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Hebreos 4

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Epístola a los Hebreos 4:2ff en dos columnas del Papiro 13 (AD. 225-250).

Hebreos 4 es el cuarto capítulo de la Epístola a los Hebreos del Nuevo Testamento de la Biblia cristiana . El autor es anónimo, aunque la referencia interna a «nuestro hermano Timoteo» (Hebreos 13:23) provoca una atribución tradicional a Pablo, pero esta atribución se discute desde el siglo II y no hay pruebas decisivas de la autoría.[1]​{[2]​ Este capítulo contiene una exhortación a seguir adelante hacia el «Descanso de Dios» y una reflexión sobre el poder de la Palabra de Dios.[3][4]

Texto

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El texto original fue escrito en griego koiné. Este capítulo está dividido en 16 Versículos.

Testigos textuales

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Algunos Manuscritos bíblicos#Manuscritos del Nuevo Testamento tempranos que contienen el texto de este capítulo son:

Referencias del Antiguo Testamento

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Una llamada a la fidelidad (3:7-4:13)

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Versículo 7

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de nuevo Él designa un día determinado, diciendo en David: «Hoy», después de tanto tiempo, como se ha dicho:
"Hoy, si escucháis su voz,“”
No endurezcáis vuestros corazones."“”[7]

La versión en hebreo del Salmo 95 no nombra a ningún autor, pero se dice explícitamente que David escribió estas palabras de Salmo 95:7-8, lo que ocurrió mucho después de que los israelitas ya disfrutaran del descanso y estuvieran establecidos en Canaán bajo el liderazgo de Josué.[8]​ Por lo tanto, este día («Hoy») es otro día en el futuro para que el pueblo de Dios entre en un descanso celestial, más allá del disfrute de la vida en la tierra de Israel.[9]

Versículo 8

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Porque si Josué les hubiera dado descanso, entonces no habría hablado después de otro día.[10]​.

El «descanso» experimentado por los israelitas en tiempos de Josué era 'una anticipación terrenal del descanso último y celestial', una promesa del antiguo pacto que se cumple de forma transformada por Jesucristo.[9]

Versículos 11-13

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11 Intentemos con todas nuestras fuerzas entrar en el descanso de Dios para que nadie fracase siguiendo el ejemplo de los que se negaron a obedecer.[11]​.

Los versículos 12-13 contienen una advertencia que demuestra «la necesidad de cumplir esta exhortación»:[12]12 Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón. [13]

13 Nada en toda la creación está oculto para Dios. Todo está desnudo y expuesto ante sus ojos, y es a él a quien debemos rendir cuentas.[14]​.

Muchos padres de la iglesia y teólogos posteriores han identificado «la palabra de Dios» con el Hijo de Dios. El teólogo protestante Heinrich Meyer señala que en Hebreos 1:2 se confirma que «en estos últimos días [Dios] nos ha hablado por su Hijo»,[15]​, pero argumenta que la redacción actual no puede leerse de este modo porque cuando se escribió Hebreos, «la expresión era demasiado inusual para que pudiera emplearse y entenderse [de este modo] sin más indicaciones». En su opinión, por tanto, debe tener un significado más amplio, bastante general: «lo que Dios habla».[12]​.

Comentario a los versículos 1-11

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Desarrollando lo mencionado en 3,18-19, el autor reitera la exhortación a la fidelidad, estableciendo una comparación entre los israelitas y los cristianos. Así como Moisés exhortó al pueblo elegido a ser fiel para alcanzar el lugar de descanso prometido, también instituyó el precepto del «descanso sabático». Este descanso recordaba el reposo de Dios tras la creación, funcionaba como un signo de la Nueva Alianza y prefiguraba el descanso eterno (v. 4). Sin embargo, el pueblo de Israel no logró ese descanso ni siquiera al entrar en la tierra prometida bajo la guía de Josué (v. 8), ya que carecieron de fe (v. 2) y de obediencia (v. 6). Por eso, la promesa de descanso permaneció vigente, como lo expresa el Salmo 95, escrito después de la entrada en la tierra, que insiste en la actualidad del «hoy». Cristo, al prometer un descanso nuevo y definitivo —la vida eterna en la casa del Padre—, renueva la invitación de Dios para entrar en el descanso divino (v. 2). Este nuevo «hoy» ofrece a los cristianos una oportunidad para alcanzar la verdadera Tierra Prometida, simbolizando la vida eterna como recompensa de la fe. De este modo, se subraya la importancia de escuchar y responder a la llamada de Dios con fidelidad y confianza.[16]

Éste será realmente el gran sábado que no tendrá tarde, ese sábado encarecido por el Señor en las primeras obras de su creación (…). Allí, en quietud, veremos que Él es Dios, reparados por Él y consumados por una gracia más abundante, descansaremos eternamente viendo que Él es Dios y seremos llenos de Él cuando Él será todo en todas las cosas.[17]

La pérdida de ese «descanso» es lo único que realmente debe temer el hombre.

El poder de la palabra divina. Versículos 12-13

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12-Ciertamente, la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que una espada de doble filo: entra hasta la división del alma y del espíritu, de las articulaciones y de la médula, y descubre los sentimientos y pensamientos del corazón.
13-No hay ante ella criatura invisible, sino que todo está desnudo y patente a los ojos de Aquel a quien hemos de rendir cuenta.[18]

Comentario

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Entrar en el descanso exige aceptar la Palabra de Dios. En estos versículos la «Palabra» se refiere posiblemente a la totalidad de la revelación, que se manifiesta de modo pleno y perfecto en Jesucristo, fundamento de la vida de la Iglesia:

Es tan grande el poder y la fuerza de la palabra de Dios, que constituye sustento y vigor de la Iglesia, firmeza de fe para sus hijos, alimento del alma, fuente límpida y perenne de vida espiritual.[19]

De la Palabra se dice que es eficaz y engendra vida; también hay en ella algo que inspira temor y reverencia al hombre para no comportarse ante ella con ligereza. La intimidad más honda de la persona, sus pensamientos, disposiciones e intenciones últimas, quedarán desnudos ante los ojos escrutadores de Dios.[20]​ Comentando este pasaje, Balduino de Canterbury señala:

Es eficaz y más tajante que espada de doble filo para quienes creen en ella y la aman. ¿Qué hay, en efecto, imposible para el que cree o difícil para el que ama? Cuando esta palabra resuena, penetra en el corazón del creyente como si se tratara de flechas de arquero afiladas; y lo penetra tan profundamente que atraviesa hasta lo más recóndito del espíritu; por ello se dice que es más tajante que una espada de doble filo, más incisiva que todo poder o fuerza, más sutil que toda agudeza humana, más penetrante que toda la sabiduría y todas las palabras de los doctos,[21]

Nuestra confianza se apoya en el sacerdocio de Cristo. Versículos 14-16

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14-Ya que tenemos un Sumo Sacerdote que ha entrado en los cielos —Jesús, el Hijo de Dios—, mantengamos firme nuestra confesión de fe.
15-Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino que, de manera semejante a nosotros, ha sido probado en todo, excepto en el pecado.
16-Por lo tanto, acerquémonos confiadamente al trono de la gracia, para que alcancemos misericordia y encontremos la gracia que nos ayude en el momento oportuno.[22]

Comentarios

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El cristiano debe poner su confianza en el nuevo Sumo Sacerdote, Cristo, que penetró en los cielos, y en su misericordia, porque se compadece de las debilidades de los hombres:

Los que habían creído sufrían por aquel entonces una gran tempestad de tentaciones; por eso el Apóstol los consuela, enseñando que nuestro Sumo Pontífice no sólo conoce en cuanto Dios la debilidad de nuestra naturaleza, sino que también en cuanto hombre experimentó nuestros sufrimientos, aunque estaba exento de pecado. Por conocer bien nuestra debilidad, puede concedernos la ayuda que necesitamos, y al juzgarnos dictará su sentencia teniendo en cuenta esa debilidad.[23]

La respuesta frente a la bondad del Señor debe ser la de mantener nuestra profesión de fe. La impecabilidad de Cristo, afirmada en la Sagrada Escritura (cfr Jn 8,46; Rm 8,3; 2 Co 5,21; 1 P 1,19; 2,21-24), es lógica consecuencia de su condición divina y de su integridad y santidad humana. Al mismo tiempo la debilidad de Cristo, «probado en todo» (v. 15), voluntariamente asumida por amor a los hombres, fundamenta la confianza de los hombres de que obtendrán de Él fuerza para resistir al pecado.[24]

¡Qué seguridad debe producirnos la conmiseración del Señor! Clamará a mí y yo le oiré, porque soy misericordioso (Ex 22,27). Es una invitación, una promesa que no dejará de cumplir. Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para que alcancemos la misericordia… (Hb 4,16). Los enemigos de nuestra santificación nada podrán, porque esa misericordia de Dios nos previene; y si —por nuestra culpa y nuestra debilidad— caemos, el Señor nos socorre y nos levanta.[25]

Referencias

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  1. Attridge, 2007, p. 1236.
  2. deSilva, 2005, p. 201.
  3. Attridge, 2007, pp. 1242-3.
  4. deSilva, 2005, p. 203.
  5. a b deSilva, 2005, p. 202.
  6. a b c d Kirkpatrick, A. F. (1901). El libro de los Salmos: con introducción y notas. The Cambridge Bible for Schools and Colleges. Book IV and V: Psalms XC-CL. Cambridge: At the University Press. p. 839. Consultado el 28 de febrero de 2019. 
  7. Hebreos 4:7: Nueva Versión King James
  8. Peterson, 1994, p. 1330.
  9. a b Peterson, 1994, p. 1331.
  10. Hebreos 4:8: RVR
  11. Hebreos 4:11: Versión del Nuevo Siglo
  12. a b Meyer, H. A. W. (1880), Meyer's NT Commentary sobre Hebreos 4, traducido de la sexta edición alemana, consultado el 13 de octubre de 2024
  13. Hebreos 4:12: RVR
  14. Hebreos 4:13: Nueva Traducción Viviente
  15. Hebreos 1:2: Versión Estándar Inglesa
  16. Facultad de Teología. Comentarios a la Sagrada Biblia: Universidad de Navarra (p. 10370). EUNSA Ediciones Universidad de Navarra.
  17. Agustín de Hipona, De civitate Dei 22,30.
  18. Facultad de Teología. Sagrada Biblia: Universidad de Navarra (p. 3703). EUNSA Ediciones Universidad de Navarra.
  19. Concilio Vaticano II, Dei Verbum, n. 21
  20. Facultad de Teología. Comentarios a la Sagrada Biblia: Universidad de Navarra (p. 10371). EUNSA Ediciones Universidad de Navarra.
  21. Balduino de Canterbury; Tractatus 6
  22. Facultad de Teología. Sagrada Biblia: Universidad de Navarra (p. 3704). EUNSA Ediciones Universidad de Navarra.
  23. Teodoreto de Ciro, Interpretatio ad Hebraeos, ad loc.
  24. Facultad de Teología. Comentarios a la Sagrada Biblia: Universidad de Navarra (pp. 10373-10374). EUNSA Ediciones Universidad de Navarra.
  25. Josemaría Escrivá, Es Cristo que pasa, n. 7

Bibliografía

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  • Attridge, Harold W. (2007). «75. Hebrews». En Barton, John; Muddiman, John, eds. The Oxford Bible Commentary (first (paperback) edición). Oxford University Press. pp. 1236-1254. ISBN 978-0199277186. Consultado el February 6, 2019. 
  • deSilva, David A. (2005). «Hebrews». En Evans, Craig A., ed. Bible Knowledge Background Commentary: John's Gospel, Hebrews-Revelation. The Bible Knowledge Series (illustrated edición). Colorado Springs, Colo.: Victor. pp. 199-256. ISBN 9780781442282. 
  • Peterson, David (1994). «Hebrews». En Carson, D. A.; France, R. T.; Motyer, J. A. et al., eds. New Bible Commentary: 21st Century Edition (4, illustrated, reprint, revised edición). Inter-Varsity Press. pp. 1321-1353. ISBN 9780851106489. 

Enlaces externos

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