tzeltal | Winik atel | 384.074 | Chiapas | |
Mazahua | Jñatio | 326.660 | Valle de Toluca | |
Mazateco | Ha shuta enima | 305.836 | Región de Tuxtepec (Oaxaca) | |
Huasteco | Téenek | 226.447 | Región Huasteca | |
Chol | Winik | 220.978 | Chiapas | |
Purépecha | P'urhépechas | 202.884 | Meseta Tarasca | |
Chinanteco | Tsa jujmí | 201.201 | Región de Tuxtepec | |
Mixe | Ayüük | 168.935 | Sierra de Juárez | |
Tlapasnek | Me'phaa | 140.254 | Montaña Guerrerense | |
Tarahumara | Rarámuri | 121.835 | Sierra Tarahumara | |
Mayo | Yoreme | 91.261 | Valles del Mayo y del Fuerte | |
Zoque | O'de püt | 86.589 | Istmo de Tehuantepec | |
Chontal de Tabasco | Yokot | 79.438 | Chontalpa (Tabasco) | |
Popoluca | Tuncápxe | 62.306 | Istmo de Tehuantepec | |
Chatino | Cha'cña | 60.003 | Costa de Oaxaca | |
Amuzgo | Tzañcue | 57.666 | Montaña Guerrerense | |
Tojolabal | Tojolwinik | 54.505 | Chiapas | |
Huichol | Wixárika | 43.929 | Puerto Vallarta | |
Tepehuano | O'dami | 37.548 | ||
Triqui | Guî zhiànjhan | 29.018 | Noroeste oaxaqueño | |
Popoloca | [Ngigua] | 26.249 | ||
Cora | Nayeeri | 24.390 | ||
Mame | Qyool51 | 23.812 | ||
Yaqui | Yoeme | 23.411 | ||
Cuicateco | Nduudu yu | 22.984 | ||
Huave | Ikööds | 20.528 | ||
Tepehua | Hamasipini | 16.051 | ||
Kanjobal | K'anjobal | 12.974 | ||
Chontal de Oaxaca | Slijuala sihanuk | 12.663 | ||
Pame | Xigüe | 12.572 | ||
Chichimeca jonaz | Ézar | 3.169 | ||
Matlatzinca | Botuná | 3.005 | ||
Guarijío | Makurawe | 2.844 | ||
Chuj | Chuj | 2.719 | ||
Chocho | Runixa ngiigua | 2.592 | ||
Tacuate | 2.379 | |||
Ocuilteco | Pijejak | 1.759 | ||
Pima | Tohono o'odham | 1.540 | ||
Jacalteco | Abxubal | 1.478 | ||
Kekchí | K'ekchí | 987 | ||
Lacandón | Hach t'an | 896 | ||
Ixcateco | 816 | Ixcatlan Oaxaca | ||
Seri | Comcaac | 716 | Costa sonorense | |
Motocintleco | Qatok | 692 | ||
Quiché | Q'iché | 524 | ||
Kakchiquel | K'akchikel | 675 | ||
Paipai | Akwa'ala | 418 | Playas De Rosarito | |
Pápago | Tohono o'odam | 363 | ||
Cucapá | Es péi | 344 | Mexicali | |
Kumiai | Ti'pai | 328 | Cd.Tijuana | |
Kikapú | Kikapooa | 251 | ||
Cochimí | Laymón, mti'pá | 226 | Ensenada | |
Ixil | Ixil | 224 | ||
Kiliwa | Ko'lew | 107 | ||
Aguacateco | 59 | |||
Otros pueblos1 | 728 | |||
No especificado | 202.597 | |||
Notas
- ↑ INI, 1998.
- ↑ La traducción de este etnónimo —nombre de una etnia— es gente buena
- ↑ De donde el primer nombre del archipiélago de las Bahamas: islas Lucayas
- ↑ Díaz del Castillo, 1998: 173.
- ↑ Las Casas, 2007.
- ↑ La política del lenguaje en México, Shirley Brice Heath, INI, 1986.
- ↑ Sobre el lenguaje que debe usarse en los escritos de oficio, Congreso mexicano, 31 de mayo de 1822
- ↑ Guerra de castas, la venta de indios mayas a Cuba 1848-1861, Javier Rodríguez Piña, CONACULTA 1990.
- ↑ http://palabra.ezln.org.mx/comunicados/2005/2005_09_16_b.htm EZLN, Apertura de 'La otra campaña', 2006
- ↑ Según estimación del Instituto Nacional Indigenista (INI), 1995.
Libros célebres sobre los indios actuales
- La Familia Otomí-Pame del México Central, Jacques Soustelle.
- Las Enseñanzas de Don Juan, Carlos Castañeda
- Los Indios de México, Fernando Benítez
- Viaje al País de los Tarahumaras, Antonin Artaud
- Los Zapotecas: Binni Záa, Macario Matus
Bibliografía general
- Agencia Central de Inteligencia (CIA, 2007): "México", en The World Factbook, consultado el 9 de marzo de 2007.
- Díaz del Castillo, Bernal (1998): Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, Porrúa, México.
- Instituto Nacional Indigenista (INI: 1998): "Lenguas indígenas de México", en el sitio en internet de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI), consultado el 9 de marzo de 2007.
- De las Casas, Bartolomé (2007) [1552]: Brevísima relación de la destrucción de las Indias, en el espacio en internet Ciudad Seva, consultado el 9 de marzo de 2007.
- Rodríguez Piña, Javier (1990): Guerra de castas: la venta de indios mayas a Cuba 1848-1861, Conaculta.
- Cifuentes, Bárbara (1998): Historia de los pueblos indígenas de México: Multilingüismo a través de la historia, INI
- Brice Heath, Shirley (1986): La política del lenguaje en México: de la colonia a la nación, INI
Enlaces externos
- Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas
- Las lenguas indígenas de México
- Indígenas de México y Bolivia
- Asamblea de Migrantes Indígenas de la Ciudad de México
- Edición electrónica del libro Los pueblos indígenas de México, 100 preguntas de Carlos Zolla y Emiliano Zolla Márquez, UNAM, 2005.