Usuario:JuanRisolo/Antropología cultural y colonialismo
Para entender el concepto de Antropología cultural y colonialismo, es necesario entender la relación que existe entre cada uno de los términos que lo componen, ya que en la actualidad cuando hablamos de antropología nos referimos a una ciencia colonial,que se encarga de estudiar los aspectos biológicos y culturales del hombre dentro del grupo o sociedad que pertenece,debido a que durante el siglo XIX se expandieron los imperios coloniales europeos, lo que trajo aparejado la necesidad de estudiar dichos cambios;donde comenzaron a compararla con los pueblos aborígenes, coincidiendo en el con el pensamiento ilustrados para elevar la razóncomo algo distintivo al ser humano. Ante esta situación surge el asombro por lo distinto, es decir, la diferencia constituyó su objeto de estudio. Este encuentro de la cultura europea con otras diferentes dio origen a lo que sería la pregunta fundante de la Antropología: "¿por qué estos hombres son distintos?". La antropología se relaciona de manera directa con otras disciplinas, produciéndose muchas controversias sobre su carácter científico y su posición con respecto a las demás ciencias, diferenciándose en su carácter universal y comparativo. Puede clasificarse en varias ramas: Antropología física, que se pregunta cuando apareció el primer ser humano sobre la tierra, y la Antropología cultural, que se pregunta como llegaron los occidentales a ser lo que son. Antropología lingüística, estudio de diversas lenguas Arqueología, Da la posibilidad de conocer la vida de los pueblos ya extintos
Lévi-Strauss afirma que la antropología apunta a un conocimiento global del hombre, abarcando dicho objeto en toda su extensión geográfica e histórica. Aspira a un conocimiento aplicable al conjunto de la evolución del mismo, desde los homínidos hasta las razas modernas, y tiende a conclusiones positivas o negativas, pero válidas para todas las sociedades humanas, desde la gran ciudad moderna hasta la más pequeña tribu melanesia. A partir de esto puede entenderse la relación de esta disciplina con el término colonialismo, que hace referencia a los territorios ocupados y administrados por un gobierno anteriormente ajeno a éstos, mediante la conquista o asentamiento de sus súbditos. Se trata de un sistema de explotación en que las potencias más fuertes se imponían ante las más débiles, ocasionando conflictos de diversa índole, ya sea en lo económico, racial o cultural. Puede hablarse de colonialismo cuando un Estado extiende su soberanía, motivado por intereses económicos, producto del excedente de bienes materiales, por lo que se necesita adquirir nuevos circuitos y proveedores de materia prima. De esta manera se establece un control político sobre un territorio cuyos habitantes se encuentran en inferioridad de condiciones respecto de los ciudadanos del Estado colonizador. Esta relación concluye cuando el pueblo colonizado alcanza su soberanía o cuando se incorpora a la estructura política de la potencia colonial en igualdad de condiciones. Estas especies de “revoluciones” dentro de determinados territorios han sido a causa de atrasos económicos como así también de conflictos raciales y culturales: paradigmas clave a la hora de realizar una investigación antropológica cultural.
Según Balandier, el colonialismo puede verse como una “dominación impuesta por una minoría extranjera racial y culturalmente diferente, que actúa en nombre de una superioridad racial o étnica y cultural, afirmada dogmáticamente. Dicha minoría se impone a una población autóctona, que constituye una mayoría numérica, pero que es inferior al grupo dominante desde un punto de vista material. Esta dominación vincula en alguna forma, la relación entre civilizaciones radicalmente diferentes […]”
Dicho autor distingue tres tipos de empresas dentro de su caracterización de la situación colonial: a) La empresa material: control de la tierra y modificación de población, economías ligadas a la metrópoli; b) La empresa política y administrativa: control de autoridades locales y autoridades de reemplazo, control de la justicia, oposición a las iniciativas políticas autóctonas; c) La empresa ideológica: tentativas de desposesión religiosa, acción directa de un aprendizaje importado, transmisión de modelos culturales en función del prestigio desarrollado por el grupo dominante.
El colonialismo de la Europa moderna comenzó en el siglo XV y puede dividirse en dos fases: la primera transcurrió desde 1415 hasta 1800 aproximadamente, y la segunda se prolongó desde mediados del siglo XIX hasta la II Guerra Mundial. En la primera etapa, Europa occidental, encabezada por España y Portugal, se expandieron por las Indias Orientales y América; en la segunda, Gran Bretaña tomó la iniciativa en la expansión de Europa hacia Asia, África y el Pacífico. La dinámica política de Europa cambió radicalmente por la colonización, por cuanto la tensión existente entre las potencias aumentaba a medida que aumentaban las colonias, que desembocaría finalmente en la Primera Guerra Mundial. Al mismo tiempo, esta dinámica provocó profundas alteraciones en los pueblos sometidos que tenían diferentes formas de vida.Como ASad nombra en su libro 'Afterword: From the History of Colonial Anthropology to the Anthropology of Western Hegemony'. En: Stocking 1991.dice:"He argumentado que también necesitamos indagar en nuestras inquietudes históricas mediante la antropologización del crecimiento del poder de Occidente, porque a menos que ampliemos nuestras preguntas acerca del caracter cultural de aquella hegemonía, es posible que demos por sentado demasiados aspectos de la relación entre antropología y colonialismo... Sin embargo, debemos subrayar que no basta con que los antropólogos hayan tomado nota de que la hegemonía [europea] no era monolítica, o de que el poder de Occidente despertara una resistencia permanente. No basta, porque la historia política convencional de la era colonial y de sus lugares siempre ha sido la constatación de un conflicto: entre diferentes intereses europeos, entre diferentes grupos no europeos, así como entre colonizadores y colonizados. No iremos muy lejos si nos ceñimos sólo a la repetición de consignas acerca del conflicto y la resistencia, en lugar de consignas más antiguas sobre represión y dominación. Una antropología del poder imperial de Occidente debería intentar entender la forma radicalmente alterada y el terreno de conflicto que éste inauguró: nuevos lenguajes políticos, nuevos poderes, nuevos grupos sociales, nuevas aspiraciones, temores y subjetividades."
El desarrollo de la antropología puede vincularse a los intereses del colonialismo europeo derivado de la Revolución Industrial. Si bien la fundación de la antropología aceptó como válidas todas las manifestaciones culturales, nunca estableció una relación simétrica entre las mismas, ya que siempre la sociedad propia, la occidental, fue vista desde una posición etnocéntrica, es decir, como la superior, mecanizada, industrializada, desarrollada y de religión cristiana, a diferencia de las sociedades coloniales, donde el objeto de estudio no es el propio occidental, blanco y civilizado, sino que integra una sociedad de economía atrasada, no industrializada, simple y de religión no cristiana.Se dice que el Colonialismo es padre de la antropología.Por lo que se establece una analogía entre lo diferente y lo inferior, lo que justificaba la dominación, apropiación, violencia, despojo de recursos, formas de vida, religiones, costumbres de estos “primitivos”, es decir, seres humanos a medias y por consiguiente estaba justificado dominarlos, tratarlos como objetos, explotarlos o estudiarlos. Esto era ideal para el diseño de la política colonial y el establecimiento de instituciones de dominación diversas en cada territorio colonizado. Las denuncias críticas de la situación colonial aparecerán ya durante el siglo XIX, con el nacimiento de la [Antropología evolucionista];en todas las potencias coloniales presentes en este período hay rastros del desarrollo de la antropología, es decir, ya en ese momento, se realizaban experiencias interculturales con la investigación de los nativos, colonizados y primitivos de la época ;sin embargo, las mismas no llevaron a una transformación de la expansión europea. Absorbidas las críticas por la ideología vigente del período –el evolucionismo-, teoría que explica la transformación de las especies por los cambios producidos en sucesivas generaciones, la situación de dependencia y el racismo consecuente caracterizarán las relaciones internacionales. Será recién después de la II Guerra Mundial que la ciencia ‘oficial’ reconozca teóricamente la existencia de esa situación, es decir, del subdesarrollo, la dependencia, el colonialismo. Fueron los mismos investigadores de las potencias los que comenzaron a analizar la relación entre europeo – no europeo, ya no desde la perspectiva de superioridad – inferioridad, sino a partir de la perspectiva de la relación de explotación que configuró la situación colonial, centrada en tres bases ideológicas de este racismo: el abismo entre la cultura de los colonialistas y colonizados, la explotación de estas diferencias en beneficio de los colonialistas, y el uso de estas supuestas diferencias como normas de hecho absoluto. Así se generan divergencias en el ámbito económico y en la estructura social. Luego vendría la aparición de numerosos antropólogos nativos que desde su propia condición de africanos, latinoamericanos o asiáticos, realizarían una crítica frontal a la llamada Antropología clásica, la cual fue funcional al sistema colonialista, de manera que posibilitó registrar y analizar los modos de vida de los pueblos subyugados, cuyos habitantes no eran considerados personas, destacando el poder europeo y buscando entender su accionar, los obligaba a conocer sus costumbres, sus formas de vida, de hacer y pensar.En este periodo se la da dos clasificaciones a la antropología eurocéntrica y etnocentrica siendo narcisistas y teniendo un espíritú de superioridad contra las comunidades primitivas. Kluckhohn afirma este ‘servilismo’ de la ciencia antropológica norteamericana, si bien algunos pretenden hacerla extensiva a toda la Antropología del período colonialista: “Es evidente que los antropólogos poseen conocimientos especiales y determinadas destrezas para ayudar a los gobiernos a dirigir las tribus primitivas y los habitantes de sus dependencias. En ese sentido, han sido empleados por los gobiernos de Inglaterra, Portugal, España, Holanda, México, Francia y otros países. La comprensión de las instituciones nativas es un requisito previo para el éxito de los gobiernos coloniales, aunque, hasta ahora, los antropólogos se han utilizado más para ejecutar políticas que para formularlas. Del gobierno colonial al trabajo sobre problemas de grupos minoritarios en un estado moderno complejo sólo hay un paso fácil de dar”. Los nuevos conceptos e instituciones que introdujo el poder colonial, las transformaciones y reorganizaciones que este poder llevó a cabo y la investigación del terreno mismo de lucha entre europeos y colonizados serán conceptos claves para el estudio antropológico de este hecho.
'Texto en negrita' –principalmente portuguesas-. En el siglo XVIII se inicia un largo proceso de exploraciones en el continente africano, con los asentamientos holandeses (bóers) en la zona meridional, y las conquistas napoleónicas en Egipto. En el siglo XIX las potencias europeas se lanzaron a la colonización de África. Entre 1820 y 1900, el continente quedó prácticamente repartido entre Gran Bretaña, Francia, Alemania y Portugal, y de un modo más accesorio, Bélgica, Italia y España. La configuración final se perfila tras la Conferencia de Berlín (noviembre 1884- febrero 1885), convocada debido a las tensiones existentes entre Francia y Bélgica por las zonas anejas las cuencas del Congo y el Níger. El reparto colonial de África entre las potencias europeas termina por completarse entre 1885 y 1904, dando resultado al establecimiento y la consolidación de todas las colonias occidentales en el continente, a lo largo de un proceso en el cual se producen cuatro tipos de hechos interrelacionados: las ocupaciones territoriales, las resistencias africanas a estas invasiones, las rivalidades y enfrentamientos que resultan de tales ocupaciones europeas, y los tratados que regulan las citadas rivalidades, con lo que se configura el definitivo mapa colonial de África. El proceso de descolonización comienza tras la II Guerra Mundial y la Conferencia de Bandung (Indonesia, 1955), a la que asistieron varios representantes de África y Asia. El primer país en independizarse fue Ghana (1957) y antes de 1965 ya se habían independizado la mayoría de los países africanos.
Sin embargo, a pesar de la descolonización de África, los países europeos aún controlan la vida económica, sin las presiones que implica un asentamiento administrativo. El mayor desafío que presenta África en la actualidad es afianzar el camino democrático en sus Estados y elevar los niveles mínimos de bienestar y de respeto de los derechos humanos de sus habitantes.
Durante la segunda mitad del siglo XIX y principio del siglo XX se producía una ocupación de la mayoría de los territorios africanos, cuyas economías, formas de organización política y cultural sufrirán transformaciones producidas por la colonización europea. El mayor de los imperios coloniales en África se constituyo en torno a Gran Bretaña. Quien colonizo Gibrlatar y Malta, a los que unió a la isla de Chipre. Rápidamente se expandió por Egipto, luego Sudan, Kenia y el norte de Somalia. Al sur del continente avanzo por la colonia del cabo anexando Natal, Orange, Transvaal y Rhodesia, con la intención de formar una franja británica que recorra África de norte a sur. Por ultimo en la parte este de África colonizo Gambia, Sierra Leona, Costa de Oro y Nigeria. Por otro lado, Alemania, también ponía interés en los territorios africanos, lo que lo llevo a establecerse en Camerún, Togo, África Suboccidental, y Tanganika. Los portugueses por su lado mantuvieron sus posiciones de Angola y Mozambique. El control sobre Marruecos, Argelia y Túnez otorgaba a Francia, el camino libre hacia la franja Subsahariana, a estos territorios los franceses suman la guinea francesa, el Congo y la isla de Magadascar. Bélgica empujado por su desarrollo industrial no quería quedarse atrás en el proceso colonizador, por lo que iniciara la ocupación de un inmenso territorio, el Congo Belga y Lago Chad. Por ultimo Italia conseguirá establecerse en Libia, Eritrea y Somalia del sur. Mientras que España sumara su control sobre una estrecha porción en el norte de Marruecos, la colonización del rió de oro y la Guinea Ecuatorianas.
Las luchas por las independencias fueron muy importantes para África, ya que trajeron aparejados a un grupo de Estados independientes donde había conflictos: sociales de desarrollo, políticos con los régimenes que iban surgiendo y económicos como el Neocolonialismo. Todo ello fue despertando una conciencia nacionalista de resistencia, unidad y movimientos ideológicos.
La colonización asiática
[editar]Las riquezas asiáticas atrajeron a comerciantes de las potencias europeas que vieron en esta tierra posibles colonias que respondieran a su dominio. El contacto vital de Europa con Asia, intensificado desde el siglo XIV y tipificado en el comercio de las especias, llevó a que este continente se convirtiera, hacia el finales del siglo XVIII, en el principal objetivo de Gran Bretaña, Francia, Portugal y Rusia, quienes se disputaban los territorios a través de alianzas que realizaban con los nativos (brindando protección frente a las otras potencias a cambio de tributos, generalmente). El proceso imperialista tuvo como punto de partida la existencia de grandes monopolios comerciales originarios de sus propios Estados que, asentados en Asia, habían adquirido enorme importancia (como ejemplo, basta citar la famosa Compañía Inglesa de las Indias Orientales). Durante el siglo XIX, los Estados ‘absorben’ estas compañías, quedando los territorios directamente bajo la autoridad nacional. Gran Bretaña extendió sus dominios por India, afianzados aún más tras la guerra del opio en la que resulta vencedora frente a China; Francia hará lo propio por el sudeste asiático, llamado Indochina; y Rusia anexará territorios que otrora pertenecieron a la China Imperial. La expansión del dominio occidental sobre tierras asiáticas fue tan veloz e irresistible que en el momento de su máxima amplitud – en vísperas de la II Guerra Mundial-, nada hacía presagiar que el reflujo sería tan rápido, completo y definitivo. La desaparición brusca del poder dominante radica en la aparición de múltiples movimientos de liberación nacional, muchos de ellos de corte socialista. Por otra parte, el debilitamiento occidental tras la Guerra y el fortalecimiento de las naciones productoras de materias primas, sumado a la presión norteamericana que veía el proceso de descolonización como favorable a sus intereses comerciales, hicieron que en poco tiempo los movimientos antiimperialistas lograran las independencias nacionales. Actualmente, en el sudeste asiático conviven procesos de espectacular crecimiento económico (piénsese en los llamados tigres de Asia, en China o en India) con situaciones de desigualdad social abismales.
Durante el siglo XIX el continente asiático se convierte en una pieza más codiciada que nunca para las potencias coloniales europeas, que buscaron en sus territorios materias primas para alimentar a sus industrias en expansión, mercados en donde colocar sus manufacturas y áreas despobladas en donde ubicar el exceso de población. A partir de su asentamiento en el sur de la india y Ceilán, Gran Bretaña se expande por el resto de la península Indú, Beluchistan, Cachemira y Birmania, desde ahí intentara extender su influencia hacia Persia y Afganistán, entrando en confortación con las ansias del imperio ruso. Posteriormente consigue asentarse en el sur de la península de malaca, en el norte de Borneo y Nueva Guinea Oriental, completando su avance por Australia y Nueva Zelanda. También contaban con los territorios de Adén y Socotora. El imperio ruso comenzó su expansión por el norte ocupando Transcaucacia, Turquestán, Amur y Costera, a ello sumara el control de la parte norte de la isla Sajalin, además lanzara líneas de avance sobre Persia y Afganistán, en competencia contra Gran bretaña y hacia China, penetrando por Turquestán Oriental, Mongolia y Manchuria. El imperialismo japonés le hace extenderse hacia el norte, ocupando el sur de la isla de Sajalin, con su dominio de la península coreana, con lo que intentara penetrar en china y al sur donde colonizara la isla de Formosa. Francia por su parte establece su dominio colonial en indochina, lo que le hará entrar en conformación con el reino de Siam. Por otro lado se mantiene el imperio holandés en Indonesia, y el dominio español sobre el archipiélago de filipino.
El Neocolonialismo
[editar]En los años siguientes a la Segunda Guerra Mundial se debilitaron las potencias europeas, lo que produjo el debilitamiento de sus imperios coloniales de los países débilmente desarrollados en el aspecto económico con el fin de anular las concecuencias de la desintegración del sistema del imperio colonial. En este contexto surge el neocolonialismo, que utilizó diversas formas de control económico, como planes de ayuda condicionada, balcanización, corrupción y manipulación política. Básicamente, se busca mantener de una manera más sutil la dominación sobre los países descolonizados. Pero autores como Lenin, explican lo siguiente: "el capital financiero y su correspondiente política internacional crean toda una serie de formas de transición de dependencia estatal". Gracias a esto, a partir de 1950 comenzó a verse una gran diferencia entre el desarrollo económico y social de los países industrializados y del Tercer Mundo. De alguna manera, la pobreza y el atraso de los países americanos del sur contribuían a financiar el desarrollo de los países del norte.
Actualmente, existe una relación de dependencia de hecho entre países políticamente independientes y los grandes centros en los que se concentra el capitalismo occidental. Algunos consideran este proceso como una nueva fase de colonialismo, en la que ya no se necesita como antes un control completo sobre los territorios nacionales, sino una política dirigida a conservar la explotación colonial de estos países débilmente desarrollados en el aspecto económico con el fin de anular las consecuencias de la desintegración del sistema colonial del imperialismo. Esta modalidad de dominio fue practicada primero en América Latina y luego se ha extendido a la inmensa mayoría de las antiguas colonias, denominados hoy ‘países en vías de desarrollo’. Uno de los principales factores de control es la deuda externa contraída con los países capitalistas. En los países dependientes, el crecimiento económico es lento; además, se ven expuestos a una homogenización cultural impuesta que va desdibujando los caracteres nacionales. Muchos de los problemas estructurales que presentan los países dependientes tienen su raíz en el período colonial, así como en las luchas internas desatadas tras los procesos de descolonización. Entre los principales males se encuentran: el subdesarrollo económico y social, la inestabilidad y debilidad de los sistemas políticos, y la baja institucionalidad existente. En América Latina, por caso, el sólo saldo de 90 millones de niños en situación de pobreza, por una parte, y los repetidos golpes militares al sistema democrático son referencia incontestable de las consecuencias coloniales que perduran en el tiempo. Al existir la subordinación de estas colonias, se establece un grado de inferioridad que no ha podido ser superado hasta el día de hoy, perdurando la dependencia económica hacia las grandes potencias. Esta desigual distribución de riquezas genera descontento social y un estancamiento en el progreso; evidenciándose la clara influencia del colonialismo.
Podemos hablar de grados de colonización u ocupación europea en los llamados países del tercer mundo: indirecta, directa y total, la indirecta se aplica a China; la directa a la India y Vietnam y la total a los países africanos, los cuales padecieron de los europeos una salvaje desarticulación, conservando, no obstante, "cierta homogeneidad étnica y cultural". Los países árabes por su parte sufrieron diversas formas de colonialismo, principalmente porque presentaron siempre una menor homogeneidad política. "En estos pueblos, en grado mayor o menor, hay mestizaje, por supuesto, pero es accidental, siempre al margen de su línea central de desarrollo". Pero en el caso de "nuestra América mestiza" el mestizaje no es accidental, sino esencial. Ya Bolívar decía que "es imposible asignar con propiedad a qué familia humana pertenecemos", dada la abigarrada mezcolanza de culturas: la africana, aborigen y la europea. De ahí que José Vasconcelos Calderón llamará a los americanos "la raza cósmica", la raza nueva y final, "hecha con el tesoro de todas las anteriores".