Duda
La duda puede proyectarse en los campos de la decisión y la acción, o afectar únicamente a la creencia, a la fe o a la validez de un conocimiento. Si le antecede una «verdad» convencionalmente aceptada, la duda implica inseguridad en la validez de ésta.
Cuando la duda se acepta como ignorancia puede ser fuente de conocimiento por el estudio y la crítica.[1]
René Descartes es quien inaugura en la filosofía un movimiento tendente a esclarecer las ideas de otros filósofos. Se hizo la pregunta de si es posible un verdadero conocimiento entendiendo por tal aquel del cual no podemos tener la menor duda de su claridad. A partir de esto se establece la duda metódica como herramienta al permitirle dudar de todo cuanto existe; de este constante dudar logra establecer que puede dudar de todo menos de su yo que duda es decir de que su ego existe indubitablemente y ese ego tiene una base concreta en lo real (Véase: cogito ergo sum).[2]
En el renacimiento
[editar]La duda científica hizo su aparición con los que llamamos los «filósofos». En el siglo XVII, el término filosófico abarcaba a lo que hoy llamaríamos «erudito», «científico», «matemático» o «físico». La ruptura proviene del desarrollo de aparatos de observación y medición (del tiempo, del ángulo, de la distancia, del peso, etc.), por parte de precursores como Copérnico (religioso), Tycho Brahe, Kepler , Giordano Bruno (religioso), Galileo (también religioso), cuyas observaciones, particularmente astronómicas, escrupulosamente anotadas y medidas, entraron en contradicción con las enseñanzas de la Iglesia romana.
De esta actitud de duda surgirá gradualmente la duda científica: las verdades de la Iglesia, por definición, son verdades reveladas y, por tanto, aceptadas. Sin embargo, en el siglo XVII, fue necesario mucho trabajo por parte de grandes mentes del humanismo para sacar del corpus religioso ciertas verdades que no tenían ninguna relación ontológica con la religión. En el centro de múltiples debates, las disputas en torno a la astronomía y la cuestión de si la Tierra o el Sol estaban en el centro del universo son las más conocidas y publicitadas.
La ciencia nace, por tanto, de esta confrontación entre las observaciones de los hombres de ciencia, la publicación de estas medidas (como las tablas periódicas de los planetas) y, inicialmente, de las verdades que la Iglesia había integrado en su enseñanza durante casi mil años, pero que, de proceso en proceso, luego en riñas, disputas, polémicas, conducirá a la separación de lo que concierne a la religión y lo que los hombres de la época llamaban filosofía natural y que nosotros llamamos ciencias.
Duda escéptica
[editar]El escepticismo, en un sentido amplio, es generalmente cualquier actitud de duda hacia el conocimiento de algo, sea esto: hechos, opiniones o creencias declaradas como hechos,[3] o de duda respecto de afirmaciones que son tomadas por supuestos en otra parte.[4]
El escepticismo en filosofía es una teoría del conocimiento que afirma la inexistencia de la verdad, o que, si existe, el ser humano es incapaz de conocerla.[5] El término se usó para nombrar a los miembros de la escuela filosófica que "no afirman nada", es decir, que se quedan en reflexión sin pronunciarse ni aceptando ni negando.[6] Adherentes del pirronismo (y más recientemente, sinónimo parcial con falibilismo), por ejemplo, suspenden el juicio en las investigaciones.[7] Los escépticos pueden incluso dudar de la fiabilidad de sus propios sentidos.[8] El escepticismo religioso, por el otro lado, es una "duda respecto de los principios religiosos básicos (tales como la inmortalidad, la providencia, la revelación o la existencia de la deidad)".[9] El escepticismo científico exige dudar de toda la información que no sea apoyada por la evidencia.[10], por lo cual examina científicamente la veracidad de las teorías al someterlas a una investigación sistemática a través del método científico para descubrir si existen pruebas empíricas que las apoyen.Duda cartesiana
[editar]Los argumentos escépticos que enfrenta Descartes parecen estrambóticos, vistos desde la vida cotidiana y el sentido común. Pero Descartes no parece haber confundido el conjunto de creencias y convicciones que a las claras parecen indispensables para orientarnos en la práctica, con los criterios de la investigación filosófica. Esto puede apreciarse en la distinción que establece Descartes, entre las Reglas del Método (Discurso, 3) y las Reglas de la «moral provisional» (Discurso, 1).
La investigación, que es una tarea práctica y se desarrolla en el ámbito general de la vida, tiene el propósito de servir a ésta, pero sería insensato esperarlo antes de que ella misma alcance algunos resultados razonablemente confiables. Entre tanto, para desarrollarse, la investigación consiste en someter a examen una porción enorme de lo que llamamos «sentido común», incluyendo aquí muchas ideas conforme a las cuales (todo parece indicarlo) habremos de vivir mientras la investigación misma se desenvuelve. Pero no se trata de interrumpir la práctica y la vida para permitir la investigación, así como tampoco de hacer pasar como «resultados», unas meras modas intelectuales (la doctrina de la secta donde nos educamos, o cualquier otro producto de la confusión). El proyecto cartesiano fue el de examinar esas ideas, entre otras, en busca de fundamentos filosóficamente válidos.
Los argumentos escépticos (encaminados a introducir dudas) que Descartes considera en las Meditaciones Metafísicas, han sido tomados en su totalidad de Platón (Cratilo y Teetetes). Estos argumentos constituyen un instrumento de investigación, y en primer lugar deben evaluarse conforme a si son o no inteligibles, y si una vez aceptados, serían en principio susceptibles de discutirse (pues de lo contrario, serían incompatibles con la actividad de investigación). Si ambas condiciones se cumplen, los argumentos son útiles a la empresa filosófica en opinión de Descartes (precisamente como instrumentos de investigación). Para más tarde, dentro de la investigación cartesiana, quedaría juzgar si realmente no tenemos razón alguna que permita descartarlos.
Íntima y psíquica
[editar]La primera duda es la autoduda. Sensación de ir por mal camino, de la que no podemos dar la prueba ni la causa, y que escapa al análisis. La duda es una intuición desestabilizadora, una serie de preguntas sobre los fundamentos, una serie que se alimenta de sí misma. La duda personal, mucho antes que la científica, es dolorosa en tanto que es reflexiva: la duda científica se ejerce sobre las ideas expuestas por otros, la duda íntima mina necesariamente la confianza, influye en la vida cotidiana, en la exactitud de los gestos, del trabajo o de la palabra. En general, el ser humano lo odia porque entra en un ciclo inestable y peligroso. Al mismo tiempo, en la medida en que el ser puede evolucionar, la duda es la compañera obligada de esta evolución: sin cuestionar las certezas del ser, no puede haber motivación, ni crítica digna... La duda es entonces el lugar mismo de la prueba que es una evolución personal.
Teología
[editar]La duda como camino hacia una creencia (más profunda) se encuentra en el corazón de la historia de Santo Tomás Apóstol. Nótese a este respecto las opiniones teológicas de Georg Hermes:
... el punto de partida y el principio fundamental de toda ciencia, y por tanto también de la teología, no es sólo la duda metódica, sino la duda positiva. Uno sólo puede creer lo que ha percibido como verdadero a partir de fundamentos razonables, y en consecuencia debe tener el valor de seguir dudando hasta que haya encontrado fundamentos fiables que satisfagan a la razón.[11]
Los existencialistas cristianos como Søren Kierkegaard sugieren que para que uno realmente tenga creencia en Dios, también tendría que dudar de sus creencias sobre Dios; la duda es la parte racional del pensamiento de una persona implicada en sopesar la evidencia, sin la cual la creencia no tendría sustancia real. Creer no es una decisión basada en pruebas de que, por ejemplo, ciertas creencias sobre Dios son ciertas o de que cierta persona es digna de amor. Ninguna prueba de ese tipo podría ser suficiente para justificar pragmáticamente el tipo de compromiso total que implica la creencia teológica verdadera o el amor romántico. De todos modos, creer implica asumir ese compromiso. Kierkegaard pensaba que creer es al mismo tiempo dudar.[12][13]
Referencias
[editar]- ↑ Aristóteles, Metafísica, 982b, 11-32
- ↑ S. Agustín había utilizado ya este argumento:
Sin embargo, ¿quién dudará que vive, recuerda, entiende, quiere, piensa, conoce y juzga?; puesto que si duda, vive; si duda, recuerda su duda; si duda, entiende que duda; si duda, quiere estar cierto; si duda, piensa; si duda, sabe que duda; si duda, juzga que no conviene asentir temerariamente; Y aunque duda de todas las demás cosas, de éstas jamás debe dudar; porque si no existiesen, sería imposible la duda". S. Agustín. La Trinidad, X,X,14
Pero es Descartes quien toma este hecho como principio del pensar filosófico en la Edad Moderna.
- ↑ Popkin, R. H. «The History of Skepticism from Erasmus to Descartes (rev. ed. 1968); C. L. Stough, Greek Skepticism (1969); M. Burnyeat, ed., The Skeptical Tradition (1983); B. Stroud, The Significance of Philosophical Skepticism (1984)». Encyclopedia2.thefreedictionary.com.
- ↑ "Philosophical views are typically classed as skeptical when they involve advancing some degree of doubt regarding claims that are elsewhere taken for granted." utm.edu Archivado el 13 de enero de 2009 en Wayback Machine.
- ↑ https://dle.rae.es/escepticismo
- ↑ Liddell and Scott
- ↑ Sextus Empiricus, Outlines Of Pyrrhonism, Translated by R. G. Bury, Harvard University Press, Cambridge, Massachusetts, 1933, p. 21
- ↑ "... the two most influential forms of skepticism have, arguably, been the radical epistemological skepticism of the classical Pyrrhonian skeptics and the Cartesian form of radical epistemological skepticism" utm.edu Archivado el 13 de enero de 2009 en Wayback Machine.
- ↑ Merriam–Webster
- ↑ "Philosophical skepticism should be distinguished from ordinary skepticism, where doubts are raised against certain beliefs or types of beliefs because the evidence for the particular belief or type of belief is weak or lacking ..." skepdic.com
- ↑ Schulte, Karl Joseph (1910). «Jorge Hermes». En Robert Appleton, ed. La Enciclopedia Católica 7. New York. Consultado el 21 de octubre de 2008.
- ↑ Concluding Unscientific Postscript to Philosophical Fragments, ed. por Howard V. Hong y Edna H. Hong, v. 1, Princeton University Press, 1992, pp. 21-57
- ↑ Soren Kierkegaard's Journals and Papers, trans. Hong y Malantschuk, p. 399.
Bibliografía
[editar]- Berger, Peter L. and Zijderveld, Anton (2009). In Praise of Doubt: How to Have Convictions Without Becoming a Fanatic. New York: HarperOne. ISBN 978-0-06-177816-2. Un libro de dos eminentes sociólogos, uno norteamericano y el otro neerlandés.
- Hecht, Jennifer Michael (2003). Doubt: a history: the great doubters and their legacy of innovation from Socrates and Jesus to Thomas Jefferson and Emily Dickinson. San Francisco: HarperSanFrancisco. ISBN 0-06-009795-7. (requiere registro). Este libro recorre el papel de la duda a lo largo de la historia de la humanidad, en todo el mundo, especialmente en lo que respecta a la religión
- Hein, David (Winter 2006). "Faith and Doubt in Rose Macaulay's The Towers of Trebizond". Anglican Theological Review 88 (1):47–68. ISSN 0003-3286 0003-3286.
- Richard Hönigswald: Die Skepsis in Philosophie und Wissenschaft. 1914, Neuausgabe (hrsg. und Einleitung von Christian Benne and Thomas Schirren), Edition Ruprecht, Göttingen 2008, ISBN 978-3-7675-3056-0
- Odo Marquard: Skepsis und Zustimmung. Philosophische Studien. Reclam, Stuttgart 1994.
- Andreas Urs Sommer: Die Kunst des Zweifelns. Anleitung zum skeptischen Philosophieren. C. H. Beck, München 2007, 2. Aufl., Sonderausgabe 2008.
- Elisabeth Walther (Hrsg.): Die Festigung der Überzeugung und andere Schriften. Ullstein, Frankfurt am Main 1985, ISBN 3-548-35230-8.
- Bertolt Brecht: Der Zweifler. (Gedicht).