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Santísima Trinidad

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Retaule de la Trinitat 1489. Museu Rigau Perpinyà 2.jpg
Representación de la Santísima Trinidad hacia 1489.

La Santísima Trinidad es el dogma central sobre las personas que conforman al único Dios en la mayoría de las iglesias cristianas. Esta creencia afirma que Dios es un ser único en tres personas distintas o hipóstasis: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.

Algunas confesiones minoritarias, como las iglesias unitarias (solamente hay una persona), los testigos de Jehová (arrianos) y los pentecostales unicitarios (una persona en tres manifestaciones) así como las iglesias binitarias (hay dos personas únicamente), rechazan esta creencia. Los mormones afirman creer en la Trinidad pero tienen una interpretación específica,[1]​ indicando que Dios Padre, Jesucristo y el Espíritu Santo son seres completamente separados que trabajan juntos en completa unidad, bajo el mismo propósito (triteísmo).[2]

Fuera del ámbito del cristianismo, pero en otra fe también monoteísta, el Corán menciona la Trinidad y se muestra contrario a ella.[3]

Perspectivas históricas

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En el año 215 d. C., Tertuliano fue el primero en usar el término «Trinidad» (Trinitas). Anteriormente Teófilo de Antioquía ya había usado la palabra griega τριάς trias (tríada) en su obra A Autólico (c. 180) para referirse a Dios, su Verbo (Logos) y su Sabiduría (Sophia).[4]​ Tertuliano, en uno de sus escritos polémicos dirigidos contra Práxeas, un seguidor de la doctrina cristiana conocida como «monarquianismo», Adversus Praxeam II, diría que «los tres son uno, por el hecho de que los tres proceden de uno, por unidad de substancia».[nota 1]

La fórmula fue adquiriendo forma con el paso de los años y no fue establecida definitivamente hasta el siglo IV:

La definición del Concilio de Nicea (325), sostenida desde entonces con mínimos cambios por las principales denominaciones cristianas, fue la de afirmar que el Hijo era consustancial (ὁμοούσιον, homousion, literalmente ‘de la misma sustancia’) al Padre. Esta fórmula fue cuestionada y la Iglesia pasó por una generación de debates y conflictos hasta que la «fe de Nicea» fue reafirmada en Constantinopla en 381.[5]

Concilios

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En el Primer Concilio de Nicea (325) toda la atención se concentró en la relación entre el Padre y el Hijo, y fue redactado el credo niceno incluso mediante el rechazo de algunas frases típicas arrianas mediante algunos anatemas anexados al credo; sin hacer ninguna afirmación similar acerca del Espíritu Santo.[cita requerida]

Creemos en un solo Dios, Padre todopoderoso, creador de todas las cosas visibles e invisibles; y en un solo Señor Jesucristo, el Hijo de Dios; unigénito nacido del Padre, es decir, de la sustancia del Padre; Dios de Dios, luz de luz, Dios verdadero de Dios verdadero; engendrado, no creado; de la misma naturaleza del Padre; por quien todo fue hecho: tanto lo que hay en el cielo como en la tierra; que por nosotros, los hombres, y por nuestra salvación bajó y se encarnó, se hizo hombre, padeció y resucitó al tercer día, (y) subió a los cielos, vendrá a juzgar a vivos y muertos; y [creemos] en el Espíritu Santo. Y a los que dicen: hubo un tiempo en que no existió [el Hijo]; antes de ser engendrado no existió; fue hecho de la nada o de otra hipóstasis o naturaleza, pretendiendo que el Hijo de Dios es creado y sujeto de cambio y alteración, a éstos los anatematiza la santa Iglesia católica apostólica.
Credo Niceno

Pero, en el Primer Concilio de Constantinopla (381) se indicó que el Espíritu Santo es adorado y glorificado junto con Padre y el Hijo (συμπροσκυνούμενον καὶ συνδοξαζόμενον), sugiriendo que era también consustancial a ellos redactando así el Credo niceno-constantinopolitano.

Creemos en un solo Dios, Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible; y en un solo Señor, Jesucristo, el unigénito de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos, luz de luz, Dios verdadero de Dios verdadero; engendrado, no creado, consustancial con el Padre, por quien todo fue hecho; que por nosotros los hombres y por nuestra salvación bajó del cielo y se encarnó por obra del Espíritu Santo y de María la Virgen y se hizo hombre; por nuestra causa fue crucificado en tiempo de Poncio Pilato y padeció y fue sepultado, y resucitó al tercer día según las Escrituras y subió al cielo; y está sentado a la derecha del Padre; y de nuevo vendrá con gloria, para juzgar a vivos y muertos, y su reino no tendrá fin. Y en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre; que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, que habló por los profetas. En una Iglesia santa, católica y apostólica. Confesamos un solo bautismo para la remisión de los pecados. Esperamos la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro. Amén.
Credo Niceno-Constantinopolitano[6]

Esta doctrina fue posteriormente ratificada por el Concilio de Calcedonia (451), sin alterar la sustancia de la doctrina aprobada en Nicea.[nota 2]

A finales del siglo VI, algunas iglesias de habla latina agregaron las palabras "y del Hijo" (Filioque) en la descripción de la procesión del Espíritu Santo, ya que las palabras no fueron incluidas en el texto del credo ni por el Concilio de Nicea ni por el de Constantinopla. Esto se incorporó a la práctica litúrgica de Roma en 1014. Con el tiempo, la cláusula Filioque se convirtió en una de las principales causas del Cisma de Oriente y Occidente en 1054 y en los fracasos de los repetidos intentos de unión.

Según el XI Concilio de Toledo (675) el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son iguales en cuanto a su naturaleza o sustancia, pero son distintas en cuanto a la distinción de personas:

Porque cuando decimos: el que es el Padre no es el Hijo, nos referimos a la distinción de personas, pero cuando decimos: el Padre es lo que el Hijo es, el Hijo, lo que es el Padre, y el Espíritu Santo lo que es el Padre y el Hijo, esto se refiere claramente a la naturaleza o sustancia.[7]

El Cuarto Concilio de Letrán (1215) agrega:

En Dios solo hay una Trinidad, ya que cada una de las tres personas es esa realidad, es decir, sustancia, esencia o naturaleza divina. Esta realidad no engendra ni se origina; el Padre engendra, el Hijo es engendrado y el Espíritu Santo procede. Por lo tanto, hay una distinción de personas pero una unidad de naturaleza. Aunque, por lo tanto, el Padre es una persona, el Hijo otra persona y el Espíritu Santo otra persona, no son realidades diferentes, sino que lo que es el Padre es el Hijo y el Espíritu Santo, todos iguales, por lo tanto, según la fe ortodoxa y católica, se cree que son consustanciales.[8]

Antecedentes bíblicos

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Gráfica ilustrativa del concepto de la Trinidad

En la Biblia se encuentran alusiones tanto al Padre como al Hijo y al Espíritu Santo que se han presentado como menciones implícitas de la naturaleza de Dios.

Hay diversas citas del Antiguo Testamento en las que aparecen referencias a Dios en plural.[9]

Fórmula trinitaria

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La fórmula trinitaria aparece en el bautismo en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo (Mateo 28:19)

El apóstol Pablo cerró una de sus epístolas diciendo: «La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros» (2 Co 13:14).[10]

La Primera epístola de Juan (en versiones bíblicas que contienen la coma joánica) afirma: «Porque tres son los que dan testimonio en el cielo: el Padre, el Verbo y el Espíritu Santo; y estos tres son uno». (1 Juan 5:7).

Fuentes posteriores

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Fuera de los libros considerados canónicos, la fórmula trinitaria está presente en la Didaché, documento cristiano datado del siglo I por la mayoría de los estudiosos contemporáneos: «Os bautizaréis en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo en agua viva (corriente). Pero si no tienes agua corriente, entonces bautízate en otra agua […]. Pero si no tienes ni una ni otra, entonces derrama agua sobre la cabeza tres veces en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo» (Did 7,1-3).[11]

Además de la controversia sobre la naturaleza de Jesús —si era humano, divino, o ambas cosas a la vez— y su origen —si era eterno o temporal—, así como otras cuestiones similares relativas al Espíritu Santo, el problema central del dogma trinitario radica en justificar la distinción entre una “sustancia” única y una triple “personalidad”. La mayoría de las iglesias protestantes, al igual que las ortodoxas y la Iglesia católica, sostienen que este es un misterio inaccesible para la inteligencia humana.

Santísima Trinidad, titular de la Hermandad de la Trinidad (Sevilla), que procesiona por las calles de Sevilla en la tarde del Sábado Santo.

La Iglesia católica

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La Iglesia católica dice: “La Trinidad es el término con que se designa la doctrina central de la religión cristiana […] Así, en las palabras del Símbolo Quicumque: ‘el Padre es Dios, el Hijo es Dios y el Espíritu Santo es Dios, y sin embargo no hay tres dioses, sino un solo Dios’. En esta Trinidad […] las Personas son co-eternas y co-iguales: todas, igualmente, son increadas y omnipotentes […]”.[12]​ Así, Dios se revela a sí mismo como una comunión de personas.[13]

Dios es una substancia (traducido a veces también por "esencia" o por "naturaleza") en tres personas o hipóstasis distintas, las tres personas son consubstanciales (de la misma substancia). Las personas divinas no se reparten la única divinidad, sino que cada una de ellas es enteramente Dios: "El Padre es lo mismo que es el Hijo, el Hijo lo mismo que es el Padre, el Padre y el Hijo lo mismo que el Espíritu Santo, es decir, un solo Dios por naturaleza" "Cada una de las tres personas es esta realidad, es decir, la substancia, la esencia o la naturaleza divina", sin embargo, las Personas divinas son realmente distintas entre sí: "El que es el Hijo no es el Padre, y el que es el Padre no es el Hijo, ni el Espíritu Santo el que es el Padre o el Hijo". Son distintos entre sí por sus relaciones de origen: "El Padre es quien engendra, el Hijo quien es engendrado, y el Espíritu Santo es quien procede". La Unidad divina es Trina.[14]

La Iglesia católica recuerda que este dogma fundamental de su fe fue definido en concilios ecuménicos celebrados en Oriente, lo cual es motivo de comunión con las Iglesias orientales.[15]

La Iglesia ortodoxa griega

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La Iglesia ortodoxa griega dice de la Trinidad lo siguiente: «Dios es trino y uno. […] El Padre es totalmente Dios. El Hijo es totalmente Dios. El Espíritu Santo es totalmente Dios».[16]The Catholic Encyclopedia[17]​ afirma que es un dogma y a la vez un misterio como sigue: «Un dogma tan misterioso presupone una revelación divina».

Las iglesias protestantes / evangélicas

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Las iglesias protestantes / evangélicas definen que dentro de la unidad de Dios existen tres distintas personas, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Los tres comparten los mismos atributos y la misma naturaleza; por lo tanto, estos tres constituyen el único Dios.

Personas de la Trinidad

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Según esta doctrina:

Según el dogma católico definido en el Primer Concilio de Constantinopla (381), las tres personas de la Trinidad son realmente distintas pero son un solo Dios verdadero. Esto es algo posible de formular pero inaccesible a la razón humana, por lo que se le considera un dogma de fe. Para explicar este misterio, en ocasiones los teólogos cristianos han recurrido a símiles. Así, Agustín de Hipona comparó la Trinidad con la mente, el pensamiento que surge de ella y el amor que las une.[18]​ Por otro lado, otros teólogos clásicos, como Guillermo de Occam, afirman la imposibilidad de la comprensión intelectual de la naturaleza divina y postulan su simple aceptación a través de la fe.[19]

Perspectiva de santo Tomás de Aquino

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  • Todo ungido presupone por lo menos tres elementos: El que unge, el ungido y la unción.
  • Siendo Jesús el Cristo (es decir, el ungido de Dios), se puede hacer referencia a tres personas:
  1. El que unge: sería Dios Padre.
  2. El ungido: sería Dios Hijo.
  3. La unción: sería Dios Espíritu Santo.[cita requerida]

En el cristianismo no trinitario

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Dentro del cristianismo, existen varias denominaciones cristianas que consideran que la Trinidad no es una doctrina que se encuentre en los textos bíblicos. Ellos se basan en que la Trinidad fue producto del desarrollo teológico en siglos posteriores, bajo influencia del pensamiento filosófico griego,[nota 3]​ Estas son:

  1. El unitarismo o Iglesias unitarias.
  2. Los Testigos de Jehová.
  3. El Pentecostalismo unicitario.
  4. Los Cristadelfianos y grupos como la Iglesia de Dios de la fe en Abraham.
  5. Otros grupos cristianos no trinitarios, como el judaísmo mesiánico y corrientes derivadas del Nuevo Pensamiento.

Unitarismo o Iglesias unitarias

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Las Iglesias y congregaciones unitarias surgieron en el siglo XVI como parte del ala radical de la Reforma protestante y su teología ha evolucionado, desde variantes de sabelianismo y arrianismo en sus orígenes, como las defendidas por autores tales como Miguel Servet y Fausto Socino, a un cristianismo ético y racional que evitaba todo tipo de dogmas. La primera formulación estructurada del credo sociniano se estableció en el Catecismo Racoviano (1605) polaco. Asimismo, el lema tradicional de las Iglesias unitarias de Europa Central de lengua húngara sigue siendo desde su fundación el de "Dios es Uno" (Egy az Isten en húngaro), en alusión a su rechazo de la idea trinitaria.[20]

Perspectiva griega

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Existen tríadas de dioses desde la antigüedad histórica, tal vez por el carácter místico que algunas culturas tienen del número tres.[21]

Las tríadas presentes en religiones o visiones filosóficas corresponden a fuerzas primordiales hipostasiadas o a aspectos del dios supremo. Aunque las relaciones entre los diferentes términos de estas tríadas no sean siempre fáciles de discernir, parece claro que no han sido concebidas en ningún caso partiendo de un modelo como el de la Trinidad cristiana.[22]

En algunas corrientes platónicas, se distinguen varios niveles de realidad, entre las que encontramos tres de gran importancia:

  • Dios, ser absoluto y causa primera.
  • Logos, o razón universal.
  • Anima mundi, alma universal emanada de Dios que anima y gobierna el mundo visible.

En otras ocasiones, la trinidad platónica es descrita como las ideas de Bien, el resto de ideas inteligibles que proceden del Bien, y las ideas materializadas o mundo visible.[23]

Véase también

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Notas

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  1. La palabra τριάς (de la cual el latín trinitas es una traducción) se encuentra primero en Teófilo de Antioquía para 180 a. C. Él habla de «la Trinidad de Dios, Su Palabra y Su Sabiduría» (Ad Autolycum, II, 15, P.G., VI, 1078). Por supuesto, el término puede haberse estado usando antes de su tiempo. Poco tiempo después aparece en su forma latina trinitas en Tertuliano (De pudicitia, c. xxi, P.G., II, 1026). En el siglo siguiente la palabra tiene uso general.— The Catholic Encyclopedia, tomo 15: Trinidad, LA BENDITA, I. EL DOGMA DE LA TRINIDAD, p. 47.
  2. Textos originales en The oecumenical documents of the faith, T. Erbert Bindley, 4.ª ed. rev. F. W. Green, Londres.
  3. Véase, por ejemplo, la argumentación en este sentido de Miguel Servet en su Restitución del Cristianismo, en Obras Completas, Vols. V y VI, Prensas Universitarias, Zaragoza, 2007.

Referencias

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  1. de Salas, Jorge (2004). «La invalidez del Bautismo y sus implicaciones canónicas en el matrimonio». Fidelium Iura (Pamplona, Navarra: Universidad de Navarra) (14): 99-131. Archivado desde el original el 17 de junio de 2013. Consultado el 12 de enero de 2014. 
  2. Sitio web de la iglesia de los mormones (consultado en agosto de 2021).
  3. ¡Gente de la Escritura! ¡No exageréis en vuestra religión! ¡No digáis de Dios sino la verdad: que el Ungido, Jesús, hijo de María, es solamente el enviado de Dios y su Palabra, que Él ha comunicado a María, y un espíritu que procede de Él! ¡Creed, pues, en Dios y en sus enviados! ¡No digáis ‘Tres’! ¡Basta ya, será mejor para vosotros! Dios es solo un Dios Uno. ¡Gloria a Él! Corán 4:171
  4. Uríbarri Bilbao, Gabino, Monarquía y Trinidad, Univ. Pontificia de Comillas, 1996, pp. 127-128.
  5. Cfr Boff (1986), La Trinidad, la sociedad y la liberación, p. 88
  6. Creeds of Christendom.
  7. Toledo-11. THE ELEVENTH COUNCIL OF TOLEDO (675). Consultado el 11 de enero de 2019. 
  8. FOURTH LATERAN COUNCIL (1215) List of Constitutions: 2. On the error of abbot Joachim. Consultado el 11 de enero de 2019. 
  9. El plural puede indicar una deliberación de Dios con su corte celestial (por ejemplo, los ángeles). También puede expresar la majestad y riqueza interior de Dios, cuyo nombre común en hebreo es la forma plural. Por este camino va la interpretación de los padres de la Iglesia, que incluso han visto insinuada en el plural la Trinidad, argumentación que no es aceptada en el judaísmo y en confesiones que rechazan la creencia en la Trinidad. Ver: Escuela bíblica y arqueológica francesa de Jerusalén (1975). Biblia de Jerusalén. Bilbao: Desclée de Brouwer. p. 14. ISBN 84-330-0022-5. 
  10. Escuela Bíblica de Jerusalén, ed. (1975). Biblia de Jerusalén (Edición Española). Bilbao (España): Desclée de Brouwer. p. 1664. ISBN 84-330-0022-5. «Esta fórmula trinitaria, probablemente de origen litúrgico, cf. también Mateo 28,19, tiene eco en diversos pasajes de las epístolas, donde las funciones respectivas de las Tres Personas se presentan según las variaciones de los diversos contextos. […] Obsérvese en I Co 6,11; Ef 4:4-6 las fórmulas ternarias que refuerzan el pensamiento trinitario.» 
  11. Draper, Jonathan (2006). «The apostolics fathers: the Didache». The Expository Times 117 (5): 177-181. ISSN 0014-5246. 
  12. The Catholic Encyclopedia
  13. Genuyt, F.M. (1974). El misterio de Dios (2.ª edición). Barcelona: Editorial Herder. p. 168. ISBN 84-254-0909-8. 
  14. Catecismo de la Iglesia Católica #253-254
  15. Biblioteca de Autores Cristianos, ed. (1976). «Decreto Unitatis redintegratio sobre el ecumenismo». Documentos del Vaticano II (31.ª edición). Madrid. pp. 550-551. ISBN 84-220-0010-5. 
  16. Our Orthodox Christian Faith
  17. The Catholic Encyclopedia
  18. Agustín de Hipona, Sobre la Trinidad
  19. «Filosofía y Educación. Cuaderno de Materiales». www.filosofia.net. Consultado el 24 de septiembre de 2021. 
  20. «6. "EGY AZ ISTEN" - The Word In Romania and Hungary - Brethren in Christ». Consultado el 2009. 
  21. Campbell, Joseph, The Mythic Dimension
  22. Chevalier, Jean; Gheerbrant, Alain (1999). «Trinidad». Diccionario de los Símbolos (6.ª edición). Barcelona: Herder. pp. 1025-1026. ISBN 978-84-254-2642-1.  Con las apreciaciones anteriores, Chevalier y Gheerbrant apuntan varios ejemplos, entre ellos uno poco conocido: según Guamán Poma de Ayala en su Nueva Crónica y buen gobierno, los antiguos peruanos reconocían la existencia de un dios supremo (Illapa = Rayo) en tres personas: el padre (justiciero), el primogénito y el benjamín, señor este último de las lluvias fecundantes y, por tanto, creador de la humanidad.
  23. González, Zeferino, Historia de la Filosofía, Vol. I, RED Ediciones, Barcelona, 2012, pp. 199-201.

Bibliografía

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Enlaces externos

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