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Diamante Taylor-Burton

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Taylor-Burton
General
Categoría Diamante
Propiedades físicas
Color Incoloro
Peso específico 68 quilates (13,6 gramos)

El diamante Taylor-Burton, de 68 quilates (13,6 gramos), ganó notoriedad en 1969 cuando fue adquirido por el actor Richard Burton para su esposa, la actriz Elizabeth Taylor. Burton había perdido la oportunidad de comprar la gema cuando la joyería Cartier ofreció 1 050 000 $ en una subasta previa, batiendo un récord para una joya vendida públicamente.

Miles de personas en Nueva York y Chicago esperaron su turno para contemplar el diamante después de su venta en 1969. Posteriormente, fue lucido por Taylor en el cumpleaños número cuarenta de la princesa Grace de Mónaco y durante la entrega de los premios Óscar en 1970.

Descripción

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El diamante en bruto original fue descubierto en 1966 en la mina Premier de Sudáfrica y pesaba 241 quilates (48,2 gramos). El joyero Harry Winston lo cortó y le dio forma de pera, quedando con un peso de 69,42 quilates (13,884 gramos).

Venta de 1969

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Se anunció que la subasta se realizaría el 23 de octubre de 1969 en la casa Parke-Bernet de Nueva York, estando el diamante listado en el lote 133. La gema fue llevada a Gstaad, Suiza, para que Elizabeth Taylor pudiera verla y luego regresada a los Estados Unidos para la subasta. El esposo de Taylor, el actor Richard Burton, había establecido un monto máximo de 1 000 000 $ para el diamante y tenía a su abogado, Aaron Frosch, ofertando por teléfono desde Londres y a Al Yugler —de la joyería Frank Pollock and Sons— ofertando presencialmente en su nombre.

La subasta comenzó en 200 000 $, pero cuando llegó a los 500 000 $, solo nueve personas continuaban interesadas. El valor fue incrementando de a 10 000 $ luego de los 500 000 $ y al alcanzar los 650 000 $ solo dos personas seguían en la sala. Cuando la cifra llegó a 1 000 000 $, Yugler, que representaba a Taylor y Burton, se retiró. Al poco tiempo la subasta finalizó y muchos se preguntaban quién se había quedado con el diamante, pero luego se reveló que fue Robert Kenmore, de la Kenmore Corporation, la compañía dueña de Cartier.

Algunos de los interesados que abandonaron la subasta fueron el joyero Harry Winston, el sultán de Brunéi Muda Hassanal Bolkiah y el magnate griego Aristóteles Onassis, quien se retiró al llegar a los 700 000 $. El precio final fue de 1 050 000 $, el cual marcó un récord para una subasta pública de una joya. Una condición de la venta estipulaba que la gema podía ser bautizada con el nombre de su nuevo propietario, por lo tanto, pasó a llamarse «Diamante Cartier».

Compra de Burton y Taylor

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Burton y Taylor se encontraban en Inglaterra al momento de la subasta, hospedándose en The Bell Inn de Aston Clinton, Buckinghamshire, donde visitaban a Ifor Jenkins, hermano de Burton. El abogado de Burton, Jim Benton, lo llamó por teléfono después de la subasta para informarle que no había adquirido el diamante. La reacción de Burton quedó registrada en su diario personal posteriormente:

I turned into a raving maniac and insisted that he get Aaron on the phone as soon as possible. Elizabeth was as sweet as only she could be and protested that it didn't matter, that she didn't mind if she didn't have it, that there was much more in life than baubles, that she would manage with what she had. The inference was that she would make do. But not me! ... I screamed at Aaron that bugger Cartiers, I was going to get that diamond if it cost me my life or 2 million dollars whichever was the greater. For 24 hours the agony persisted and in the end I won. I got the bloody thing.
Me convertí en un maníaco delirante e insistí en que llamara a Aaron por teléfono lo antes posible. Elizabeth era tan dulce como solo ella podía ser y aseguró que no le interesaba, que no le importaba si no lo tenía, que había mucho más en la vida que chucherías, que se las arreglaría con lo que tenía. La inferencia fue que ella se las arreglaría. ¡Pero yo no!... Le grité a Aaron ese maldito Cartiers, iba a conseguir ese diamante si me costaba la vida o dos millones de dólares, lo que fuera mayor. Durante 24 horas persistió la agonía y al final gané. Tengo la maldita cosa.

Después de la subasta, Burton pasó todo el día en el teléfono público de The Bell Inn tras haber ordenado a Frosch comprar el diamante a Cartier a cualquier precio. La transacción fue confirmada al día siguiente con un costo de 1 100 000 $ y la gema pasó a llamarse «Diamante Taylor-Burton».

Elizabeth Taylor y Richard Burton
Elizabeth Taylor y Richard Burton en 1965.

Al momento de la venta en 1969, el diamante estaba engastado en un anillo de platino acompañado por dos diamantes más pequeños. La actriz consideró que la piedra era demasiado pesada para llevarla en un anillo y mandó a confeccionar un collar de diamantes de 80 000 $ que incluyera un engaste personalizado para el diamante. El collar fue diseñado para acomodarse perfectamente en el cuello de Taylor, permitiendo al diamante cubrir la cicatriz de traqueotomía que ella tenía a causa de una neumonía que casi le provocó la muerte en 1961.

Anteriormente, Burton le había obsequiado a Taylor el diamante Krupp, de 33,19 quilates (6,638 gramos), con un valor de 307 000 $. Las joyas y otras piezas adquiridas por la pareja se convirtieron oficialmente en activos de un paraíso fiscal denominado Atlantic Corporation.

En 1980, el próximo dueño del diamante, Robert Mouawad, lo volvió a cortar hasta dejarlo en 68 quilates.

Referencias

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