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La Sinfonía n.º 8 de Jean Sibelius fue su último proyecto de composición importante, en el que el autor estuvo trabajando de forma intermitente desde mediados de la década de 1920 hasta 1938, aunque nunca la publicó. Durante este tiempo, el compositor finés se encontraba en la cúspide de su fama, considerado como una figura nacional en su Finlandia natal y aclamado como un compositor de talla internacional. Se desconoce hasta qué punto estaba completada la Octava sinfonía; Sibelius se negó a darla a conocer en repetidas ocasiones argumentando su baja calidad, pero a pesar de ello, siguió afirmando que estaba trabajando en ella incluso después de haber quemado la partitura y todo el material relacionado en 1945, según testimonios posteriores de su familia.
Gran parte de la reputación de Sibelius, durante su vida y tras su fallecimiento, proviene de su trabajo como sinfonista. Su Séptima sinfonía, estrenada en 1924, ha sido ampliamente reconocida como un hito en el desarrollo de la forma sinfónica y en ese momento no había ninguna razón para suponer que cesaría la creación de nuevas obras orquestales. Sin embargo, después de terminar el poema sinfónicoTapiola en 1926, la producción del compositor se limitó a piezas menores y revisiones de obras anteriores. Prometió en varias ocasiones el estreno de la Octava sinfonía a la Orquesta Sinfónica de Boston y a su director Serguéi Kusevitski, pero Sibelius retrasaba cada fecha programada, argumentando que la obra no estaba lista todavía. Hizo promesas similares al director británico Basil Cameron y al finlandés Georg Schnéevoigt, que de igual manera no llegaron a materializarse.
Tras la muerte de Sibelius en 1957, se hizo pública la noticia de que la Octava sinfonía había sido destruida una década antes y se pensó que la obra había desaparecido para siempre. En la década de 1990, mientras se estaban catalogando los cuadernos y bocetos del compositor, varios estudiosos plantearon la posibilidad de que parte de las partituras de la obra perdida podrían haber sobrevivido. Desde entonces, se han identificado varios bocetos manuscritos como fragmentos de la Octava, tres de los cuales fueron grabados por la Orquesta Filarmónica de Helsinki en 2011 —la duración total es inferior a los tres minutos—. Mientras que algunos musicólogos han especulado que sería posible reconstruir la sinfonía en caso de que otras partes lleguen a ser identificadas, otros han apuntado a que es poco probable dada la ambigüedad del material en sí.